3. Los montes llevarán paz al pueblo, y los collados justicia.
4. Juzgará a los afligidos del pueblo, salvará a los hijos del menesteroso, y aplastará
al opresor.
5. Te temerán mientras duren el sol y la luna, de generación en generación.
6. Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; como el rocío que estila
sobre la tierra.
7. Florecerá en sus días justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.
8. Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.
9. Ante él se postrarán los moradores del desierto, y sus enemigos lamerán el
polvo.
En nuestros
tiempos aplicamos este Salmo espiritualmente, pero llegará el día
cuando se cumplirá literalmente. Hoy en día, la iglesia
florece cuando Diosderrama lluvias espirituales, y de esta manera la palabra corre y es glorificada.
Así nos aproximamos al cielo lo más cerca posible. Pedro habló de “tiempos
de refrigerio de la presencia del Señor”. La palabra de Dios conquista las almas
y éstas se someten a Él. El ambiente parece estar cargado de una electricidad
espiritual, y comunidades enteras sienten la corriente de vida divina.
El Rey de Paz tiene que gobernar sobre los corazones en justicia, porque la
justicia trae paz. Cuando Dios juzga situaciones y la gente aprende a temerle
sometiéndose a Sus sendas de justicia, la confusión y la disensión desaparecen.
Los montes simbolizan la provisión para nuestra defensa obstruyendo el ataque
de los enemigos, y la lluvia siempre simboliza las bendiciones que descienden
del cielo para saciar los corazones de los hombres. La lluvia produce ríos y
cultivos, y vuelve al cielo para completar su ciclo. “Porque de él, y por él, y para
él, son todas las cosas”.