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Lowell Brueckner

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22 - 28 Enero Meditaciones diarias de los Salmos

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22 de Enero Salmo 5:8-10

8. Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de
     mí tu camino.
9. Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro
     abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas.
10. Castígalos, oh Dios; caigan por sus mismos consejos; por la multitud de sus
     transgresiones échalos fuera, porque se rebelaron contra ti.

  Por todos lados nos rodean enemigos, cuyo propósito es causar la caída de los
justos. Sus palabras no tienen valor, ni ellos tienen intención de cumplirlas. Usan
las palabras para obtener sus metas, pero no son suficientemente íntegros como
para sujetarse a lo que han dicho. No debemos esperar algo bueno de ellos, porque
el corazón, de donde proceden las palabras, está sucio. Cuando su corazón se
descarga por medio de la lengua, apesta como tumbas abiertas. No seas
impresionado con sus lisonjeras palabras, no tienen que ver con apreciar a los
que las escuchan, sólo las pronuncian para ganar algo mejor para ellos mismos.
  David ruega que Dios destruya a los malvados. Aunque buscamos la misericordia
de Dios para que los pecadores se arrepientan, debemos saber que todos los
que persisten en sus pecados no tienen otro fin más que la perdición. Ciertamente
tenemos que acabar con el pecado y alejarnos de él. Es preferible que el ser
humano se separe del pecado, pero si quiere seguir en contacto con él, con él
también tendrá que ser destruido. Cuando Dios quite Su mano de esta persona,
irá inmediatamente a la perdición, llevado por su propia insensatez. Es un rebelde,
indigno de tener un lugar en el cielo o cualquier parte donde estén las realidades
eternas de Dios. Tiene que ser echado fuera de la presencia, del amor y la bendición
de un Dios bueno.



23 de Enero Salmo 5:11-12

11. Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre,
     porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre.
12. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás
     de tu favor.

  Parece que la palabra “confiar” del Antiguo Testamento equivale a la palabra
“fe” del Nuevo. ¿No fue por confiar, que Abraham dejó Ur y todo lo que había
conocido, y fué en busca de un territorio desconocido? ¿No es la fe la que motiva
a David a orar en este Salmo? Está confiando en que Dios le guíe y le proteja de
la maldad. Es un gran placer para Dios ver a una persona confiar en Él. Éste es
Su propósito.
  Confiar es el principio de la justicia y el gozo verdadero en la vida. Sin Dios,
uno tropieza en la oscuridad al intentar hallar algo para satisfacer la necesidad
del hombre interior. Cuando Dios invade los pensamientos y la oración llega a
ser un instinto natural, y cuando el alma es atraída a Su presencia y adora en el
temor del Señor, la persona encuentra tres razones por las que gozarse: 1) Se goza
de poder tener Uno en quien confiar completamente. 2) Se goza porque tiene una
defensa impenetrable. 3) Se goza por haber formado una relación de amor.
  La sonrisa de Dios y la abundancia del cielo son reservadas para el que confía
en el Señor. La bendición empieza en su vida cuando encuentra Su justicia. La
justicia le es atribuida por la fe para que se ocupe en ella, perfeccionando así
su vida. El favor divino le rodea como un escudo. Rodeado de un ambiente hostil
por todos lados, el justo anda en un invernadero de protección y cuidado.


24 de Enero Salmo 6:1-7

1. Jehová, no me reprendas en tu enojo, ni me castigues con tu ira.
2. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, oh Jehová,
     porque mis huesos se estremecen.
3. Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
4. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia.
5. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?
6. Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi
     lecho, riego mi cama con mis lágrimas.
7. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis
     angustiadores.

  ¿Hizo alguna vez David una oración que no fuese desesperada? Fue un hombre
necesitado espiritualmente. Sus canciones reflejan esa necesidad y todo Israel
las cantaba. ¿Tenemos canciones semejantes hoy en día?
  Este Salmo reconoce el enojo y la ira del Señor, y admite Su corrección y
castigo. David siente que todo esto ha caído sobre él. Las consecuencias han
atormentado su alma y su cuerpo. Por mucho tiempo ha estado llorando, gimiendo
y rogando, y ahora está débil y cansado bajo el peso de la carga. ¿Puedes imaginar
un llanto que riegue la cama? (v. 6). Lo que siente es más fuerte que los dolores
físicos. Es la intercesión sobrenatural de una persona que ha despertado a las
realidades de la vida y la muerte en una lucha espiritual. ¿Quién quiere tener
tal ministerio de intercesión? ¿Quién quiere batallar en el espíritu de Cristo como
lo hizo el salmista?
  Ser profeta es más que una profesión. David, el profeta, experimentó el
testimonio de Cristo en su cuerpo y alma. No estuvo cómodo en una oficina
esperando una voz del cielo decir: “¡Así dice el Señor!” Él puso cada miembro
de su ser para su ministerio. No sólo hablaba con su boca, sino que también sus
huesos, ojos y alma profetizaban. Sus ojos perdieron claridad. Se hizo viejo antes
de tiempo, y arriesgó su vida entrando en una batalla hasta la muerte.


25 de Enero Salmo 6:2-4

2. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, oh Jehová,
     porque mis huesos se estremecen.
3. Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
4. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia.

  Oímos mucho acerca de la guerra espiritual, pero nada la hace tan severa como
cuando el cuerpo es amenazado. Hay luchas y temores dentro, pero también hay
enemigos fuera. Jesús sufrió agonía en el alma, pero también sufrió agonía física.
Pablo llevaba las marcas de Cristo en su cuerpo, y David también. Él fue un
hombre que derramó mucha sangre; tenía muchos enemigos, quienes le molestaron
y agravaron la angustia profunda de su alma.
  David clama a Dios rogando misericordia y no tiene otra razón más que su
debilidad. Los débiles carecen de la misericordia, pero los fuertes pueden
mantenerse solos. Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Dios puso
a David en la situación que estaba para que aprendiese a orar y a ponerse en las
manos del Señor. Él ruega por su sanidad.
  Dios se ha escondido de David, y para él esto es un castigo. Si Dios mismo
es su recompensa, entonces su ausencia es su castigo. ¿Qué creyente puede existir
sin Su presencia? Dios es su aliento. En un estado de asfixia espiritual, él clama:
“¿Hasta cuándo?” ¡Vuélvete, oh Jehová!


26 de Enero Salmo 6:4-10

4. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia.
5. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?
6. Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi
     lecho, riego mi cama con mis lágrimas.
7. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis
     angustiadores.
8. Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la
     voz de mi lloro.
9. Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración.
10. Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; se volverán y serán
     avergonzados de repente.

  Según entiendo yo, un avivamiento es una nueva manifestación de la presencia
de Dios entre Su pueblo. Tenemos que llegar a la conclusión de que seguir sin
un avivamiento es funcionar en un vacío insoportable que necesita ser llenado
con el aliento de vida. Si comprendemos la situación de esta manera, oraremos
desesperadamente. ¿Quién, aparte de Dios, puede librar las almas? Los siquiatras
y sicólogos lo han intentado, e incluso algunos cristianos han hecho grandes
esfuerzos usando mucha técnica, pero todo es inútil. Sólo Dios puede librar las
almas y sólo a través de la oración podemos entrar en contacto con Él.
  David ruega por la misericordia de Dios, en la que Él se gloría y se complace.
La misericordia le glorifica más que el juicio. ¿Puede el cuerpo alabarle separado
del alma? David quiere seguir viviendo para testificar de la gloria de Dios en este
mundo que está tan lejos de Él.
  Cuando la fe se apodera del corazón, los enemigos tienen que apartarse de uno.
Mientras David intercede, llega la seguridad de que el Señor ha escuchado su
llanto y la voz de su súplica. La oración se escuchó en lugares celestiales y fue
aceptada. El justo vivirá, si es que confía en el Dios viviente. Una vergüenza
repentina desalentará a los enemigos y el nombre del Señor será honrado.


27 de Enero Salmo 7:1-2

1. Jehová Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen,
     y líbrame,
2. No sea que desgarren mi alma cual león, y me destrocen sin que haya quien
     me libre.

  La verdadera oración indica una confianza en Dios. Si no hay confianza, no
hay porque orar, porque sin ella, la oración es solamente el deber religioso y
sin sentido de un hipócrita. La razón por la que David ora a Dios para que le salve
de sus perseguidores, es porque confía plenamente en Él. Reconoce que él es
incapaz ante ellos y está convencido que Dios es su único recurso. Nadie más
puede librarle cuando el diablo busca su alma indefensa. Todo lo que el mundo
ofrece para proteger y guardar a la persona, puede rodearle, pero no puede defender
el alma. En nuestro tiempo, existen cuerpos bien preservados que esconden almas
despedazadas por el león rugiente.


28 de Enero Salmo 7:3-9

3. Jehová Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad;
4. Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo (antes he libertado al
     que sin causa era mi enemigo),
5. Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela; huelle en tierra mi vida, y mi honra
     ponga en el polvo. Selah
6. Levántate, oh Jehová, en tu ira; álzate en contra de la furia de mis angustiadores,
     y despierta a favor mío el juicio que mandaste.
7. Te rodeará congregación de pueblos, y sobre ella vuélvete a sentar en alto.
8. Jehová juzgará a los pueblos; júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,
     y conforme a mi integridad.
9. Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; porque
     el Dios justo prueba la mente y el corazón.

  David se abre al juicio divino y a la luz de Dios. Creyó mejor saber la verdad
acerca de sí mismo que engañarse. Si uno practica la maldad, ¿no debe recibir las
consecuencias? Si hace crueldad y ha causado daño, entonces es justo que sufra
lo que le corresponde. Al menos, sus ojos serán abiertos a su error. ¿Estamos
buscando la protección de Dios mientras huimos de Sus intenciones? ¿Sería
justo? No, es mucho mejor dejar que el reflector de la verdad divina penetre en
todos los lugares oscuros de nuestras vidas y nos aclare quienes somos en verdad.
La verdad es una pastilla amarga, pero mucho más amargo será despertar de un
sueño espiritual en el gran día del juicio final.
  Dios responde al enojo de los malvados con su propia ira. “Se airaron las
naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos.” David invita
a Dios a ejecutar la justicia y tomar S u lugar soberano de gobernante ante los
ojos conscientes del mundo. El pueblo de Dios debe hacer una manifestación a
favor de este asunto. Él es su Campeón en la batalla. ¿Hay todavía un pueblo que
quiera unirse tras un Dios airado? ¿Podrá destacar en nuestros días el temor de
Dios como lo hizo en la iglesia primitiva en Jerusalén después de Pentecostés?


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