En el principio de este
mes en un artículo titulado “El principio tras la protesta” , cité lo
que A. W. Tozer escribió sobre el evangelismo: “Si se le pudieran quitar las
numerosas cargas del tiempo (a un hombre), la poderosa carga de la eternidad
comienza a pesar sobre él con un peso más aplastante que todas los sufrimientos
del mundo amontonados uno sobre otro. Esa
poderosa carga es su obligación con DIOS. Comprende un acuciante deber
de amar a Dios durante toda la vida con todas las fuerzas de la mente y del
alma, de obedecerle de manera perfecta y de
adorarle de manera aceptable. Cuando la angustiada conciencia del hombre le dice que no ha hecho ninguna de estas cosas, sino que
desde la niñez ha sido culpable de una necia rebelión contra la Majestad del
cielo, la presión interna se podría volver difícil de soportar. Con todo, A
MENOS QUE SE SIENTA EL PESO DE ESA CARGA, EL EVANGELIO NO PODRÁ SIGNIFICAR NADA
PARA EL HOMBRE; Y HASTA QUE NO TENGA UNA VISIÓN DE UN DIOS EXALTADO POR ENCIMA
DE TODO, NO HABRÁ TEMOR NI CARGA ALGUNA. EL BAJO CONCEPTO DE DIOS DESTRUYE EL
EVANGELIO PARA TODO EL QUE LO TENGA.” En este capítulo vamos a considerar como
debemos evangelizar y la necesidad de recibir del cielo para poder hacerlo.
CAPÍTULO
7
EL
ESPÍRITU SANTO EN EL EVANGELISMO
EL MENSAJE DEL AMOR ES PARA CREYENTES
Jesús también habló del Espíritu Santo en cuanto a la
obra de evangelismo: “Cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por
cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de
este mundo ha sido ya juzgado” (Jn. 16:8-11). Es importante, antes de
considerar este versículo, ver la pregunta hecha por Judas (no el Iscariote) a
Jesús: ¿Señor, cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?” (14:22).
Jesús primeramente contestó en cuanto a porqué se manifestará a los Suyos, y
después porqué no se manifiesta a la gente del mundo. “El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con
él” (vr.23). El propósito de Jesús era establecer una relación personal de amor
entre Sus discípulos y Dios. En Su oración al Padre en el capítulo 17:3, nos
hizo saber que la vida eterna consiste en conocer al Padre y al Hijo: “Esta es
la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo,
a quien has enviado”.