Os invito a un estudio que yo mismo estoy haciendo sobre el tema de nacer
de nuevo. En el libro, Dios hizo el campo, escribí sobre el mismo tema,
pero en este, estoy aproximando de una manera diferente, con un propósito
diferente, enfatizando algunas otras cosas que no mencioné en el libro. También
lo estoy presentando en forma de un guión, reconociendo que falta amplitud y
detalles. Usando el guión, tú mismo puedes desarrollar el tema, apuntando en tu
propio cuaderno u ordenador cosas que te explica o te aclara más cada apunte
que estoy presentando. Por eso, juntamente vamos haciendo el estudio…
El nuevo nacimiento o la regeneración
“A todos los que lo recibieron, a
los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los
cuales no nacieron de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varó,
sino de Dios.” Juan 1:12-13
Introducción:
En esta introducción, primeramente,
quiero hacer una petición al pueblo de Dios en general, para que vuelva a
proclamar la verdad, y a enseñar de nuevo una doctrina pura y una teología
bíblica. Más
que todo, los maestros y predicadores del evangelio, inclusive yo, tenemos la
responsabilidad de presentar la verdad a los oyentes. Mientras vayamos
aprendiendo la verdad de Dios, hallaremos cosas que no son agradables para
nuestros oídos naturales, sin embargo, no es posible cambiar lo que es la
verdad divina y eterna. No somos la fuente de justicia, y nuestro concepto de
lo que es justo, en su mejor estado, es imperfecto; por eso, tenemos que
aprender a rendirnos a Dios y amar Su verdad, que nos es enseñada por Él por
medio de Su palabra. No podemos satisfacer nuestro egoísmo en nuestra búsqueda
de la verdad… tal egoísmo, que fácilmente se disfraza de algo muy espiritual,
si fuéramos totalmente honestos, reconoceríamos que no es más que un anhelo de ganar
un reconocimiento por ser maestros muy astutos en los mensajes que presentamos.
Quizás tengamos motivaciones egoístas, tratando de ganar beneficios personales
como expositores de la Biblia. Muy al contrario, tenemos que mantener el único
anhelo de dar todo el honor a Dios.

También quisiera provocar una
expectación fresca de ver una intervención divina, muy claramente demostrada en
nuestros días, en la obra de la salvación personal. Tal intervención no se produce
automáticamente sólo porque a la persona se le haya enseñado a tomar ciertos
pasos para recibir la vida eterna, sino que Dios mismo tiene que actuar en cada
verdadera conversión. La buena doctrina bíblica nos enseña que somos adoptados en la familia de Dios, cuando ponemos nuestra confianza en la persona y la obra
del Hijo de Dios. Pero, más allá de la doctrina, la regeneración demuestra a plena vista de todo el universo que
hemos entrado en Su familia. Quiero hablar de esta regeneración.