Zacarías 4:7-14… un estudio expositivo
(con un comentario sobre Apocalipsis 11:1-15)
El monte de oposición está siempre presente para estorbar la obra de Dios
(v.7). En el caso de la reconstrucción del templo, lo vemos en Esdras 4. Pero
en el capítulo 5, en obediencia a la palabra de Dios, empezaron la obra de
nuevo y, en el capítulo 6, Darío hizo un edicto, en el que prohibió que se
interfiriese con la obra, pero todo fue hecho posible por la palabra de Dios
(6:14). La obra fue detenida, pero tuvo
que ser acabada, porque lo que es de Dios nunca queda a medias. La fe remueve
(Mt.17:20; 21:21) los montes de oposición (2 Co.10:5; 2 Tes.2:4). Para que la
obra del templo pueda empezar y sean puestas las piedras para el cimiento, el
monte tiene que ser aplanado. Cuando se hace algo según el plan de Dios, Él
remueve el obstáculo. ¿Quién eres tú o gran monte?... grande que sea, pronto y
fácilmente serás deshecho y no habrá evidencia de tu presencia. ¿Y cómo? Pues
mientras Zorobabel y Josué se adelantaban (por fe – Esd.5:2), delante de ellos
se removían los obstáculos. Ellos empezaron a trabajar antes de que llegara el
edicto del rey con el permiso para hacerlo.
Estamos viviendo en nuestros días el cumplimiento de esta profecía con la
oposición final de las naciones contra Israel (¡Está seguro que tú estés a
favor de Israel!). Toda esta oposición será deshecha por el Mesías cuando venga
la segunda vez. Todo Israel será salvo (Jer.51:25; Dn.2:34, 45; Ro.11:26). Por
eso es necesaria la palabra del profeta, porque humanamente no hay garantías ni
a veces posibilidades, pero la palabra de Dios asegura y se cumple. Cristo, la
Piedra Viva (Zac.3:9,1 P.2:4) vendrá otra vez y tomará Su sitio.
Al poner la última piedra, todos reconocerán con alegría que fue una obra
de Dios… Su gracia desde el principio hasta el fin… “gracia sobre gracia” (Jn.1:16). Si no fuera por una oposición
imposible de superar, algo muy por encima de lo que el hombre puede hacer, Dios
no recibe la gloria. La historia de los avivamientos cuenta que, antes de sus
comienzos, hubo manifestaciones fuertes y palpables de demonios. Al tenerlas
delante, el pueblo de Dios se dedicó a la oración, porque les fue demostrado
claramente que humanamente no había manera de combatirlas. Entonces con una
obra de gracia, Dios ha movido sobrenaturalmente y el hombre no puede tomar
crédito, porque fue hecho evidente que no fue por un esfuerzo humano. Lo que
nos hace exclamar y nos da plenitud de gozo, es saber que Dios está y que
nosotros hemos estado involucrados con lo que es plenamente de Él.