Mientras trataba de animar a los
padres para que enseñen a sus hijos cosas correctas, compartí el hecho de que,
por haber sido criado en la iglesia, tengo cientos de himnos en mi cabeza, de
los que a veces, incluso, recuerdo todas las estrofas. Cuando era niño no me eran
útiles, pero ahora estas palabras me vienen diariamente y soy bendecido por sus
riquezas.
Ayer por la mañana fue un poco
diferente. Sólo una línea y la música de una canción contemporánea me venía a
la cabeza: “¡Qué profundo es el amor de
Dios!”… Como no conocía la canción, me levanté de la cama, fui a internet y
encontré estas palabras:
¡Que profundo
es el amor de Dios!
Profundo es el amor de Dios, tan vasto e
infinito;
Que dio a su Hijo amado por amor a los perdidos.
Qué gran dolor causó a mi Dios, ver padecer a Cristo;
Herido en una cruz murió por quienes han creído.
Allí, en esa cruz está, Él carga con mis culpas;
Vergüenza siento al escuchar mi voz entre las burlas.
Mi pecado lo llevó a ser crucificado;
Mas vida su muerte me dio, Yo sé que ha terminado.
De nada yo presumiré, pues muerte yo merezco;
Mas en la cruz me gloriaré, la cruz de Jesucristo.
¿Por qué me da de su favor? No puedo contestarlo;
Mas esto sé de corazón, Jesús me ha rescatado.