El amor a la verdad
¿Qué tan importante es la
verdad? ¿Qué tan importante nos es amar a la verdad? No puedo imaginar algo que
sea más importante. El opuesto de la verdad es la falsedad y la falsedad anula
cada cosa buena. El gozo, la paz, la humildad, la justicia, y los demás
virtudes en el mundo tienen sus falsificaciones. Aún el amor, si le falta la verdad,
cambia en un amor fingido y probablemente es la cosa más engañosa de todo el
espectro de la mentira.
El amor es fundamental para
el cristianismo al punto que la persona que no anda en amor, según el apóstol
Juan, “no ha conocido a Dios; porque
Dios es amor” (1 Jn.4:8). El apóstol Pablo clasifica el amor sobre todos
los dones y virtudes: “Ahora permanecen
la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1
Co.13:13). Porque es así y porque el padre de mentiras entiende su poder, él
viene disimulando el amor y hoy millones de personas son engañados… ¡en el
nombre del amor!
Pablo llama la verdad el ceñidor de la armadura de Dios
(Ef.6:14), porque junta la armadura entera y sin ello, todo se desarma
rápidamente. La verdad se mantiene solo y por la virtud de su propio nombre, no
puede engañar. La verdad reina eternamente. Cristo proclamó, “Yo soy la verdad”, y por eso todos que
vienen a Él, tienen que enfrentar a la verdad: “El que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que
sus obras son hechas en Dios” (Jn.3:21).
Considera cuidadosamente el
aviso siguiente de Pablo a los Tesalonicenses y verás que ¡Dios valora y ama a
la verdad más que ama a los hombres! “Se
manifieste el hombre de pecado… cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con
gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad
para los que se pierden, por cuanto no
recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para
que crean la mentira, a fin de que sean
condenados todos los que no creyeron a la verdad…” (2 Tes.2:3-12).