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Lowell Brueckner

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¡A la ley y al testimonio!

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10. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 8


Espero que haya estudiantes serios de la Biblia que estén siguiendo estos estudios junto a mí, intentando escuchar al Autor, el Espíritu Santo, hablando por medio de Isaías. Su voz resuena en el tiempo y tenemos que captar su intención original, que sigue viva para nosotros. Cuando tratamos con la verdad eterna, que viene de fuera del tiempo, no podemos relegarla a una era en particular. Lo que es la verdad, siempre es la verdad. Jesús dijo: “Yo soy la verdad” (Jn.14:6), y el escritor de Hebreos declara: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y para siempre” (He.13:8). Por favor, abre tu Biblia en Isaías 8 para ver versículo tras versículo. 


El despojo se apresura, la presa se precipita

En el último capítulo vimos el significado del nombre de un hijo de Isaías, Sear-Yasub, y ahora veremos el de su otro hijo, Maher-salal-hasbaz. Imagínate al padre Isaías llamándole desde la casa, como nuestros padres hacían: “¡Maher-salal-hasbaz, ven a la mesa inmediatamente! ¡No te voy a llamar otra vez!”… ¡Ya entiendo por qué! Porque hasta que volviese a repetir ese nombre se enfriaría la comida. Bueno, es una broma, pero hablando seriamente, nada más abrir este capítulo encontramos una lección para nosotros sobre lo que es un profeta. Él no se sienta en su despacho, esperando una palabra del cielo. Un verdadero profeta vive lo que profetiza; quiero decir, que su ministerio es su vida.

Esto se comprueba por lo que vemos con Isaías y su familia, y no tomaré más tiempo y espacio para mencionar otros casos que están por toda la Biblia, y que confirman lo que estoy diciendo. Al despertar por la mañana él es un profeta, y cuando se acuesta sigue siéndolo. Su vida está enredada con su ministerio, y su esposa y sus hijos también (vs.1-3). Isaías era profeta, su esposa profetisa, y sus dos hijos profecías. Creo que es una manera muy sana de ver la relación entre el ministerio y la familia, mucho mejor que ponerlo en dos categorías, compitiendo una contra la otra, como a veces escuchamos en estos días (fíjate en el v.18). 

Maher-sala-hasbaz quiere decir el despojo se apresura, la presa se precipita. El uso de palabras sinónimas, utilizando diferentes palabras con el mismo sentido, enfatiza la importancia de su predicción (el despojo = la presa; se apresura = se precipita). Esto fue escrito en una losa, placa de madera o tablillas de metal, grabado con un tipo de hierro. Parece ser el título de una escritura permanente y fácil de leer, escrito para el beneficio de la población en común, como dice en Habacuc 2:2: “Escribe la visión y escúlpela en tablillas, para que cualquiera la pueda leer con rapidez”. El mensaje se encuentra en el nombre del futuro hijo de Isaías y el evento al que se aplica es la rápida conquista de Samaria y Siria por los asirios. La profecía perduró, tomando parte del canon del Antiguo Testamento, y continua hasta los tiempos modernos, de forma impresa. ¿Quién puede negar su relevancia para nuestros días?

Dios manifiesta un cuidado asombroso, preservando y perpetuando Su palabra. Cuando comunica con el hombre, no es suficiente para Él confiar en la palabra hablada, sino que además la establece de forma escrita. Y no solamente la escribe, sino que además la deja grabada permanentemente sobre un material duradero. Y como si no fuera suficiente con esto, también tiene testigos presentes para confirmar Su testimonio (v.2). Después, la imprime indeleblemente sobre las vidas de seres humanos, en este caso, sobre el hijo de Isaías (v.3), “conocida y leída por todos los hombres” (2 Co.3:2).

Como en el capítulo 7, Dios usa a un infante para señalar que la destrucción de los enemigos de Judá está a punto de llegar. Fíjate constantemente en este niño y, al verle crecer, verás también a los conquistadores asirios acercándose siempre más a Damasco y Samaria (v.4). 

La invasión a la tierra de Emanuel

Una nueva profecía llegó a Isaías (v.5) para las diez tribus del norte y un grupo de Judá. Estos son los que habían rechazado el reino de David, es decir, la casa que el Señor había prometido a David hacía muchas generaciones en el pasado. Este reino es comparado con la fuente de Siloé, de donde el agua era llevada por canales que fluían suavemente bajo la tierra, mayormente, a estanques de la ciudad de Jerusalén. El reino fue rechazado a favor de Rezín, el rey de las tribus del norte, especialmente porque es apoyado por Siria (v.6).

Por no estar satisfechos con el benéfico gobierno de Dios, Él les mostrará como es servir al impiadoso sistema mundano. La corriente ‘impetuosa y torrencial’ del río Éufrates de Asiria les inundará. El rey de Asiria borrará al reino del norte y llegará hasta Judá (2 R.18:13). Las aguas llegarán al cuello, dice la profecía, significando los muros de Jerusalén, entrando en la tierra, de la que Dios es propietario y donde Él mora con Su pueblo (v.8)… la tierra de Emanuel.

Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Dios demuestra que Su reino no está exento de la infiltración del enemigo con un juicio resultante, como podemos ver claramente en las parábolas del Señor en Mateo 13: “El reino de los cielos es comparado a un hombre que sembró buena semilla en su campo… vino su enemigo y sobresembró cizaña”. “El reino de los cielos es semejante a una semilla de mostaza que… llega a ser árbol”. “El reino de los cielos es semejante a la levadura.” “El reino de los cielos es como una jábega que… recoge de toda suerte de peces”. Además, en Mateo 25: “El reino de los cielos será semejante a diez vírgenes… cinco de ellas eran insensatas y cinco eran prudentes”. Muchos cristianos niegan que estas cosas puedan ocurrir en el Reino de Dios, pero muchos ejemplos bíblicos nos demuestran que sí. Además, estate seguro de lo siguiente: Los propósitos de Dios, aunque sean seriamente amenazados, no podrán ser borrados. Judá será restaurada por la causa del Mesías.

No formes una mentalidad que tema conspiraciones de los hombres

Desde que la palabra menciona a Emanuel, Su tierra y Su pueblo, la profecía da un giro. “Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados” (v.9), es decir, Siria, Israel (norte), Asiria, y creo que también todos los poderes mundanos que han de venir: Babilonia, Persia, Grecia, Roma y el reino final del anticristo. Después continúan palabras poderosas que expresan la verdad y los principios divinos, con valor permanente para todos los lugares, las multitudes y el individuo: “Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros” (v.10). Cada hijo de Dios puede apoyarse en esta promesa, y también en ésta: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará…” (Is.54:17), y en muchas más.

Dios enseña estrictamente a Isaías que no desarrolle una “mentalidad de conspiraciones” (v.11). “No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración… ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo” (v.12). He aprendido a descartar las teorías de conspiraciones extra-bíblicas, porque no son útiles. A menudo no se llevan a cabo, y solamente sirven para crear temor y confusión. Muchos de entre el pueblo de Dios son vulnerables a ellas, aunque Dios nos prohíbe dejarlas entrar en el corazón. Lo que Dios permite que pase en el mundo, no es para que la gente tome muchas precauciones, sino para que sepamos que “esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Jn.6:29). ¡Dios quiere que nuestra confianza en Él vaya siempre en aumento! 

No debemos temer a los hombres: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (He.13:6). La gente que teme a los hombres y les obedece para ser recompensados y honrados por su obediencia; que esconde el pecado y la desobediencia a la Biblia para no ofender; y que piensa que agrada a Dios por someterse a las ordenanzas de los hombres, es grandemente engañada. Debemos preguntarles si en verdad conocen al Dios de la Biblia. Su servicio y alabanza es en vano.

Yo he visto demasiado y… ¿cómo puedo callarme? Permíteme aplicar lo que les sigue… ¡Escuchad la palabra de Dios, vosotros que entregáis palabrerías, y a la vez profesáis amar de corazón!: “A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo” (v.13). ¿Dónde están los que enfrentarán a los líderes, como los apóstoles, declarando, “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”? (Hch.5:29). Tú dices que lo crees e incluso lo predicas…, entonces, deja tu cobardía y ¡practícalo!

Cristo, un refugio o una piedra para tropezar

Esta profecía ha perdurado durante 700 años y nunca pierde su fuerza. Jesús fue al libro de Isaías, como fuente de la verdad absoluta. ¡De hecho, Él es el Autor! El escritor de Hebreos escuchó su voz en el versículo 18: “He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová” (He.2:13). Él habló a Su Padre de los que le habían sido dados, los que Él fielmente guardó, sin perder ni uno (Jn.17:6,9,12,24). Él es para ellos el santuario del versículo 14, los que creen en Su nombre y huyen a Él como refugio.

(v.15) Sucedió como con las dos casas de Israel en el día de Isaías y cuando Cristo anduvo sobre la tierra, según Pablo: “Pues tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída” (Ro.9:32-33). Pedro escribió a la iglesia cristiana, y su palabra inspirada habla por todos los siglos a los que no creen: “Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (1P.2:8).  Podemos ver claramente cómo la palabra de verdad sigue viviendo, y es aplicable a todas las generaciones.

Isaías se dirige a discípulos (v.16) (a los suyos propios y más allá, a todos los seguidores de Dios y de Su Cristo). El libro es sellado y guardado entre los discípulos. Ellos son enseñados por Dios: “Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” y fuera del círculo de discípulos, no hay entendimiento: “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1Co.2:14).

Las profecías de Cristo son para los que le esperan, mientras que el resto del mundo se ocupa en sus propios negocios y preocupaciones (v.17). ¿Por qué perder el tiempo con los que no creen? Por eso las cosas de Dios están escondidas de ellos, y así es en el día de hoy. A Richard Dawson, un infiel famoso de nuestros tiempos, le preguntaron: “Si un día ves que estabas equivocado en tu ateísmo y estás delante de Dios, ¿qué le dirás?” Él respondió: “Pienso que le preguntaría, ¿por qué tuviste tanto éxito en esconderte?”

La respuesta bíblica se encuentra en el versículo 17: “Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob”. Se escondió de la casa de Jacob y se esconde de todos aquellos que no le toman en serio. “Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn.14:22-23).

Los que estudiaban conmigo el año pasado, posiblemente recuerden un pasaje semejante al versículo 18 en el libro de Zacarías: “Tú y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos” (Zac.3:8). Isaías dijo que son señales y presagios. Escribí: “Los cristianos son compañeros del Sumo Sacerdote. Una nación de sacerdotes que deben causar asombro a la sociedad dondequiera que habiten. Deben estar preguntándose: “¿Por qué estas personas son tan diferentes?” La única respuesta es que Cristo mora en ellos.”

La Biblia contra las fuentes extra-bíblicas

Al leer el versículo 19, seguramente pensaremos en el rey Saúl, que acudió a una bruja para recibir consejos cuando Dios dejó de hablarle. En el tiempo de Isaías, muchas generaciones después de Saúl, era común acudir a brujos en busca de consejos en Judá. Hoy en día, cuando la gente ya no encuentre la realidad en Cristo, cuando lo que es sobrenatural y los milagros sean quitados del cristianismo, no te sorprendas si las personas van en busca de otras fuentes. Muchos están saliendo de las iglesias históricas y tradicionales, y algunos de ellos, o quizás muchos, se meten en sectas.

En ellas, probablemente encuentren más manifestaciones de lo que pensaban, de fuera de las escrituras. Para el cristiano, cada sueño, visión o revelación, fuera de la Biblia, tiene que ser juzgado, como dice el apóstol Juan, para saber si el espíritu es de Dios o no (1 Jn.4:1). Consultar con espíritus, “a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando”, sean hombres o demonios, se llama necromancía y, en la versión de los setenta (Greek Septuagint), en el griego, es llamado, curiosamente, ventriloquia. Isaías nos da detalles fascinantes para considerar, pero en este momento creo que ya hemos dado al tema suficiente atención para poder entender lo que estaba ocurriendo en Judá y lo que todavía ocurre en nuestros días. 

Como en los días de Isaías, todavía hay gente que pretende consultar a los espíritus de los muertos. ¿No es muestra de una evidente decadencia en su razonamiento, cuando los vivos piden consejos a los muertos? Cuando los demonios consiguen que el pueblo de Dios reciba consejos de sus emisarios, saben que han ganado la victoria. ¿Qué saben los muertos sobre lo que pasa en la tierra de los vivientes y cómo pueden los ciudadanos del infierno ayudarnos en los asuntos del cielo? Todo eso es un gran engaño satánico. Tenemos un Dios verdadero y vivo que se interesa íntimamente en los asuntos de los hombres.

Entonces, Isaías, ¿cómo oiremos de Dios? ¿Cual es el punto de contacto con el Dios viviente? La llamada es enfática y clara: “¡A la ley y al testimonio!” (v.20). A la palabra revelada de Dios; a la autoridad máxima, por la cual debemos vivir. Esta es la única ley y es nuestra obligación creerla y obedecerla, y no a alguna revelación recibida de ninguna otra fuente. Nos está hablando especialmente de la palabra que nos está dando en su libro (v.16). “Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.  

¿Dónde iremos para recibir una palabra de máxima autoridad? ¿Cómo encontraremos discernimiento entre lo que es de Dios y lo que puede ser derivado de alguna otra fuente? ¡A tu Biblia, cristiano! ¡No me hables de tu último sueño! Yo quiero ver el capítulo y el versículo; ¡yo quiero saber lo que dice la Palabra de Dios! Yo no quiero oír tu última revelación dudable, basada en un solo texto; yo quiero ver si está de acuerdo con todo el tenor de la Escritura: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, desde Génesis hasta Apocalipsis. Espero que estés estudiando seriamente el Antiguo Testamento porque si no, no tendrás ninguna base sobre la cual poder poner tus ideas del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento se edifica sobre el Antiguo, y ésta es una verdad tan evidente que no necesita explicación. 

“Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Es decir, que están en las tinieblas espirituales; están cegados. La luz ni siquiera ha empezado a brillar en sus corazones y mentes. Lo que declara Isaías aquí es una verdad espiritual y siempre ha sido la verdad, desde aquel día hasta nuestros días.

Albert Barnes comenta: El significado aquí puede ser: ‘Si sus enseñanzas no están de acuerdo con la ley y el testimonio, es la prueba de que son totalmente ignorantes, sin aún un amanecer de conocimiento verdadero; que están en la oscuridad total.’ O puede ser que significa: ‘Si no hablan de acuerdo con esta palabra ningún amanecer aparecería, o sea, ninguna prosperidad sonreirá sobre este pueblo.’

Isaías nos está dando el futuro de su tierra, de los que han abandonado a Dios y Su palabra. La gente que está en la condición descrita en los párrafos anteriores, que se unen a otras fuentes y no a la palabra de Dios, están condenadas a vagar sin rumbo durante toda su vida (v.21). Ningún alivio viene de aquellos con quienes se han juntado. Son hijos de la noche, hambrientos y oprimidos. Obviamente, no hay arrepentimiento ni auto-escrutinio, incluso cuando levantan el rostro. Es gente enfadada que culpa a su rey y a su Dios por su condición miserable… a quien sea, menos a ellos mismos.

En este mundo no hay esperanza o placer, sólo “tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas” (v.22). Si no hay ayuda del cielo, ciertamente no la habrá de la tierra. Ningún rey, ninguna nación amistosa vendrá a ayudar. Barnes, de nuevo, dice: “Isaías acumula imágenes; amontona palabra sobre palabra; intensifica la ansiedad por cada palabra adicional, hasta que casi sentimos que estamos hundidos en la melancolía o la pesadumbre, y vemos objetos de terror alarmante a cada lado”. Así, de esta forma, nos vemos obligados a abandonar este capítulo 8.


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