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Lowell Brueckner

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La caída de Lucero

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16. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 14

Los Jardines Colgantes de Babilonia según un artista
Es necesario recordar que, para entender la Biblia y los principios piadosos, a menudo tenemos que cambiar nuestra manera de entender muchas palabras. Las hemos entendido como han sido utilizadas popularmente, según la moda presente. De esta manera, es fácil errar en nuestros pensamientos de lo que Dios quiere que entendamos. Lo mismo sucede con el significado histórico de las palabras en la iglesia… es decir, lo que los cristianos entendían al escuchar ciertas palabras.

Por ejemplo, vamos a tomar en cuenta la palabra avivamiento. ¿Qué entra en tu mente al oír esta palabra? En el sur de los Estados Unidos, la palabra ha sido usada durante muchos años para hablar de una serie de reuniones evangelísticas, y casi ha perdido su significado histórico. No se debe confundir tampoco con una reforma o una renovación. El uso clásico de la palabra en la iglesia significa volver a dar vida, exactamente como dice el Salmo 85:6: “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?”

En la historia, la iglesia buscaba avivamiento al encontrarse deficiente del poder espiritual, cuando el ritualismo tomaba el lugar del movimiento del Espíritu Santo, cuando había una gran manifestación de pecado entre los creyentes, y por una fuerte entrada de las maneras, estilos y prácticas del mundo. Entonces, un avivamiento no es, en primer lugar, un mover entre la gente no creyente, es decir, un movimiento evangelístico. Tiene que ver con gente que ha conocido el verdadero cristianismo, pero necesita una nueva infusión de vida, una resurrección espiritual. 


El avivamiento de Israel

Lo que hemos considerado es una introducción al versículo 1 de este capítulo, donde Isaías escribe sobre ‘escoger a Israel’: “Sí, Jehovah tendrá misericordia de Jacob, Él volverá a escoger a Israel, y los hará reposar en su propia tierra…”. Dios los escogió desde un principio, pero ahora Él confirmará su elección y será comprobada. A menudo, también la palabra acordar es utilizada de la misma manera que en Génesis 30:22: “Se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y abrió su matriz”. Qué quiere decir, ¿que Dios la había olvidado? Por supuesto que no, sino que tomó en cuenta su condición y se movió para remediarla. Se acordó activamente. ¿Puedes ver cuántos problemas surgen si interpretamos según nuestra manera de usar estas palabras?  

“Los extranjeros se juntarán a ellos, y se unirán a la casa de Jacob”, puede aplicarse al tiempo de Ciro, cuando los judíos volvieron de la cautividad y reedificaron su nación. También puede referirse a lo que Pablo enseña sobre los gentiles, siendo injertados al tronco de Israel; pero son cumplimientos parciales de lo que ocurrirá en la restauración final de los judíos en los tiempos postreros. La misma inspiración que tuvo Isaías, vino sobre Zacarías muchos años después. Los judíos ya habían vuelto a su tierra, pero Zacarías habla de un tiempo futuro: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán fuertemente por la orla a un judío, diciendo: ‘¡Dejadnos ir con vosotros, porque hemos comprendido que Dios está con vosotros!’” (Zac.8:23).

En el segundo versículo, otra vez vemos que la profecía de Zacarías está unida con la de Isaías. Dice que las naciones opresivas serán siervas de los judíos, que anteriormente eran sus esclavos (Zac.2:9). Isaías escribió que “cautivarán a sus cautivadores, y subyugarán a sus tiranos”. Sin embargo, los judíos habrán conocido el evangelio en esos días y gobernarán bajo su influencia, como ya hemos visto en Zacarías 8:23. Será un tiempo hermoso para todo el mundo, pero especialmente para el judío, porque al fin  reposará de una historia de persecución y dureza (v.3). Hasta entonces, el judío ha pasado por muchos tiempos de sufrimiento, aún en el siglo XX, en los campos de exterminio nazis y, más adelante, en la Gran Tribulación.

Isaías se enfoca en las ligaduras babilonias de los últimos tiempos y la gran liberación que el Señor les dará. De hecho, Él invita a Su pueblo a mofarse, según la Biblia Textual… “pronunciarás mofa contra el rey de Babilonia…”, al haber perdido su poder (v.4). En Apocalipsis dice algo semejante (Ap.18:20). El reino cruel de la persecución ha cesado (vs.5-6), la paz milenaria ha cubierto el mundo entero y el gozo ha triunfado (v.7).

El destino de Babilonia

Como en el capítulo 2, tenemos delante otra vez el símbolo de los árboles (v.8). El año pasado también los considerábamos en Zacarías 11:2. Parecen simbolizar el estado orgulloso de hombres y naciones, y la tiranía de Babilonia contra ellos. Incluso, literalmente, cuando cae el tirano, la naturaleza descansa, porque ya no es demandada una alta cantidad de buena madera para satisfacer la codicia, debido a la elegancia y comodidad que los babilonios tenían.

La emoción del Infierno es despertada y un comité de reyes, conquistados por Babilonia, es enviado para dar la bienvenida a la potencia que acaba de llegar a sus puertas, potencia que antes gobernaba el mundo (v.9). Esto testifica al hecho de que los espíritus de los más majestuosos de la tierra van al mismo lugar que sus hermanos más débiles. En el infierno nadie recibe respeto y todos son debilitados igualmente (v.10). Los grandes y pequeños comparten el mismo destino. ¡Que todo el mundo ponga atención y reciba el aviso antes de que sea tarde! El tiempo de vivir lujosamente llegará a su fin. La música y el entretenimiento no existirán. El tabernáculo terrenal será sepultado en la tumba, abandonado para pudrirse y ser alimento para los gusanos (v.11).

La caída de Lucero

Ahora hemos llegado a una porción interesante de la Escritura. Isaías la escribió y nos dio la representación más clara de una caída a la que se refirió Jesús en Lucas 10:18: “Veía Yo a Satanás caer del cielo como un rayo”. El Hijo de Dios declaró que fue Testigo personal de su caída: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Tú, que abatías las naciones, has sido derribado a tierra” (v.12).

Para entender por qué se aplican estos versículos a Satanás, tenemos que empezar considerando el sueño de Nabucodonosor (Dn. 2) y un sueño de Daniel (Dn. 7), con un significado semejante. Quiero referirme al sueño de Nabucodonosor porque muestra una sola imagen con cuatro componentes, que son cuatro imperios: Babilonia, Persia, Grecia y Roma. El imperio romano consta de la Roma histórica y también de una renovación del mismo imperio en los últimos tiempos.

Es importante ver cómo Dios lo ve; es decir, las cuatro mayores potencias mundiales, edificadas una sobre otra, para acabar formando una sola imagen. Puede llamarse Babilonia. Un poder espiritual activa todo, y Dios observa simultáneamente el poder físico y el poder espiritual, y les habla como si fueran uno. De este modo, nos son revelados a nosotros. Aprendemos, desde el punto de vista divino, acerca de la unidad del poder humano con el poder espiritual y diabólico. Era el propósito personal de Satanás usurpar el control sobre el rey de Babilonia, haciéndose así él mismo el rey espiritual de Babilonia.

Comenta John MacArthur: “Jesús usó el versículo 12 para describir la caída de Satanás y por eso muchos ven más que solamente una referencia al rey humano de Babilonia. Como el Señor se dirigió a Satanás en Sus palabras a la serpiente (Gn.3:14-15), este canto fúnebre habla, no solo al rey humano, sino al diablo, quien le activó. En Ezequiel 28:12-17, puedes notar un lenguaje semejante refiriéndose al rey de Tiro y al Satanás que estaba tras él.” No fue diferente que cuando Jesús se dirigió a ambos, a Pedro y a la fuente que estaba tras sus pensamientos y palabras: ¡Apártate de mi vista, Satanás! Me eres tropiezo, pues no piensas lo de Dios sino lo de los hombres” (Mt.16:23).

MacArthur alude a Ezequiel 28:12-17, una visión muy semejante a la de Isaías, en la que Satanás está tan unido al rey humano, que Dios les habla como si fueran una sola persona, como MacArthur sugiere. En el tiempo de Ezequiel, Satanás había tomado control sobre Tiro y su rey, y se había convertido en el rey espiritual de Tiro. Él elige estas ciudades y sus gobiernos porque son estratégicas en el escenario terrenal; Babilonia por su influencia gubernamental y Tiro por su influencia económica.

En Ezequiel tenemos una descripción del carácter de Lucero, la estrella de la mañana, antes de su caída del cielo. Este ángel poderoso e influente “¡era el sello de la perfección!”, significando que recibió el sello de una obra perfecta y completa. Era sabio y hermoso (Ez.28:12). “En Edén, en el huerto de Dios estuviste”, y fue adornado con nueve de las doce piedras preciosas que fueron fijadas en oro en el pectoral del sumo sacerdote. El lenguaje nos hace pensar que estas joyas fueron creadas precisamente para adornarle a él (28:13). Él era el ángel guardián, un querubín, ungido para ese propósito, que tenía acceso a las esferas más altas del cielo (28:14). El caminaba en perfecta rectitud desde el momento de su creación hasta… que ocurrió algo misterioso, que nos asombra y va más allá de nuestro entendimiento.

Describe un punto donde se originó en él, aparentemente, algo que le enalteció y le corrompió. Si no se originó en él, ¿de dónde vino? Indudablemente, no estaba en su creación ni en el ambiente celestial, pero aquí lo vemos, y sin entender cómo, tenemos que aceptarlo. Aunque no puede ser explicado, tampoco puede ser negado. Es importante ver la razón tras la caída de Lucero para poder aprender algo de su naturaleza presente y cómo los hombres son influidos por él. “Se enalteció tu corazón; a causa de tu esplendor corrompiste tu sabiduría…” (28:17).

Ahora volvemos a Isaías para que nos dé más detalles de su caída: “Tú que decías en tu corazón: Subiré a los cielos, en lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte. Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (vs:13-14). Se manifestó la arrogancia de una criatura… en este caso, una criatura angélica, hermosa, y poderosa… que quiere ponerse a la altura de su Creador. También engañó a una gran hueste de ángeles de todo rango, que cayeron con él. Los vemos por toda la Escritura, a veces como un ejército maligno, batallando contra los ángeles de Dios.

En muchos lugares, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo, vemos su influencia sobre individuos, hasta el punto, a veces, de tomar posesión total de sus facultades. “Seréis semejantes a Dios”, dijo a Eva, influyéndola con la misma arrogancia tóxica que había causado su propia caída. De esta manera, el hombre cayó de su alta posición ante Dios y se hizo una criatura totalmente depravada, incapaz de hacer lo bueno. Es un orgullo loco que impulsa al hombre a desafiar a Dios y a ponerse encima de Su Palabra.

Esta fuente de maldad es condenada a la profundidad del Infierno (v.15), y finalmente, al Lago de Fuego, “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt.25:41). El hombre, en su estado caído, seguirá a los espíritus malignos, conducido por su propia naturaleza pecaminosa. Por eso, desde el versículo 16 y en adelante, la maldición vuelve sobre el rey humano que ha estado poseído por el diablo.

La desgracia para los reyes babilónicos

A los que les permitió contemplar la condenación del rey, se asombrarán de las profundidades eternas donde está destinado a habitar. El que estremeció la tierra, destruyó la naturaleza, las ciudades y a sus habitantes, no recibirá un sepulcro decente. Condujo a sus prisioneros cautivos a Babilonia, fuera de su patria. Les hizo estar completamente bajo su dominio. Fueron manipulados, deshumanizados, y hechos eunucos (v.17).

Él fue la poderosa cabeza de oro, sin embargo, al final, será el más deshonrado. Su reino destructivo, no solamente alcanzó a sus enemigos, sino que su espada se volvió contra su propio pueblo. Su poder activó su ego hasta que una sola persona era importante, y éste era él mismo.

Él es “la descendencia de los malignos”, “el hijo de perdición”. En el último capítulo estudiamos del reino impopular de Nabonido, el padre de Belsasar, que dejó a su hijo deleitarse en la ciudad. Fue un tirano, y Belsasar se implicó con la culpabilidad de su padre. La noche en que Daniel interpretó lo que fue escrito en la pared, los invasores medo-persas entraron en la ciudad sin encontrar resistencia. Algún historiador reportó que Belsasar fue arrastrado por las calles de la ciudad tras los caballos persas (vs.18-21). Cuando la ciudad quedó arruinada, los sepulcros de los gobernantes fueron destruidos. ¿Quién puede contar si, literalmente, los cuerpos fueron desenterrados de sus tumbas durante la destrucción de Babilonia?

La caída de la ciudad que poseía una de las siete maravillas del mundo antiguo, Los Jardines Colgantes de Babilonia, es más vergonzosa aún, debido a la hermosura que una vez poseyó. “La barreré con escobas de destrucción” (v.23), dice el Señor. Más horrible todavía es la aniquilación de su población. Contrastado con la acción disciplinaria del Señor hacia Su pueblo, por lo que siempre queda un remanente, “Yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová” (v.22).



Isaías en la historia de Judá (pulsa para ver en grande)
Muerte de Acaz; caída de los filisteos

Dios siempre lleva a cabo Sus propósitos, exactamente como promete, sea por medio de la bendición o del juicio. Él jura tanto sobre el juicio (v.24) como sobre la bendición (He.6:13-14). Él declara juicio contra Asiria “en Mi tierra” (v.25), y podemos leer de este juicio en el tiempo de Ezequías, y Judá fue salvada del “yugo” que cayó sobre sus hermanos en el norte. También ha determinado juicio sobre toda la tierra que, ciertísimamente, acontecerá, porque no hay poder ni autoridad que pueda detener Su mano (vs.26-27).

El capítulo termina con otra profecía o carga (fíjate en 13:1 y la anotación que hicimos). Es el canto fúnebre al morir Acaz (v.28). Aunque este rey no hizo el bien delante del Señor, como en el caso del rey Saúl (2 S.1:20), le fue negado a los enemigos de Israel el derecho a regocijarse sobre su muerte (v.29). Les fue asegurado que, antes de que pudieran vengarse por el daño causado por el rey Uzías (2 Cr.26:6), llegaría una destrucción todavía más grande por medio del rey Ezequías (2 R.18:8).

Aun el más débil de Judá recibirá sostén y alivio de la amenaza continua de los filisteos en el pasado. Además, el Señor añadirá Su maldición junto con la espada de Ezequías, llevando al filisteo a la ruina (v.30). El versículo 31 describe el terror al ver aproximarse los ejércitos de Judá desde el noreste. El versículo 32 testifica a las naciones sobre Sion: Que el Señor es su fundador y guardador, y en todo tiempo, Su atención está puesta en él. Por Su presencia, fue el lugar donde uno pudo hallar refugio en el tiempo de Isaías.



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