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Lowell Brueckner

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Pimienta y sal 3

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El arrepentimiento, el cristianismo superficial, provocar la ira del diablo… esos son los temas de Vance Havner. Alguna vez, en algún lugar, muchos cristianos han obtenido la opinión de que tienen que soportar muchas ideas y acciones no cristianas. Piensan que son amorosos si pasan por alto los fallos que dañan el testimonio de la iglesia. Malinterpretan la Escritura sobre “cubrir una multitud de pecados”. Vance Havner empieza nuestra pequeña lección sobre valores cristianos con las palabras de Cristo, citando de Su palabra a la iglesia de Tiatira… 


¿Es tolerante Cristo?

"... toleras a esa mujer Jezabel…” (Ap.2:20). Dios juzga lo que toleramos, igual que lo que practicamos. Demasiado a menudo mantenemos lo que debemos echar fuera.

¡Date la vuelta, gato!

Billy Sunday, un evangelista de los años 1920, decía, "Me dicen que mi predicación va a contrapelo. No lo creo; ¡que el gato se dé la vuelta!” La gente que se queja de que las predicaciones le molestan, normalmente es como un gato que está en una posición opuesta a la que debe estar. La gente que anda en las tinieblas entrecierra los ojos cuando se enciende la luz. El que anda en la luz, se complace al obtener más luz (Jn.3:19-21). Por esta razón algunos no quieren ir a escuchar los mensajes de la Biblia. Tienen fotofobia… tienen temor a la luz.    


Terreno ancho, pero superficial

En la parábola del sembrador, la semilla y la tierra, nuestro Salvador nos habla de corazones superficiales. Hace poco un pastor dijo, “¡Mi parroquia cubre 30 kilómetros, y tiene un centímetro de profundidad!” Te hace pensar, si es posible tener un avivamiento profundo en una generación superficial.

Molestando al diablo


Cuando nuestro Señor echó fuera el demonio del gadareno, los dueños de los cerdos quisieron que él abandonara su territorio, porque los cerdos poseídos por demonios se ahogaron. En Éfeso y Filipos, Pablo encontró una violenta oposición, porque el evangelio quebró el negocio de Satanás. Yo dudo de cualquier iniciativa religiosa que no despierte la ira del maligno en una comunidad. Cualquier llamado “avivamiento” que no estorba el espíritu prevalente de maldad en una vecindad es falso.

La paz sin la victoria

Las miserias del libro de Jueces tienen su raíz en los errores del libro de Josué. La coexistencia pacífica y la paz sin ganar la victoria en aquellos días, como hoy en día, abren las puertas a los desastres.

Santuario o mausoleo

El evangelio empezó con dos terremotos: uno en el Calvario y el otro frente a la tumba. Somos herederos de una experiencia que hace temblar la tierra. En algunas iglesias la única cosa que hace temblar es el escándalo en el edificio recreativo. Si el énfasis o la importancia que se le da al tiempo de recreo se le diera a la regeneración, quizás el santuario temblaría. Algunos de estos “mausoleos” que llamamos iglesias, no han sentido un temblor en cincuenta años.

El problema es el pecado

¿Qué presidente jamás ha dicho en sus discursos que nuestro problema verdadero es el pecado? Puede mencionar todos los males, y proponer remedios sin número, pero ¿qué líder nacional nombra el padecimiento básico? Intentamos fregar el suelo, mientras dejamos correr el grifo. Cualquier persona con los ojos medio abiertos y una Biblia en la mano, debe poder diagnosticar nuestra enfermedad. No es solamente el privilegio de los teólogos. Todos los problemas que existen tienen que ver con un problema del corazón. Somos pecadores y tenemos que tratar el asunto del pecado. Dios ha hecho  algo en Cristo, pero los hombres no quieren aceptar su diagnosis y tomar el tratamiento. Tenemos que hacer algo en cuanto al pecado y al Salvador, porque los dos asuntos supremos son la cuestión del pecado y la cuestión del Hijo.

¡Tú no puedes vivir la vida cristiana!

Havner a veces fue llamado, el
predicador mas citado de América
El primer descubrimiento que el cristiano tiene que experimentar es que él mismo no puede vivir la vida cristiana. “Cristo vive en mi…” (Gal.2:20). Alguien ha dicho que vivir la vida cristiana no es tanto nuestra responsabilidad, sino nuestra reacción a Su habilidad. Pablo no dijo, “Para mí el vivir es Cristo primero.” Era Cristo… ¡y punto! Cristo fue primero, último y todo lo de en medio. Cristo no es una manera de vivir, sino que ¡Él es nuestra vida! 

¡Ay! ¡Casi me atreví a decir algo!

El arte de "dar vueltas" está muy de moda hoy en día. El orador empieza bien, de manera que piensas que pronto dará en el blanco. Pero no, antes de llegar al punto, hábilmente, cambia de dirección y se desvía. Casi lo dice, pero no, no termina diciéndolo. Nunca termina de poner nombre al asunto que está tratando. Suena como si en cualquier momento lo hará, y los oyentes superficiales a veces piensan que lo ha hecho, pero después de examinar las anotaciones del discurso hay muy poco que se puede aprovechar. 

El arte de "dar vueltas" a veces es muy ingenioso. Suena inteligente y no ofende a nadie. Ayudará al orador a progresar en este mundo, pero este mundo no es el mundo correcto para el progreso verdadero. Al fin de nuestra vida está Dios, y Dios siempre dice algo. Su libro no "da vueltas" para decir cómo es la verdad. Tenemos que estar diciendo algo en estos días. Vamos a escuchar a hombres que tengan dos cosas determinadas: 1) “Escucharé lo que hablará Jehová Dios…” (Sal.88:5) y 2)"… lo que Jehová me hablare, eso diré” (1 R.22:14).

¿Puede ser que tal versículo sea para nuestros días?

Al principiar mi caminar cristiano, leí la Biblia tomándola literalmente, creyéndola como fue escrita, sin el beneficio de notas a pie de página o comentarios. Empecé con Génesis y estaba reclamando todo para mí, cuando fui informado de que esas promesas eran para los judíos. Mi ardor fue un poco extinguido, pues no quise intentar poseer lo que no era mío, así que entré en el Nuevo Testamento y empecé a apropiarme de las bendiciones del Sermón del Monte, cuando una vez más fui interrumpido e informado debidamente de que todas esas cosas pertenecían a la Edad del Reino.

Bien, yo no quise meterme sin autorización en el territorio ajeno de la Edad del Reino (quien sabe lo que era… yo no tenía ni idea), así que entré en el libro de los Hechos. Me recordaban que los Hechos cubrían un período transicional y que no debíamos buscar tales experiencias literalmente. Ya no sabía qué promesas eran para mí, ni pude ponerme confiadamente de pie ante cualquier pasaje de la Escritura, temiendo que algún “policía” de la Biblia se aproximara mandándome salir de una propiedad privada. Desesperado clamé, “Señor, he oído del hombre que no tuvo patria, y yo estoy llegando a ser un cristiano que no tiene una Biblia. Dame un versículo que pueda ser mío.” Me contestó con uno que he reclamado desde ese día hasta ahora: “¡… que Dios sea veraz, y todo hombre mentiroso…!” (Ro.3:4)

La manera de no convertir a nadie

Charles G. Finney predicaba un sermón titulado “Cómo predicar para no convertir a nadie”. Una manera de hacerlo, dijo, era predicar sobre el pecado, pero no mencionar algún pecado que alguien en la congregación pudiera estar practicando. La gente nunca llega a tener la convicción del pecado si el predicador generaliza sobre el pecado… tenemos que especificar, ser muy específicos. La mujer que llegó al pozo de Jacob reconoció que Jesús era un Profeta al decir, “Ve, llama a tu marido”. (Jn.4:16). F. B. Meyer dijo, “No es suficiente denunciar de una forma general. Tenemos que ser específicos hasta que la consciencia diga, “¡Tú eres aquel hombre!” Esto es un elemento perdido en las predicaciones de hoy en día.

Babilonia o la Nueva Jerusalén

Hay dos ciudades en el Apocalipsis…Babilonia y la Nueva Jerusalén. Algunos creen que están involucrados en edificar la Santa Ciudad, pero en verdad están preparando la Babilonia para el anticristo. Mi orgullo cívico no se concentra en alguna metrópolis terrenal. Está puesto en “aquella ciudad de perlas blancas que pronto descenderá.”






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