37.
Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 40
Consolad,
consolad a mi pueblo
“¡Consolad, consolad a mi
pueblo, dice vuestro Dios!” (v.1 BTX). Este capítulo es uno de los grandes
tesoros de Isaías y está entre las porciones más elevadas de la Escritura. Es
una palabra maravillosa de Dios para Su pueblo. Él siempre tiene buenas
intenciones para ellos y Su anhelo es que se sientan consolados y seguros bajo
Su cuidado. Instruye a Sus mensajeros a darles consuelo.
Él disciplina, como tiene
que hacer un buen padre siempre. En su pacto con David, acerca de su
descendiente, Él dijo: “Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo. Y si él
hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de
hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl…” (2
S.7:14-15). Nunca debemos usar el destino de Saúl para asustar al rebaño del
Señor, para que obedezca y se sujete. El fin de la genealogía de David no será
comparable con la de Saúl. “Hablad al corazón de Jerusalén…” El conflicto era
una de las maneras en las que Dios disciplinaba a menudo, pero ahora Dios
quiere asegurar a Jerusalén que la guerra ha terminado y que el castigo ha sido
más que suficiente (v.2).