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Lowell Brueckner

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Señor Soberano sobre todo

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42. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 45

Ciro el Grande

El ministerio de Isaías, inspirado poderosamente por el Espíritu Santo, ha alumbrado claramente sobre la naturaleza de Dios durante 2700 años, a millares de lectores en toda la tierra. Desde el día de su llamamiento divino, pudo conocer al Santo de Israel, al cual ha enfatizado en todo su libro. También le describe como el Señor Soberano sobre toda la tierra.


Ciro y la elección soberana

Repito lo que aprendimos en el último capítulo acerca de cómo Dios había nombrado a Ciro más de 150 años antes de que naciera. Si tú eres un hijo de Dios, probablemente eres consciente del hecho de que Dios tuvo Su mano sobre ti antes de que tú le conocieses. ¿Sabías que Él obraba en generaciones pasadas para que tú existieras? Ah, la Biblia nos enseña que “nos escogió en él antes de la fundación del mundo…” (Ef.1:4). No nos debe sorprender que Jesús conociera el nombre de un pequeño hombre al verle en el árbol. “Zaqueo”, le llamó. También conocía el nombre de otro pequeño hombre en el camino a Damasco… aquel fariseo rabioso, inspirado por el odio a provocar caos en la iglesia. Le gritó desde la gloria flameante de Su presencia: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Pocos versículos después, vemos que Cristo le había escogido: “Instrumento escogido me es éste”. Jesús nos enseñó que Él llama a Sus ovejas por nombre.


El apóstol confirma esta preciosa verdad en su enseñanza a los corintios y a los gálatas: “Si alguno
El cilindro de Ciro, Museo Británico
ama a Dios, es conocido por él”
(1 Co.8:3) y, “mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios” (Gá.4:9). ¿Dirías que existe algo que el Omnisciente Dios ignora? Sin que nadie tenga que decírnoslo, sabemos que Su conocimiento acerca de nosotros es desde antes de nuestro conocimiento de Él. El conocimiento de Dios es infinito y eterno. No intentes razonarlo y, por favor, no tropieces con tus propios pies, intentando argumentar contra este hecho… ¡disfruta de la certeza de tu elección, porque por eso Dios lo dejó escrito en Su palabra!

 “Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha”. Ésta es una verdad escondida de los ojos de las multitudes, sin embargo, proclamada al pueblo de Dios antes de que el mundo quede estremecido, como hemos leído en el capítulo 41:5… “Los confines de la tierra se espantaron”. Pablo dijo que somos hijos de luz y, por eso, el ladrón en la noche no nos sorprende (1 Ts.5:4-5). Como comenté en el capítulo 43, en el Siglo XIX, Spurgeon y Ryle ya sabían lo que pasaría medio siglo después, el 14 de mayo de 1948, e incluso más adelante, en el Milenio. Dios les reveló todo en Su palabra.

Dios va delante de Ciro a sujetar las naciones, a “desatar lomos de reyes”, a abrir puertas, y a no permitir que las puertas se cierren (v.1). Antes del día de Ciro, Dios enderezará los lugares torcidos, quebrantará las puertas de bronce, y los cerrojos de hierro (v.2). El testimonio es constante por toda la Biblia; hace lo mismo por Su iglesia en Filadelfia (Ap.3:8). ¡Gózate en ello, iglesia!, aunque no seas como Ciro, un rey sobre una nación poderosa. La fuerza de Cristo se manifiesta en el hecho de que tienes poca fuerza y, por eso, Su poder es más glorioso aún.

Dios trae luz en las tinieblas; es en las tinieblas profundas cuando Su luz brilla más. Dios hace todo esto por Ciro, antes de que Ciro le conozca, y lo hace para que le pueda conocer: “Para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre” (v.3). Él quiere que este rey reconozca que Él es el Dios de esa pequeña nación que está cautiva en Babilonia. Dios está empleando una potencia mundial, Persia, para llevar a cabo Su propósito para ellos. Ésta es la verdad bíblica y extraordinaria sobre nuestro Dios. ¡No permitas que te pase por un lado! ¡Cáptala!

Dios mueve todo el mundo político por la causa de Su pueblo, por medio del cual Él se revela, no solamente a la población de la tierra, sino a principados y poderes en lugares celestiales. El resumen de estas palabras inspiradas está en el versículo 4: “Por amor de mí siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste”. ¿Puedes ver ahora el principio divino que estamos intentando entender en estos versículos?

En un mundo amotinado, entregado a dioses falsos, el Dios de Israel demostrará a este rey pagano que Él es único. Él es el único Dios vivo y verdadero. “Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste” (v.5). Antes de que Ciro tenga contacto con el único Señor, vemos que el Imperio Persa, conocido por todo el mundo, y del cual todos hemos aprendido en nuestras clases de Historia Universal, no llegó a ser una potencia por la fuerza de sus ejércitos ni por su liderazgo; tampoco por las circunstancias en su día. Sin embargo, obrando invisiblemente, sin el conocimiento de nadie involucrado, ni siquiera el mismo rey Ciro, poniendo todo en su lugar apropiado, arreglando las circunstancias y fortaleciendo a los ejércitos persas, fue el Dios omnipotente y omnisciente, Señor de los cielos y la tierra.

Desde los días del poder egipcio, Dios ha obrado en imperios para que, por medio de su comercio y contacto con muchas naciones, ellos puedan relatar los hechos poderosos de Dios que ellos han visto, “para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo” (v.6). Una vez más, lo hará por medio de Persia, hechos que podemos leer en los libros de Ester y Daniel, junto a otros libros de la Biblia, escritos en ese tiempo.

Derechos soberanos

En el versículo 7, aprendemos una verdad teológica que es ignorada en algunas ramas del cristianismo, especialmente en círculos carismáticos de hoy en día. Existe una tendencia de atribuir a Dios todas las cosas buenas y al diablo las cosas malas, semejante a las religiones animistas, que creen en un dios bueno y un dios malo. Dios es Creador y Satanás es un ser creado, por eso no debemos considerarle como un contrincante del Señor; incluso perdió su alta posición como Lucifer en el cielo. Es verdad que él tienta a los hombres y obra todo tipo de mal en la tierra, pero todo ello de manera estrictamente subordinada. Dios continúa revelando Su posición única, sobre todo, diciendo: “Formo la luz y creo las tinieblas, hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto”. A fin de cuentas, Él es quien salva a las personas y las lleva al cielo, y también quien echa a los demás en el infierno.

Como vimos en el último capítulo y por medio de toda la Biblia, la lluvia ilustra la bendición espiritual: “Lluvias de bendición serán” (Ez.34:26), y el versículo 8 lo deja muy claro: “Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia”. Las lluvias traen la bendición del cielo, mientras que la tierra tiene que abrirse para recibirlas. La tierra dura tiene que ser arada (Jer.4:3; Os.10:12), lo cual significa suavizar el corazón y arrepentirse para poder recibir lo que Dios provee. La responsabilidad de cooperar con el cielo es nuestra.

Dios continúa demandando Sus derechos como Creador y revela Su posición con el hombre desde este punto de vista. La Biblia ilustra esta relación, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Dios tiene derecho absoluto sobre Su creación y es fundamental que todos reconozcamos que somos seres creados. Es un asunto de alta traición y también es inútil rebelarse contra nuestro Hacedor. El versículo 9 también muestra que el hombre intenta mejorar la creación: “¿Dirá el barro al alfarero: ¿Qué haces? O: ¿Tu vasija no tiene asas?” El intento de alterar nuestros rasgos físicos o cualquier parte de nuestro ser creado, es otra forma de rebelión. Ahora, Él habla de la siguiente área de insubordinación, que es la rebelión contra las dos personas que nos han dado a luz. Dios demanda que honremos a nuestros padres (v.10).  Lo que trata aquí, no solamente tiene que ver con relaciones humanas, sino con la relación que existe entre Dios y el hombre… es decir, el Padre con el hijo.

En el contexto de todo lo que Dios está reclamando en este capítulo y los anteriores, creo que es evidente que existe un error en la traducción del versículo 11, por parte de algunas de las mejores versiones de la Biblia, lo cual ha producido una enseñanza dañina. Primero Dios reprende al hombre por desafiar y cuestionar Su autoridad, por lo cual sería contradictorio que después animará a Israel a cuestionarle, e incluso, mandarle. Es verdad que nos ha concedido una intimidad maravillosa y, como resultado, mucha confianza en la oración. Nos hemos regocijado al verlo, en el caso de Moisés y Abraham, pero también vemos qué cuidado y qué reverencia demostraban en su relación con Él. ¿Sería correcto que alguien dijera en oración: “¡Te mando, Dios!”, como un amigo me dijo que escuchó a una persona decir en oración?

Como no existen signos de puntuación en las lenguas originales del griego y del hebreo, es responsabilidad de los traductores insertarla, según el contexto del pasaje. En el caso del versículo 11, los signos de interrogación invertirían totalmente el sentido del versículo, estando de acuerdo con el contexto. Exactamente así, lo tenemos en la Biblia Textual: “¿Me pediréis cuenta de mis hijos, me daréis órdenes de la obra de mis manos?” Así leemos, simplemente, otra reprensión por la insubordinación de Israel.

En hebreo, es la misma palabra en el versículo 12, mandé, y en el 11, mandadme. ¿Puede ser que el que hizo la tierra, creó la humanidad y manda al ejército de los cielos, deba recibir órdenes de los hombres? Todo el libro de Isaías habla de los derechos que el Señor tiene para hacer lo que quiere, y sigue declarando Su soberanía absoluta sobre la tierra y el cielo. Sobre esta base, reclama que es un hecho justo haber despertado a Ciro y haberle hecho Su siervo ungido para reedificar la ciudad de Jerusalén y librar a los cautivos. ¿Podrá alguien, justamente, cuestionar o mandar a Dios por haberlo hecho? “¿Quién… le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo…?" (40:13-14). Para enfatizar el hecho de que Dios mismo está tras esta acción histórica, Ciro hará su parte sin ningún beneficio para sí… “no por precio ni por dones” (v.13).  

Con el apoyo de Dios, Ciro saqueará a los egipcios, los etíopes y los sabeos, para financiar la restauración de Israel. Ellos, sometiéndose a Ciro, reconocerán la mano de Dios sobre su derrota. Cumplirán Su propósito, reconociéndole como el único soberano verdadero: “Te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de Dios” (v.14, fíjate en v.6).

“Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas”. Los ateístas tienen razón al decir que “si Dios existe, bien se esconde”, en lugar de dejarse ver por todo el mundo. Incluso un discípulo, Judas (no el Iscariote) preguntó por qué Cristo se manifestará a ellos y no al mundo (Jn.14:22). Es un principio divino; es Su naturaleza. En el hecho de que Él es Dios de una nación insignificante y, en tiempos modernos, es el Dios adorado por solamente una pequeña minoría de la población de la tierra, que es una minoría de los más débiles y sencillos, se demuestra Su naturaleza. En un sentido, como alguien ha dicho, “el evangelio es el secreto más escondido en la tierra”. Aun cuando los discípulos lo declaran por todas partes, sigue siendo un misterio para la mentalidad mundana y entre los más poderosos. Sin embargo, el Dios del pequeño Israel es el poderoso Salvador del mundo, y no hay salvación en otro (v.15). Ante este Dios los hombres se inclinarán… ante el que vino como un sencillo carpintero en Nazaret.

Este gran atributo es un obstáculo para el orgullo humano, difícil de vencer, y por eso los idólatras no quieren asociarse con Jehová de Israel, el Cristo de Nazaret, o el Dios nacido en un pesebre. Les deja confusos y avergonzados (v.16). Sin embargo, éste es el Dios que avergüenza al mundo, compartiendo la salvación eterna con Su pueblo, con el judío primero y después con los gentiles que creen.  

Los que confían en Él nunca serán avergonzados, ni ahora ni en la eternidad. Después de que Dios castigue a las grandes multitudes de seres humanos con la condenación eterna, el remanente humilde, salvado de esta “perversa generación”, como Pedro lo expresó en Hechos 2:40, experimentará la “salvación eterna” (v.17). Éste es el Dios que se revela a nosotros por medio de Isaías, y nosotros estamos aprendiendo Sus atributos.


El reinado soberano

El gran Dios que creó los cielos, formó la tierra con un propósito. No es solamente un planeta hermoso, sino una expresión de su Creador: “No la creó en vano, para que fuese habitada la creó” (v.18). Habla claramente a Su pueblo de que hay un plan para ellos. “No dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis”. Dios les escogió para que conocieran la luz de la verdad y lo que es recto (v.19). Por medio de una Biblia cualquier persona que busca la verdad, puede hallarla, y al buscar la verdad puede hallar al Dios de la verdad. Jesús dijo que éstos son los que vienen a la luz y oyen Su voz (Jn.3:21; 18:37).

Como hemos visto en otras partes de este libro, Dios extiende una invitación a los que, entre las naciones, han escapado de la calamidad… quiere que se acerquen a Él. Desde el versículo 20 hasta el 22, este llamamiento es más claro todavía. Ellos tienen que dejar su necia adoración a los ídolos y venir al Dios verdadero (v.20). Aquí, en el Antiguo Testamento, vemos cómo les llama, y en el Nuevo Testamento, envió a Sus discípulos a llevar las Buenas Nuevas a todo el mundo. Y para ti, que buscas la verdad, solamente hay Uno a quien puedes ir. Dios es el Dios de la verdad antigua: “¿Quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová?... Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí” (v.21).

Este Dios, revelándose al lector del libro de Isaías, ahora descubre Su gran corazón: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (v.22). Te está invitando… da la espalda a todo lo demás para poder mirarle sólo a Él. Ésta es una palabra especialmente dirigida a la época del milenio, cuando se cumplirá totalmente.

El escritor del libro de Hebreos enseña que “los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos” (He.6:16), pero Dios no tiene uno mayor por quien jurar, ni tampoco tiene necesidad de jurar. Él es quien personifica la verdad absoluta. Sin embargo, por la majestuosa verdad que va a proclamar, Él quiere jurar… “Por mí mismo hice juramento”. Él habla con justicia una palabra que nadie puede revocar. Viene el día en el cual “toda rodilla se doblará, y toda lengua jurará” (v.23). Según Pablo, esta promesa pertenece precisamente a Cristo… “En el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil.2:10-11). Nada menos que en el reino milenario se podría cumplir esta promesa.

La poderosa declaración continúa: “Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel” (vs.24-25). Llegará el día cuando todo Israel reconozca que solamente en el Señor hay justicia y fuerza. Él es la fuente de todo. Todos Sus enemigos vendrán avergonzados y doblarán la rodilla. Entonces, como Pablo mantuvo en Romanos 11:26, “todo Israel será salvo”.

Permitamos que Zacarías nos dé los detalles: “Las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. Él invocará  mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios” (Zac.18:8-9). “Derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán… y la tierra lamentará… En aquel tiempo habrá un manantial abierto… para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zac.12:10,12; 13:1). En la Gran Tribulación Israel será purificado y, al final, el remanente, la tercera parte que quede, creerá en Jesús de Nazaret y será justificada. Él vendrá a salvarles y reinará sobre ellos desde Jerusalén por mil años. El apóstol Juan concluirá este estudio: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Ap.20:6). 



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