Capítulo 1:11-24
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Unas ruinas de Tarso, ciudad natal de Pablo |
Vs.11-12. “Pues quiero que sepáis, hermanos, que el
evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre. Pues ni lo recibí de
hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo”.
¿Por qué el apóstol se
preocupa tanto de que los gálatas entiendan que él mismo no fue autorizado por
el hombre, ni que su doctrina ni el evangelio le fueron enseñados por hombre
alguno? Tiene que estar muy consciente de un gran peligro por el medio y la
manipulación con la que el hombre puede invadir e influir a la iglesia. Ya
estaba ocurriendo en aquellas iglesias nuevas y tenía el potencial de ser fatal
en la vida de los que habían sido engañados por los invasores.
Pablo, por su propia
experiencia en el pasado, conocía muy bien las maneras de los rabís judaicos.
Fíjate en la palabra ahora del
versículo 10… “¿Busco ahora el favor de los hombres o el de
Dios?” En su antigua religión él sí buscaba el favor de los hombres, pero ahora, esta ambición se acabó. Antes él
si buscaba ganar la aprobación de los hombres porque de ellos venía su
autoridad y él avanzaba por medio de su aprobación.