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Lowell Brueckner

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Una nación nacida en un día

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59. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 66

Resistiendo el Espíritu Santo

“Así dice el Señor: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies, ¿Dónde, pues, está la casa que podríais edificarme? ¿Dónde está el lugar de mi reposo?” (v.1). Después de construir el templo, una maravilla del mundo antiguo, incluso Salomón reconoció, humildemente, que no era un lugar digno para que morara el Creador, y  preguntó: “¿Morará verdaderamente Dios sobre la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, cuánto menos esta casa que yo he edificado” (1 R.8:27).

Cuando el mártir, Esteban, argumentó irrefutablemente sobre las maneras en las que Israel siempre había resistido al Espíritu Santo, presentó como prueba de ello su devoción al templo, citando este primer versículo del último capítulo de Isaías.: “El Altísimo no habita en casas hechas por manos de hombres; como dice el profeta…”. Dos versículos después, Esteban dijo: “Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros” (Hch.7:48-51). Dios solamente había ordenado el levantamiento de un tabernáculo en el desierto, como también recordó a Natán, el profeta (2 S.7:6-7). Hasta el reino literal de Cristo sobre la tierra, cada edificio hecho por el hombre, aunque sea dedicado a Él, no tiene sentido espiritual.


En Su enseñanza, Jesús no dejó ningún plan para formar algo tangible y visible que representara el cristianismo en la tierra, y Sus discípulos no dieron pasos en esa dirección. Quizás en algún momento alquilaron algún local para reunirse en los días primitivos del cristianismo, pero la mayoría de las evidencias sobre lugares de reunión tenía que ver con hogares: “La iglesia que está en su casa” (Ro.16:5; 1 Co.16:19; Col.4:15; Fil.1:2). En aquel tiempo, no fue construida ninguna escuela bíblica. Tampoco se crearon organizaciones ni se establecieron centros de mando o gobierno. Ningún sistema o programa fue enseñado o seguido. El libro de los Hechos nos describe los hechos del Espíritu Santo, y los discípulos se movían y ministraban en Su poder y por Su dirección.

Considera estas palabras de A. W. Tozer: “Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” Hechos 1:8.

“¿Sabes?, la Iglesia empezó solamente con una Biblia, después consiguió un himnario y por muchos años, esto fue todo… una Biblia y un himnario. La iglesia de hoy, ciertamente, no podría funcionar con solamente un himnario y una Biblia. Ahora tenemos que tener todo tipo de aparatos. Mucha gente no podría servir a Dios en ninguna manera sin, al menos, una furgoneta llena de aparatos para mantener felices a todos”.

“Algunos de los aparatos que tenemos para ganar al pueblo y mantener su asistencia pueden ser útiles o vulgares; pueden ser de alta o de baja calidad; pueden ser artísticos o no…, todo dependerá del carácter del hombre que esté encargado de ello. Pero, en todos casos, el Espíritu Santo no es el centro de atracción y el Señor no es quien está encargado. Traemos todo tipo de disparates anti-bíblicos y extra-bíblicos para que la gente sea feliz y siga asistiendo”.

“Según lo veo yo, el gran “ay” no es la presencia de estos juguetes y naderías religiosas… sino el hecho de que hayan llegado a ser necesidades, y ¡la presencia del Espíritu Eterno no está en medio!”

“Señor, hemos enseñado buenos métodos en nuestros seminarios; hemos enfatizado la necesidad de estar tecnológicamente actualizados para alcanzar a nuestra generación. Mientras que yo, sí, me entrego a la excelencia para poder llevar a la gente a Cristo, ayúdame a recordar que el poder no está en los métodos o maneras, sino en la Persona del Espíritu Santo. Amen”.

El Hacedor de todas las cosas no está buscando ninguna dádiva hecha por manos de hombres. En el siguiente versículo nos dice lo que Él busca: “Todo esto lo hizo mi mano, y así todas estas cosas llegaron a ser – declara el Señor. Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra” (v.2). Está buscando gente, individuos en verdad, que sean humildes y posean el temor de Dios. Dale esto y satisfarás Su corazón. De este tipo de personas Él formó un remanente en los tiempos de Isaías y edifica Su iglesia hoy en día. Su atención está enfocada sobre la gente, no sobre las cosas. Él tampoco se fija en el desarrollo de “una obra”, a menos que la obra tome lugar en el interior del hombre. Es asombroso ver cómo la iglesia del día de hoy puede vagar tan lejos del plan original del cristianismo, como nos es revelado en el libro de los Hechos, y pensar que es normal. En su principio la iglesia era pura, prístina, primitiva y poderosa.

Una minoría temblorosa y una mayoría malvada

A través de toda la historia y hasta el día de hoy, los que se humillan y temen a Dios están entre la minoría, mientras que los que se rebelan contra su Creador forman la gran parte de la población. Sin embargo, tienden a ser religiosos, aunque Dios aborrece la pretensión de cada uno. Aquí habla al que, de acuerdo con la ley ceremonial, sacrifica un buey, pero tiene el corazón homicida, como un pagano que ofrece sacrificios humanos. La dulce ofrenda de incienso ofrecida por un alma idólatra, no es aceptada. Solamente el corazón recto podría participar en la hermosura del simbolismo de las ofrendas levíticas. Los corazones mencionados en el versículo 3 están corrompidos, igual que los que ofrecen animales inmundos, como perros y cerdos.

El centro de la maldad está en la naturaleza caída, que es contraria a los caminos de Dios. Estas personas rehúsan someterse a Él. De la misma manera que un templo hecho de manos no puede satisfacer al Creador, tampoco las prácticas externas de un hipócrita pueden justificar a su alma inmunda: “Ellos han escogido sus propios caminos, y su alma se deleita en sus abominaciones” (v.3). Su castigo será proporcional a su pecado… “También yo escogeré sus castigos, y traeré sobre ellos lo que temen”. Dieron oído sordo a Dios, ignorando Su palabra y escogiendo el mal… “escogieron aquello que no me complacía” (v.4). La voluntad errante del hombre está amparada por su alma depravada.

El remanente que temía a Dios era de la misma naturaleza que los seguidores de Jesús, a quienes Él les enseñó que podían esperar lo mismo que el remanente en el tiempo de Isaías: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia… Os expulsarán de las sinagogas; pero viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un servicio a Dios” (Jn.15:19; 16:2). Isaías dijo lo mismo, que los que temían a Dios serían aborrecidos, excluidos, y que sus “hermanos” pensarían que estaban glorificando a Dios por hacerlo.

La palabra nos enseña a honrar a Dios, sobre todo, porque, aunque la sociedad nos odie y nos persiga, “ellos serán avergonzados” (v.5). Su honor tiene que ser la meta y Su palabra tiene que ahogar todos los sonidos del mundo. “Voz de estruendo viene de la ciudad, una voz sale del templo: la voz del Señor que da el pago a sus enemigos” (v.6). ¿Puedes escucharla?

Un parto sin precedente

Versículo 7: “Antes que estuviera de parto, ella dio a luz; antes que le vinieran los dolores, dio a luz un niño” … éste es un contraste a la confesión de Ezequías 37:3… “Hijos están para nacer, pero no hay fuerzas para dar a luz”. Israel está para entrar en otra época y su Dios se encarga totalmente. Es una obra poderosa y soberana que nunca ha ocurrido antes en la historia de todas las naciones del mundo.

A principios del Siglo XX, su Dios, Jehová, les atrajo otra vez a la tierra de la cual los romanos les habían expulsado en el año 70 d.C. Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, por una serie de eventos providenciales, los ingleses les entregaron de nuevo a su tierra y el hebreo, una vez más, se constituyó como lengua oficial: “¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha visto tales cosas? ¿Es dado a luz un país en un solo día? ¿Nace toda una nación de una vez?” Sin ningún otro precedente en toda la historia del mundo, el 14 de mayo de 1948, ¡Israel, una vez más, se hizo una nación soberana! ¡El Señor lo ha hecho y está establecido! ¡En verdad, es la primera vez que Israel fue totalmente soberana desde que fue llevada a Babilonia, hace 2.500 años! Durante unos 1.875 años, los judíos han estado vagando sobre la faz de toda la tierra, sin una patria.

No fue sin dolores de parto, porque también hubo oposición y guerra, pero rápidamente “Sion apenas estuvo de parto, dio a luz a sus hijos” (v.8). El Señor nos recuerda un principio que no puede fallar: Él nunca empieza lo que no va a terminar: “Yo que hago que se abra la matriz, ¿no haré nacer?" (v.9). La pregunta tiene una respuesta segura y positiva. No deshace lo que ha hecho, y Su obra siempre llega a realizarse. Lo ha proclamado y será hecho. Recuerda… la profecía futura de los labios del Dios eterno es tan segura como la historia pasada.

Esta asombrosa profecía incluye un mandamiento que la iglesia cristiana deberá obedecer; incluso las naciones del mundo tienen la responsabilidad, delante de Dios, de responder a este decreto: “Alegraos con Jerusalén y regocijaos por ella, todos los que la amáis; rebosad de júbilo con ella, todos los que por ella hacéis duelo” (v.10). Después de que la verdad sobre el holocausto nazi fuera publicada, muchos hicieron duelo. Cuando los judíos fueron perseguidos, algunas personas sensibles arriesgaron sus vidas y libertad ayudándoles a ellos y a sus niños. Ahora, según la profecía, es tiempo de regocijarse sobre Jerusalén y la gloria de su Dios.

El Juicio de las naciones ocurrirá antes del Milenio y los que se regocijaban con ella y la aliviaban en su tristeza, segarán los beneficios. En el futuro, las naciones gentiles serán sostenidas y bendecidas por ella: “Para que chupéis y os deleitéis de su seno abundante” (v.11). El Señor derramará abundantemente bendiciones futuras sobre Jerusalén, y Salem, una vez, más significará la paz verdadera. La paz fluirá como un rio y la gloria de la paz se extenderá como un río desbordado… es decir, la paz fluirá y la gloria rebosará. 

Jerusalén, la madre de todos nosotros

¿Sigue la promesa del versículo 12 refiriéndose a los del versículo 11 que, aunque están fuera de Jerusalén, la aman? ¿O es para la nación judía alrededor de ella? Me parece que la abundancia de Jerusalén sostendrá al planeta entero; será un rio de bendición que desbordará. Pienso que las riquezas del mundo fluirán hacia Jerusalén y, a cambio, desde Jerusalén, el gobierno mesiánico bendecirá al mundo.

Jerusalén será como una madre, proveyendo abundante sostén, paz y consuelo, “llevados sobre la cadera y acariciados sobre las rodillas. Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo, en Jerusalén seréis consolados” (vs.12-13). De ella fluirá gozo al corazón, y la fuerza interior que resultará producirá fuerza física. La maldición dará marcha atrás, como estudiamos en el último capítulo (65:20).

“La mano del Señor se dará a conocer a sus siervos, y su indignación a sus enemigos” (v.14). Quizás no tengamos mucho que comentar sobre la última frase. Bastará con decir que la mano del Señor será tan plenamente evidente sobre las vidas de Su pueblo, como lo será Su ira sobre Sus enemigos. Los próximos versículos definen la ira y juicio final hacía “toda carne”. Toda la oposición a Su reino será totalmente sofocada en un juicio ardiente: “Y serán muchos los muertos del Señor” (vs.15-16).

La Batalla de Armagedón

La idolatría llegará a proporciones extremadamente fanáticas, hasta el punto en que habrá personas que “se santifican y se purifican” por sus ídolos, provocando a celos al Señor. Formarán dioses en sus propias mentes, motivados por un engaño tremendo del corazón. “Para ir a los huertos, tras uno que está en el centro, que comen carne de cerdo, cosas detestables y ratones”. Puede ser que recuerdes que las ratas eran dioses de los filisteos y, en la India, en el día de hoy, la gente pobre alimenta a los ratones con una devoción supersticiosa. Los cerdos siempre han representado la inmundicia para los hebreos, pero debido a la confusión de la sociedad en los últimos tiempos, buscarán su santificación y purificación por medio de cosas abominables. Lo malo será llamado bueno, y lo bueno, malo. 

Isaías profetiza de Armagedón. Aves carnívoras vendrán, atraídas por las fuerzas sobrenaturales de ángeles, “para que comáis carne de reyes, carne de comandantes y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos los hombres, libres y esclavos, pequeños y grandes” (Ap.19:18). Dios reunirá a los ejércitos de todo el mundo para su destrucción. “A una perecerán, declara el Señor. Mas yo conozco sus obras y sus pensamientos. Llegará el tiempo de juntar a todas las naciones y lenguas” (vs.17-18). “Vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos” (Ap.19:19). Zacarías también vio aquel día: “Yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén” (Zac.14:2).

Los judíos infieles y rebeldes sufrirán una masacre tremenda, antes de que el Señor intervenga para salvar al remanente. También habrá sobrevivientes justos entre los gentiles que entrarán en el Milenio y verán Su gloria. Un testimonio saldrá a todas las naciones e Isaías menciona algunas de ellas como muestra. Por ejemplo: Tarsis, al oeste, que representa a España; Fut y Lud estaban al norte de África; Tubal estaba al noreste de Asia Menor; y Javán en Grecia. Habrá testigos que declararán la gloria de Dios en las costas remotas, “que no han oído de mi fama ni han visto mi gloria” (v.19).

No muchos capítulos atrás, vimos a los judíos llegando a su tierra en barcos (60:9). Ahora, les vemos llegando a Jerusalén en diferentes tipos de transporte terrestre: caballos, carros, mulos y camellos. Desde todas partes del mundo, los gentiles presentarán a los judíos como una ofrenda al Señor para Su reino, “tal como los hijos de Israel traen su ofrenda de grano en vasijas limpias a la casa del Señor” (v.20). Serán como una ofrenda, porque Él les hará a algunos sacerdotes y levitas en el templo milenario (v.21).

El Milenio será el principio de una fiel adoración nacional al Señor que se extenderá hasta los cielos nuevos y la tierra nueva. Durante el reino de mil años nacerá una descendencia que entrará en la eternidad y adorará a Dios para siempre. Cuando los redimidos entren a la Nueva Jerusalén (v.22), el nombre de Israel no cesará de pronunciarse. Las puertas de la ciudad estarán inscritas con los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel (Ap.21:12). Además de los judíos, “todo mortal vendrá a postrarse delante de mí, dice el Señor” (v.23).

Cuando los israelitas miraron atrás después de cruzar el Mar Rojo, vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar (Ex.14:30). Isaías menciona que los que habiten el Milenio, alzarán una mirada final a los cuerpos de los condenados que se rebelaron contra el Señor, y que fueron matados en la batalla de Armagedón. Observando esto, Dios les recuerda que no es el fin de ellos: “Su gusano no morirá, ni su fuego se apagará” (v.24). Con este aviso, Isaías termina su profecía. Jesús usó la misma frase y apuntó hacia Gehena como ejemplo (Mc.9:43-48). Ge-hinom (valle de Hinom en el hebreo), o la traducción griega, Gehena, era el lugar del gran basurero encendido, que nunca se apagaba, fuera de Jerusalén. Igual que Isaías, Jesús, con las mejores intenciones, advirtió del horrible y eterno castigo del pecador condenado, que se quemará para siempre en el Lago de Fuego. 

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Isaías nos ha enseñado grandes lecciones de su día y nos ha profetizado acerca de eventos futuros, muchos de los cuales ya se han cumplido. Él profetizó abundantemente de la vida y reino del Mesías, mucho de lo cual fue cumplido en Su Primer Advenimiento. Ahora, el mundo espera el cumplimiento literal de Su Segundo Advenimiento. Isaías nos ha conducido a través del reino milenario de Cristo y nos ha llevado hasta la eternidad, con sus cielos nuevos y tierra nueva.

Durante el siglo pasado y entrando en este siglo XXI, el ministerio de Isaías tiene un impacto especial sobre nosotros. Viviendo hoy en día, no tenemos que mirar muy lejos hacia el pasado para ver el último capítulo de este libro avivarse ante nuestros ojos. Ahora, podemos decir que somos testigos de la nación que nació en un solo día… el 14 de mayo de 1948. ¿Cuánto tiempo quedará antes de que termine El tiempo de los gentiles y los últimos siete años, de que habló Daniel sobre su pueblo, los judíos, tome lugar? Después de esos años, que incluye la Gran Tribulación, el remanente de Israel y los sobrevivientes de entre los gentiles, entrarán al Milenio, y Cristo vendrá con Su iglesia para reinar desde el Monte Sion.

Mientras yo escribo y tú lo lees, en el Museo de Israel, en uno de sus salones, llamado el Santuario del Libro, se encuentra una pieza única, un rollo totalmente desenrollado. Es una copia del libro de Isaías que tiene, al menos, 2.000 años de antigüedad. Está conservado totalmente intacto y, aunque nosotros no podamos leer su escritura hebrea clásica, ¡nos está hablando a nosotros y a todo el mundo de hoy! Fue descubierto en el Mar Muerto en 1947, un año antes de que Israel fuera hecha una nación, y ahora está bajo su cuidado. Jehová, el Santo de Israel, ha dado a un mundo, cada vez más incrédulo, una prueba rotunda de la veracidad de Su Palabra viviente y de Su fidelidad en cumplir lo que ha dicho. Debemos humillarnos y temblar delante de Él.


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