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Lowell Brueckner

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Diez veces superiores

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El libro del profeta Daniel

“… ¡quienes cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego!”
Hebreos. 11:33, 34

Capítulo 1:8-21                                 Diez veces superiores

8.   Se propuso Daniel en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de los oficiales que le permitiera no contaminarse. 
9.   Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales, 
10.  y el jefe de los oficiales dijo a Daniel: Temo a mi señor el rey, porque él ha asignado vuestra comida y vuestra bebida; ¿por qué ha de ver vuestros rostros más macilentos que los de los demás jóvenes de vuestra edad? Así pondríais en peligro mi cabeza ante el rey. 
11.  Pero Daniel dijo al mayordomo a quien el jefe de los oficiales había nombrado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 
12.  Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para beber. 
13.  Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos según lo que veas. 
14.  Los escuchó, pues, en esto y los puso a prueba por diez días. 
15.  Al cabo de los diez días su aspecto parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey. 
16.  Así que el mayordomo siguió suprimiendo los manjares y el vino que debían beber, y les daba legumbres. 

Dios siempre tiene a alguien preparado para socorrer a los que le pertenecen a Él; desde la cuna hasta la tumba y, en verdad, mucho antes de nacer. Tal persona no tiene que ser un creyente, pero para lo que Dios le llama, llevará a cabo Sus propósitos con fidelidad. El Señor entrenó cuervos para que alimentaran a Elías, durante la hambruna, y después eligió a una pobre viuda para sostenerle y hospedarle hasta que terminara la crisis. El emperador Ciro, siendo pagano, animó a los israelitas a volver a su tierra y reedificar su templo; también ayudó a financiar todo el proyecto. Dios le llamó Su siervo.


Uno de mis hermanos mayores, que es ahora un octogenario, está entre los que uno llamaría, un creyente común. Vive solo con su mujer, que tiene Alzheimer, y está totalmente liado, atendiéndola 24 horas al día, cuidando la casa y la propiedad de alrededor, que es bastante grande. Su edad limita su capacidad para poder preocuparse por otros intereses y gastos, por lo que su cuenta bancaria llegó a estar en números rojos y el dibujo de los neumáticos de su pick-up había desaparecido completamente. 

Cuando mi cuñado era más joven y gozaba de buena salud, ella limpiaba la casa de un abogado que no era creyente. Él oyó acerca del caso de mi hermano y un día se presentó en su casa y le dio un cheque por valor de 500 dólares. También liquidó su cuenta bancaria y financió unas ruedas nuevas para su vehículo. Su esposa estaba sorprendida y le dijo a mi hermano que ésta no era, para nada, una característica de su esposo. Sí señor, pero cuando el soberano Señor pone Su mano sobre una persona, de repente, se hace obediente y hace lo que no acostumbra a hacer jamás, para socorrer a un hijo de Dios.

El pastor de la iglesia a la que asiste nuestro hijo, Steve, y su familia, halló un empleo, a tiempo parcial, como funcionario de prisiones. Todos los guardias sabían que un prisionero traficaba droga, pero tenían miedo de enfrentar el problema. El pastor entró, encontró el alijo y lo confiscó. Después, cuando andaba entre las celdas, escuchaba a los prisioneros hablando, suficientemente recio, como para que les escuchara sobre lo que le podría pasar. Un moreno grandote dijo: “¡Ese blanco no tiene planes de vivir mucho tiempo!”

Antes de recibir al Señor, el pastor mismo tomaba drogas, y sabía lo que era estar en situaciones peligrosas. Sin embargo, ese paseo por el módulo de prisión le dejó estremecido en la profundidad de su alma. Antes de salir, dijo a todos: “No tengo nada contra nadie, sólo hice lo que es mi deber como guardia”. En cada prisión existen rangos de prisioneros y, por encima de todos, hay un mandamás al que todos temen. La siguiente vez que entró, el “jefe” de esa prisión fue a su encuentro y le dijo: “Tienes razón, sólo haces lo que tienes que hacer, así que no te preocupes. Nadie te va a hacer daño”. Después, al pasar por la galería, hubo un gran silencio.

“Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales”. En el bastión de la Babilonia idólatra, Dios obró en el corazón de un importante oficial a favor del judío adolescente al que el Señor amó mucho (9:23; 10:11,19. RV60). Cuando una persona anhela y determina agradar a su Señor, no importan las circunstancias en las que se encuentre, porque Él cooperará para llevarle a la santificación. No existe una situación demasiado impiadosa como para impedir la invasión del Santo omnipotente.

Aquí tenemos a un joven lejos de las influencias piadosas que habían formado su vida hasta ese momento, pero, aun así, las circunstancias no pudieron dañar ni afectar lo que había sido, sólidamente, implantado en su carácter. El ambiente pecaminoso que le rodeaba era totalmente favorable para cooperar con el mandato del emperador y, como ningún superior judío estaba para controlar sus acciones, su carne bien podría haber deseado la deliciosa comida puesta delante de él. Perfectamente, podría haber justificado su participación en el asunto. No existía ningún obstáculo ni persona que le detuviese para satisfacer su apetito, pero Daniel, sencillamente, no tocó aquella comida. ¡Que necesarios son este tipo de jóvenes cristianos, que se opongan a la perversión del día de hoy! ¡Que escasos son!

Los nutricionistas de Babilonia habían determinado la mejor dieta para alimentar a los candidatos destinados al servicio real, con el propósito de desarrollar el más alto bienestar físico y mental. El rey dio su aprobación personal y si hubiera habido alguna excepción a la orden, lo hubiese notado en los siguientes diez días. Una cosa es ponerte tú en peligro y otra es poner en riesgo la vida de otra persona. El mayordomo era responsable, al costo de su cabeza, de asegurarse de que todos se conformaran, perfectamente, con el mandato de rey.

Los hombres de Dios no tienen miedo de permitir a otros dar un paso de fe para que puedan experimentar con ellos la bendición divina. Leamos la conversación de Elías con la viuda de Sarepta: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.  Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.” (1 R.17:11-16).

El Dios de Daniel es bueno y paciente con los que todavía no han aprendido Sus caminos pero que están a punto de ver la realidad celestial por primera vez. A estos les permite ponerle a prueba. Tomando en cuenta todo lo que hemos aprendido hasta ahora, después de los diez días de prueba, en los que los jóvenes solamente tomaron legumbres y agua, hubo un brillante resultado, que demostró el hecho de que la fidelidad de Dios triunfa sobre lo mejor que ofrece el mundo. “Al cabo de los diez días su aspecto parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey”.

Por favor, entended que ésta no es una lección para ver las ventajas de ser vegetariano; no vamos a transformar esta historia en una propaganda a favor de la comida sana y natural. ¡Esta situación no es ni más ni menos que una demostración del poder de Dios, apoyando la fidelidad de estos jóvenes! ¡No suplantes las joyas de los principios espirituales con la imitación barata de los razonamientos carnales! Estamos viviendo días en los que muchos representantes de la iglesia ponen la fe de George Müeller, la cual ha sido de gran inspiración para millones, bajo un microscopio. Intentan hallar una razón psicológica o sociológica por el acto de entregar a dos mil huérfanos en las manos de Dios, sin pedir ayuda de ningún otro ser humano. No es por nada que Jesús preguntó: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc.18:8)

Si no podemos ver la Palabra de Dios con ojos espirituales, sería mejor no abrir sus páginas… “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará” (Lc.8:18). ¡Toma en serio el aviso del mismo Jesús! El que estudia las Escrituras solamente con una mente natural caerá bajo el engaño. No puede tener la percepción que pretende tener. Pero el que aprende del Libro de Texto, escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, por medio de la misma enseñanza del Espíritu, tendrá un conocimiento de los caminos de Dios que siempre irá en aumento.

Habiendo visto la realidad de la intervención divina, el mayordomo de Nabucodonosor reaccionó positivamente a su primera experiencia con el Dios de Israel. Aprendió la lección y actuó de acuerdo con lo que había vivido, dispuesto a poner su vida en peligro. Confiando en Él, estaba seguro de que el Dios viviente defendería su decisión. No debemos subestimar su entrega; estaba desafiando la orden de la autoridad más alta en la tierra.

No tienes la opción de gozarte de las historias bíblicas si no las aplicas personalmente. Así, desperdiciarás la incomparable doctrina que Dios ha dado al hombre, que no se encuentra en ningún otro lugar sobre la tierra. Están en la Biblia como lecciones que tenemos que aplicar a nuestras vidas y permitir que sean nuestras experiencias personales. La historia de Daniel y sus tres compañeros tiene que ser también nuestra historia.

Ellas nos enseñan los caminos de Dios, que son mucho más elevados que los nuestros. Los caminos de los hombres, además de ser inferiores a los de Dios, son contrarios a los Suyos. Nuestra naturaleza caída ha arruinado nuestra mentalidad, nos hemos conformado a este siglo, y tenemos que ser transformados “por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:2). Este es el mandamiento de Pablo a los creyentes y habla de un proceso que continúa durante toda la vida. Los discípulos demostraban que, a pesar de su sinceridad, no veían las cosas como Cristo las veía. Pedro mostró, incluso después de ser bautizado en el Espíritu Santo, que necesitaba ser corregido en su manera de pensar (Gál.2:11-21).

17.  A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia en toda clase de literatura y sabiduría; además Daniel entendía toda clase de visiones y sueños. 
18.  Al cabo de los días que el rey había fijado para que fueran presentados, el jefe de los oficiales los trajo ante Nabucodonosor. 
19.  El rey habló con ellos, y de entre todos ellos no se halló ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; entraron, pues, al servicio del rey. 
20.  Y en todo asunto de sabiduría y conocimiento que el rey les consultó, los encontró diez veces superiores a todos los magos y encantadores que había en todo su reino. 
21.  Daniel estuvo allí hasta el año primero del rey Ciro. 

Los cuatro hebreos fueron capacitados divinamente, aparte de su inteligencia y talentos naturales. La mente carnal verá a Sansón como un gigante musculoso; el estudiante de Dios le verá con un físico normal, revestido del omnipotente Espíritu Santo. En cuanto a estos jóvenes, el texto lo declara claramente: “Dios les dio conocimiento e inteligencia”. Daniel fue especialmente dotado, siendo sólo un adolescente, con el Espíritu de la profecía. Obviamente, ellos poseían algo más que “un accidente genético”, como dijo Oswald Chambers… es decir, más que los atributos que habían heredado de sus padres al nacer.

Nabucodonosor II
El jefe de los eunucos, habiendo sido testigo de la intervención divina, trajo estos modelos, formados por el favor celestial, ante el rey. Nabucodonosor tuvo una entrevista con todos los candidatos, pero lo más excelente del mundo no puede competir con los dones del Espíritu. “Entraron, pues, al servicio del rey”, mientras que los demás tomaron posiciones inferiores. Estos cuatro adolescentes se distinguieron poderosamente, no solamente sobre los otros candidatos jóvenes, sino también sobre “todos los magos y encantadores que había en todo su reino”. Si quieres aproximarte al valor de lo que el cielo ha preparado, tienes que multiplicar por diez el talento y las capacidades de cualquiera sobre la faz de la tierra… “Los encontró diez veces superiores”.

Si queremos servir a los propósitos eternos de Dios no podemos conformarnos con menos. A quien Él llama, Él también le capacita. Cada siervo de Dios tiene que ser fortalecido por el Espíritu Santo. Jesús dijo a su desastrado equipo de pescadores galileos, cobradores de impuestos, activistas rebeldes, mujeres comunes, y cualquier otra profesión que estaba representada entre los 120 que esperaban en el aposento alto: “Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros…” (Hch.1:8). Ellos trastornaron al mundo.

“Edificaré mi iglesia” (Mt.16:18) … este fue el alto y poderoso propósito de Cristo para los siguientes dos mil años. El libro de los Hechos cuenta el comienzo de la historia y desarrolla el relato de la obra sobrenatural que se esparció desde Jerusalén hasta Europa; invadió la capital del Imperio Romano y plantó una iglesia en sus entrañas. La iglesia es la novia celestial que reinará con Cristo. Las capacidades humanas más altas son indignas para tal labor. Cada miembro del cuerpo de Cristo tiene que ejercitar los dones celestiales para poder andar en ello. 

Lo que hace al mundo creer es cuando ve la presencia divina en la iglesia. “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí” (Jn.17:23). No tiene que ver con la intención de unir a los cristianos, sino con la unidad con el Padre y el Hijo. La vida sobrenatural del Hijo, brillando a través de la vida de un creyente, es lo que asombrará al incrédulo. Esto es lo que significa ser un testimonio para Cristo.

¿Dónde está el poder? ¿Dónde está la unción? Estas son mis preguntas. No estamos completando la tarea que Dios nos ha dado, no importa el éxito externo y numérico que aparentemos tener. Tenemos que reconocer que estamos en bancarrota y dar a la reunión de oración la prioridad que merece sobre toda la actividad cristiana. Tenemos que orar hasta que la iglesia vibre una vez más con el poder celestial. Tenemos que ver a la gente impía atemorizada bajo la convicción del Espíritu Santo. Tenemos que ver conversiones violentas. Tenemos que ver las reuniones adornadas con el ambiente del cielo. ¿Puede acontecer otra vez? Tiene que pasar otra vez antes de que toda la labor se pierda en el laberinto de un empeño meramente humano.

Daniel estuvo delante del rey, sobrevivió, y continuó en la corte real hasta el reino del persa, el rey Ciro. La obra que Dios hace en el hombre permanece. “El que persevere hasta el fin, ése será salvo” (Mt.10:22), no porque la perseverancia salva, ¡sino porque la salvación de Dios persevera!

Hoy en día existe demasiada confianza en la decisión y determinación humanas, y poca evidencia de una obra genuina y perdurable de Dios. No me digas, por favor, que es normal que un gran número de líderes cristianos fracasen en el pecado. No es normal: es una evidencia de que existe demasiada falsedad entre nosotros. Daniel estuvo representando el Reino de Dios ante Nabucodonosor. Estuvo ante Belsasar, interpretando fielmente lo que había sido escrito en la pared. Estuvo cuando los persas derrocaron a los babilonios, sirvió a Dario, y continuó hasta el reino de Ciro. ¡La obra genuina de Dios en un varón, perdura!


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