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Lowell Brueckner

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Comparando dos obras

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Una semejanza curiosa entre dos películas

La obra El código de Da Vinci es una obra por Dan Brown, totalmente blasfema, por un autor que aborrece a Cristo. El Hijo de Dios es una película aprobado por muchos evangélicos. De vez en cuando, uno se enfrenta con el título El código de Da Vinci. Hace poco, decidí ver la película. Varias veces, mientras estuve viendo, pensaba en apagarla por lo anticristo que era, pero esperando que quizás cambiaría el tema, seguí observando hasta el triste fin. No lamento totalmente haberlo aguantado, porque me hizo pensar en otra película, El Hijo de Dios. Hace tres o cuatro años, muchos “evangélicos” la recomendaban con entusiasmo. Más adelante volveré hablar de ellos.

Para ti que no ha visto o leído El código de Da Vinci, no recomiendo para nada que lo hagas. Un pastor de la iglesia de Moody, Erwin Lutzer, dijo que es el ataque más formidable contra el cristianismo histórico que él personalmente haya conocido en sus 30 años de ministerio. Escribió un libro desafiándolo, titulado El engaño de Da Vinci, y otros evangélicos también han escrito contra esta mentira desastrosa. Puedes fácilmente conseguir una película, basada sobre el libro que recomiendo a la derecha de este párrafo, que también refuta El código de Da Vinci.


No quiero meterme mucho en los detalles del libro de Brown, solamente diré que intenta desacreditar la divinidad de Jesús. Brown también intenta convencer a sus lectores que el libro se basa en hechos y documentos legítimos. La verdad es que el libro es enteramente ficticio y Brown solamente ha hecho una investigación suficiente profundo, como para que su libro sea peligroso. Sus argumentos son fácilmente rebatidos por cualquier estudiante de la historia de la iglesia. Su pretendida prueba mayor es la famosa pintura por Leonardo Da Vinci de la última cena, en la cual, según Brown, María Magdalena es presentada, justo a la derecha de Cristo, en lugar del discípulo Juan. Juan no tiene barba, pero Da Vinci mismo explicó que hizo su dibujo de Juan de otras fuentes diferentes, y porque Juan fue joven, muchas veces los artistas le presenta así. La última cena pinta la escena, donde Jesús anuncia la traición de Judas y Pedro está pidiendo a Juan que pregunte a Jesús quien sea él que le entregaría.

Dan Brown sacó su material más importante de los llamados “evangelios” gnósticos, los cuales la iglesia ha rechazado como espurios sobre las generaciones. La blasfemia horrible de El código Da Vinci está en la suposición que María Magdalena fue la esposa de Jesús y dio luz a una hija, después de Su muerte. La idea es repugnante para mí y aun repetirla me da asco. No quiero dar más detalles.

La indiferencia entre cristianos evangélicos

Además, mi razón por escribir este artículo corto no es para enfatizar El código de Da Vinci, que el cristiano fácilmente discernirá como falso, si no está entre las personas más crédulas del mundo. Sin embargo, me hizo recordar de un artículo que escribí en este blog el 7 de marzo, 2014, sobre la película, El Hijo de Dios. Ésta fue aceptada y alabada por muchísimos evangélicos.

Algunos declaraban que era una herramienta evangelística, aunque el evangelio no fue claramente presentado en la película. Lo que yo encontré curioso y semejante en las dos películas fue la importancia dada a María Magdalena. Reconocemos con afecto la posición positiva dada a esta mujer en los Evangelios y seguramente honramos lo que leemos sobre su vida y devoción a Cristo.

Sin embargo, en El Hijo de Dios, la es dado un papel prominente y constantemente aparece con los doce apóstoles, mucho más allá de lo que vemos en los cuatro Evangelios. Casi da la idea que ella es el 13º discípulo. Por ejemplo, la película la pone en el barco, cuando estaba en peligro de hundirse y Jesús vino andando sobre las aguas. ¡Ella entra la tumba vacía con Pedro y Juan! No solamente está entre los discípulos, sino que es superior a los doce, porque les reprende por su falta de fe. Heroicamente defiende a Cristo cuando está sobre la cruz. Tengo que cuestionar el motivo que tenían los escritores, al darla esa prominencia.  Parece que va en la misma dirección que tomó Dan Brown al crear una diosa de María Magdalena.

El título mismo, El Hijo de Dios, es erróneo, porque deja dudas sobre los atributos divinos de Jesús. Él se sorprende, en la última cena, al entender que Judas le va a entregar. Muchas veces, la película se aleja de la verdad bíblica, por ejemplo al estar dentro de la tumba de Lázaro con Marta, ¡haciéndole resucitar con un beso en la frente! La Biblia, por supuesto, le tiene fuera de la tumba, clamando, “¡Lázaro, ven fuera!”

La popularidad de esa película me conduce a uno de dos conclusiones. 1) Cristianos son tristemente ignorantes del contenido del Nuevo Testamento o 2) son indiferentes sobre la importancia de la correcta exposición literal de la Palabra de Dios. No toman en serio un mandamiento que Dios nos ha dado varias veces en la Escritura que avisa seriamente que nada debe ser añadido o quitado de lo que es escrito (Dt.4:2; 12:32; Pro.30:6; Ap.22:18-19). Quizás son correctas las dos conclusiones. Espero que muchos de vosotros estáis avisados del estado casi apóstate de lo que es la iglesia evangélica en el Siglo XXI. Si no estás de acuerdo con lo que he comentado, favor de no intentar de discutirlo conmigo. Solamente siento lástima por ti y pregunto si tu fe es genuina. 

Estamos en días de engaño, en los cuales es imperativo que el creyente desarrolla una teología sólida y completa. Quiero retar a cada lector a una meta de leer la Biblia entero, cuando menos una vez en los siguientes 12 meses. Hay muchos planes al alcance que te ayuda hacerlo.

También me impresiona que los jóvenes que están en el instituto o la universidad necesitan pasar muchas horas, estudiando seriamente la verdad de la Biblia, para compensar por las horas que están expuestos a espíritus de humanismo secular a través de profesores incrédulos. Os recuerdo que las formas más altas de preparación sobre este planeta y todos los libros encontrados en una biblioteca no os pueden llevar más allá de un cementerio. No importa a que inteligencia hemos llegado o cuantas posesiones tenemos adquirido, en el cementero es donde todo lo mundano queda. ¿Hay quien quiere discutir el asunto? Solamente la Biblia te puede mostrar como llegar más allá de ese destino y llevarte a una gloria inefable que permanece para siempre.

Pablo nos da unos consejos, absolutamente necesarios, para los días que están delante de nosotros: “Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.” 



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