La iglesia en Filadelfia
7.
Y escribe al ángel
de la iglesia en Filadelfia: El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice esto:
8.
Yo conozco tus
obras. Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar,
porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi
nombre.
9.
He aquí, yo
entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos no lo
son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y
sepan que yo te he amado.
10. Porque has guardado la palabra de mi perseverancia,
yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir
sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra.
11. Vengo pronto, retén firme lo que tienes, para que
nadie tome tu corona.
12. Al vencedor le haré una columna en el templo de mi
Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el
nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de
mi Dios, y mi nombre nuevo.
13. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a
las iglesias.
Una historia de Filadelfia
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Alașehir, Turquía, el sitio del antiguo Filadelfia |
Antes de adentrarnos, históricamente, en la ciudad de Filadelfia, su
mensaje y lo que significa para la historia de la iglesia, quisiera escribir lo
que mueve mi corazón en este momento. Justo, por la mañana, vi a nuestra nieta,
Jessica, interpretar con señas una canción contemporánea de Navidad para sordos,
“Noel”, y quedé prendido por una sencilla
línea: “¡Ven y ve lo que Dios ha hecho!” Sí,
mira a este infante recién nacido, en un pesebre, en un lugar para los animales,
a un lado del mesón. Mira en ese cuerpecito, a Alguien que el mundo jamás había
visto… algo que solamente Dios pudo hacer: “He
aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel” (Is.7:14).
Justo después de ver a Jessica, abrí mi Biblia en Isaías 64 para preparar
la grabación de un programa de radio; una serie de estudios expositivos sobre
el gran profeta inspirado. En el programa anterior, habíamos estudiado los
últimos versículos del capítulo 63: “Nuestros
adversarios han pisoteado (tu santuario). Hemos venido a ser como aquellos
sobre los que nunca gobernaste, como aquellos que nunca fueron llamados por tu
nombre” (Is.63:18-19).
En el capítulo 64, el profeta clama con un apasionado y desesperado ‘¡Oh!’…
“¡Oh, si rasgaras los cielos y
descendieras, si los montes se estremecieran ante tu presencia (como el fuego
enciende el matorral, como el fuego hace hervir el agua), para dar a conocer tu
nombre a tus adversarios, para que ante tu presencia tiemblen las naciones!” (Is.64:1-2).
Es un llamado pidiendo un reavivamiento, una visitación celestial sobre la
tierra para experimentar días del cielo sobre ella. Al terminar el programa,
mandé un texto al técnico de la emisora: “Pedro,
me parece que la palabra para la iglesia, hoy en día, es reavivamiento. Al
menos, así lo siento yo”.