- Pues bien, he tomado todas estas cosas en mi corazón y declaro todo esto: que los justos y los sabios y sus hechos están en la mano de Dios. Los hombres no saben ni de amor ni de odio, aunque todo está delante de ellos
- A todos les sucede lo mismo: Hay una misma suerte para el justo y para el impío; para el bueno, para el limpio y para el inmundo; para el que ofrece sacrificio y para el que no sacrifica. Como el bueno, así es el pecador; como el que jura, así es el que teme jurar.
- Este mal hay en todo lo que se hace bajo el sol: que hay una misma suerte para todos. Además, el corazón de los hijos de los hombres está lleno de maldad y hay locura en su corazón toda su vida. Después se van a los muertos.
- Para cualquiera que está unido con los vivos, hay esperanza; ciertamente un perro vivo es mejor que un león muerto.
- Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna recompensa, porque su memoria está olvidada.
- En verdad, su amor, su odio y su celo ya han perecido, y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace bajo el sol.
La esperanza de los vivos
Te recuerdo
que tenemos que permanecer dentro de la esfera que el predicador está
presentando: la vida bajo el sol. Él
tiene una obra que llevar a cabo y lo está haciendo fielmente a través de lo
que escribe. Tendremos serios problemas si formamos nuestra doctrina espiritual
sobre la interpretación literal de algunas de sus observaciones terrenales y
naturales.
El rey habla
francamente acerca de su propia experiencia, que le da autoridad y, por
consiguiente, da peso a su punto de vista. Probablemente, nunca antes nadie estuvo
mejor capacitado para dar este mensaje. Tenemos que tomar en cuenta la primera
declaración antes de poder añadir más. Todo lo que no podemos observar bajo el
sol, tenemos que dejarlo en las manos de Dios, porque lo que concluimos
humanamente es solamente según el entendimiento limitado de lo que vemos y
sabemos. En el último capítulo, vimos que la calamidad no es necesariamente una
señal del aborrecimiento de Dios; como tampoco son la prosperidad y la salud señales
de Su amor. ¿Qué lección tenemos que aprender entonces? Tenemos que vivir la
vida de fe confiando en Dios y depositar nuestras vidas y nuestro futuro totalmente
en Sus manos (v:1).