Capítulo 12
La verdad básica involucrada en los dones espirituales
1.
No quiero, hermanos, que
ignoréis acerca de los dones espirituales.
2.
Sabéis que cuando erais
gentiles, se os extraviaban llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.
3.
Por tanto, os hago saber que
nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede
llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
4.
Ahora bien, hay diversidad
de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5.
Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo.
6.
Y hay diversidad de
operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
7.
Pero a cada uno le es dada
la manifestación del Espíritu para provecho.
En el versículo 1, la palabra dones no
aparece en el griego original, dice, simplemente, espirituales. Nos ayudará a entender el tema ver algunos sinónimos de
esta palabra. Transcribo los siguientes del Diccionario Griego de Strong en
español: no-carnal, sobrenatural,
regenerado. Nuestro tema no es algo humano; es sobrenatural, perteneciente
a la naturaleza nueva, regenerada y espiritual. Sin embargo, en el versículo 4,
si tenemos la palabra dones en
griego, por eso, es correcto pensar y hablar de dones espirituales. Estos no tienen que ver con nuestro ser natural,
ni mental, lo que hemos poseído desde el nacimiento. Oswald Chambers comenta en
su libro, En Pos de lo Supremo, que los dones espirituales no son
accidentes de los genes recibidos de nuestros padres. En otras palabras, no son
talentos o capacidades naturales. Son otorgados directamente por Dios a la
persona regenerada.
Pablo nos conduce al estudio de los dones espirituales enfatizando una
verdad básica, en el versículo 3. Creo que esto nos ayudará a entender lo
básicos que son los dones también. Ya desde el principio, en Génesis 4:26,
tenemos a personas invocando el nombre del Señor: “Comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor” (LBLA), y en
12:8; Abram específicamente, “edificó
allí un altar al Señor, e invocó el nombre del Señor” (LBLA, El nombre Jehová
significa el Señor). Esto es muy
significativo, al comenzar la enseñanza de Pablo, saber que “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por
el Espíritu Santo”. El hombre
natural no puede decirlo sinceramente porque tiene una naturaleza caída. La
declaración del señorío de Cristo es una obra del Espíritu Santo en el ser
humano.