Un estudio expositivo del libro de Hebreos
Capítulo 3
1. Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;
2. el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.
3. Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo.
4. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.
5. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
6. pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.
Un intento de comparar lo que es incomparable
Los judíos creyentes luchaban por abandonar
su antigua historia hebrea, que conocían muy bien. La mano de Dios estaba, de
forma poderosa y notable, en todo lo que habían aprendido desde su niñez. El
encargo del escritor fue demostrar que, lo que Dios hizo por medio del
evangelio, fue mucho más grande que su pasado. Se dirige a ellos como, hermanos santos, con un llamamiento
presente del cielo. Dios les había separado del mundo que les rodeaba y, por
esa razón, su nación (judía) les odiaba. Tenían que ver todo esto como un alto
privilegio.