Ahora, vamos a abrir las Biblias, orar que Dios nos de claridad, y empezaremos estudiar las maravillas de Dios. Creo que sea conviniente abrir tu propia Biblia para ver lo que dice con tus propios ojos. Será necesario para poder entender de lo que escribo, porque no vamos a incluir el texto entero.
Capítulo 4
Cuando, en mi juventud, el Señor me hizo rendirme a Él, empecé a estudiar seriamente las Escrituras. Mis padres me ayudaron aportándome un Manual bíblico de Halley y una Concordancia Strong Exhaustiva. Hallé la Autobiografía de Charles Finney en la biblioteca personal de mi padre, que todavía la tengo. Devoré el libro y se lo presenté a los de mi clase de Escuela Dominical de niños adolescentes, capítulo por capítulo. En el libro, Finney, a menudo, escribía los sermones que había predicado en los avivamientos que hubo en el estado de New York, y uno de ellos fue sobre Jeremías 4:3: Arad campo para vosotros.
El Israel norteño ya ha caído en las manos de Asiria, pero si quiere volver a su patria, primeramente, tiene que volverse al Señor. Es Su tierra, que ha sido prestada a Israel, así que el habitante tiene que jurar – “Vive Jehová”, y reconocer Sus atributos de verdad, juicio y justicia. Él reinará desde esta tierra. El mundo entero se gloriará en Su reino y además hallará bendiciones espirituales para sí mismo.
En el tercer versículo de este capítulo, el Señor empieza a hablar específicamente a Judá y a Jerusalén. Judá ha escapado de la invasión de los asirios, en la cual ha caído el reino del norte, pero Nabucodonosor ya está en camino desde Babilonia hacia Jerusalén. Dios les habla en un lenguaje que ellos entienden, por ser una nación dedicada a la agricultura; si la gente de la ciudad no trabaja la tierra, seguramente negocia con sus productos. Espiritualmente, los judíos son como una tierra sin cultivar, produciendo lo que brota de sí mismos. No pueden producir una cosecha sobre una tierra llena de espinos. Jesús ilustró en una de Sus parábolas que la buena semilla sería ahogada por ellos (Mt.13:22). Dijo que los espinos son los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas.
La razón de la existencia humana es dar fruto para Dios, y el corazón no puede ser productivo mientras esté dedicado a lo suyo. Tiene que ser cultivado para poder recibir las cosas de Dios. Después el Señor da a Judá una ilustración sobre su práctica religiosa de la circuncisión física, para hacerle ver qué es la separación de los deseos del mundo y sus ídolos. Le advierte sobre lo que significa experimentar Su ira, que es como fuego inextinguible, provocado por su mala manera de vivir (v.4). ¡El Dios del Antiguo Testamento se preocupa de la devoción que mana del corazón!