Capítulo 29, parte1
La palabra de Dios dirigido a los
que están en una situación difícil
1.
Éstas son las palabras de la carta que el profeta
Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron
transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que
Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia
2.
(después que salió el rey Jeconías, la reina, los del
palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices
y los ingenieros de Jerusalén),
3.
por mano de Elasa hijo de Safán y de Gemarías hijo de
Hilcías, a quienes envió Sedequías rey de Judá a Babilonia, a Nabucodonosor rey
de Babilonia. Decía:
4.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a
todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia:
Este capítulo es una carta escrita por Jeremías a los cautivos en Babilonia
(v.1).
Hace años, nuestro hijo, David, dio algunos consejos importantes en un
sermón sobre este capítulo, los cuales me gustaría que no quedasen en el olvido.
Empezó con la siguiente pregunta: “¿Cómo tratas tú con las pérdidas de la
vida?”
Será bueno repasar brevemente la causa por la cual fue escrito este libro, que
fue la de ver el propósito de Dios para Su pueblo, por el cual mandó a Jeremías
que lo escribiera, y también la de ver la actitud del profeta mientras escribe.
Sabemos que el juicio vino sobre ellos por sus pecados, después de que Dios les
mandara muchos avisos. Tendrán que pasar por una durísima disciplina, pero hallaremos
una esperanza maravillosa aquí y grandes instrucciones para cualquier situación
similar en nuestras vidas. Jeremías escribió a los ancianos, sacerdotes,
profetas y a la gente común, a todos los que Nabucodonosor llevaba a Babilonia,
junto con el rey Jeconías y su madre (v.2). Todos, desde los labradores de la
clase media, artífices e ingenieros, los eunucos del palacio, y hasta los
importantes príncipes, todos ellos lo habían perdido todo y tenían que sobrevivir
en una tierra extraña.

Permitamos que David nos ayude a entender el dilema de estos israelitas, y
quizás nos sorprendamos al ver que no es muy diferente a lo que enfrentaremos
en el futuro, e incluso a lo que alguno pueda estar experimentando ahora (v.4).
¿Qué pasa cuando la vida se desvía por un camino que no planeabas tomar y te
deja en una condición que no puedes arreglar?
Dijo: “Entramos en este planeta sin nada en las manos, pero con el paso del
tiempo acumulamos posesiones, relaciones y conocimiento. No debemos aferrarnos
a estas cosas fuertemente, sino palparlas sin apretar, como si fueran préstamos
de Dios, porque cuando dejemos esta tierra, nuestras manos estarán vacías otra
vez; la mortaja no lleva bolsillos.”