1. Oyeron Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:
2. Así ha dicho Jehová: El que se quedare en esta ciudad morirá a espada, o de hambre, o de pestilencia; mas el que se pasare a los caldeos vivirá, pues su vida le será por botín, y vivirá.
3. ha dicho Jehová: De cierto será entregada esta ciudad en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará.
4. Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal.
5. Y dijo el rey Sedequías: He aquí que él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros.
6. Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno.
Ambos, Jucal y Pasur, rechazaron la palabra del Señor que Jeremías les había entregado. Sedequías envió a Jucal en el capítulo 37:3 y a Pasur en el 21:1 para consultar al profeta. Gedalías, hijo de Pasur, no es el Gedalías, hijo de Safán, amigo de Jeremías, que fue designado por el emperador como gobernador sobre la tierra. Este Gedalías es, posiblemente, el hijo del Pasur mencionado en 21:1 también. No tenemos ninguna certeza sobre quien es Sefatías (v.1).
Jeremías recibió, de parte del Señor, la comisión de dar al pueblo una
opción, abierta y públicamente, para su propio beneficio, el único bien que podían
esperar en medio de la crisis. Esta opción es cuestión de vida o muerte. Ellos
pueden elegir seguir viviendo, sin ningún otro bien. La otra opción es morir
por la espada, la hambruna o la pestilencia. Jeremías menciona estas tres
maneras de morir varias veces en el libro.
Dios sabe que no existe ninguna escapatoria del asedio de Babilonia contra Jerusalén. No es tiempo de ir a la batalla contra el ejército enemigo, porque Dios mismo peleará contra ellos en Su ira. La resistencia es inútil y, de hecho, fatal, así es que, el mejor consejo que se puede dar al pueblo es que se rinda voluntariamente. Leemos el mismo consejo en el versículo 2, y también en el capítulo 21:8-9.