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Lowell Brueckner

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Salvado de una cisterna

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Capítulo 38

 

El rey abandona a Jeremías 
en manos de príncipes malignos

        1.    Oyeron Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo: 

             2.      Así ha dicho Jehová: El que se quedare en esta ciudad morirá a espada, o de hambre, o de pestilencia; mas el que se pasare a los caldeos vivirá, pues su vida le será por botín, y vivirá. 

            3.      ha dicho Jehová: De cierto será entregada esta ciudad en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará. 

4.      Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal. 

5.      Y dijo el rey Sedequías: He aquí que él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros. 

6.      Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno. 

 Ambos, Jucal y Pasur, rechazaron la palabra del Señor que Jeremías les había entregado. Sedequías envió a Jucal en el capítulo 37:3 y a Pasur en el 21:1 para consultar al profeta. Gedalías, hijo de Pasur, no es el Gedalías, hijo de Safán, amigo de Jeremías, que fue designado por el emperador como gobernador sobre la tierra. Este Gedalías es, posiblemente, el hijo del Pasur mencionado en 21:1 también. No tenemos ninguna certeza sobre quien es Sefatías (v.1).

Jeremías recibió, de parte del Señor, la comisión de dar al pueblo una opción, abierta y públicamente, para su propio beneficio, el único bien que podían esperar en medio de la crisis. Esta opción es cuestión de vida o muerte. Ellos pueden elegir seguir viviendo, sin ningún otro bien. La otra opción es morir por la espada, la hambruna o la pestilencia. Jeremías menciona estas tres maneras de morir varias veces en el libro.  

 Dios sabe que no existe ninguna escapatoria del asedio de Babilonia contra Jerusalén. No es tiempo de ir a la batalla contra el ejército enemigo, porque Dios mismo peleará contra ellos en Su ira. La resistencia es inútil y, de hecho, fatal, así es que, el mejor consejo que se puede dar al pueblo es que se rinda voluntariamente. Leemos el mismo consejo en el versículo 2, y también en el capítulo 21:8-9.

La verdad trae persecución

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                               Capítulo 37

 

Sedequías espera que Jeremías le apoye

     1.   En lugar de Conías hijo de Joacim reinó el rey Sedequías hijo de Josías, al cual  Nabucodonosor rey de Babilonia constituyó por rey en la tierra de Judá. 

           2.      Pero no obedeció él ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales dijo por el profeta Jeremías. 

           3.      Y envió el rey Sedequías a Jucal hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios. 

4.      Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo; porque todavía no lo habían puesto en la cárcel. 

5.      Y cuando el ejército de Faraón había salido de Egipto, y llegó noticia de ello a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, se retiraron de Jerusalén. 

6.      Entonces vino palabra de Jehová al profeta Jeremías, diciendo: 

7.      Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto. 

8.      Y volverán los caldeos y atacarán esta ciudad, y la tomarán y la pondrán a fuego. 

9.      Así ha dicho Jehová: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: Sin duda ya los caldeos se apartarán de nosotros; porque no se apartarán. 

10.  Porque aun cuando hirieseis a todo el ejército de los caldeos que pelean contra vosotros, y quedasen de ellos solamente hombres heridos, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán esta ciudad a fuego. 

A veces nos hemos referido al hijo de Joacim como Joaquin, pero Jeremías normalmente le llama Jeconías, que abreviado es Conías. Le llama como el Señor en el capítulo 22 (v.24), Conías, quitándo el prefijo “Je”, en señal de desprecio, porque Je significa Jah o Jehová. Jeconías significa El Señor establece, pero Jeremías no vio nada del establecimiento de Dios en su vida y reinado. Así que, tanto Jeremías como el Señor, le llaman Conías.

 2 Crónicas 36:9 nos dice que Joaquín o Jeconías fue rey a la edad de ocho años, pero 2 Reyes 24:8 dice que tenía dieciocho. Algunos piensan que el escritor de Crónicas cometió un error sobre su edad. Otros piensan que su padre le hizo reinar con él y así le preparó para reinar solo en el futuro. Yo prefiero creer que esto último fue la razón de la discrepancia entre los dos relatos, mejor que concluir que hubo un error en la Escritura. Lo que sí sabemos seguro es que Jeconías reinó solamente durante tres meses. Ya tenía esposas (2 R.24:15) y las crónicas de los reyes demuestran que también tenía descendencia (1 Cr.3:16).

 Quisiera evitar lo más posible la cronología de este libro porque es extremadamente complicada. Por eso he tratado de concentrarme en el contenido de los mensajes y profecías. Sin embargo, a veces, es necesario mencionar los diferentes reinos durante los cuales profetizó Jeremías. Después de los capítulos 35 y 36, cuyos hechos ocurrieron durante el reinado de Joacim, vemos que el capítulo 37 ocurrió durante el reinado de Sedequías. Nabucodonosor llevó a Jeconías a Babilonia después de haber reinado exactamente tres meses y diez días, y le reemplazó por su tío, Matanías, al que llamó Sedequías (v.1), a la edad de veintiún años. Él es el tercer hijo de Josías, que reinó en Judá y es del linaje real de David. Este se rebeló contra el emperador babilónico y, al hacerlo, rompió el voto que había hecho delante del Dios verdadero (2 Cr.36:13), al jurar lealtad a Nabucodonosor. 

El primer libro de Jeremías

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Capítulo 36

 

La palabra verbal no es suficiente

      1.      Aconteció en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 

      2.      Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy. 

3.      Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado. 

4.      Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado. 

 No me es difícil creer que Jeremías era aún un adolescente cuando Dios le llamó al ministerio profético. Los comentaristas, a los cuales cito a menudo, creen que era muy joven. Adam Clarke calcula que tenía solo catorce años. La primera alusión a su edad está en la palabra hebrea usada, en señal de protesta, cuando Dios le llamó: “Soy niño” (1:6). La palabra es nahar, y niño es la traducción correcta.

 Algunos comentaristas piensan que Jeremías estaba exagerando respecto a su juventud, pero creo que tales maneras de asumir las cosas conducen al error. Debes cuidarte de leer comentaristas que insinúan que los escritores de la Biblia exageraban, e incluso les tachan de ser mentirosos. Su ejemplo comprueba que hay mucha maldad mezclada con incredulidad. Sus conclusiones son una burla a la declaración ungida de Pedro: “Santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo(2P.1;21). El libro de Daniel dice claramente que llevaron a Daniel y a sus tres compañeros a Babilonia poco tiempo antes de que Jeremías escribiera los capítulos 35 y 36. Algunos teólogos liberales enseñan que Daniel apareció en la historia mucho más tarde. Si fuera en el tiempo que ellos pretenden, sus profecías hubieran sido históricas y no futuras.

 No debe sorprendernos que Dios llamara a Jeremías y a otros siendo muy jóvenes. Samuel era un niño; seguramente no tenía más de doce años cuando Dios le dio un mensaje muy fuerte para Elí y sus hijos. David, el más joven de los ocho hijos de Isaí, tenía que ser adolescente cuando Samuel le ungió como rey. José tenía diecisiete años cuando llegó a Egipto como esclavo, e inmediatamente empezó a manifestarse la mano de Dios sobre él. Ya mencioné a Daniel y a sus tres compañeros adolescentes, que fueron llevados a Babilonia. Dios también llamó a Isaías, Oseas y Zacarías, cuando eran jóvenes.