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Lowell Brueckner

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Causas y características de una organización

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"¿Busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo."
Gálatas 1:10


"Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres."
1 Corintios 7:23


Es verdad que a veces, al hablar Jesús del Reino de Dios, incluía lo que era externo y visible, junto con lo que era real y eterno. Eso es obvio especialmente en las parábolas de Mateo, capítulo 13. Casi todo el capítulo se concentra en demostrar que no todo lo que es relacionado a las cosas de Dios visiblemente y palpablemente, es en verdad de un valor y orden eterno. Empiece con la parábola del sembrador y por ella demuestra que no toda la semilla del Reino trae fruto eterno. Habló del Reino como un red, que cogía especies buenas y malas de peses. Enseñó sobre el Reino, como un tesoro escondido en un campo. Todo el campo es comprado para conseguir el tesoro, pero por supuesto, no todo el campo es un tesoro. Afirmó que entre el buen trigo, iba a crecer la cizaña inútil. Ilustró como un grano de mostaza creció de forma anormal, más allá de la intención de él que lo sembró. De igual manera, la levadura es metida en una medida de masa y su tamaño excede su valor substancial.

Sin embargo, ante los fariseos, cuando llegó el tiempo separar lo externo y visible de lo que era interno y espiritual, Jesús les dijo, "El reino de Dios no viene con señales observadas o con demostraciones visibles. La gente no dirá, ¡Mirad! ¡Aquí! o ¡Mirad allí! Porque he aquí el reino de Dios está dentro de vosotros - en vuestros corazones" (Lucas 17:20-21, Versión amplificada. Anotación: la preposición griega utilizada en esta versión, dentro, se encuentra solamente una vez más en el Nuevo Testamento - donde Jesús dijo, "Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato…" Mateo 23:26.) Ante Pilato, Jesús redujo las cosas a los términos más básicos al anunciar, "Mi reino no es de este mundo….." (Juan 18:36)

Poesías por Karyn

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Karyn
(Estas poesías son traducidas de inglés a español. Solo la primera creo ha sido traducida con la rima y todo. Sobre todo, lo que quiero trasmitir son los pensamientos ricos y inspirados de una persona que ha experimentada lo que escribe. Es Karyn, nuestra nuera, y esposa de Steve, que vivian en Alaska en una aldea solamente accesible por avión. Tienen cuatro hijos. Ahora han mudado a Arkansas... 2016)

UN PADRE BUENO Y FIEL

Un niño formidable y maravilloso creado,
Con gentileza has puesto a mi cuidado.
Una herencia preciosa enviada por el Señor,
El fruto del vientre, un galardón del que no soy merecedor.
Oh Señor, ¡qué bendición! ¿Qué muestra de agradecimiento esperas que te presente?
“Que sea sabio, no un insensato, y ande prudentemente.
Que no sólo le instruyas en el camino en que debe andar,
Sino que de palabra y hecho el camino correcto le has de mostrar.
Toma ahora esta flecha de tu aljaba y apunta,
Dirígela hacia mi vereda apartada, y no te burles de mi nombre nunca.”

“Muéstrale mi ley perfecta, mi testimonio fiel,
Que el temor de Mí es limpio y por siempre permanecerá él.
Ayúdale a amarme y con todo su corazón buscarme,
No seas perezoso, no es demasiado pronto para empezar a enseñarle.
Escribe en los postes de tu casa; asegúrate que soy bien conocido,
Mientras su corazón es como una esponja, satura de mi palabra al niño.
Enséñale fielmente mis preceptos guardar,
Se diligente con este niño; lo que siembres, vas a cosechar.
Aprovecha bien el tiempo, busca primero mi reino con todo tu ser,
El estará observando donde tu sacias tu sed”.

“No necesitarás decirle que yo soy la autoridad de tu vida,
Porque él se fijará si me das o no la prioridad debida.
Juntos, de rodillas, venid y adorad delante de mi trono,
Hasta que él por su propia cuenta aprenda a venir solo.
No te afanes, ven con él en oración,
Y con acción de gracias compartidme vuestras peticiones con devoción.
Cuando él sea quebrantado y pida salvación,
No desprecies la sencillez e inocencia de su joven corazón.
La obra que empezaré cuando a mí se vaya a entregar,
Seré fiel en terminarla, pero tú a Mí te tienes que sujetar.”

“Lo que requiero es que andes delante de mí con humildad,
Descubre lo que me agrada y no te canses de mis caminos jamás.
Este pequeño tesoro lo he encomendado a ti,
Te nombraré un padre fiel y bueno si tú lo inviertes en mí.
Y no sólo de este niño que tu nombre ha heredado,
Sino que de uno que nace espiritualmente, lo mismo he demandado.
Recuerda, como tú lo trates y atiendas, es como si lo hicieras por Mí,
Y no tendrás gozo más grande que este, saber que él siempre me amó a Mí.”


¿Cómo tratas tú las perdidas de la vida? por Dave Brueckner

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¿CÓMO TRATAS TÚ LAS PERDIDAS DE LA VIDA?
Por Dave Brueckner

Entramos en este planeta sin nada en las manos, pero con el paso del tiempo acumulamos posesiones, relaciones y conocimiento. No debemos aferrarnos a estas cosas fuertemente, sino palparlas sin apretar, como si fueran préstamos de Dios, porque cuando dejemos esta tierra, nuestras manos estarán vacías otra vez; la mortaja no lleva bolsillos.

A veces perdemos las posesiones terrenales antes de la muerte, y si nos hemos aferrado a ellas implacablemente nos quejaremos al perderlas, porque sentiremos que nos han robado aquello que creíamos nuestro por derecho. Después de que Job lo hubiera perdido todo, adoró diciendo: “El Señor dio y el Señor quitó.” ¿Cómo trato yo las perdidas de la vida?

Jeremías, el profeta llorón, vivía en un tiempo de crisis en la historia de Israel. No había “alguno que haga justicia, que busque verdad” (Jer. 5:1). Israel llegó a ser peor que las naciones que vivían antes en Canaán. Mantenía falsas esperanzas por adorar en el templo de Dios (7:10), pero el juicio estaba por delante.

También hubo un Profeta llorón en el Nuevo Testamento (Lc.13:33). Lloró sobre Jerusalén (Lc.19:41). La situación para los Israelitas en el tiempo de Jesús fue muy dura, por el yugo romano impuesto sobre sus cuellos. Esperaban el Mesías, pero al venir, no correspondía con la imagen que ellos tenían de Él. El templo, la casa de oración, ya no representaba los intereses de Dios. Jesús dijo: “VUESTRA casa os es dejada desierta.” (Lc. 13:35).

Lo que sigue demuestra cómo los líderes trataban la situación en los días de Jeremías. “Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo; Paz, paz; y no hay paz” (Jer. 6:14.) El pecado era importante y no lo trataron con seriedad. Pensaban que nada cambiaría aunque vinieran los babilonios. Dios había protegido la ciudad muchas veces, y por ello existía hasta la fecha, pero ahora habían pasado el límite.


Dos testimonios de Raquel

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Una Sonrisa en la Adversidad
Por Raquel

Yo nací en Cacahuatepec, Oaxaca, México, donde mis padres eran misioneros. Fui la cuarta en la familia, después de tres hombres. Después de mí, nacieron tres mujeres más y otro hombre. Estoy muy agradecida por haber tenido padres que nos enseñaron a temprana edad acerca de Dios, así crecimos en Sus caminos.

Yo todavía era muy joven (tenía 6 años) cuando me di cuenta que era una pecadora y necesitaba un Salvador. Recuerdo que jugaba afuera y mi hermano, Esteban, me dijo que si el gran árbol bajo el cual jugábamos cayera sobre mi y me matara, yo iría al infierno, porque Jesús no me había salvado. Me asusté en gran manera y ya no quise jugar. Recorrí el patio pensando en lo que debía hacer, hasta que al fin me decidí y fui a ver a mi madre. Me llevó al estudio de mi padre y me explicó que todos éramos pecadores, por lo tanto estamos perdidos y necesitamos ser salvados. Cuando me preguntó, si yo quisiera orar a Jesús y pedirle que me salvara y viviera en mi corazón, quedé muy entusiasmada. Mi mamá oró conmigo y después estuve muy alegre. Ya no tenía miedo de que un árbol me cayera encima, porque Jesús me había salvado.

Unos días después, estuve en la escuela. La maestra hizo un estudio Bíblico con nosotros y dijo; “No es suficiente solo pedir a Jesús que entre en tu corazón, también es importante corregir las cosas malas que hiciste en tu vida y pedir perdón a las personas que hayas ofendido.” Eso era difícil para mí, pero empecé a pedir perdón a todos los que venían a mi mente. Recuerdo que lo más duro fue confesar haber robado un chocolate del escritorio de mi amiga, Merry Elva, pero después de todo, lo confesé y entonces tuve paz.

Un par de años después, nos cambiamos a vivir en Minnesota, USA, y siete años mas tarde a Alemania. Conocí un alemán Tom Ehmer y me casé con él. Tuvimos una niña, Jessica, que tenía siete meses de edad, cuando tuvimos un accidente de tráfico. Ese día, mientras Tom estaba en su trabajo, venía a visitarnos un rato mi hermano Daniel y su familia que vivían en Macedonia. Fue el 14 de Junio de 1995. Recuerdo que ese día había leído en un libro de mi hija, escrito por Joni Erickson Toda (una cristiana parapléjica), una oración especial que decía; “Por favor, ayuda a mi papá hoy, él tiene mucho en que pensar. Esté con él en una manera especial.” Entonces pensé; “Eso no tiene nada que ver con nosotros hoy.”

Testimonio de Tomás

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F
 ui criado en Bavaria, al sur de Alemania, en un hogar católico romano, con mis padres y abuelos. Dios formaba parte de mi vida solamente los domingos, durante una hora, y todas las tardes al recitar el Padre Nuestro. Sin embargo, no tenía una relación ni comunión con Dios y, por lo tanto, tampoco vida espiritual. 

   Recuerdo cuando toda la clase de la escuela asistimos a la iglesia. Esperábamos en fila para confesar nuestros pecados al cura pero, tan pronto salíamos de la iglesia, nuestra manera de vivir continuaba como siempre. Así viví por muchos años. Si alguien nos hubiera preguntado si éramos cristianos, hubiéramos respondido que sí, sólo por el hecho de creer que existía un Dios. Por supuesto, ahora entiendo lo que la Biblia dice en cuanto a que el Diablo mismo cree y tiembla… esta creencia no le hace ser un cristiano.

  Cuando terminaban las clases y mis amigos se iban a las discotecas, yo practicaba salto de altura con un equipo de atletismo. Después del entrenamiento, algunos de nosotros, junto a algunos miembros de una familia Americana, jugábamos al baloncesto. Lo hicimos así durante varios años en los meses de verano. Un día, uno de aquellos chicos americanos, Daniel, me invitó a asistir a un estudio Bíblico en su casa. Yo quería ir, pero no estaba seguro de si eso era lo correcto.