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Lowell Brueckner

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Apocalipsis 21

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Capítulo 21

1.      Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe.
2.      Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.
3.      Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.
4.      Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.
5.      Y él que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.
6.      También me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
7.      El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.
8.      Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La Nueva Jerusalén

En Génesis 1:2, el verbo que describe la acción del Espíritu Santo al principio de la creación es: se movía… “El Espíritu Santo se movía sobre la superficie de las aguas”, pero mover sugiere una acción demasiado generalizada. Sin embargo, la palabra en el hebreo original es mucho más específica; por ejemplo, si la buscamos en el diccionario hebreo Strongs, la primera definición que nos da es una raíz primitiva; anidar. Es el mismo verbo usado en Deuteronomio 32:11, donde se traduce como revolotea… “Como un águila que despierta su nidada, que revolotea sobre sus polluelos…”

Si el Espíritu Santo anida, revoloteando sobre la creación, el acto mismo refleja pasión en Sus movimientos. Entonces, cuando la trinidad, en Génesis 1:26, comunica: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, vemos que el propósito de la creación del hombre, no solamente es el evento más importante, sino que además pone al descubierto el corazón apasionado del Creador. Por toda la Biblia, la revelación sobre la existencia del ser humano, enseña que Dios creó un ser que es capaz de tener comunión íntima con Él. Pero bueno, no haré caso a una intensa tentación de dar más detalles ahora para comprobarlo, simplemente declararé el hecho. Al hablar de la creación estamos especificando la creación del hombre, varón y hembra; el resto de la obra fue proveer un ambiente ideal para su existencia.

Apocalipsis 20

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Capítulo 20

1.      Y vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en su mano.
2.      Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años;
3.      y lo arrojó al abismo, y lo cerró y lo selló sobre él, para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años; después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
4.      También vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y se les concedió autoridad para juzgar. Y vi las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y de la palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni habían recibido la marca sobre su frente ni sobre su mano; y volvieron a la vida y reinaron con Cristo por mil años.
5.      Los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección.
6.      Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él por mil años.

Entre la Gran Tribulación y el Milenio

Juan nos hace un relato breve del reino milenario de Cristo en el mundo, pero los profetas tenían mucho que decir sobre el tema. No vamos a poder dar un estudio completo, porque requeriría escribir un libro entero. Sin embargo, iremos a los profetas y hallaremos detalles sobre esta época, tan tremendamente importante de la profecía bíblica. El regreso de Cristo pondrá fin a seis mil años de gobierno del hombre, para reinar sobre la tierra durante los últimos mil años. El Milenio da mucho más sentido a la creación de Dios, ya que el pecado de Adán, tan temprano en la historia de la humanidad, produjo el caos casi desde su inicio. Dios demostrará, por medio de un reino ideal, gobernado por el Príncipe de Paz, el último Adán, la razón culminante por la que Él creó la tierra. ¡Este planeta será un paraíso!

Acabamos de estudiar la Batalla de Armagedón y la destrucción de imperios mundiales; y cómo la bestia y el falso profeta fueron arrojados al Lago de Fuego por la eternidad. Pero también hay otros eventos preliminares al Milenio. Uno es el Juicio de las Naciones, descrito en Mateo 25:31-46. Jesús nos enseñó que acontecerá “cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria” (Mt.25:31). Aquí, Jesús tendrá en cuenta el trato dado a los hermanos de Cristo, según la carne, los judíos, durante la Gran Tribulación. En este juicio, sólo habrá dos grupos: ovejas y cabras. Los hechos de cada grupo revelarán la ley de sus naturalezas y, aparentemente, en los dos casos, eran ignorantes de la importancia de lo que habían hecho o no hecho; o habían socorrido o habían ignorado a los judíos en la Tribulación.

Apocalipsis 19:10-21

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Amigos: Estos dos párrafos pertenecen al último artículo sobre Apocalipsis 19:1-9. El nuevo artículo continúa empezando con el versículo 10. Gracias.

 “¡Escribe!” (v:9). Este orden es común en el libro de Apocalipsis, mientras el canon de la Escritura llega a su fin. El primer ser humano que escribió las palabras de Dios fue Moisés. Dios, en varias ocasiones, le mandó escribir. La historia y literatura de Israel fue escrita para las futuras generaciones. Dios mandaba escribir a los profetas. Lucas habló a Teófilo acerca de los Evangelios: “Tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente” (Lc.1:2-3). Incluso, Poncio Pilato, escribió sobre la cruz: “Jesús de Nazaret, rey de los judíos”, en las tres lenguas más importantes de su día. Pablo dijo a los colosenses: “Cuando esta carta se haya leído entre vosotros, hacedla leer también en la iglesia de los laodicenses; y vosotros, por vuestra parte, leed la carta que viene de Laodicea” (Col.4:16). De esta manera, los Evangelios y las epístolas circulaban en la iglesia primitiva, y los cristianos hacían cientos de copias para compartirlas con otros.

Lo que se ha escrito, se conserva y tiene más valor que la palabra hablada. El Espíritu Santo es el Autor de toda la Escritura, demostrando Su preocupación por las futuras generaciones, habiendo preservado Su palabra por escrita. Solamente, esta palabra escrita, tiene autoridad absoluta sobre todo lo que tiene que ver con el pueblo de Dios. Jesús respondió con la palabra escrita a las propuestas tentadoras del diablo. Durante toda la historia de la iglesia hemos visto como Satanás ha fomentado la persecución contra los traductores de la Palabra y contra aquellos que poseían una copia. Hasta el día de hoy, él está atacando a los que poseen, leen y practican la Palabra escrita. ¡Cuídate de los que niegan o subestiman toda, o cualquier parte de la revelación escrita de Dios! La gente que tiene una mentalidad liberal pero que a la vez le gusta llamarse cristiana, cuestiona la veracidad y autenticidad de la Biblia. La sociedad, en gran parte, la considera como un libro anticuado. ¡Que nosotros le demos su apropiado lugar en nuestros corazones, mentes y vida, y que demos gracias a Dios continuamente porque hoy, tenemos la revelación completa de la palabra de Dios! Él la ha conservado fielmente hasta la generación presente. “Estas son palabras verdaderas de Dios”.

Apocalipsis 19:1-9

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Capítulo 19



1.      Después de esto oí como una gran voz de una gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios,

2.      porque sus juicios son verdaderos y justos, pues ha juzgado a la gran ramera que corrompía la tierra con su inmoralidad, y ha vengado la sangre de sus siervos en ella.

3.      Y dijeron por segunda vez: ¡Aleluya! El humo de ella sube por los siglos de los siglos.

4.      Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!

5.      Y del trono salió una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que le teméis, los pequeños y los grandes.



Las “aleluyas” y un “amén” celestiales



Estos son versículos que describen la alabanza celestial. Warren Wiersbe comenta que ésta es la “Partitura Aleluya” celestial, refiriéndose a la parte más famosa de la obra de Haendel, titulada, “El Mesías”. Wiersbe estaría muy de acuerdo de que, a pesar de haber hecho esta comparación, la alabanza que Juan escuchó en este capítulo es incomparable a cualquier obra meramente terrenal, no importando la fama que haya alcanzado aquí.



Personalmente, conozco a algunas personas que opinan que las palabras aleluya y amén son palabras religiosas. Tristemente, lo que ellos manifiestan es una falta de entendimiento espiritual y, en consecuencia, un desprecio por las cosas celestiales. Quiero preguntarte: ¿Qué piensas sobre estas palabras? ¿Son españolas? Yo creo que hay palabras que solamente tienen la definición adecuada en el cielo; fueron dadas a los hebreos, porque “a ellos les han sido confiados los oráculos de Dios” (Ro.3:2). Al no haberse podido traducir bien a las diferentes lenguas humanas, en la iglesia de todo el mundo, los cristianos pronuncian estas palabras como en el lenguaje original, en hebreo.



Mientras se ejecutan los juicios de Dios en el mundo, existe un gran regocijo en el cielo, expresado por una gran multitud; son las voces de los profetas, apóstoles y los santos, en general, que están gozándose en el cielo. Empieza con el primer “¡Aleluya!”, que intentamos traducir lo mejor posible con cuatro palabras en español: alabado sea el Señor. En el cielo no existe ninguna duda acerca de cómo van a resultar los acontecimientos en la tierra. Las multitudes celestiales alaban a Dios igual. Él es la fuente de la salvación, la gloria y el poder, y todo está en Sus manos seguras. Él es nuestro Dios y, por eso, Él obra la salvación, la gloria y el poder para nuestro bienestar (1). Debemos unir constantemente nuestras alabanzas con las del cielo.


Apocalipsis 18

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Capítulo 18

1.      Después de esto vi a otro ángel descender del cielo, que tenía gran poder, y la tierra fue iluminada con su gloria.
2.      Y clamó con potente voz, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en guarida de toda ave inmunda y aborrecible.
3.      Porque todas las naciones han bebido del vino de la pasión de su inmoralidad, y los reyes de la tierra han cometido actos inmorales con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con la riqueza de su sensualidad.
4.      Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis de sus plagas;
5.      porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades.
6.      Pagadle tal como ella ha pagado, y devolvedle doble según sus obras; en la copa que ella ha preparado, preparad el doble para ella. 
7.      Cuanto ella se glorificó a sí misma y vivió sensualmente, así dadle tormento y duelo, porque dice en su corazón: “Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda y nunca veré duelo”.
8.      Por eso, en un solo día, vendrán sus plagas: muerte, duelo y hambre, y será quemada con fuego; porque el Señor Dios que la juzga es poderoso.

Doble retribución: “¡Cayó, cayó!”

En el capítulo 15, vimos a los siete ángeles con las siete copas de ira, y cómo derramaron cada una ellas y el resultado producido, en el capítulo 16. De la misma manera, en el capítulo 17, se hace una descripción de Babilonia y, en este capítulo, veremos los detalles de su destrucción.

La Babilonia de Apocalipsis es futura y figurativa; intenté describirla en el último capítulo como, básicamente, un sistema religioso, pero también un sistema que está fuertemente involucrado con la situación financiera y política del mundo. Su destrucción es total y permanente: “Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en guarida de toda ave inmunda y aborrecible” (v.2). Al pensar en la descripción de la caída de la Babilonia literal en Isaías 13, me pregunté si Dios nos dejó su historia como un precedente en el cual meditar, para poder imaginar mejor aún el destino final profetizado por Juan contra esta ciudad.

Por eso, dejaré aquí unas pocas observaciones de algunos testigos que visitaron las ruinas de la Babilonia histórica hace un par de siglos. Compara estos testimonios con el versículo 2: “En varios lugares existen muchas guaridas de bestias salvajes.’ ‘Hay cantidad de puercoespines.’ ‘En la mayoría de las cavidades hay un sin número de murciélagos y búhos.’ ‘Estas cavernas, sobre las cuales podrían haber estado los salones de su majestad, ahora son refugios de los chacales y otros animales salvajes.” …   Los nativos creen que el espíritu de Nimrod anda entre las ruinas en las tinieblas y ninguno se aventurará a levantar su tienda allí en la noche” … ‘Toda la gente de ese territorio afirma que es extremamente peligroso acercarse al montículo (el montículo en Babilonia) después de anochecer, por la multitud de espíritus malignos que lo encantan”.

Apocalipsis 17

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Capítulo 17



1.      Y uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, vino y habló conmigo, diciendo: Ven; te mostraré el juicio de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas;

2.      con ella los reyes de la tierra cometieron actos inmorales, y los moradores de la tierra fueron embriagados con el vino de su inmoralidad.

3.      Y me llevó en el Espíritu a un desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata, llena de nombres blasfemos, y que tenía siete cabezas y diez cuernos.

4.      La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de las inmundicias de su inmoralidad,

5.      y sobre su frente había un nombre escrito, un misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.

6.      Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los testigos de Jesús. Y al verla, me asombré grandemente.

7.      Y el ángel me dijo: ¿Por qué te has asombrado? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos.



La prostituta y madre de prostitutas

Uno de los siete ángeles de las copas de ira le revela a Juan la caída de Babilonia; por eso sabemos que su caída tomará lugar durante el tiempo en que las copas serán derramadas. El último capítulo 16, versículo 19, nos dirige a un principio espiritual acerca de cómo Dios mide el pecado. En ese versículo, el pecado de Babilonia la Grande ha colmado el cáliz y ha llegado el tiempo para que sea juzgada. Zacarías, en su séptima visión, nos enseña acerca del mismo principio, ilustrándolo con una efa (medida judía de como 20 litros que medía las cosas áridas) (Zac.5:5-11). Lo ve como un recipiente que contenía esa cantidad y que simbólicamente representaba el pecado colectivo de un pueblo que había llegado al colmo en la tierra de Zacarías.



El pecado de la humanidad, en el tiempo de Noé, alcanzó esa medida, y en Génesis 15:16, Dios dice a Abraham que los pecados de los amorreos no completaron esa medida todavía; lo hará cuatro generaciones más adelante. Daniel dijo al rey Belsasar: “Pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto de peso” (Dn.5:20, 22, 27). En su caso ¡la efa estaba ‘llena’ de deficiencia! Jesús dijo a los judíos de Su día: “¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!” (Mt.23:32).



En la efa está una mujer, representando el pecado del pueblo, y es llevada a Sinar, originalmente Babel, y posteriormente Babilonia. El “efa pueblo” es llevado a la tierra de la falsa religión y la idolatría. Esta mujer forma parte de la gran prostituta babilónica. Scofield comenta sobre la Babilonia del Apocalipsis: “Los gentiles que profesan ser la iglesia en ese tiempo, toleran cada iniquidad de los ricos, tienen una doctrina que es una mera ‘confusión’, lo que significa Babel, y está corrompida hasta el corazón por el comercialismo, la riqueza, y la opulencia, cayendo bajo el juicio de Dios.”


Apocalipsis 16

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Capítulo 16

      1.   Y oí una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: Id y derramad en la tierra las siete copas del furor de Dios.  
     2.  El primer ángel fue y derramó su copa en la tierra; y se produjo una llaga repugnante y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen.
     3.   El segundo ángel derramó su copa en el mar, y se convirtió en sangre como de muerto; y murió todos ser viviente que había en el mar.
4.  El tercer ángel derramó su copa en los ríos y en las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.  
      5.  oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres, y el que esas, oh Santo, porque has juzgado estas cosas; 
6.  pues ellos derramaron sangre de santos y profetas y tú les has dado a beber sangre; lo merecen
      7.  Y oí al altar, que decía: Sí, oh Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios.
      8.  El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y al sol le fue dado quemar a los hombres con fuego.
 9.  Y los hombres fueron quemados con el intense calor; y blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.       
      10. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se quedó en tinieblas, y se mordían la lengua de dolor.
11. Y blasfemaron contra el Dios del cielo por causa de sus Dolores y de sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.    
      12. El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y sus aguas se secaron para que fuera preparado el camino para los reyes del oriente.
      13. Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, a tres espíritus inmundos semejantes a ranas;
 14. pues son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales van a los reyes de todo el mundo, a reunirlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.

Derramando las copas de la ira

Es el tiempo de que los siete ángeles derramen las últimas copas de la ira de Dios sobre la tierra. Fácilmente, podemos saber que esto ocurrirá durante los últimos 3 ½ años de la Gran Tribulación. El imperio del anticristo habrá sido establecido y toda la población, excepto los fieles siervos de Dios, habrán recibido su marca y se habrán convertido en adoradores de la imagen del anticristo. Al mandato de Dios, los ángeles salen del santuario celestial (15:6), que es Su trono, para llevar a cabo su misión.