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Lowell Brueckner

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El amor rechazado

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Recuerda; No vamos a escribir toda la porción de la Escritura en este artículo. Espero que tengas la Biblia abierta y me sigas al intentar una lección expositiva.

6. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 5:1-16


Este mensaje es cantado por el profeta. El amor íntimo entre Dios y Su pueblo es el tema de la revelación de Dios en toda la Biblia. Isaías, el profeta, canta a su Amado, que es la fuente de Su inspiración en este “Evangelio de Isaías” (v.1). Juan, el discípulo amado, escribió el Evangelio de intimidad (“Os he llamado amigos” le escuchó decir a Jesús), basado en la palabra que encontró en el Antiguo Testamento. Lo aprendió de Isaías y el salmista; del Cantar de los cantares; del Daniel amado (Dn.9:23; 10:11,19); de Abraham, el amigo de Dios (Is.41:8); y de Moisés, a quien habló Dios “como cualquiera a su compañero” (Ex.33:11). Lo que Juan experimentó personalmente del santo amor de Dios por estar, como discípulo, al lado del Salvador, los del Antiguo Testamento ya lo habían experimentado. El propósito de Dios desde la creación fue tener una relación de amor con el hombre.
 
Isaías recibe del Señor y él ministra al Señor a través de la música. Me hace recordar el Salmo 45, que es llamado Canción de amores: “Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto…” El corazón del salmista rebosa porque Dios lo llena con una revelación de Las bodas del Cordero. Lo que el Señor le da, él se lo devuelve al Rey. El propósito principal de la iglesia primitiva era ministrar al Señor (Hch.13:1), y como fruto de esa intimidad, la iglesia fue edificada y el ministerio fluyó hacia todo el mundo.


La viña

Hace poco tiempo nuestro hijo, David, incluyó este pasaje en un mensaje que compartió en la iglesia de Swanton, Vermont (USA). Lo tenemos ahora en el blog: http://alaentrega.blogspot.com.es/2015/11/de-quien-es-la-imagen-en-tu-vida.html. Si no lo has leído todavía te recomiendo que lo hagas. Cuando nuestros hijos eran pequeños aprendieron de nosotros, espero, pero ahora, en su madurez, nosotros aprendemos de la sabiduría de Dios en ellos. David vio que, cuando Jesús dio una parábola a los principales sacerdotes, los escribas y ancianos sobre una viña, ellos sabían inmediatamente que les estaba acusando, porque conocían muy bien la palabra en Isaías 5. Jesús, por supuesto, era un experto en la Escritura del Antiguo Testamento, por eso pudo decir que todo lo que Él enseñaba estaba edificado sobre ella: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (Jn.7:16). El evangelio, en el Nuevo Testamento, está completamente basado en la doctrina del Antiguo; el Antiguo es de Aquel que envió a Su Hijo.  

Como en la parábola de Jesús, el Amado reveló a Isaías Su viña. Eligió su sitio, la despedregó, la plantó, edificó una torre y un lagar (v.2, compara con Mc.12:1). Puedes ver que es la misma viña y por eso los líderes en Jerusalén supieron exactamente de qué estaba hablando Jesús. Se sintieron muy indignados por Su insinuación. Como Isaías aclaró en los versículos 3 y 7 a quien se refería la viña, no pudieron equivocarse en la aplicación.

El Señor nunca jamás ha dado la escritura de propietario de Su viña a ningún hombre. Debemos aprender de esta lección bíblica, que Él nunca ha cedido los derechos de Su iglesia, ni ninguna parte de ella, a los hombres. Estoy escribiendo así porque sé que existen hombres atrevidos y arrogantes que están haciéndose propietarios de las posesiones de Dios. David predicó que los labradores malvados cumplieron la parábola de Jesús al pie de la letra; reclamaron los derechos de la heredad, mataron al Hijo amado que les había sido enviado y le echaron fuera de Su viña.

David, mi hijo, siguió diciendo en el mensaje que Jesús entró en el templo, echó fuera a los negociantes y proclamó que la casa era de Su Padre. Los fariseos y saduceos se estaban acostumbrando a dominar las actividades del templo, por eso les cayó de sorpresa que Jesús lo hiciera. Le preguntaron sobre quien le había dado autoridad para hacer tales cosas, ya que ciertamente no era por la suya.

El Señor, hablando a través de Isaías, estaba desafiando a toda Jerusalén y Judea a pensar sobre la situación… a razonarla lógicamente (espero que la palabra lógico no te asusta). ¿Cuál es la causa de tantos fracasos? Escucha la pregunta de Dios: “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?” (vs.3-4). Después de haberla creado y mantenido sobre los siglos, lo último que hizo fue dar a Su Hijo en sacrificio para morir por ella. “¿En qué ha fallado Dios?”, pregunto yo.

Los fallos pertenecen a los judíos y después a la iglesia, por eso “es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios”. Esto lo escribió Pedro en esa epístola que tenía tanto que ver con las piedras vivas de la iglesia. En Isaías, Dios prometió que tomaría medidas juiciosas (vs.5-6) y cumplió Su palabra. El vallado de protección fue derrumbado y el enemigo entró. Él quitó Su mano, dejó de podar y cavar, y el cardo y los espinos florecieron. No hubo lluvias y la viña quedó totalmente desolada.

El templo y la ciudad de Jerusalén fueron destruidos y sus habitantes fueron llevados cautivos a Babilonia. En la época del evangelio, Jesús preguntó: “¿Qué, pues, hará el Señor de la viña?” Treinta y siete años después vino Tito, destruyó el templo y la ciudad, y los judíos fueron esparcidos por todo el mundo. Ellos ignoraron intencionadamente el propósito del Señor e insistieron en hacer todo a su manera. No siguieron el plan escritural, por eso finalmente Jesús les entregó todo a ellos. Vuestra casa” – la Biblia demuestra que, cuando los hombres insisten, Dios, al final, les abandona a lo que ellos quieren. Ahora es su casa. Hay respuestas a las ‘oraciones’ que no son bendiciones, sino maldiciones – “os es dejada desierta” (Lc.13:35).

Fíjate en el versículo 9: “Muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas”. Lo mismo está pasando hoy. Te aseguro que el techo va a caer encima de los que han pretendido ser propietarios sobre la casa de Dios. ¡Dejemos de ser impersonales y generalizados! Os voy a dar el ejemplo de Robert Shuller. Él hizo un edificio bastante lujoso y costoso, lo llamó “La Catedral de Cristal” y lo llenó de gente destacada y famosa. No hace mucho cayó en bancarrota. Llamó a su programa de televisión, “La hora de poder”, pero ‘su poder’ fue derrocado, según creo yo firmemente, por el juicio de Dios.

La pasión de un amor rechazado

¿Por qué es tan severo el juicio? Hemos visto desde el primer versículo, que nuestro Dios es un Dios de un amor apasionado, y en el versículo 7, Él llama a Su pueblo ‘planta deliciosa suya’. Mucho cuidado por las consecuencias de rechazar este amor. Si tienes cualquier duda de que éste sea un principio bíblico, escucha a Jesús: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Lc.13:34). En otra ocasión, Lucas demuestra cómo el Señor va llegando a Jerusalén con lágrimas y predice de nuevo su destrucción con precisión (Lc.19:41-44).

He recogido muchos de estos pensamientos del mensaje de David, pero también son mis convicciones. Yo siento que el Espíritu de Dios está hablando estas cosas a la iglesia de hoy. Por eso, avisaré a tantos como pueda del pueblo de Dios, tanto si están dispuestos a escuchar como si no. En el capítulo 6 veremos como el Señor le dice a Isaías que su mensaje sería rechazado.

Creo que podemos ver, por los paralelos que corren en la misma dirección con la enseñanza del Nuevo Testamento, que el Antiguo Testamento no es obsoleto o irrelevante para nosotros, ¿verdad que no? Es la palabra del Dios viviente, por eso sigue viviendo. Como Pablo dijo, refiriéndose a la gente del pasado: “Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1Co.10:11). Debemos estar dispuestos a luchar contra la corriente, si es que esperamos escapar de las consecuencias que están por delante… más cerca que pensamos.

¿Sabes que la Biblia enseña contra el monopolio? ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! (v.8). La avaricia motiva a los hombres a comprar casas y terrenos hasta que los únicos vecinos que tengan sean sus siervos. Esto no es según la voluntad de Dios, y la Biblia provee precauciones para evitar que ocurra entre Su pueblo. Pero si ellos no toman estas medidas, entonces Dios mismo obrará juicio y desolación. Los productos de la tierra serán grandemente reducidos (vs.9-10). El mismo proceso de monopolización trae el deterioro, porque las casas quedan vacías y grandes expansiones de terreno pertenecen a un solo dueño. Sin embargo, el pequeño terrateniente cuida de cada rincón de su campo y se preocupa para que rinda lo máximo posible. Su vida y la de su familia dependen de ello.

Desperdiciar la tierra y los edificios es vergonzoso, pero perder el tiempo es mucho más grave.  Las posesiones se pueden reponer, pero el tiempo se pierde para siempre. Mira el calendario y el reloj. Esta hora y este día no se repetirá jamás, y no existe precio con el que poder recuperarlo de nuevo. Isaías dice que las borracheras y banquetes con sus entretenimientos musicales son maneras de perder el tiempo (vs.11-12), pero también lo son todas las cosas que quitan nuestra atención y esfuerzo de lo que es la voluntad de Dios y Su obra.

Dios exaltado en el juicio

El pueblo ha estado mal gobernado por causa de la ignorancia… una ignorancia intencional. Hubo una caída financiera en Israel y la escasez alcanzó todos los niveles de la sociedad. Los de la clase alta tuvieron hambre y la gente común tuvo sed. El profeta les vio, de antemano, marchando hacia el cautiverio, después de un período de malgastar los recursos y el tiempo (v.13).

Es fácil relacionar todo esto con una iglesia, en la que un líder autoritario roba al miembro común de su relación personal con Dios. Él demanda la sumisión y la obediencia para satisfacer su propia visión pragmática. El éxito es su meta y por eso provee todo para sus seguidores, menos lo que más necesitan. Nunca ha pasado suficiente tiempo en la presencia de Dios o en un serio estudio de la Palabra, del Antiguo o del Nuevo Testamento, como para discernir lo que es “la obra de Jehová” verdadera, y por eso al pueblo le hace falta experimentar un mover puro y constante del Espíritu Santo, una directa “obra de sus manos”. El monopolista espiritual puede ser tan astuto como un zorro para el manejo y la organización, pero al tratar con lo que pertenece a los caminos del Espíritu de Dios, es un inculto. Como consecuencia, la gente engañada, desde el más pequeño al más grande, son abandonados al hambre y la sed. Pasan de la pobreza y ceguera de Laodicea a la esclavitud de Babilonia. 
 
El fin de todo es un incremento tremendo de la mortandad, no importa si se trata de una muerte física y literal o su equivalente espiritual: “Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca” (v.14). Si es que Dios permite que el engaño sea el juicio que empieza en Su casa, entonces ya estamos en ello, y la muerte espiritual está propagada como resultado. ¿Fue engañada Jerusalén? Lee cuidadosamente el libro de Jeremías y verás cómo la clase gobernante le aborreció por predecir 70 años de cautiverio. Ellos prefirieron escuchar el ánimo positivo de sus falsos profetas que les condujo felizmente a las garras de la muerte... ni la imaginaban hasta que llegó. 

Cuando los ojos fueron abiertos, como en el caso del hijo pródigo, y la gente “volvió en sí”, el hombre común fue humillado, el varón importante fue abatido, y la mirada de los ojos de los orgullosos también fue bajada (v.15). Si no hacemos caso al Señor en los tiempos buenos, entonces Él será “exaltado en juicio” (v.16). Pronto mostrará Su santa justicia públicamente.

 “Esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.” (1R.9:8-9). Jesús dijo a Su iglesia en Laodicea: “Te vomitaré de mi boca” (Ap.3:16).


Demostró Su justicia en la cruz, en la persona de Su Hijo, “retorciéndose en dolor y agonía”, como dice un himno. Golpeado hasta quedar tan desfigurado que no fue posible reconocerle, con la sangre fluyendo de Su cabeza, costado, manos y pies, Dios está siendo exaltado en el juicio y demostrándose como perfectamente justo. Dijo el apóstol Pablo que fue “para manifestar su justicia” (Ro.3:25), declarando a todo el universo, tanto a hombres como a espíritus: “Así trato yo con el pecado; no lo paso por alto. Tuvo que ser llevado en el cuerpo de Mi Hijo. El pecado lleva una sentencia de muerte y para que triunfe la justicia, tenía que ser llevado a cabo”.


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