Entradas Recientes
Lowell Brueckner

Ingrese su dirección de correo electrónico:


Entregado por FeedBurner

Testimonio de Eliza

Etiquetas:


Eliza Șerban
Quizás hay que conocer a la persona, como yo la conozco, para apreciar totalmente su testimonio. Yo la conozco por mucho tiempo por haber predicado en reuniones en su iglesia y por los campamentos juveniles. Sin duda, era una cristiana y tenía un maravilloso sentido de humor. A la vez, quizás por estar enferma la gran parte de su vida, fue delgada y un poco melancólica. Veo ahora que la diferencia en ella es asombrosa.



Ella se casó con Sammy Șerban y me invitaron a predicar en la boda. A mi vergüenza, al ir al aeropuerto, dejé mi pasaporte en casa y, por supuesto, no me permitieron abordar el avión a Rumanía. Ellos fueron a vivir en Inglaterra, donde él tenía un buen empleo de ingeniero. Tienen dos hijos, Luca y Patrick. Tenía que ser operada ella  en Londrés y el doctor avisó a Sammy que no le pudiera dar la esperanza que viviría mucho tiempo. Todavía en el hospital después de la operación, sus datos vitales bajaron a zero y la tenían que revivir. Varias veces, estaba a la puerta de la muerte. Ella me escribió, durante este tiempo que no se sentía preparada para la muerte.  



Hace un mes, unos amigos rumanos pidieron que juntaran con ellos por Zoom y a mi sorpresa, Eliza también se conectó… ¡Desde Hong Kong!... donde fue las 5 de la madrugada. Me escribió un email justo antes de aquella reunión y esto es lo que quiero compartir ahora con vosotros. Parecía una persona diferente. Es un testimonio del gozo, el poder, y la bendición que entran en la vida, cuando un creyente recibe la promesa del Padre, como nos declara Su palabra…



 Hola hermano Loel!!



Wow, parecen haber pasado siglos desde que hablamos la última vez, aunque yo te sigo por el blog, y he estado leyendo y re-leyendo algunos de tus artículos, especialmente sobre el bautismo en el Espíritu Santo y el estudio sobre 1 Corintios.



Luca y Patrick en Hong Kong
Vivimos en Hong Kong desde febrero de 2019. Mientras estábamos en Londres, en un momento oscuro de mi vida, reconocí que, si continuábamos allí, mis hijos no llegarían a creer, y bien… nunca veríamos el poder de Dios. Pensé que ellos, posiblemente, obtendrían un entendimiento intelectual, pero no conocerían el poder de Dios y Su realidad.



Esto fue antes de descubrir un video de la vida de Jackie Pullinger (que fue a Hong Kong como misionera cuando tenía 22 años. Era del Reino Unido). Se llama “La ley del amor”. Después, algo pasó en mí y tuve un deseo ardiente de ir a Hong Kong. Sammy, sin embargo, no fue impresionado, e incluso se enfadó por insistirle continuamente. Entonces, oré una de las pocas oraciones que podía orar en ese tiempo (porque no podía orar normalmente). Dije, “Dios, si es Tu voluntad que vayamos a Hong Kong, que destinen a Sammy allí. En nombre de Jesús. Amén.”



Después, olvidé esa oración. Pasé un año y medio muy oscuro en Londres; oscuro espiritualmente, viviendo muy superficialmente. A finales de 2018, empecé a leer 1 Corintios. No sé, y ni sé cómo, los capítulos 12 y 14, se abrieron ante mí y se me hicieron muy claros. Busqué y no vi nada semejante en la iglesia, pero lo deseaba intensamente. Una amiga me dijo que no busque lo extraordinario.



No tengo que decir que no supe hasta muy tarde que mi vida espiritual casi muere. Era como estar en una tormenta y, aunque empecé a leer mi Biblia en ese tiempo, después de un sermón muy determinista y cesacionista… me fui muy agitada. Fui a casa, cerré mi Biblia y no volví a leerla durante meses.



Inmersa en esta gran tormenta en mi vida, me vino encima una gran depresión al morir otra amiga. Poco antes, Sammy, vino a casa después del trabajo y me dijo que su jefe necesitaba alguien para ir a Hong Kong, para iniciar un nuevo equipo de trabajo allí. Entonces, él pensó en mí y las discusiones que habíamos tenido.



Bien, adelantándome… todo fue más fácil y suave de lo que nosotros esperábamos, porque el jefe estaba muy feliz de que Sammy quisiera ir y, después de haber aceptado, recordé la oración que hice y que había olvidado.



Sammy y Eliza
Yo sé bien que Dios nos trajo aquí, y mi anhelo y deseo fue poder ver Su poder. Recibir finalmente lo que buscaba, no una fe superficial, sino en un Dios que, ¡es el mismo ayer, hoy y para siempre! Nos mudamos a Hong Kong y yo todavía era muy complicada. Estaba en una gran depresión y empecé a caer en debilidades de los que había sido liberada al convertirme en cristiana. No lo pasamos muy bien y olvidé otra vez que Dios nos había traído aquí. Empezamos a asistir a una iglesia internacional. Allí conocí a una familia india, muy piadosa, que ahora son amigos. 

De repente, sentí un dolor constante en mi espalda y abdomen. Después de investigar, los doctores me dijeron que necesitaba ser operada, y que sería muy complicado debido a mis muchas cirugías anteriores… Por supuesto, acepté mi destino, aunque temía la muerte, y lo hablé con algunas mujeres en la iglesia. Fue un tiempo muy oscuro. La señora india fue diferente a las demás. Inmediatamente, me pidió si podía orar por mí. Después de la reunión, tomó mi mano y oró para que desapareciera el tumor… pero no mencionó la cirugía. Estuve un poco agitada con ella, pensando que no entendía que yo necesitaba ser operada. Después de orar por segunda vez, el dolor se fue, aunque el dolor mental persistió…



Cada vez que hablé a mi amiga de la cirugía, ella dijo que estaban orando para que no fuera necesaria. Después de ver a cuatro doctores en dos diferentes hospitales sobre el espacio de 3 o 4 semanas, al final hicieron un escáner y no hallaron nada. Me mandaron hacer otra prueba, pero, ¡el tumor había desaparecido! Pregunté al doctor si podía haber desaparecido solo, pero me dijo: “No, era demasiado grande.” Él no supo qué decir, y yo tampoco. Me hizo reconocer que a Dios le importa lo mío. 

Algo extraño pasó. Directamente, pregunté a mi amiga si ella hablaba en lenguas (no sé porqué lo hice, porque no me interesaban las lenguas, sólo sentía curiosidad.) Ella dijo que sí, aunque un poco asustada por haberla preguntado tan directamente. Ella empezó a compartir cosas conmigo acerca de los dones del Espíritu; sobre las lenguas, la oración, la fe, y confesó que no había sentido nada especial al orar por mi salud, solamente sabía que a Dios le importa sanar (esto era nuevo para mí, porque yo pensaba que por medio del sufrimiento hacemos Su voluntad, porque Él no quiere sanar. Así que yo no esperaba tal cosa).



No estuve de acuerdo con ella en muchas cosas… yo pensaba que la doctrina ultracalvinista y determinista (aún casi fatalista) era la única verdadera doctrina, “la carne” y no la leche (yo pensaba que los no creyeron así, no llevan la verdadera doctrina… que son liberales o del evangelio de la prosperidad).



No me desafió, sino que, en una manera muy tranquila, me dijo que ella también fue criada con una mentalidad como la mía, pero que en Dubai, donde vivían, la iglesia es como en el Nuevo Testamento; ven a Dios contestar las oraciones y el poder de Dios se manifiesta, no solamente por sanidades. En los países árabes ellos tienen solamente a Dios para resolver sus grandes problemas.



Seguí discutiendo con ella, pero no pude negar que ella era mucho más piadosa que yo, y que tenía fe. Su familia también era muy piadosa, y también benigna, amorosa, ayudadora y cuidadora de otros. Al pedir que orara por mí, es lo que ella hizo, y era muy diferente a mí en cumplir con lo que decía. Yo pensaba que yo tenía una doctrina “sólida, limpia, verdadera”, pero no bíblicamente, mientras que ella vivía por la fe, y Dios estaba con ella. 



Así quería yo; sentí que mi mundo iba deshaciéndose… cosas de las que estaba muy segura, que había pensado durante muchos años, no eran verdaderas. Había pensado, quizás subconscientemente, que Dios quería que yo fuera miserable, y que tenemos que aceptar todo, porque todo está predeterminado. En lugar de correr a Dios, estaba huyendo de Él. Como había aprendido que Dios hace todo (aun las cosas que vienen del maligno), esta nueva doctrina chocó conmigo. Yo estaba resignada a la suerte, aceptando todo lo que pasara, sin haber recibido una palabra de Dios, específicamente, de lo que es Su voluntad, como lo hizo con Pablo.



También creí por muchos años que los dones y el bautismo del Espíritu Santo sólo eran para los cristianos piadosos, los misioneros quizás, pero no para mí. Jamás me podría pasar tal cosa. No soy especial (es cierto que no te creí, ni entendí, cuando tú una vez me dijiste en Lepsa que debo orar por estas cosas). No tenía fe para que algo así pasara, porque pensé que no era para mí, porque no soy una cristiana especial, como quienes yo admiraba.



Mi error fue poner al hombre en alto; si los consideraba piadosos o con experiencias que yo no tenía, entonces tomaba su palabra como si fuera bíblica (lo hice sin estar consciente de hacerlo). La historia es muy extensa de cómo yo luchaba, aceptando todo lo que la gente que yo admiraba enseñaba, aunque dentro de mí, todo era diferente. Derramé muchas lágrimas y pasé muchas noches sin dormir.



Aquí entran tus artículos y empecé a leerlos de nuevo. Leí también “Lo que palparon nuestras manos”. Vi que tú no enseñaste de resignarse a la suerte, si no a luchar en la oración, confiando en Dios. No fue lo que me enseñaron de la manera ultracalvinista. Leí tu blog, hablé con mi amiga y reconocí que tenía miedo de pedir de Dios el bautismo, porque pensaba que iba a recibir un demonio, por algunas demostraciones raras que vi en la televisión. Todo lo que sabía de hablar en lenguas y los dones era que venían del maligno y, si los pides, posiblemente recibirás un espíritu malo.



Mi amiga me mostró el versículo que dice: “Tu Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden”. También leí un libro de Torrey, el amigo de Moody, que enseñó lo mismo; que Dios no nos va a dar un demonio si le pedimos otra cosa.



Mi problema era que, por muchos años, no pude orar (sí, hice algún intento que jamás podría llamar oración, sino soñar sobre mis rodillas, sintiéndome muy cansada y pensando en otras cosas… no pude arreglar esta costumbre. Mi oración por mucho tiempo fue: “Dios, ayúdame a orar”.



Pedí a mi amiga que orase por mí para ser llena del Espíritu Santo. Ella oró y no sentí nada, sino una pequeña tranquilidad en mi corazón. Había estado disgustada con Sammy durante mucho tiempo y no podía cambiar. Sabía que no estaba bien, pero no podía cambiar de ninguna manera. Después de que mi amiga orara por mí, sentí algo pequeño, cierta tranquilidad y nada más, algo que casi no podía percibir…, pero sí, se me fue el enojo que estaba adentro.



Esperaba otra cosa; pienso que todavía la espero, pero fui a la casa y, esa tarde, sola en mi cocina, pedí otra vez que el Señor me ayudara a orar. Leí el versículo de nuevo… que Él daría a los que pidieran, y me vino la fe. (lee la porción entera, Lucas 11:9-13) Creí y entendí el versículo, y pedí que me ayudara a orar, y entonces pronuncié una palabra en otra lengua, y después… como una fuente, fue una lengua completa que no conocía, y oré asombrada y con lágrimas; cosas que yo deseaba decir, ahora pude decirlas.



¡Esto es algo inmensamente grande! Después, la vida de oración cambió… fue transformada. Puedo orar en lenguas y también en rumano e inglés, y tengo una confianza que nunca tenía antes. La historia es muy grande, pero fui dirigida por Dios, pienso, (por el fruto que ha producido en su vida, según ella me ha hablado) a hablar con Smaranda (que te escribió a ti sobre lo que me pasó. (Me acuerdo que me escribió y tenía algo que ver con los estudios en 1 Corintios, pero solamente decía que Eliza estaba totalmente cambiada). Jamás yo pude ayudar a otros; siempre buscaba su ayuda para que ellos me llevaran adelante.



Ha sido una jornada intensa… todavía lo es. Estuve estudiando tu estudio expositivo sobre 1 Corintios, pero recibí el don de lenguas antes de llegar a la parte donde tú hablas sobre ello. Estaba esperando lo que ibas a comentar, porque todo era nuevo para mí, incluso a veces estaba insegura. Leí muchas veces el estudio sobre el bautismo del Espíritu Santo, pero no podía entender muchas cosas, aunque ahora entiendo más. Yo sé que hay mucho más para saber de Dios.



Bendiciones,



Eliza




0 comentarios:

Publicar un comentario