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Lowell Brueckner

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Adulterio “cristiano”

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Capítulo 4

 

Feligreses inconversos

1.      ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

2.      Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 

3.      Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. 

4.      ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 

 Creo que los apóstoles, cuando escribieron a las iglesias cristianas, sabían que no escribían a una congregación en la que todos estaban convertidos. Sin embargo, escribieron para el beneficio de todos: conversos y no conversos. El apóstol Juan enseñó que los que abandonaron la iglesia, “salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Jn.2:19).

 Pablo dijo que de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hch.20:30). Dijo que las divisiones en la iglesia eran necesarias para revelar a los aprobados como verdaderos cristianos: Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (1Co.11:19). Después retó a los miembros a examinar sus corazones para asegurarse que fueran genuinos: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2 Co.13:5).

 Especialmente Jeremías, y otros profetas también, revelaron que había falsos profetas y sacerdotes entre el liderazgo en Israel: Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha (Jer.2:8). Jesús enseñó claramente que la misma tendencia llegó a un punto culminante en Su día. Él dijo lo siguiente sobre el liderazgo en Jerusalén: Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros” (Jn.5:42). “Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra” (Jn.8:55). Dijo a Sus discípulos, hablando de la oposición de los mismos líderes: “Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí” (Jn.16:3).  

 Los versículos citados en el último párrafo contienen la verdad básica que apunta hacia el fallo principal de estos líderes religiosos; y es el mismo fallo en cada persona que reclama falsamente ser cristiano. Cuando Jesús oró al Padre, mencionó el ingrediente central de todos los verdaderos discípulos de Cristo, que es un conocimiento personal y directo del Padre y del Hijo: Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado (Jn.17:3).

 Hay mucho más que uno pudiera decir acerca de los verdaderos y falsos siervos de Dios en las Escrituras. Por ejemplo, la primera carta de Juan enseña sobre los verdaderos cristianos que hacen justicia y aman a sus hermanos, y los falsos que no lo hacen. En Apocalipsis, Jesús describió la falsedad existente en algunas de las siete iglesias de Asia Menor. Tenemos la enseñanza de Hebreos, capítulos 6 y 10, sobre los que participaron de un ambiente cristiano genuino pero ellos mismos no poseyeron la vida espiritual. También Jesús, a través de la parábola del trigo y la cizaña, enseñó el mismo asunto que estamos tratando ahora.

 Juan escribió una epístola con el propósito de describir, precisamente, muchas características de los verdaderos cristianos (1Jn.5:13), pero también revela las características de los más falsos. Destacan en la lista los que aman el sistema de este mundo: No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1Jn.2:15). Santiago habla de la misma característica en el capítulo que estamos estudiando hoy: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg.4:4).

 No puedo llegar a otra conclusión, al empezar este capítulo, más que a la de que hay gente inconversa asistiendo a las iglesias cristianas judías que no tienen el Espíritu de Dios, sino que caminan según la carne. También tenemos que entender que los cristianos genuinos no son perfectos y han pasado por situaciones, e incluso periodos de tiempo, en los cuales han confiado en la carne.

 Pablo enseña que algunos serán salvos, pero sus obras, hechas con madera, heno y hojarasca, serán quemadas (1Co.3:12-15). También enseña a los gálatas: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gál.5:16-17). También, el verdadero cristiano tiene una batalla en su interior entre la carne y el Espíritu. No es fácil juzgar las situaciones y tendremos que dejar el juicio final en las manos de Dios. De todos modos, es evidente que hay personas, como a las que escribe Santiago, que no son cristianas.

 En el último capítulo aprendimos de una sabiduría que no viene de lo alto, sino que es terrenal, sensual y diabólica (3:14-15). La gente que no se sujeta a la nueva creación, sino que continúa esclavizada a la naturaleza de Adán, es poseída por un deseo de placer, y provoca guerras y pleitos en las iglesias (v.1). Santiago es demasiado conocedor de tal carnalidad y decide enfrentarla. Ha oído acerca de las pasiones que han provocado el aborrecimiento y, como Jesús enseñó, es capaz de matar (Mt.5:21-22). Observa los sinónimos de los versículos 1 y 2: vuestras pasiones, codicia, y envidia.

 Existe un remedio para tales estorbos y se encuentra en una oración verdadera. La oración está totalmente ausente en estas controversias y estas personas piensan que tienen una manera mejor de acabar con sus diferencias. Es evidente que son autoconfiados, autosuficientes y mantienen su autojusticia. Espero citar correctamente a Leonard Ravenhill, al decir que, el que es autoconfiado, no quiere orar; el que es autosuficiente, no necesita orar; y el que confía en su propia justicia, no puede orar.

 En el versículo 3, Santiago diferencia entre un acto de oración y la motivación verdadera del corazón en la oración. Algunos sí, intentan orar, pero su oración es inútil, porque erran en sus motivos. Warren Wiersbe dice: “Alguien bien ha dicho que el propósito de la oración no es que se haga la voluntad del hombre en el cielo, sino que la voluntad de Dios se haga en la tierra.” Otra vez, la carnalidad, formada por las pasiones, la codicia y la envidia, obstruye totalmente la manera en la que los cristianos deben tener acceso a la presencia de Dios, que es la actividad más importante para el cristiano.

 La infidelidad hacia Dios tiene que ser considerado adulterio espiritual en la iglesia. En el Antiguo Testamento se define como idolatría y es exactamente igual que en el Nuevo Testamento. Ahora no son imágenes o estatuas, sino cualquier cosa que entra en el corazón y lo lleva cautivo. Probablemente, la enseñanza más clara para Israel y Judá se presenta en forma de parábola en todo el capítulo de Ezequiel 23. Se expresa de la misma forma en Jeremías 3:1-5 y, para ilustrar la condición, Dios manda al profeta Oseas que tome una esposa fornicaria (Os.1:2). La iglesia a la que escribe Santiago es infiel a su Marido celestial, y se sujeta a un pretendiente competidor, que es más atractivo para la carne. Por esta razón, algunos, pretendiendo tener fe, están realmente fuera de ella; y otros, aunque sí están dentro, están muy detenidos en poder andar en el Espíritu.

 El pretendiente es el sistema del mundo, que es enemigo de Dios. Nadie puede continuar con una relación amigable con el mundo y al mismo tiempo caminar fielmente con Dios (v.4). Permíteme decir un poco más sobre este asunto. Sugiero que la amistad no solamente tiene que ver con el entretenimiento del mundo, sino con la seguridad que ofrece y las necesidades básicas que suple. Jesús enseñó esto en Mateo 6:25-34 y Lucas 12:22-31. El Anticristo, durante la Gran Tribulación, amenazará con quitar la oportunidad de comprar y vender, demandando lealtad a la población, marcando a todos con su número en sus frentes o en su mano derecha. La persona que no acepte ponerse esta marca no podrá comprar ni vender.

 

La humildad es una condición para poder obtener la salvación

 5.      ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos              anhela celosamente? 

6.      Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. 

7.      Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

8.      Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 

9.      Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. 

10.  Humillaos delante del Señor, y él os exaltará. 

11.  Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. 

12.  Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro? 

Ahora, en el versículo 5, veremos la revelación de la persona de Dios, que es un Dios celoso; estos son celos amorosos y santos. Pudiera citar muchos textos, los cuales nos enseñan acerca de esta característica del Señor, que es muchas veces declarada en la Biblia. Aquí tenemos un versículo muy claro, en Éxodo 34:14: Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.” Expresado muchas veces en el Antiguo Testamento, ahora lo tenemos en el libro de Santiago. Su pueblo ha de amarle con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente, y con todas sus fuerzas. No debería tener que decirle a cualquier cristiano que Él es digno de todo lo que demanda de nosotros y mucho más. Él es justo al ser un Dios celoso. Observa la letra mayúscula… Su nombre es Celoso. No vamos a provocarle a celos; sino vamos a ser 100% fiel a Su amor por nosotros.

 Santiago continúa, después de revelar este atributo justo de Dios, con una promesa de la gracia. Pero hay una condición: tenemos que venir a Él con humildad. Siempre hay condiciones. El arrepentimiento es una condición, la fe es otra y la humildad también es otra condición para la salvación. Si no fuera así, la salvación sería universal. Jamás pienses que puedes venir impenitente, sin fe y arrogante delante de Dios, y todavía recibir Su gracia. ¡Esto no puede ser! Si hay una cosa que he aprendido después de una larga vida estudiando las Escrituras, es que Dios resiste a los orgullosos. Por otro lado, tienes que saber que Él tiene que otorgar gracia (v.6) para recibir de Él, en todos casos.

 La humildad se somete a Dios, y el diablo huirá de un alma humilde que le resiste. Sin embargo, la resistencia de los orgullosos no le hará dar un paso para atrás (v.7). Él se da cuenta de quien es verdadero y quien finge, y halla buena compañía entre los soberbios. La gracia te atraerá cerca de Dios y, por Su gracia, Él vendrá a encontrarte mientras te aproximas.

 Santiago identifica a algunos de los lectores de su carta. Algunos, que son pecadores, tienen que venir con manos limpias, abandonando sus pecados; y los de doble ánimo, a quienes también habló en el primer capítulo, tienen que calmar las olas de incredulidad. ¿Recuerdas que la definición griega de la palabra doble ánimo que usó Santiago fue dipsuchos… dos almas? Significa una lealtad dividida, la misma cosa que ha provocado el celo de Dios. Quiere decir que hay otro elemento en la vida de aquella persona y es un ídolo que destruirá la fe, por lo tanto “¡purificad vuestros corazones!” (v.8).

 Entiendo que hay una diferencia entre el arrepentimiento y el remordimiento. Aunque el remordimiento no es suficiente en sí mismo, y un pleno arrepentimiento es necesario para tener una experiencia de salvación, el remordimiento también es bueno. Santiago se refiere al remordimiento cuando dice: “¡Afligíos, y lamentad, y llorad! Todavía enfrenta a los pecadores y a los de doble ánimo, y está llamándoles a un tiempo difícil de tristeza y lágrimas. El remordimiento es una señal de que existe un espíritu de avivamiento, y en este tiempo, en el cual no vemos avivamiento, vemos muy poco de esta gracia. En el avivamiento oímos acerca de noches sin dormir y pérdida de apetito. Trae un arrepentimiento profundo. Es evidencia segura del poder de la convicción del Espíritu Santo contra el pecado y a favor de la justicia y el juicio. ¡Qué Dios nos libre de la ligereza al tratar con el pecado, y de la risa vacía al contemplar la ruina inminente! (v.9).

 En el versículo 10, se está refiriendo otra vez a la bendita actitud de la humildad, como Dios la ve. ¿Cuántas veces hemos citado 2 Crónicas 7:14, y hemos observado la primera condición allí? Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado…” Tenemos que cruzar este obstáculo antes de poder pedir efectivamente y recibir gracia para poder convertirnos de nuestros malos caminos. Esto tiene que suceder antes de que podamos ser escuchados en el cielo, y de ser perdonados y sanados. En este versículo, la postración tiene que preceder a la exaltación en Su presencia.

 Santiago anhela ver en ellos el remordimiento y el arrepentimiento, porque sabe que a esto le seguirá un ambiente celestial. Relata la relación entre hermanos cristianos. La armonía entre los creyentes viene de una situación anhelada y hermosa, lejos de afectos dañinos o resultados negativos.  “Bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Pro.10:22). ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía… Porque allí envía Jehová bendición” (Sal.133). Es el ámbito del cielo y un privilegio que uno no encuentra en ningún otro lugar aquí en la tierra. Por su valor, es necesario terminar con la murmuración. Tenemos que estimar a los hermanos según su estado, por lo que Jesucristo ha investido en ellos. Seguramente, tendremos que ver juicio y disciplina en la iglesia… ¿No es evidente que Santiago está corrigiendo muchos errores en estos cinco capítulos? Pero en su obra apostólica no hace acusaciones personales o comentarios degradantes contra su “familia en Cristo”.    

 Por nuestra sabiduría y entendimiento limitados de los caminos del Señor, tenemos que dejar el juicio final en Sus manos. Sí, los pecados descarados tienen que ser expuestos a la luz, y las actitudes feas tienen que ser criticadas. Sabemos que tales cosas son dañinas y provocan una ruina tremenda si los cristianos no tratan humildemente con ellas. Sin embargo, más allá de lo que es necesario humanamente, hay solamente un Dador de la ley que puede dar la última palabra. Hasta ahí llegamos con la disciplina en la iglesia, porque no podemos ver lo que hay en el corazón del prójimo. Debemos limitar nuestro juicio solo a los casos necesarios, y gastar los esfuerzos de la iglesia en vivir la ley perfecta de la libertad (2:12). 

 

Arrogancia extrema o ‘hibris’

13.  ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 

14.  cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 

15.  En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 

16.  Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; 

17.  y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. 

En esta sección podemos aprender acerca de la presunción, incluso en los asuntos más básicos y comunes de la vida (v.13). Es posible, con tales temas, ir más allá de nuestros derechos y empezar a “tomar el papel de Dios o desplazar a Dios” con nuestros planes y agendas. Observa que Santiago dice que no nos toca a nosotros decidir ‘cuando’: “Hoy y mañana”. No nos toca a nosotros decidir ‘donde’: “tal ciudad”. No nos toca a nosotros decidir ‘cuanto tiempo’: “Un año”. No nos toca a nosotros decidir ‘lo que haremos’: “Traficaremos”. Finalmente, no nos toca a nosotros ‘predecir los resultados’ de los planes: “Ganaremos”.

A nosotros nos toca reconocer que en el día de nuestra salvación nos rendimos al señorío de Jesucristo y, al rendirnos, incluimos cómo viviríamos nuestras vidas cotidianas, según Su voluntad. Santiago nos dice que debemos estar continuamente conscientes de Su reino y propósito soberanos en y por medio de nosotros. Sin duda, esta actitud es para nuestro propio bienestar, porque Él es totalmente conocedor del futuro, y nosotros estamos muy limitados sobre ello.

Nos revela que tan frágil y corta es la existencia humana, comparándola con una neblina, vapor; ni sólido, ni líquido, sino simplemente un gas. El gas es el menos estable de los tres estados de la materia. Santiago lo define muy bien: “Se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” El vapor sale de un hervidor y rápidamente desaparece. El Espíritu Santo nos dice, por medio de Santiago, que debemos vivir siempre conscientes a esta verdad (v.14).

Todos conocemos a personas que murieron en su juventud o en su niñez. Sabemos también de muchos abortos naturales, bebés muertos en el seno. Sabemos de personas matadas por accidentes en diferentes etapas de la vida. La vida no da garantías y pasa extremamente rápida. Nosotros, los de edad avanzada, fácilmente lo comprobamos. La vida es como el vapor, corta y delicada. ¡Cómo nos dejó en shock oír de un amigo, Jim, aparentemente con muy buena salud, de quizás 35 años, que murió por un coágulo que descansó silenciosamente en el flujo sanguíneo, y de repente se instaló en su cerebro! Solamente Dios sabe, y nosotros no, cuando desaparece el vapor. Por eso, el control de nuestra existencia le pertenece solamente a Él (v.15).

La arrogancia humana es abrumadora. Es la cima de todas las debilidades morales y la más insensata. Tengo que admitir que fue hace pocos años que aprendí acerca de la palabra ‘hibris’.  Es una palabra que viene directamente del griego y tiene un concepto griego. Hace un par de días una señora griega me dijo que siempre la usan en el vocabulario moderno. Ellos, incluso sus famosos filósofos, la vieron como una arrogancia extrema que no tiene ningún elemento de temor en desafiar a los dioses. Era una locura que llevaría a una destrucción repentina. Bueno, dejaremos a los antiguos griegos con su politeísmo, y consideraremos el hecho de que seres humanos, débiles y pequeños que son, no tengan miedo de desafiar al Dios vivo y verdadero, que creó el universo. Hace poco oí a un predicador decir que Él es tan grande y majestuoso que “puede doblar el universo y meterlo en su bolsillo.” Un ejemplo muy significante de hibris es demostrado en la caída de Lucifer, quien intentó desafiar a Dios y fue arrojado del cielo. Hibris es una extrema arrogancia irracionable que, creo, tiene un sinónimo que acabo de usar: la locura.

Santiago dice que los que no consideran lo corta y delicada que es la vida humana, son culpables de una arrogancia maligna (v.16). El ignorante pagano, existiendo en una jungla, con su mentalidad y manera de vivir primitivas, por supuesto es un pecador. Sin embargo, su culpabilidad no puede ser comparada con la del “pretendido cristiano” que se ha acostumbrado a vivir bajo la bandera de la verdad. Se encuentra dentro de “la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Ti.3:15). Vive ligera y frívolamente en ese ambiente solemne, aunque está muy destituido de la gloria de Dios. Jamás se ha rendido al Señor, sino que sigue rindiendo servicio a su ego. Quiere recibir lo más posible de la naturaleza benevolente del Omnipotente, pero sigue con un estilo de vida en esa felicidad que no tiene en cuenta los resultados. Sí, sabe hacer el bien, pero juega trivialmente con su alma, sin involucrarse en los asuntos serios de la vida. Su destino es muchísimo peor que el del pagano ignorante que vive en la jungla, y que nunca supo que había un Creador a quien rendir cuentas (v.17).   

No quisiera estar refiriéndome a estas actitudes peligrosas sin dar la oportunidad a algún lector que necesite despertar a su condición. He mencionado a los que asisten a la iglesia, e incluso miembros que, por su propia falta de cuidado y atención, están todavía fuera de la salvación de Cristo. ¿Eres tú, amigo? ¿Estás presumiendo de estar en el cristianismo sin arrepentirte y rendir tu vida a Cristo? ¿Tienes planes de ir hoy o mañana a algún lugar con el propósito de obtener ganancias? ¿Estás en el centro de los propósitos eternos de Dios o estás a la deriva en tu propia voluntad como un barco sin vela? Amigo, te digo: ¡Despiértate y atiende a tu salvación inmediatamente!


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