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A W Tozer - dos mensajes

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Algo para meditar….de Tozer


LA AUTORIDAD DE LA PALABRA DE DIOS

En la iglesia, la suprema autoridad reside y mora en Dios y solamente en Él. Esta verdad es declarada en ambos el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, y ha sido la creencia unánime de cristianos por todos los siglos. Nada ha pasado para cambiar esta verdad en ninguna manera.

Yo no digo que no hay otras autoridades; reconozco bien que hay. Pero Dios existió antes que todas las autoridades. Señores, reyes, emperadores o potencias tienen cierta autoridad, pero les vino tarde en el tiempo, y les es prestada de Dios, y así que es temporal. Lo que es temporal no puede ser final o supremo.

Hay otra clase de autoridad poseída por profetas, apóstoles, papas, obispos y sabios religiosos. Si son buenos hombres, la han adquirido prestada de Él su autoridad, pero si son malos, la han usurpado. Pero en cuanto de tenerla, sí, la tienen. Nadie lo puede dudar. Mi argumento es lo siguiente: Lo que no podemos poseer continuamente, no podemos tener al final. Lo podemos tener por un poco de tiempo, pero no mucho. Todos tenemos que rendirnos al destino final, que es la muerte.

Se mantienen firmes las siguientes palabras sobre la autoridad transitoria, pasajera, relativa y provisional de profetas, apóstoles, reyes, papas, emperadores, obispos, presidentes y todos los demás:

Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán…

Por eso, Lutero con gran dignidad ante la dieta de Worms dijo, “Heme aquí; no me es dable hacerlo de otro modo. Que Dios me ayude” … a la vez que multitudes de criaturas pequeñas corrieron hacia Roma diciendo, “Vamos para allá” Lutero dijo “Heme aquí”, mientras ellos decían “Vamos para allá”… Y pisotearon sus 95 tesis bajo sus pies.


Os digo, es cosa difícil decir, “Heme aquí”, pero es fácil seguir a las multitudes. Todo lo que hay que hacer es tener el cuello “santo” de un pastor justo en frente de vuestros ojos. ¡Seguidle, pues, si queréis, y no hagáis caso para donde va!

Dios omnipotente es un Dios soberano, porque es auto-existente, es soberano, omnisciente, y es absoluto. Sería una cosa muy grande si nosotros, los protestantes, lo guardaríamos en nuestra memoria.

La Biblia es un vehículo de la autoridad de Dios. Referimos a ella como el Libro de los Libros. En el libro mismo se llama “el Libro del Señor, la Palabra Buena de Dios, las Sagradas Escrituras, la Ley del Señor, la Palabra de Cristo, la Palabra de Vida y la Palabra de Verdad. Estas son descripciones de la Palabra por la que Dios habla Su autoridad. Se ha dicho que esta Palabra es respirada de Dios, indestructible, y eternal.

En la Palabra, tenemos algo único. Es diferente y transcendente sobre todos los otros libros. No se deja comprometer o transigir, es asombrosa, y eterna y es por medio de la Palabra que Dios ejercita Su autoridad suprema y auto-otorgada – no la recibió de los hombres, porque nadie puede otorgar la soberanía al Dios soberano.

“La palabra que os he hablado,” dijo Jesús, “la misma os juzgará en el día postrero” (Jn. 12:48). Por algo dijo el profeta, “¡Tierra, tierra, tierra! Oye palabra de Jehová.” (Jer. 22:29). …

Por eso, a mi no me gusta ver al hombre juguetear con la Palabra de Dios. Por eso, no me gusta ver a redactores, anotadores y traductores, sin reverencia y con negligencia y a veces por el dinero, escribir versiones nuevas. Esta Palabra omnipotente ha saltado desde el trono real y tengo que tener cuidado, porque es la voluntad de Dios única, revelada a mi. Es Dios hablando su autoridad soberana por las palabras escritas para que yo las aproveche….

Dios ha hablado su autoridad por medio de Su palabra. Que ningún papa se levante diciendo, “Lo explicaremos en la luz de lo que nos ha dicho el padre “Fulano de tal”. ¡Que se calle el padre “Fulano de tal”! Su boca pronto se llenara con polvo en la tumba. ¡Que todos se callen, mientras que hable Dios omnipotente! …

El rico en el infierno se hizo un evangelista. “Abraham, si no me ayudas, por favor ayuda a mis cinco hermanos, porque les tengo en la casa y no son creyentes. Si solo envíes a Lázaro quizás él puede salvarles; quizás se arrepintieran.” Rogó como un evangelista, “¡Por favor! Abraham. Envíale, porque si alguien se levantare de los muertos, arrepentirán.” Respondió Abraham, “Si no escuchan la palabra, no creerán, aunque alguien se levante de los muertos.”

Si tú lo tienes en tu corazón resistir esta Cosa Única, está voz del Dios omnipotente hablando, esta autoridad que manda e invita, entonces aunque todo el cementerio de cuerpos muertos se resucitase, desde los apóstoles hasta ahora, y todos empezaran predicar, tu corazón se mantendría duro. Por que la escritura dice que si no escuchan la palabra, tampoco escucharán a los muertos si se levantasen.

Si todos los parlamentos del mundo, con toda su sabiduría hablaran, no podrían decir algo con tanto significado a la raza humana como estas palabras. Todos los congresos en el periodo de un siglo no pudieran decir algo que tendría el valor de estas pocas palabras, “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor” (Is. 54:7-9) ¡Allí está! Esta es nuestra esperanza, nuestro escondedero, nuestra roca, nuestro futuro, allí está nuestra gloria.

Dios habla con autoridad. Nadie tiene el derecho decir, “Yo no lo creo.” La Palabra del Dios viviente todavía suena por el mundo, destruyendo lo que no redime. Y en ese día terrible, cuando Dios conmueva todo lo que puede ser conmovido, esta Palabra viviente, asombrosa, terrible, poderosa, y eterna destruirá todo lo que no puede redimir. Yo, por mi parte, quiero estar al lado de los redimidos.

En mi habitación, yo pongo mi nombre en la palabra y la cito con mis tres nombres: Aiden Wilson Tozer. “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, Aiden Wilson Tozer, ni el pacto de mi paz se quebrantará.” (Is. 54:10).

Nadie puede quitar la bondad de Dios de la gente que le busca; no pueden remover el pacto de la gracia redentora de Dios de la persona que confía en Él. Cuando el monte se mueve, las montañas se removerán para siempre y no serán más, pero aún no se puede remover Su pacto. Dios ha dicho que no removerá esta misericordia, porque “la misericordia de Dios permanece para siempre”. Estas son las palabras de Dios.

Yo creo en esta autoridad, entonces, que permanece para mi hoy. Yo no voy a los sacerdotes, pastores, obispos o doctores. Voy a Dios y a Su Hijo, Jesucristo.

¡Que firme es el fundamento!

¡Que firme es el fundamento, oh santos del Señor,
Lo que es puesto para vosotros en su palabra excelente!
¿Qué más pueda deciros que no ha dicho ya,
A vosotros que habéis huido a Jesús para refugiar?

No temes, estoy contigo, no seas consternado
Porque Yo soy tu Dios y te daré socorro.
Te fortaleceré, te ayudaré, y ponerte en pie,
Sostenido por mi mano omnipotente.

Cuando por las aguas profundas te llame pasar
Los ríos de tristeza no te sobrecogerán
Porque estaré contigo, para bendecir a tus pruebas,
Y santificar para tu bien, tu angustia más profunda.

Cuando las pruebas de fuego tu camino cruzará
Mi gracia, todo-suficiente, será tu suministro
Las llamas no te hará daño, solo he designado,
Tu escorio consumir y tu oro refinar.

El alma que sobre Jesús ha inclinado para reposar
No la entregaré, pero no la entregaré a sus enemigos;
Ese alma, aunque todo el infierno intenta remover,
Nunca, no nunca, pero nunca la abandonaré

(Himno inglés)


DIOS HACE TODA LA CONSTRUCCIÓN

A la gente no le gusta la palabra “el misterio”, pero es una buena palabra bíblica y debemos aprender a vivir con ella. Para el mundo todo lo que hay alrededor está envuelto en un misterio, son cosas escondidas. La dama Juliana comprendió esto y escribió: “Y yo vi, no a la criatura haciéndolo, sino a Dios haciéndolo en la criatura.”

Esto es exactamente lo que la Biblia enseña, tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo. Acuérdate que cuando el Señor obró por medio de Gedeón, la Biblia lo describe de esta manera (en algunas versiones): “Dios se vistió de Gedeón” (por ejemplo Jueces 6:34). Tomó a Gedeón, se vistió con él, y obro por medio de él, y en Gedeón hizo sus obras maravillosas. No fue Gedeón haciéndolo, sino Dios obrando en el hombre Gedeón.

Por esta razón no hubo armadura para David. Supongo que en todo Israel no habría un comité o mesa directiva que estuviese de acuerdo con él y que le hubiera permitido salir sin armadura para enfrentarse con el demasiado-crecido Goliat con su lanza, que era como un rodillo de telar. David no hubiera podido convencer a nadie de lo que intentaba hacer. Podría haber discutido, rogado y escrito cartas, pero no hubiera conseguido persuadir a nadie para que le permitiese salir sin armadura. Aún él, por un poco de tiempo, se puso la armadura de Saúl: “Saúl vistió a David con sus ropas…” Pero eran demasiado grandes para él, así es que se las quitó y dijo que no le convenían porque no estaba acostumbrado. Pero si hubiera tenido que conseguir el permiso de un comité o una mesa directiva para quitarse la armadura, nunca lo hubiera logrado. Ellos le hubieran enviado tan cargado de metal que no hubiera podido ni moverse. Por supuesto, Goliat le hubiera tirado al suelo y le habría pisoteado. Pero David no salió así; no tuvo armadura.

¿Por qué envió Dios a un hombre sin armadura contra un gigante totalmente cubierto con una? Porque Dios quiso decir: “Yo hago todo”. Quiso demostrar que “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13).

Mira este difícil pasaje en 1 Corintios 12:4-6. Dios nos dice cómo el Espíritu Santo obra en personas y por medio de ellas. Dios tiene una obra que hacer y la hace Él mismo, en y por medio de Su pueblo, a través de los dones del Espíritu. “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” Mentes mortales no pueden pensar pensamientos inmortales…. De igual manera, hombres mortales no pueden hacer obras inmortales. Es totalmente imposible. Dios hace sus obras eternas a través de las manos de hombres, pero es la obra de Dios en ellos, es decir, en nosotros.

Aquí presento algo que la mayoría no saben, y pienso que nosotros lo aprenderemos y luego lo olvidaremos: Dios no nos da una reserva de sabiduría y poder (y mucho menos un programa o sistema). Si lo hiciera, nos estancaríamos muy pronto. Nosotros pensamos que Dios viene a una persona, la llena de sabiduría y dice: “Si tienes problemas, ven a verme, o llámame. Pero mientras, tienes una cisterna llena de poder y sabiduría. Tú puedes extraerlos, porque son suyos.” Pero no, ¡Dios nunca lo hace así!

Dios no da a una persona una palabra de sabiduría ni el poder, sino que Él mismo es el poder y Él mismo es la palabra de sabiduría en esa persona. Es Dios quien obra en la persona. No es la persona obrando. ¡Si solamente pudiéramos acordarnos de esto…! Dios es hecho sabiduría a nosotros y es hecho poder a nosotros. La fuente de fracaso para muchos cristianos es no acordarse de esto y olvidarlo.

En el mundo la gente aprende por la experiencia; aprende a hacer las cosas por hacerlas. Sin embargo, en el Reino de Dios es totalmente al contrario. Una persona puede tener 75 años y haber servido a Dios la mayor parte de su vida, sin embargo, puede errar fatalmente y ser muy ignorante e inculto, solo por el hecho de que Dios ya no esté obrando por medio de él o en él. Esta persona ha vuelto donde estaba al empezar. Tiene que ser Dios quien obre por nosotros.

Dios es quien me envió a predicar el evangelio y, si Él me da una palabra para alguien, entonces será Su palabra, y será esta palabra la que ayude a la persona. Pero si yo pienso que yo, por mis años de experiencia, puedo aconsejar a la gente cómo debe vivir, solamente me hago un tonto a mí mismo. Desgraciadamente, hay demasiadas tonterías de este tipo en la iglesia de Cristo en nombre del cristianismo. Hemos olvidado que nosotros no tenemos la palabra de sabiduría para alguien, a menos que Dios quiera dárnosla en el momento. Jesús dijo: “Cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.” (Mt. 10:19).

Si quitáramos de las iglesias todo lo que el hombre hace y nos quedáramos sólo con lo que Dios ha hecho y está haciendo, seríamos tan podados que solo quedaría un pequeño bulto sobresaliendo de la vid. No habrá suficiente para hacer una pequeña reunión. Pero muchos grupos están funcionando por su propio poder (moviéndose por combustible producido por ellos mismos); han aprendido a funcionar. Han aprendido el sistema y muchas personas han escrito libros sobre la psicología pastoral… El resultado es que no sabemos, en verdad, lo que estamos haciendo. Dependemos de nuestra reserva, en lugar de depender de nuestro Señor.

Acuérdate que es el Señor eterno quien está creando una nueva generación y una nueva criatura. Como Adán no se creó a sí mismo ni tampoco los ángeles, sino que Dios les creó, en la misma manera, Dios está edificando Su iglesia. La gente no edifica la iglesia. Dios edifica la iglesia. Si Él no la edifica, lo que tenemos sencillamente es una organización religiosa.


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