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Lowell Brueckner

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Testimonio de Tomás

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F
 ui criado en Bavaria, al sur de Alemania, en un hogar católico romano, con mis padres y abuelos. Dios formaba parte de mi vida solamente los domingos, durante una hora, y todas las tardes al recitar el Padre Nuestro. Sin embargo, no tenía una relación ni comunión con Dios y, por lo tanto, tampoco vida espiritual. 

   Recuerdo cuando toda la clase de la escuela asistimos a la iglesia. Esperábamos en fila para confesar nuestros pecados al cura pero, tan pronto salíamos de la iglesia, nuestra manera de vivir continuaba como siempre. Así viví por muchos años. Si alguien nos hubiera preguntado si éramos cristianos, hubiéramos respondido que sí, sólo por el hecho de creer que existía un Dios. Por supuesto, ahora entiendo lo que la Biblia dice en cuanto a que el Diablo mismo cree y tiembla… esta creencia no le hace ser un cristiano.

  Cuando terminaban las clases y mis amigos se iban a las discotecas, yo practicaba salto de altura con un equipo de atletismo. Después del entrenamiento, algunos de nosotros, junto a algunos miembros de una familia Americana, jugábamos al baloncesto. Lo hicimos así durante varios años en los meses de verano. Un día, uno de aquellos chicos americanos, Daniel, me invitó a asistir a un estudio Bíblico en su casa. Yo quería ir, pero no estaba seguro de si eso era lo correcto.


 
Un estudio Bíblico de casa
  Le hablé a mi madre acerca de la invitación, pero no se puso muy contenta. Vivíamos en una zona muy católica en Alemania, y las personas que no eran católicas, eran luteranas. La gente sospechaba que cualquier otra religión era una secta falsa. Jamás habíamos oído de asistir a un estudio Bíblico en una casa. Cuando dije a mi madre que había decidido ir, me advirtió que debía tener mucho cuidado. A la semana siguiente fui por primera vez. Sabía muy poco inglés, pero algunas de las canciones que cantaron eran en alemán, además de otras en inglés. 

  Al empezar el estudio, Daniel puso una Biblia alemana en mis manos. La persona que estaba sentada a mi lado me ayudaba a encontrar los textos que se leían de la Biblia. Aunque había asistido a la iglesia toda mi vida, la desconocía totalmente. Ahora, empezaba a entender lo importante que es la Biblia en verdad. Por medio de ella, Dios nos habla a nosotros. Me gustó muchísimo aquel estudio. ¡Nunca en mi vida había experimentado tal cosa!

  Cuando íbamos a la iglesia, nos sentábamos impacientes, esperando a que se terminara la misa para escapar. Pero para aquellas personas Dios era una realidad, no solamente una religión, y para mí, esto era emocionante. Cuando oraban parecían estar hablando con Dios. Era como si Él estaba allí mismo, escuchándoles. Desde aquel día, mi vida empezó a cambiar. Uno de los primeros cambios que noté, inmediatamente, fue que dejé de tomar el nombre de Dios en vano.

Leer la Biblia
  Poco después le dije a mi madre que el cristianismo puede ser más que sólo ir a la iglesia una vez a la semana. Antes, ninguno en mi casa leía la Biblia. Loel, el padre de Daniel, me dio una, y empecé a leerla. Mi madre también lo hizo, para asegurarse de que mi Biblia era igual a la suya.

  Durante las semanas siguientes, jamás me perdí un estudio. Aprendí que el plan de Dios para nosotros es que podamos nacer de nuevo. Oí y leí en mi nueva Biblia que Jesús había muerto por nuestros pecados, y por eso, solamente por medio de Él, podemos ir al Padre para recibir el perdón. También la Biblia me dijo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Toda mi vida había pensado que era el sacerdote quien tenía que perdonar mis pecados.

Algunas miradas raras
  Fui hecho una nueva creación. Me arrepentí de mis pecados y rogué a Jesús que fuera el Señor de mi vida. Ahora sentía gran gozo al orar y también al estudiar la Palabra. Sentí una gran convicción en cuanto a todos mis pecados. Recuerdo haber devuelto a mis amigos juguetes pequeños que les había robado cuando era niño… A pesar de sus extrañas miradas, yo sabía que tenía que hacerlo. Y a otros, a quienes había hecho daño, les pedí que me perdonaran. Poco después fui bautizado, tras ingresar en el ejército. Algunos de los soldados de mi dormitorio también empezaron a leer la Biblia, y así la Palabra se extendió. Me resultaba emocionante compartirles acerca de Cristo. Estoy tan agradecido a Daniel por invitarme a un estudio Bíblico... Me siento muy feliz de que hubiera gente obediente al llamado de Dios para traerme Su Palabra. ¿Dónde estaría yo si no le hubieran obedecido?

Más cerca a Dios
  Como a un nuevo creyente, los problemas empezaron a surgir entre mis parientes, otros que habían escuchado del gran cambio en mi vida y yo. Sin embargo, estos problemas solamente fueron una ayuda para acercarme más a Dios. Mirando atrás (todo esto aconteció en el año 1992), veo cómo Dios ha sido muy fiel con nosotros. Me casé con la hija de Loel, Raquel, y hoy en día tenemos tres hijos. Hemos aprendido a confiar en Dios para todo lo que necesitamos, y Él nunca nos ha fallado. 


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