FUERA DEL CAMPAMENTO
Lo que sigue es una parte y el tema del último capítulo de un libro que esperamos ver empreso en un futuro no lejano. El libro se llamará, "Tenemos un altar", y este capítulo se titula, "Identificándonos con el vituperio de Cristo".
“Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio.” Hebreos 13:13
El escritor de Hebreos no nos está llamando a ningún cambio físico o geográfico, al llamarnos fuera del campamento, por lo que no debemos interpretarlo así de ninguna manera. “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio” No es una llamada a una separación o a una división. No, ésta es una llamada a una entrega mucho más profunda y costosa. Su orden demanda una respuesta de parte del corazón de cada creyente y está relacionada con todos los tiempos y situaciones.
¿Qué quería decir el escritor tras estas palabras? ¿Dónde estaban sus lectores y por qué tuvieron que salir de allí? Esto es lo que tenemos que entender y por eso intentaremos ver el significado de este versículo importante. En verdad, él estaba impulsando a los lectores a una obediencia práctica hacia todo lo que había escrito en la epístola. Definió la posición desde adentro, donde los ciudadanos de Jerusalén tenían sus raíces bien arraigadas y en la que cada cristiano hebreo, a quien escribió, había vivido en tiempo pasado. Había hecho un discurso sobre Moisés, el sumo sacerdote, los levíticos, el pacto antiguo, el tabernáculo, y los sacrificios. Arrojó luz acerca de la superioridad de Cristo y Su evangelio, y ahora estaba exhortándoles a abandonar la cómoda y aceptable situación que tenían dentro de la sociedad judía, para llevar el vituperio de Cristo como hombres verdaderos.
La mentalidad “fuera del campamento”
Dejando a un lado al creyente judío, ¿qué tiene que ver esto conmigo? Te aseguro que cada uno de nosotros tenemos una mentalidad enfocada en lo de adentro o en lo de afuera del campamento. Tenemos que evaluar hacia dónde estamos enfocados en la profundidad de nuestra propia alma. ¿Estamos cómodamente situados, contentos porque estamos en paz con todos? Ninguno que profese amar al Señor tiene el derecho a mantenerse comprometido a un doble ánimo durante el tiempo que viva sobre la tierra. Estamos llamados a Su vituperio. Ninguno puede servir a dos señores. Debemos tener la mirada en la ciudad celestial (He.13:14) y entonces, se formará una fricción entre nosotros y la gente que está atada al mundo. Tenemos que decidir no aprobar nada menos que lo mejor que Dios ofrece y rehusar conformarnos con lo que funciona carnalmente.
Jesús se hizo a sí mismo una ofrenda de pecado (v.11-12). ¡Ay, ese problema antiguo de pecado! ¡Como ha maldecido la raza humana y como ha llenado el planeta con tristeza! Cada guerra, hambre, plaga y desastre natural está relacionado con la caída del hombre en el pecado. Sin embargo, sólo vemos el pico del iceberg desde nuestro punto de vista. El pecado trajo la separación entre Dios y el hombre, junto con las consecuencias eternas, que se llevarán acabo más allá de esta vida terrenal.
El trasfondo del Antiguo Testamento
Para poder tener un entendimiento mejor y un trasfondo para la cruz, tenemos que acudirnos al Antiguo Testamento y estudiar las diferentes ofrendas de sacrificio. El libro de Levítico las explica a todas detalladamente y en el capítulo cuatro y cinco hallamos las ofrendas para expiación. Las de capítulo cinco se diferencia de las de capítulo cuatro en que solo fue ofrecido para los pecados de la gente común. Las del capítulo cuatro tenían que ver con los pecados de todo el pueblo, los del sacerdote ungido, y del líder del pueblo.
Tenían que tratar con el gran dilema del pecado y en la Ley de Moisés, la manera que Dios ya había pensado antes de la fundación del mundo y antes que un pecado fue cometido, es simbolizado por estas ofrendas, especialmente el sacrificio de expiación. Albert Barnes comentó: ¨La ofrenda de expiación fue algo nuevo, instituido por la Ley. Las ofrendas más antiguas (significando el holocausto y la ofrenda de paz), cuando fue ofrecido por un individuo, eran ofrendas voluntarias: no había ocasiones especiales prescritos. Pero fue mandado claramente que él que fue consciente de un pecado cometido, tenía que traer una ofrenda de expiación.” También se dio cuenta Barnes: “Se menciona ocasiones especiales, en las cuales las ofrendas de expiación fueron acompañadas de una confesión particular del pecado, por la cual buscaba expiación (Lv.5:5).”
La ofrenda que corresponde con la lección en Hebreos 13, es la que es descrita en Levítico cuatro y primeramente instruye acerca del pecado del sacerdote ungido. Desde el versículo 22, habla de la acción especial que hay que tomar cuando un líder peca. Como tratar asuntos fuera del campamento se explica, empezando con versículo 12. El sacerdote tuvo que llevar el animal ofrecido en sacrificio “fuera del campamento a un lugar limpio… y lo quemara al fuego sobre la leña”. Empezando con el versículo 13, Dios dio instrucciones sobre qué hacer cuando era descubierto un pecado en el que toda la congregación había estado involucrada.
El pecado es engañoso y por eso, el primer paso era un reconocimiento que consistía en definir el pecado exactamente, para que los pecadores que habían hecho mal lo tuvieran claro. Sin embargo, reconocer el pecado sólo era el principio. Los siguientes pasos eran los que demostraban un verdadero arrepentimiento. Vamos a acercarnos lo más que podamos a la escena que se presenta aquí. Al ser un pecado cometido por el pueblo en general, los ancianos representantes de cada tribu, tuvieron que estar presentes delante el tabernáculo – delante del Señor. Después que tomaron su herencia en la Tierra Prometida, tendrían que cubrir mucha distancia para venir, de todos los rincones de Israel. Esto fue un asunto muy serio. Doce hombres de renombre rodearían el becerro para el sacrificio, poniendo sus manos sobre su cabeza. El sacerdote ungido metió el cuchillo, degollando el becerro. El animal se desplomó en el suelo, la sangre libremente derramada.
Veremos si la siguiente actitud es la apropiada para esa situación: “¡Madre mía!, hemos cometido un error y supongo que debemos decir que lo sentimos mucho, Dios, y pedimos Tú perdón. Bueno, creo que ya hemos hecho lo que podamos y intentaremos hacerlo mejor en el futuro.” ¡En ninguna manera! Ellos tomaban una acción drástica y pública contra el pecado. El sacerdote tomaba alguna porción de la sangre dentro del tabernáculo y la rociaba sobre el altar de incienso. Después de hacer unos ritos más, el animal era quemado fuera del campamento.
Además, una vez al año, el Día de la Expiación, se ofrecía un sacrificio especial por los pecados de la congregación entera. Se mataba un macho cabrío y la sangre era rociada, no solamente sobre el altar de incienso, sino también en el lugar Santísimo. Entonces el sumo sacerdote ponía sus manos sobre otro macho cabrío (Lv.16:15-28), y pública y detalladamente confesaba los pecados del pueblo. Nada quedaba en secreto. Matthew Henry comenta: “La confesión tenía que ser tan específica como fuera posible, no solamente de todas las iniquidades de los hijos de Israel, sino también de todas las transgresiones involucrados en todos sus pecados. En un pecado, puede ser que hay muchas transgresiones involucradas, por las varias circunstancias agravantes en ello; y en nuestras confesiones tenemos que tomarlas en cuenta y no sólo decir, ´he pecado´, sino como Acán, ‘He hecho esto y el otro’. De esta manera, él puso los pecados de Israel sobre la cabeza del macho cabrío.”
Después se le enviaba vivo a una tierra inhabitada y se le dejaba libre. Fue perdido en el desierto y nunca volvió. Este fue un ejemplo claro de cómo se lleva a cabo la expulsión de nuestras culpas, algo que el profeta Miqueas explicó de otra manera: “Echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Mi.7:19).
Individuos destinados
El hombre que llevó el macho cabrío al desierto nos llama la atención y quiero saber más de él. Estoy seguro que hay una razón porque es mencionado y tiene que ser una “sombra” de un individuo o un pueblo en el tiempo del Nuevo Testamento. El texto no dice que fuera un levita, sino sencillamente “un hombre destinado para esto” (vs. 21) – quiere decir que estaba preparado. No solo es enviado el sacrificio fuera del campamento a esa tierra inhabitada y lejana, sino que una persona estaba preparada y dispuesta para acompañarle. Estaba dispuesto ir solo fuera del campamento. Después tendría que lavar su ropa y su cuerpo. Así podría volver a entrar al campamento.
La misma ley se aplicaba a la persona que quemaba el macho cabrío que había sido matado. Para que los que estaban dentro del campamento quedasen limpios del pecado, otros tenían que ir fuera para identificarse con el sacrificio. Había individuos personalmente dispuestos recibir un entendimiento más completo de lo terrible que es el pecado y sus consecuencias de una forma más exacta a la normal. Ellos tenían una palabra de contar que no era común para los que estaban dentro del campamento ¿Hay gente voluntaria hoy para esa misión?
En Éxodo 33:7-10 tenemos otra situación fuera del campamento. Antes que el tabernáculo fuese levantado en medio del campamento, la congregación entera de Israel se había vuelto idólatra, haciendo un becerro de oro. Mientras Moisés recibía los Diez Mandamientos, la gente se cansaba de esperar su retorno del Monte Sinaí y empezaron a formar un “plan B”. “Pronto se han apartado del camino” dice en Éxodo 32:8. No fue la primera vez, ni sería la última que acontecería. Abraham y Sara se cansaban de esperar el hijo prometido de Dios y engendraron uno en su propia manera. Los ancianos de Israel se cansaban de esperar que Dios les levantara los líderes y demandaban un rey. Porque el pueblo nunca está dispuesto esperar a Dios, con razón dijo Jesús, “Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores” (Jn.10:8).
El pueblo persuadió a Aarón tomar unas medidas y el formó un becerro de fundición y lo deificó. Al llegar Moisés, el pueblo estaba totalmente desenfrenado, entregándose a la idolatría y el fanatismo. Tres mil murieron como resultado, pero esto no resolvió el problema de inmediato. Dios estaba entristecido hasta tal punto que se alejó del pueblo en general. Al ver que Dios no estaba en medio del pueblo, Moisés tuvo que levantar una tienda lejos, fuera del campamento donde estaba Dios. Él cuando menos quiso estar donde estaba Dios.
El que tiene otro sentir que la muchedumbre
Ahora la esperanza entra en esta historia y me conmueve el corazón: “Cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento” (Ex.33:7). No fue un tiempo de avivamiento para la gente en general, sin embargo, la oportunidad fue dada a cualquier individuo, serio y sincero, que quería buscar al Señor; él podría ir a esta tienda. Él que no tenía el mismo sentir que la muchedumbre en general, sino que quiso acercarse a Dios, pudo irse fuera del campamento. Moisés iba y hablaba con Jehová “cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (vs.11) Josué fue con él y no se apartaba de la tienda. Era un hombre joven que estaba preparándose para un ministerio futuro, y tuvo que pasar el tiempo, aprendiendo de Dios directamente. Tenía una mentalidad y un corazón fijados en estar fuera del campamento.
Años antes, Moisés había estado mucho tiempo en el desierto. Elías también estuvo allí durante los años de decadencia, en la parte norte de Israel. Podríamos mencionar a otros, pero lo más importante es que nos demos cuenta de que el modo no cambió en el tiempo del Nuevo Testamento. Juan Bautista, para poder ser la voz de Dios en el desierto, tuvo que abandonar las doctrinas prominentes y estar solo con Él. Dime a cual orden religioso pertenecía.
Pablo aprendió a escucharle en el desierto de Arabia y escribió claramente a los gálatas que no fue “enviado por los hombres ni a través de los hombres (versión NASB)… pues ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo (esclavo) de Cristo” (Ga.1:1,10). Pero las voces de ambos eran disonantes para gente acostumbrada a oír a los escribas y fariseos.
Un hombre que Dios está usando en estos días, Zac Poonen, dice lo siguiente: “La batalla más grande en la vida cristiana no es la batalla contra la ira o contra pensamientos sucios. La batalla más grande en la vida cristiana es la batalla contra el deseo de ganar el apoyo de los hombres. En este asunto tenemos que decidir estar bien delante de Dios solamente, si queremos quedarnos libres.”
El hombre sabe de lo que habla. Estaba involucrado con un grupo en Noruega que, aunque tenía buenos principios, terminó siendo una secta. ¿Qué es lo que atrae a la gente a tales grupos? Poonen sigue explicando: “Porque los grupos sectarios son comunidades muy unidas, muchos creyentes encuentran una seguridad dentro su rebaño. Las personas en grupos sectarios se cuidan unos a los otros, se ayudan y son muy buenos en muchas, muchas maneras. Cristianos inseguros que son desalentados por un cristianismo donde hace falta el amor, y ahora están buscando la seguridad y aceptación, no en Dios, sino en una comunidad de creyentes, muchas veces son atraídos a estos grupos para encontrar el amor y la comunión que se ofrece. Pero normalmente son ignorantes de los peligros que enfrentarán más tarde en su vida cristiana, por ser tan exclusivos.”
No podemos esperar que el pueblo esté bien delante de Dios hasta que, como los apóstoles, haya personas que se entreguen a la oración y a la palabra. A. W. Tozer no repetía los mensajes populares de su día. Él estaba mucho sobre su rostro delante de Dios. Recibí una carta de Leonard Ravenhill, escrita a las 4:30 de la madrugada, después de haber estado toda la noche en oración. El autor Mack Tomlinson, quien escribió su biografía, reveló que pasaba entre 12 y 14 horas en devocionales personales diarios. Su hijo, David, nos dijo que al visitar a su padre, pronto iría a su oficina y no saldría por unas tres horas; charlarían un poco más, y Leonard volvería otra vez estar solo con Dios. A estos hombres, la gente o les amaba o les aborrecía; no había terreno por en medio.
En el libro de Apocalipsis observamos a Jesús fuera de la iglesia de Laodicea, tocando a la puerta. Como en Israel en los días de Moisés, todavía existía una oportunidad, para el individuo que buscaba al Señor y escuchaba Su voz, de poder tener comunión personal con Él, aunque la iglesia misma estuviese en la oscuridad y fuera de Su alcance. La prueba de Su ausencia era que su mensaje contradijo totalmente al de Jesús. No tuvo ni idea de su estado espiritual verdadero.
Como nunca antes en la historia de la iglesia, Hebreos 13:13 concuerda con nuestra situación en 2011. ¿Criticamos a Roma por encubrir los pecados de sus sacerdotes? Pues las historias de los fracasos morales entre los cristianos conservadores son muchos también, y además muchos siguen siendo encubiertos.
Pocos son los que quieren preguntar porque ocurren tantos, y pocos también los que quieren asumir la responsabilidad por ellos. Al mismo tiempo la obra del Espíritu Santo, que es el remedio para la decadencia espiritual y la dominación de la mentalidad carnal, está constantemente apagada porque la gente la rechaza, dándose más valor a sí mismos y a su terca voluntad. Sencillamente, no le quieren, porque estar bajo Su dirección supone un estorbo para seguir adelante con sus esfuerzos personales, a los cuales se aferran cariñosamente.
A veces vemos un poco de luz entrar entre los programas y esquemas apoderados de los hombres. A vez en cuando hay aún un poco de reconocimiento del error, pero no debemos esperar que Dios se mueva hasta que haya un remordimiento y arrepentimiento más serio y profundo. Cristo está guardando la distancia, pero todavía se puede escuchar Su voz diciendo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” El escritor de Hebreos responde a Su llamamiento y dice: “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio.” Allí es donde tenemos nuestro altar y no hallaremos otro…
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21 de diciembre de 2011, 10:53
Como siempre desde hace unos pocos de años que le he escuchado predicar e incluso en algun momento le pedi algun consejo, cada vez que leo un mensaje de usted aprendo algo. Un saludo y que DIOS le siga dando sabiduria para enseñarnos. Angel
30 de marzo de 2016, 21:37
Cuando el Señor hace el llamado a salir del campamento de la religión, no es para que se organice una nueva iglesia, o nueva nueva mini religión, sino para ir al desierto a conocerle cara a cara y comprender su voluntad para con nosotros. Suena duro pero es así, el llamado es al desierto, al camino de cruz donde serán crucificados tu gobierno, tu voluntad y tus proyectos propios para que así puedas conocer y comprender el plan, el gobierno y la voluntad perfectas del Señor Jesucristo. Grande es el privilegio y el galardón para aquellos quienes sean llamados.
https://www.facebook.com/Mensaje-de-Paz-839134896232961/?ref=hl
31 de marzo de 2018, 19:19
Precioso! Gracias por traer luz sobre la Palabra!💖
3 de agosto de 2019, 5:40
Cuando El Espíritu Santo sella nuestras vidas, realmente somos testigos de Jesucristo y de su gloria ! Por lo cual somos guiados a la verdadera voluntad de Dios . Santa y perfecta , no es lo q nosotros demandamos y lo que creemos que es . Pues es lo que él nos tiene preparado desde antes de la fundación del mundo , aun cuando nosotros no lo veamos el si lo ve y lo tiene ahí , esperando que todos lleguemos unánimes a posesionarnos .
Jesucristo es el camino la verdad y la vida , en él está el espíritu de verdad , para que seamos espíritu junto con él echando fuera la carne y perfeccionándonos en el amor al Padre . Vivamos con cristo la libertad del espíritu fuera de lo terrenal . Afuera del campamento terrenal . Porque iremos a uno eterno y sin mancha el tabernáculo de Jesucristo el príncipe de paz . El templo de su cuerpo celestial donde el es la cabeza y nosotros su cuerpo !!! Amén hermano Dios hablo !
28 de junio de 2020, 5:39
Gloria a Dios por siempre!!!
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