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Lowell Brueckner

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El Rey sobre el planeta Tierra

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“El Señor será Rey sobre toda la tierra” (Zacarías 14:9)

¿Cuántos años podrían pasar antes de que el Señor vuelva para establecer Su reino en la tierra? ¿Podría acontecer en este siglo XXI? …fácilmente si. ¿Podría ser en veinte años? También es posible. ¿Qué tal si en diez? Incluso, podría ser. Lo que si puedo decir es que no será antes del año 2022. Como mínimo tienen que pasar siete años. Ahora, pensemos en siete años atrás, en el año 2008; parece que fue ayer ¿no? Ha llegado el tiempo en el cual debemos empezar a esperar la época más grandiosa que el mundo jamás ha vivido. Vamos a obtener una pequeña perspectiva sobre el Milenio, estudiando la profecía de Zacarías. ¡La venida del Señor se acerca!

Versículos 6-15.  Pasos hacía la perfección.

La primera descripción que Zacarías nos da después de la Batalla de Armagedón es un poco difícil de entender. “Acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura” (v.6). La verdad es que la Escritura, tanto el Nuevo Testamento como el Antiguo, se refieren varias veces a ese período, así que dejaremos que las Escrituras hablen. Isaías, entre otros profetas, también nos informa de este fenómeno: “La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando el Señor de ejércitos reina en el Monte Sión y en Jerusalén” (Is.24:23). Jesús mismo dijo: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol será oscurecido y la luna no dará su resplandor” (Mt.24:29). ¿Puede ser el tiempo del juicio a las naciones? Las palabras de Jesús son muy parecidas a las de Zacarías, sobre ese evento: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones, y los apartará unos de otros…” (Mt.25:31,32). 


“Será un día”, literalmente debe ser traducido como “será un día único” (hebreo… uno, primero, solo), y no creo que describa todo el Milenio, sino solamente el tiempo entre la Tribulación y el Milenio. Es un día misterioso, acerca del cual solamente el Señor tiene conocimiento completo (v.7). Las horas del día se extenderán, como para completar la obra necesaria lo más rápido posible, después de la Batalla de Armagedón.

Después Zacarías nos introduce claramente en el Milenio, y nos muestra aguas vivas (v.8). Estas son las mismas aguas que fluyen debajo del umbral del templo en Ezequiel. Él describe en varios capítulos todos los detalles del nuevo templo (capítulos 40-46) y después, en el capítulo 47, habla de las aguas, más ampliamente que Zacarías, ocupando doce versículos, mientras que Zacarías lo hace en uno.

Jesús será Rey sobre toda la tierra (v.9) y Jehová será uno. Comentan Jamison, Faucett, Brown: “No quiere decir que no es así ahora, pero será reconocido por todos unánimes como ‘uno’. Ahora son “muchos dioses y muchos señores” (1 Co.8:5). En aquel día Jehová solo será adorado. La manifestación de la unidad de la piedad acontecerá simultáneamente con la unidad de la iglesia. Ahora todos los creyentes están unidos en espíritu, como Dios es uno (Ef.4:3-6). Pero superficialmente hay divisiones tristes. Hasta que estas no desaparezcan, Dios no revelará Su unidad al mundo.” Veremos el perfecto cumplimiento de la oración de Jesús: “Yo en ellos y Tú en Mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que Tú Me enviaste” (Jn.17:23). Su pueblo será perfecto en unidad y el mundo reconocerá a Jesús como Señor sobre toda la tierra y doblará la rodilla delante de Él.

Jerusalén será la ciudad de paz, capital sobre el reino universal (v.10). Todas las colinas alrededor de Jerusalén se allanarán y la llanura se extenderá desde la que fue la frontera de Judá al norte, hasta la frontera del sur. Entonces, Jerusalén será levantada en alto sobre todo el terreno, resaltando así más la presencia del Gran Rey en la ciudad. Se repite la expresión de 12:6 “habitada en su lugar”, marcando las puertas en los tres lados y la torre al otro lado. Después el interior de la ciudad, donde está el Lagar del Rey. Quiere decir que estará totalmente habitada. Fíjate, después de tanta destrucción y guerra, la santa ciudad por fin será verdaderamente compatible con su nombre, la Ciudad de Paz (v.11), y no habrá un lugar más seguro en toda la tierra. Rodeándola estará la nación de Abraham, Isaac y Jacob, y las demás familias de los gentiles de toda la tierra serán adoradoras y vendrán a celebrar a Jerusalén.

En los versículos 12 hasta 15, Zacarías nos hace volver a la Batalla de Armagedón para confirmar un principio que hemos estudiado en el capítulo dos. Además de ser glorificado entre Su pueblo, la gloria del Señor también será manifestada por vengarse de Sus enemigos (v.12). En ese día, se llevará a cabo contra todos los ejércitos del anticristo (Is.66:24; Ap.19:17-21). Como vemos a veces en el Antiguo Testamento, los enemigos empiezan a pelear unos contra otros (v.13) porque Dios siembra confusión entre ellos. Es Su manera de derrotarles. El enemigo entrará en Jerusalén, y todos los ciudadanos de Judá ayudarán a sus hermanos dentro de la ciudad (v.14). Los vencerán y tomarán posesión de todas las riquezas del mundo. Como ha sido una batalla contra la confederación de todo el mundo, la victoria será universal. Todas las bestias utilizadas por el enemigo en la batalla, enfermarán o, si está hablando en forma simbólica, querrá decir que todas las armas de guerra dejarán de funcionar (v.15), aunque fácilmente, por las destrucciones de la Tribulación, no quedarán más que animales para luchar en la guerra.

Versículos 16-21.  Algunas características del Milenio.

Lo que vemos en el versículo 16, es el remanente de los gentiles después del Juicio de las Naciones (Mt.25:31-46). Estas son “las ovejas” que apoyaban a los hermanos del Hijo del Hombre en la Gran Tribulación y en la Batalla de Armagedón, demostrando así, por sus hechos, un corazón recto. Estos son adoradores de Cristo y la fiesta que celebrarán es la de los Tabernáculos. Las otras fiestas, La Pascua con los panes sin levadura, Las Primicias, El Pentecostés, El Día de Expiación y Las Trompetas, ya habrán tenido su cumplimento, y la fiesta que más se celebrará en ese tiempo será la de los Tabernáculos. Esta es la fiesta donde traerán a la memoria todo lo que tuvieron que pasar en su jornada terrenal, tanto gentiles como judíos, y cómo el Señor de los ejércitos obró milagrosamente a favor de ellos. Fue el último día de esta última fiesta del año cuando Jesús hizo Su gran invitación. “¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba! El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de aguan viva” y ahora la disfrutan todas las naciones en su plenitud (Jn.7:37-38).

Durante el Milenio, al pasar las generaciones, no todos van a  ser obedientes, pero Cristo reinará con una justicia perfecta a favor de los justos y contra los injustos (v.17). Estos injustos pasarán el Milenio esperando que su maestro sea soltado de su prisión para seguirle de nuevo, pero Dios les castigará con la sequía. En cuanto a los egipcios, que siempre tienen el Nilo para sostenerles en tiempos sin lluvias, vendrá sobre ellos la plaga (v.18). Todas las ofensas serán castigadas y ningún rebelde escapará (v.19).

Puede ser que todo lo que funciona con “motor” sea destruido en la Tribulación y por eso, en el Milenio de paz, no habrá por qué apurarse corriendo de un lugar a otro (Dn.12:4). Los caballos proveerán el transporte, como fue hace unos 100 años en la tierra, antes de que en aquel maldito siglo XX, el siglo del Titanic, el automóvil y el avión, fueran sacrificadas millones de vidas. Fue el siglo de la “independencia de Dios”, cuando entró con toda Su fuerza el espíritu del humanismo, que es el mismo espíritu del anticristo, en el que reinaba el dios del “progreso” y el pragmatismo.


Pero en el milenio, aun los caballos serán santificados al Señor (v.20). Como fueron los sacerdotes santificados para Dios en el Antiguo Testamento, ahora aun los animales le darán gloria. Leemos en Isaías acerca de la serpiente amistosa, los leones mansos y mucha más hermosura en la naturaleza del Milenio. Las ollas comunes, como los tazones delante del altar, serán santificadas. Las mujeres en las cocinas cocerán con ollas consagradas al Señor de los ejércitos, que merece toda la gloria y el honor. El que echó fuera del templo a todos los mercaderes, asegurará que jamás será practicado el negocio donde debe estar la oración (v.21). En lugar de apoyar las cosas de Dios con dinero, se realizará por medio de la oración de fe… una fe puesta solamente en Aquel que está sentado sobre el trono, reinando sobre toda la tierra. ¡Venga Tu reino! ¡Sí, ven pronto, Señor Jesucristo!


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