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Lowell Brueckner

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La alianza que fracasó

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18. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 17

En este capítulo, la alianza del capítulo 7 reaparece. ¿Recuerdas que la casa de David, es decir, la casa del rey y toda la nación de Judá se estremeció de corazón, “como se estremecen los árboles del monte a causa del viento” (Is.7:2), al oír que dos naciones, Siria y las diez tribus norteñas de Israel, se habían aliado contra ellos? Dios aseguró al rey Acaz y a su pueblo que esta amenaza no iba a tener éxito: “No subsistirá, ni será” (7:7). Ahora veremos la razón de por qué no tenían que preocuparse. Dios conoce el futuro perfectamente, por eso, es siempre correcto y seguro estar firmes sobre Su palabra profética.

Una copa maldita que tomar

“Profecía sobre Damasco”. Éste es otro oráculo, y ya sabemos que un sinónimo es carga, pero Matthew Henry cita una paráfrasis de una versión caldea que nos ayudará a entender mejor esta difícil palabra: La carga de la copa maldita que toma Damasco. Un oráculo es una copa amarga que tiene que ser tragada y que, en este caso, contiene una maldición sobre Damasco. Damasco es la ciudad capital de Siria, así que ellos primero tienen que beber de este “cáliz de aturdimiento” (otra manera de describir la copa amarga, Is.51:17, 22; Zac.12:2). Desde allí, este cáliz es pasado a toda Siria y a cada una de las tribus norteñas de Israel.


Estas visiones pasan frente a los ojos de Isaías, y por esta razón las cuenta en tiempo presente. La fe oye y acepta esta palabra, tan seguramente, como si ya hubiera sido  llevada a cabo, porque con Dios no hay un tiempo futuro; el futuro es historia para Él. Su palabra no solamente es segura, sino también precisa. Sobre Babilonia dijo que caería y “nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación” (cap.13:20). En este siglo XXI, podemos ir a Irak y mirar sus ruinas, porque nunca ha vuelto a ser reedificada. De igual manera Damasco “será montón de ruinas” (v.1), sin embargo, no dijo si volvería a ser reedificada o no. Y sí, ha sido reedificada, y hoy en día es la capital de la Siria moderna.

Las primeras tribus de Israel que cayeron fueron las dos tribus y media, al este del rio Jordán… Rubén, Gad, y la mitad de la tribu de Manasés. La ciudad más mencionada, llamada Aroer en el versículo 2, estaba a las orillas del rio Arnón. Fue edificada por los de Gad, después asignada a la tribu de Rubén, y en el tiempo de Isaías ocupaba el territorio de Moab. Ella y los pueblos de alrededor fueron abandonados, y sus edificios sirvieron como rediles para ovejas. Ningún ser humano estorbará a los rebaños.

La ilusión de la unidad mal dirigida

La iglesia cristiana a menudo ha sido engañada, uniendo sus fuerzas con otras para ganar ventaja política. ¡Que Dios nos conceda estar unidos en la oración y en la edificación mutua! Hasta ahora, jamás he visto una unión política cristiana que haya segado beneficios espirituales. Necesitamos tener mucho cuidado de con quien nos aliamos. No hace mucho tiempo escuché a alguien referirse a la unión de Ananías y Safira en la mentira, y cómo después, juntos, recibieron el juicio divino. Nunca debemos buscar la unidad, ni siquiera en el matrimonio, a cualquier precio.

En ninguna situación debemos comprometer la justicia y la verdad para ganar la unidad. Estas dos naciones buscaron unir sus fuerzas para atacar (ya me he referido al hecho de que su confederación trajo terror a Judá), sin embargo, en este capítulo, las vemos unidas en la derrota. Una contribuyó a la derrota de la otra. “El reino de Damasco y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel” (v.3)… niveladas en la derrota. Una nación más brillante y con más gloria tendrá que caer más abajo, hasta llegar al mismo nivel de deshonra que la otra. “En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará” (v.4).  

La cosecha del enemigo

Estuve con el director de un campamento, después de su clausura, cuando todos los jóvenes habían regresado a sus casas. “Los jóvenes ya se han ido”, me dijo, mirando las instalaciones, “aquí ya no hay vida… solamente edificios vacíos”. Compartí su tristeza, y todo lo que nos quedaba era la memoria de los buenos tiempos pasados.

Por favor, ¡no leas sólo las analogías escritas… intenta sentirlas! El cuerpo enflaquecido, la mies recogida, los olivos sacudidos, las ramas sin fruto; todo apunta a una gloria que ya pasó, que ya no existe, desvanecida, debido a que la gente ha dejado sus hogares y ha huido de la tierra. ¡Cómo inspira el Espíritu de Dios a Isaías para poder pintar tan real el cuadro e impresionar el corazón!

Recoger las espigas no representa una escena bonita (v.5). El enemigo está segando el campo que los nativos sembraron con esperanza. Tiene las espigas en un brazo y utiliza el otro para cortar más con la hoz. Tenemos otra analogía semejante en Apocalipsis 14:19: “Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios”. El tiempo del juicio ha llegado y al terminar, solamente queda un pequeño remanente.

  ¿Quieres ver quien ha sido tomado y quien dejado? Los Evangelios están de acuerdo con el Antiguo Testamento. A menudo, los cristianos no escudriñan suficientemente el Antiguo Testamento como para poder corregir sus analogías. Jesús dijo: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (Jn.7:16). Su doctrina fue edificada totalmente sobre el fundamento de las Escrituras del Antiguo Testamento, designadas por el Padre, y es imposible aprender la verdad evangélica sin aprender los principios del Antiguo Testamento.

¿Quién es tomado y quién es dejado?

Pulsa para leerlo mejor
La cosecha es un juicio y las espigas son tomadas para ser quemadas. “El uno será tomado, y el otro será dejado” (Mt.24:40,41). “Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla…” (Mt.13:30). El remanente es dejado después del juicio. “Dos o tres frutos en la punta de la rama, cuatro o cinco en sus ramas más fructíferas” (v.6).

La cosecha del juicio asirio toma lugar y la mayor parte de las diez tribus es llevada al cautiverio. Han perdido su autonomía, su rey, y su futuro es bastante triste para el remanente que es dejado. Sin embargo, ¿quieres ver lo que el Señor empieza a hacer? “En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel” (v.7). Quiero enfatizar la condición espiritual de los dejados del reino norteño. “Temían a Jehová, y honraban a sus dioses… Jehová… les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses… mas a Jehová… a éste temeréis…” (2 R.17:33,35,36). Estoy intentando demostrar que el Señor no tolerará un corazón dividido. Él no permite que ningún otro dios entre; sólo Él debe ser temido.

Idolatría “cristiana”

¿Puede existir tal doblez en los tiempos del Nuevo Testamento?, ¿cómo se manifiesta? Es necesario ser muy específico, porque lo que está pasando en estos días es tan importante que no quiero que nadie escape por esquivar lo que estoy diciendo. Te aseguro que ahora mismo algo está pasando en la vida de personas que no conocen su propio corazón. Intentan convencerse de que aman a Dios solamente, pero el hecho es que están desposados con hombres y sus movimientos, como los israelitas lo estaban a su nación y rey. Dios les arrancó los dos y les separó de ellos. Habían sido excesivamente orgullosos al ver el éxito de su líder y su movimiento, por eso, cuando éstos fueron desafiados, se estremecieron y volvieron tristes y confusos. Entristecerse porque el juicio está cayendo comprueba la idolatría del corazón. No están contemplando solamente a su Hacedor, el Santo de Israel. Este es un mensaje para la gente sobre la que Dios derrama su juicio, para poder tirar violentamente los ídolos del corazón. Él es un Dios celoso. 

Desde el tiempo de la división de los dos reinos, la religión de las tribus norteñas fue independiente de la de sus hermanos en el sur. Ellos mezclaron el nuevo paganismo e idolatría con las sendas antiguas del Señor, y fueron desordenados y descuidados en obedecer Sus mandamientos. Desde el tiempo de Jeroboam, sus reyes les dirigían en la dirección falsa. Pero ahora, han sido humillados y el rey Ezequías de Judá se siente movido a mandar una invitación al norte, para que se unieran con el reino del sur para guardar la Pascua en Jerusalén, como Dios había ordenado. Algunos se reían y rehusaban asistir, pero otros vinieron desde Efraín, Manasés, Aser, Zabulón, e Isacar, para cumplir la voluntad de Dios.

Dos pascuas sin igual

“Determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel, en Jerusalén… Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria. No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis”  (2 Cr.30:5-7). El capítulo 30 termina con este reporte maravilloso: “Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. Después, los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo”.

En 2 Crónicas 35:18, el rey Josías celebró otra pascua: “Nunca fue celebrada una pascua como esta en Israel desde los días de Samuel el profeta; ni ningún rey de Israel celebró pascua tal como la que celebró el rey Josías, con los sacerdotes y levitas, y todo Judá con Israel”. Ahora nosotros ya no celebramos la pascua; nosotros vamos a la cruz. En la tarde de la última pascua, Jesús tomó la copa y el pan, y dijo: “Tomad…bebed”. Los elementos representan Su cuerpo y Su sangre…“todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga” (1 Co.11:26). Los que tienen el anhelo de obedecer Sus mandamientos y anunciar su muerte, procuran hacerlo a menudo.

Miles de cristianos fueron masacrados por los comunistas en Camboya. Algunos sobrevivieron escondiéndose en la jungla. Nuestros consuegros visitaron esa tierra hace varios años y decían que todavía, después de décadas, un remanente de cristianos salían de sus escondrijos. En los tiempos más oscuros podemos contemplar al Dios de toda esperanza para que nos avive y nos traiga la bendición celestial, y para dar gloria a Su nombre.

Dios y sólo Dios

Cuando un cristiano ora, “santificado sea Tu nombre”, él “mirará a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel”. Santificar Su nombre significa separarlo de todos los demás, para que sea único y solo en su vida. La persona que verdaderamente ora así, “no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos…” (v.8).

Albert Barnes comenta sobre estos dos versículos: “En lugar de confiar en sus lugares y ejércitos, ellos mirarán, para el socorro y la protección,  al Dios que les hizo y al único que les puede ayudar. Las aflicciones y juicios de una nación a menudo provocan a un pueblo, aunque sea maligno y rebelde, a fijar los ojos en Dios. Pueden sentir el peligro; son convencidos de su culpabilidad; pueden ver que solamente Dios, y ningún otro, les puede proteger…”

John Wesley dice sobre los mismos versículos: “Un hombre… entre los pocos que quedan… respetará sinceramente, y confiará, y adorará a Dios, y solamente a Dios”. 

Si esto no es lo que pasa, entonces nada de valor ha pasado, y todos los esfuerzos serán en vano. Durante la vida y el ministerio de Isaías, el rey Acaz de Judá visitó Damasco, justo en este tiempo, cuando fue vencido por Tiglat-pileser, el rey de Asiria. Allí vio un altar y mandó el diseño y las dimensiones a Urías, el sacerdote, que pronto edificó otro igual en Jerusalén. El altar que Salomón había hecho fue puesto a un lado para dar lugar a esta obra pagana. ¿Hallamos esto repulsivo? Entonces, ¿por qué no hallamos igualmente repulsivo, cuando los patrones exitosos del mundo tomar lugar en la iglesia?  ¿Por qué recurrimos a sus relaciones públicas, a su publicidad, a su arte de vender, a sus programas y a sus métodos? No somos diferentes que el rey Acaz al llevar los patrones de Damasco a Jerusalén (v.8).

¡Cuántas veces dijo el Señor que si Israel recurría a la misma maldad por la cual los canaanitas fueron echados de la tierra, les ocurriría el mismo castigo a ellos! De la misma manera que estas siete naciones fueron juzgadas, ahora le tocaba a Israel ser juzgado (v.9). En Levítico 18:28, el Señor les avisó de que si Israel contaminaba la tierra, la misma tierra les vomitaría, y así fue. ¿Puede pasar lo mismo en el tiempo de la iglesia? Jesús dijo a Laodicea que su condición tibia le estaba causando nauseas y que si no se arrepentían, les vomitaría de Su boca. “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios”. Cuando intentamos seguir adelante con los negocios de la iglesia sin poder espiritual, cuando el ritualismo ha tomado el lugar del mover del Espíritu Santo, cuando hay repetidos casos de líderes cayendo en pecado y cuando está entrando el estilo, maneras y prácticas del mundo, entonces podemos estar seguros de que Su juicio caerá.

El Dios de nuestra salvación, el único Dios con las marcas de los clavos en Sus manos, es el único de quien debemos testificar y a quien debemos alabar. “De la Roca que te creó te olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador” (Dt.32:18). Me fastidia mucho escuchar a gente testificar de hombres y lugares, de donde y de quienes han recibido ayuda. Si se acordaran de la Roca de su refugio, no tendrían lugar en su corazón para cualquier otra cosa o persona.

Las hermosas plantas extranjeras

Israel importó plantas desde lejos. Estas cosas llenaban sus vidas y hechizaban sus corazones. Significaban la confianza y el placer de los poderes extranjeros, especialmente Egipto, que siempre simboliza el mundo en la Biblia (v.10). ¿Está nuestro placer y la confianza puesta en las fuentes del mundo?

Israel se enfocó cuidadosamente en estas plantas importadas, en lugar de volverse a Dios en oración, siendo Él el manantial de toda bendición valiosa. Puedes estar seguro de que llegará el tiempo en el que Dios demostrará la vanidad de esa atención que está enfocada en las fuentes terrenales. Nadie puede quitarnos lo que Dios obra en el corazón, pero vemos que los asirios pudieron servirse fácilmente de las labores de Israel. Después del esfuerzo dedicado a plantar, cultivar y fertilizar, al llegar el tiempo de la siega, ¡qué desaliento al ver que nada eterno ha sido producido! Cuando al final se abran los ojos, el dolor será severo. Isaías dice que la angustia será fatal… demasiado tarde para tratarla y remediarla (v.11). La esperanza se cambiará en desesperación. Todo el esfuerzo servía solamente al orgullo y a la vanidad de los hombres, por eso, en lugar de la siega esperada y prometedora, estaba el enemigo arrebatándola. ¡Al final, todo fue idolatría!

Los asirios son detenidos, vencidos y ahuyentados

Ahora, la profecía se mueve hacia el sur y vemos la invasión de los asirios contra Judá (v.12). Los últimos tres versículos se juntan para dar un fin muy agradable al capítulo. Es muy poético y expresivo, y así es la hermosura de la literatura de Dios, a la que también, en algunas partes, se la pone música. Tenemos los libros de los Salmos y Proverbios, que son casi enteramente poéticos y también la música se presenta en los escritos de los profetas. El Señor no solamente presenta la información, sino que además ésta está presentada en forma de canción, poesía y prosa, con estilo y hermosura. Dios es el Dios de los colores y los ritmos. 

Clarke dice: “Aquí tenemos una noble descripción de la invasión formidable y la deposición repentina de Senaquerib; Isaías lo da a entender en los términos más fuertes posibles y con las imágenes más expresivas, exactamente apropiadas para el evento”. El ejército asirio fue poderoso, orgulloso y auto-suficiente, pero no salió de la misma forma que entró. Existe una gran ironía en las grandes obras de Dios que están escritas para el ánimo de Judá y para el nuestro. Un Ángel fue enviado para derrotar al enemigo, y fue el Ángel del Señor (Is.37:36)…, el Ángel divino. Isaías escribe mucho acerca de Él, pero comentaremos este evento de forma más completa después.

La descripción en los versículos 12 y 13 alumbra nuestra imaginación al mirar esta poderosa invasión militar, por un ejército que conquistaba el mundo y que había entrado en muchas naciones con “ruido como estruendo del mar”, venciendo a sus ejércitos y derrocando sus gobiernos, incluso los de Siria y las 10 tribus de Israel. Solamente nuestro Dios es capaz de pararse frente a esta fuerza formidable y detenerla con una palabra de reprensión. Además, no solamente la detiene, sino que la batalla se vuelve contra el enemigo, que termina huyendo. Es un Dios incomparable. Mira el contraste: “Como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino”. Isaías lo ve en una visión y lo expresa en tiempo presente (v.13). No es necesario utilizar el tiempo futuro, porque las profecías de Dios son seguras, como si fuesen historias del tiempo pasado.

En una sola noche 185.000 soldados fueron aniquilados… “ya no existe” (v.14). Mira cómo cambia la situación. Por la tarde Judá estaba aterrorizada por la temible invasión, pero a la madrugada, “el enemigo ya no existe”. No queda ninguno; todos están muertos o han huido fuera de Israel. No solamente fue quitado el temor, sino el mismo enemigo, por lo que ya no había a quien temer. Fue una victoria que los fieles a Dios siempre podrán recordar. Lo que aconteció en esa situación, es lo que acontecerá en el futuro. Dios pone estos puntos de referencia en nuestras vidas para que nunca los olvidemos. Quiere que sepamos que lo que pasó aquí, siempre podemos esperar que suceda en el futuro.  



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