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Lowell Brueckner

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Apocalipsis 3:14-22

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La iglesia en Laodicea

14.  Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amen, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto:
15.  Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frio o caliente!
16.  Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17.  Porque dices: Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo.
18.  te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.
19.  Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.
20.  He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.
21.  Al vencedor, le concederá sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí, y me senté con mi Padre en su trono.
22.  El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

El Amén, autoridad absoluta

Laodicea, entre Hierápolis y Colosas
Es probablemente cierto que la historia de la mayoría de las ciudades que hemos estudiado, si no todas, es más antigua de lo que hemos contado. Es probable que las ciudades de las siete iglesias en Asia Menor fueran edificadas sobre pueblos anteriores a ellas. Sin embargo, nos hemos centrado en el tiempo en el que estaban desarrollando cierta impor-tancia en el mundo.  Por ejemplo, Laodicea, ante-riormente, fue llamada Diospolis – la ciudad de Zeus – y después Rodas. Entre 261 y 253 a.C., Antioco II Theos, un rey seléucida, reedificó el pueblo y lo nombró por su esposa, Laodice (algunos de vosotros quizás recuerden el estudio en Daniel sobre la dinastía seléucida). Antioco la pobló con 2.000 familias judías de Babilonia y, como resultado, muchos de los habitantes en su historia eran judíos. Más o menos, en el tiempo de Jesús y hasta el tiempo de los apóstoles, ellos enviaban 20 libras de oro cada año a Jerusalén para el templo.

Laodicea es la que está más al sur de las siete iglesias de Asia Menor, localizada a unos 75 kilómetros al sureste de Filadelfia, aproximadamente a 160 kilómetros al este de Éfeso y solamente a 18 kilómetros al oeste de Colosas. Está situada en el valle del río Lycos. Laodicea era poco importante, hasta que estuvo bajo el dominio de Roma, y llegó a ser una de las más importantes y prósperas ciudades de Asia Menor. De hecho, fue el centro judicial sobre 25 ciudades. Producía y exportaba vestiduras de lana negra de alta calidad, y fue famosa por su ungüento para enfermedades oculares. Como en Pérgamo, había una gran escuela de medicina en Laodicea y, no muy lejos, en Hierápolis (que también tenía una iglesia cristiana, Col.4:13) había aguas termales. La ciudad moderna más cercana a las ruinas de Laodicea es Denizle, a unos seis kilómetros de distancia.


Es muy importante que consideremos la prosperidad de la ciudad, porque tenía mucho que ver con su condición espiritual. La ciudad acuñaba sus propias monedas, con las inscripciones que indicaban su adoración a Zeus (Júpiter) y los emperadores romanos. Laodicea se ocupaba en el estudio de la ciencia y la literatura. Los ciudadanos ricos desarrollaban un gusto por el arte griego y embellecían la ciudad con monumentos hermosos. Aún, el nombre griego literal parece sugerir la autosuficiencia de los laodicenses, porque significa, la justicia de o por el pueblo. Ellos disfrutaban orgullosamente de su independencia, hasta el punto de que, en el reino de Nero (60 d.C.), cuando el pueblo quedó destruido por un terremoto, rehusaron la ayuda de Roma para reedificar la ciudad. Ellos mismos la restauraron con sus propios esfuerzos y reserva financiera. 

A parte del libro de Apocalipsis, hay cuatro referencias a Laodicea en la carta de Pablo a los Colosenses… 2:1; 4:13, 15 y 16. Por lo que dice Colosenses 2:1, entendemos que el apóstol nunca visitó Laodicea – de hecho, ni a Colosas. Parece ser que las dos iglesias, probablemente, se fundaron durante su tiempo en Éfeso. Sin embargo, Pablo estaba muy preocupado por su bienestar espiritual, debido a la falsa doctrina que se esparcía en la región, y pidió que, tanto los colosenses como los laodicenses, se compartieran mutuamente las cartas que él les había mandado (Col.4:16). La carta a los laodicenses se ha perdido.

En Su presentación a la iglesia de Laodicea, Jesús dijo que Él es “el Principio de la creación de Dios”. Simplemente, significa que Él es el Creador. Él inició y llevó a cabo la creación del mundo por el poder de Su palabra. “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn.1:3). En el último artículo estudiamos lo que significa ser “el primogénito de toda creación” (Col.1:15), y el Principio y el Primogénito llegan a tener el mismo sentido… está describiendo la posición de Jesús sobre la creación; no tiene que ver con el tiempo.

Empieza presentándose como el Amén. Cito a Jamieson-Faucett-Brown: “El Amén – (Is.65:16, en el hebreo literal: ‘Será bendecido por el Dios de Amén… jurará por el Dios de Amén’) Es el que no solamente dice la verdad, sino que es la Verdad. Los santos usaban un Amén al terminar sus oraciones, o al estar de acuerdo con una palabra bíblica, pero ninguno, menos el Hijo de Dios, jamás dijo, ‘Amén, os digo.’ Este es un lenguaje que solamente pertenece a Dios, quien se afirma por Sí mismo. La fórmula del Nuevo Testamento, ‘Amén, os dijo’ es igual a la fórmula del Antiguo Testamento, ‘Vivo yo, declara Jehová’. Solamente en el Evangelio de Juan, Él usa el doble amén (según el griego, como en Jn.1:51; 3:3; y etc.). En la Reina-Valera 1960, ‘De cierto, de cierto’, o en la Biblia de las Américas, ‘En verdad, en verdad’. Su fidelidad inmutable como ‘el Amén’ contrasta con el propósito vacilante de Laodicea, ‘no frío ni caliente’ (Ap.3:16).

Se supone, con algo de probabilidad, que el ángel de la iglesia de Laodicea fue Arquipo, a quien, treinta años antes, Pablo dio el consejo de cuidarse de estar diligente en cumplir su ministerio. Así las ’Constituciones Apostólicas’ le nombran como el primer obispo de Laodicea: se supone también que es el hijo de Filemón (Col.4:17; Fil.1:2).”

¿Por qué será que, en todas las naciones del mundo, con sus múltiples lenguas, la palabra amén es pronunciada en el hebreo original? La razón es porque no hay una traducción digna para esta palabra. Cuando se utiliza, significa que lo que se está diciendo es de absoluta autoridad. Para estar seguro de que lo estamos entendiendo, JFB nos está diciendo que donde aparece verdad dos veces en Isaías 65:16, la palabra original es amén. Cuando Jesucristo dice que Él es el Amén, significa que Él es la Verdad con absoluta autoridad. ¡Al escucharle usar este título junto con Su mensaje a los laodicenses, debe llenarse de temor el corazón de cada miembro! Por todo el libro de Apocalipsis, Jesús se otorga títulos divinos para Sí mismo, porque Él es digno.

El siguiente título, “el Testigo fiel y verdadero”, en verdad es una traducción en griego, de lo que quiere decir la palabra amén. Juan, en el capítulo 1, llama a Jesús el testigo fiel. Permíteme citar de “El Cristo del Apocalipsis”, capítulo 3, donde escribo sobre el Testigo Fiel: Un día agucé el oído escuchando a una coral. Cuando llegaron a la línea “por tal gusano como yo” del antiguo himno “En la cruz”, ellos cantaron, “por alguien tal como yo”. Una moderna interpretación del gran himno de Newton, “Sublime Gracia”, prefiere decir “sublime gracia, que dulce el sonido, que salvó a alguien como yo”, en lugar del original, “que salvó a un desventurado como yo”. Antes de su conversión, Newton era un despiadado tratante de esclavos que violaba a las mujeres africanas que transportaba en su barco (¡un desventurado, por supuesto!)

Aparentemente, muchos compositores y músicos actuales no escuchan a “Jesucristo, el testigo fiel”, que es el título que Juan da a Cristo en Apocalipsis 1:5 y que tomó del propio Señor. Cristo lo usó en su presentación a los laodicenses. Jesús dijo a ese grupo, que profesaba ser cristiano, “Tú eres desventurado” (3:17, RV60).

Laodicea tenía una elevada opinión de sí misma. Ella decía: “Yo soy rica.” Sin embargo, el Testigo Fiel dice algo más: “Y no sabes que tú eres… pobre” (v.17). La psicología cristiana no puede limpiar la mancha de culpabilidad de una conciencia corrupta. Todas las charlas sobre autoestima y egoísmo no pueden detener la marea de pacientes que acuden al departamento de psiquiatría del hospital. El Testigo Fiel de Dios dice: “Y no sabes que tú eres… miserable”.

El cristiano moderno puede tener libretas llenas de anotaciones y recomendaciones, pero continuar siendo el ignorante de todos los tiempos en cuanto al conocimiento personal de Dios. El verdadero Testigo ha dicho: “Tu eres… ciego” y, hasta que el bálsamo enviado por el cielo elimine la maldición, todo el estudio que uno pueda hacer, no iluminará la oscuridad.

Una iglesia tibia

Ruinas extensas demuestran una ciudad una vez próspera
Jesús contradijo todo lo que Laodicea decía de sí misma. Ella dijo: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”, pero, Jesús dijo: “Eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo” (v.17). Laodicea estaba totalmente ciega a su propia condición y vivía confiadamente bajo un tremendo engaño. ¡Qué terrible sería despertar a la realidad al otro lado de la tumba! ¡Qué misericordioso es el Señor, que nos da la verdad mientras que hay tiempo para arrepentirnos!

Recuerda que esta iglesia existía en una ciudad próspera, con una escuela de medicina y un famoso ungüento para los ojos, pero ella misma está ciega. Fabricaba vestiduras de lana negra, pero ella misma está desnuda. La gente es orgullosamente independiente y autosuficiente, pero es digna de lástima en los ojos del Señor, y lo único que importa, es lo que Él ve en ella. Puede justificarse y discutir apasionadamente que no es así, pero no podrá cambiar la verdad. Él es el Testigo Fiel.

Su problema número uno es que no está fijándose en Cristo. La iglesia puede pensar que está apartada del mundo, pero no es así. Al entrar en la cristiandad ha llevado consigo su mentalidad. Es posible vivir, físicamente, apartado del mundo y todavía estar dependiendo de él. Jesús dice: “De mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver” (v.18).

Laodicea, en cuanto a ella misma, es tibia, aunque tiene las calientes aguas termales de Hierópolis en el lado norte, y los manantiales frescos de Colosas en el lado éste (v.15). No pienses que una condición tibia se define como algo caliente que se ha enfriado un poco, sino que habla de indecisión y mezcla. Elías desafió a Israel: “¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, seguidle; y si Baal, seguidle a él. Pero el pueblo no le respondió ni una palabra” (1 R.18:21).

Josué hizo lo mismo: “Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor” (Jos.24:15). Josué solamente pudo decidir por sí mismo y su casa; no pudo elegir por el pueblo. Cada uno tiene que hacer su decisión, individualmente. Jesús sabía lo que pasaba en el corazón de cada miembro y fue manifestado por sus hechos. El cristianismo tibio le produce nauseas a Cristo (v.16).

Este es un mensaje de amor que procede directamente de los labios de Cristo (v.19) y nos da el verdadero significado del amor. ¡El amor disciplina! Me acuerdo que un padre me dijo que él amaba tanto a su hija que jamás podría pegarla. No me recuerdo si le llamé mentiroso, pero eso es lo que era. La Biblia define el amor paterno de esta manera: “El que escatima la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con diligencia” (Pr.13:24). Laodicea también tenía que aprender este principio espiritual.

Antes de poder ver su condición y arrepentirse, necesitan aplicar el ungüento celestial en sus ojos. Aprendimos, en el mensaje a Sardis, que necesitaron ser despertados para poder arrepentirse. Un cristiano dormido es un cristiano engañado, y tiene que ser bruscamente despertado para poder ser celoso y arrepentirse. Según la definición de celoso en el diccionario griego, él tiene que tener un calor de sentimientos para arrepentirse, codiciarlo fervientemente y, en una palabra, desearlo.

Cristo no sentía ningún placer en la iglesia laodicense, y no pudo hallar nada en ella para elogiar. Laodicea necesitaba algo muy diferente a lo que ya poseía. Aparte del oro del mundo, necesitaba “oro refinado por fuego”. Aparte de su ungüento fabricado, necesitaba el ungüento ungido del cielo. Las muy lujosas vestiduras de lana negra no cubrían su desnudez espiritual. Necesitaban “vestiduras blancas”, obtenidas por medio del Cordero de Dios. 

Hace muchos años escribí un folleto sobre el hecho de que Jesús estaba fuera de la puerta de la iglesia y llamaba, después de haberles dado Su mensaje. Lo titulé: “¿Hay quien que me oye adentro? Él no está dentro de la iglesia de Laodicea, está afuera. Pero hay tanta actividad adentro y están tan involucrados con programas, que es muy evidente que la iglesia no le oye. Por eso, una vez más, Él se dirige al individuo, y si hay algún miembro de esa iglesia que puede escuchar su llamado, puede abrir la puerta de su propia vida para dejar entrar al Señor (v.20).

Cuando menos, este versículo refresca un poco el alma. Jesús promete comunión maravillosa con tal individuo que está en la iglesia de Laodicea, pero su lealtad tiene que ser para Cristo, mucho más que para la iglesia. Él reconoce, desde la profundidad de su ser, cuánto necesita la iglesia oír y recibir este mensaje. No tiene con qué defender su condición, nada que elogiar, por eso está totalmente de acuerdo con el mensaje de Cristo. Incluso en este siglo XXI, uno puede hallar a tales personas en situaciones semejantes.

A Jesús le encanta la comunión en la mesa, y le hallamos allí en los Evangelios. Disfruta de la comunión mutua, amistosa y de plena confianza. Desde esa mesa, Jesús lleva al creyente que ha ganado la victoria sobre el ambiente tibio que le rodea, a un lugar de victoria eterna. JFB comenta: “El lugar más alto está al alcance del que está en el lugar más bajo; la chispa más débil de gracia puede ser avivada hasta ser una llama caliente de amor.”

“Le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono”. Por supuesto, el alma redimida no puede estar sobre un trono de la misma autoridad que Cristo, pero de todos modos puede estar con el Padre y el Hijo en plena comunión, y recibir un lugar en Su Reino eterno (v.21). Suena tan maravilloso que es difícil creerlo, pero así es la promesa que podemos recibir: Sentarse con Cristo y el Padre en lugares celestiales. ¡Qué bueno es tener oídos del corazón para poder recibir este mensaje! (v.22)   

……………………………

Tengo una norma que, en general, respeto, pero de la que ahora haré excepción. Normalmente, no recomiendo públicamente la ficción cristiana, pero por el tema que acabamos de estudiar, hay una película que, literalmente, nos lleva de la cristiandad del siglo XIX hacía la del siglo XX. Si es verdad que cada una de las siete iglesias representan un periodo diferente de la historia de la iglesia, entonces, al empezar el siglo XX, el sexto candelabro pierde su posición dominante (aunque continúa existiendo, quizás con una llama menos intensa) y tiene que ceder el lugar al séptimo. La película, El que cambia los tiempos https://vimeo.com/133012069, demuestra algo bien ese cambio.

La película muestra el cambio drástico
en la iglesia sobre un siglo.
Nosotros vivimos en el tiempo en el que la iglesia que domina es la iglesia laodicense. Permanecerá en la tierra por toda la Gran Tribulación, pero cesará de ser una iglesia. Yo creo que se juntará con el sistema babilónico, que es una mezcla de religión, política y poder financiero. Pienso que otra manera de describir la condición tibia es usando el color gris. Llegará el día cuando las cosas que no podemos distinguir bien si son genuinas o no, que nos hacen dudar y nos confunden, se cambiarán en un intenso y profundo color negro. El color gris se dividirá en blanco y negro. Se manifestarán por lo que son en verdad.

Yo creo que también estamos viviendo en tiempos, cuando personas, individualmente, responderán a la llamada que Cristo hace desde afuera, al otro lado de la puerta cerrada de la iglesia. Ellos estarán mirando solamente a Cristo y la obra del Calvario para obtener vestiduras blancas y puras. Se abandonarán, cayendo en las manos de Cristo. Se separarán de Laodicea para juntarse con otros que sienten las mismas nauseas que Cristo siente por la iglesia tibia y convencional, con un deseo ardiente de andar en el Espíritu Santo. Están fijándose en Cristo para que Él sea la Cabeza del cuerpo, anhelando una comunión sencilla con sus hermanos en el Espíritu, y están preparándose para las Bodas del Cordero.

Al terminar el Antiguo Testamento, hallamos uno de los cuadros más hermosos de toda la Biblia. Es una de mis porciones preferidas de la Escritura. Aquí está la profecía de Malaquías sobre la venida de Juan Bautista, seguida inmediatamente por la profecía de la venida del Señor mismo: “He aquí, yo envío a mi mensajero, y él preparará el camino delante de mí. Y vendrá de repente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el mensajero del pacto en quien vosotros os complacéis, he aquí, viene – dice el Señor de los ejércitos” (Mal.3:1). Entonces el profeta describe el ambiente general de Israel en su día… el día en que vive el último profeta del Antiguo Testamento: “Ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No sólo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan impunes” (Mal.3:15).

En este tiempo, entra en la escena un tipo de persona totalmente diferente: “Entonces los que temían al Señor se hablaron unos a otros, y el Señor prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de Él un libro memorial para los que temen al Señor y para los que estiman su nombre. Y ellos serán míos – dice el Señor de los ejércitos – el día en que yo prepare mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve. Entonces volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Mal.3:16-18).

Al llegar al final de la época del Nuevo Testamento, creo que habrá gente semejante. Escuchará una voz muy clara del cielo, diciendo y repitiendo dos veces, “Vengo pronto” (Ap.22:7, 12, 20). En aquel día el Espíritu y la esposa estarán muy de acuerdo, trabajando juntos, emitiendo una llamada final a los incrédulos, diciendo “¡Ven!” Pero su gran pasión y el deseo sobresaliente es responder a la venida prometida del Señor. Ellos dicen: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!”


3 comentarios:
Unknown dijo...
8 de enero de 2019, 14:30  

Amén. Ven,Señor Jesús!
"Sé que se están preparando en el cielo las bodas del Cordero...

Unknown dijo...
15 de septiembre de 2019, 15:33  

Si Señor ven te esperamos

Unknown dijo...
19 de noviembre de 2019, 12:49  

ayudanos Padre ten misericordia

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