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Lowell Brueckner

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1 Corintios 12

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Capítulo 12

La verdad básica involucrada en los dones espirituales

1.      No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales.
2.      Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaban llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.
3.      Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
4.      Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5.      Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6.      Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
7.      Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.


En el versículo 1, la palabra dones no aparece en el griego original, dice, simplemente, espirituales. Nos ayudará a entender el tema ver algunos sinónimos de esta palabra. Transcribo los siguientes del Diccionario Griego de Strong en español: no-carnal, sobrenatural, regenerado. Nuestro tema no es algo humano; es sobrenatural, perteneciente a la naturaleza nueva, regenerada y espiritual. Sin embargo, en el versículo 4, si tenemos la palabra dones en griego, por eso, es correcto pensar y hablar de dones espirituales. Estos no tienen que ver con nuestro ser natural, ni mental, lo que hemos poseído desde el nacimiento. Oswald Chambers comenta en su libro, En Pos de lo Supremo, que los dones espirituales no son accidentes de los genes recibidos de nuestros padres. En otras palabras, no son talentos o capacidades naturales. Son otorgados directamente por Dios a la persona regenerada.

Pablo nos conduce al estudio de los dones espirituales enfatizando una verdad básica, en el versículo 3. Creo que esto nos ayudará a entender lo básicos que son los dones también. Ya desde el principio, en Génesis 4:26, tenemos a personas invocando el nombre del Señor: “Comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor” (LBLA), y en 12:8; Abram específicamente, “edificó allí un altar al Señor, e invocó el nombre del Señor” (LBLA, El nombre Jehová significa el Señor). Esto es muy significativo, al comenzar la enseñanza de Pablo, saber que “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”. El hombre natural no puede decirlo sinceramente porque tiene una naturaleza caída. La declaración del señorío de Cristo es una obra del Espíritu Santo en el ser humano.


Queremos que nuestra mente esté empapada de esta verdad y, para ello, acudiremos a la Escritura del Nuevo Testamento. El apóstol Juan, en su primera epístola, escribe la misma verdad que Pablo: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Jn.4:2-3). Tenemos que discernir los espíritus que se acercan a nuestra vida o a nuestras iglesias a través de este principio espiritual. Cuando tratamos con personas poseídas por espíritus malos, esto es una prueba para poder saber si uno está hablando con la persona poseída o directamente con el espíritu que habla por medio de ella. Un demonio no confesará honestamente que Dios se hizo hombre. Él sabe que es la verdad, pero no lo confesará ni dirá amén a esta verdad.  

Confesar que Jesús es Señor es un acto básico en la salvación. Pablo dice, en Romanos 10:9 y 13: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor… serás salvo… Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. El Espíritu Santo mora en cada cristiano y le guía: “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él… Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Ro.8:9,14). Los dones del Espíritu están involucrados en esta verdad fundamental de la salvación cristiana, ensalzan a Jesús como Señor, y son para los regenerados.

Los dones espirituales involucran a la trinidad, según los versículos del 4 al 6. La Escritura siempre presenta al Espíritu Santo como el que toma la acción: en este caso, se mueve sobre las personas que manifiestan los dones (v:4). El Señor Jesús dirige los diferentes ministerios (v:5, fíjate en Ef.4:8-12), y el Dios Padre administra toda la obra (v:6). Después de describir las operaciones de la trinidad, específicamente, la idea principal de los tres versículos es demostrar que los dones son diversos y diferentes. Nos enseñan a estar dispuestos a aceptar variedad de manifestaciones. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el Dios de infinita variedad.

Es el Espíritu quien nos da directamente estas manifestaciones; no son cosas que podemos aprender. Cada manifestación del Espíritu es práctica y de provecho. Él no obra para satisfacer la curiosidad, ni para premiar a los que buscan el sensacionalismo. Cada miembro de la iglesia deber recibir dones espirituales para el provecho del cuerpo. Debemos preguntarnos, referente al versículo 7: ¿Necesitamos los miembros de la iglesia el beneficio recibido a través de las manifestaciones del Espíritu, o cesó esta necesidad después del tiempo de los apóstoles? Si ya no lo necesitamos, entonces, no hay ninguna razón práctica para continuar con nuestro estudio. Si ya pasó esta necesidad, entonces, solamente estudiaremos este capítulo como una lección histórica. Pero, antes de que llegues a tal conclusión, recuerda que estamos en las Escrituras del Nuevo Testamento, y Dios nos dio la Biblia para que sepamos vivir la vida cristiana.


Nueve dones específicos

8.      Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
9.      a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro dones de sanidades por el mismo Espíritu.
10.     A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

Desde el versículo 8 hasta el 10, tenemos una lista de nueve dones espirituales. Ya que tienen diversas funciones, veremos brevemente cómo es cada uno. En verdad, no podemos dar un estudio comprensivo sobre ellos, porque ya hemos determinado que el Dios que los provee es un Dios de infinita variedad. Al ver los primeros dos, la palabra de sabiduría y la palabra de ciencia, es decir, conocimiento, nos damos cuenta de que están restringidos a una palabra o a una expresión. En otras palabras, no estamos hablando, en general, de la sabiduría o el conocimiento, sino de una expresión de ellos. También te recuerdo que no estamos hablando de los genes, ni de lo que hemos adquirido naturalmente. Estamos tratando de demostraciones del Espíritu Santo sobre seres humanos, como cuando el Espíritu vino sobre David o Sansón y les dio capacidades sobrenaturales. Por eso, quiero enfatizar que no son cosas humanas, sino dones espirituales y sobrenaturales que recibimos de la Fuente Divina.  

Quizás, podamos decir que la sabiduría es el conocimiento de forma activa. La palabra de sabiduría habla a un pueblo o arroja luz celestial sobre una situación que requiere una acción. Muchas veces, al referirme a este don, cuento la historia que mi amigo, Herman Williams, un nativo navajo, relataba. En un momento en el que aumentó mucho el número de asistentes a la iglesia, él y su congregación decidieron construir un nuevo edificio para reunirse, pero ninguno entre ellos tenía experiencia en la construcción.

En un principio, no hubo problema en cavar, lo hicieron con un tamaño y profundidad prácticos, pero, al terminar, tuvieron un pequeño dilema: ¿Cómo podían extender el cemento para lograr tener un suelo bien nivelado? Una noche, debido a una tormenta, cayó bastante lluvia. A la mañana siguiente, los miembros se congregaron alrededor y observaron cómo el agua había cubierto todo el suelo. Entonces, alguien recibió una palabra de sabiduría y la expresó. ¿Por qué no marcar el perímetro donde llega el agua y echar el cemento hasta llegar a la marca? Y así, poniendo la palabra en acción, pudieron tener un suelo perfectamente nivelado. La Biblia nos da numerosos ejemplos de la palabra de sabiduría. La manera de tumbar los muros de Jericó fue dada por una palabra de sabiduría. Elías y, aún más, Eliseo, son dos fuentes que podemos estudiar para saber más sobre este don (estoy pensando que sería un buen ejercicio meditar en las ocasiones en que la Biblia ilustra estos dones). 

Quiero acreditar un libro que leí hace muchos años, que me enseñó algo sobre el próximo don. Su autor era un misionero, pero ya no me acuerdo ni de su nombre ni del título del libro. El tema era acerca de los dones del Espíritu y el autor decía que cada don era dado para apoyar a cada ministerio mencionado en el capítulo 12. Atribuía el don de la palabra de conocimiento al ministerio de enseñar. Esto nunca se me olvidó, al contrario, adopté su punto de vista. La razón fue porque muchas veces, al estar enseñando públicamente, una luz brillaba sobre un versículo o pensamiento que jamás había visto antes, incluso después de haberlo estudiado por muchas horas. Además, después de investigar bien el asunto, encontré que la idea era sólida bíblicamente. Considero esta luz espontanea como el don de la palabra de conocimiento o ciencia (v:8). Está muy claro, en toda la Biblia, que los escritores recibieron una luz celestial para enseñarnos, aunque sus dones fueron especiales en el sentido de que les fue dada una palabra perfecta e inerrante. Te recomiendo Hebreos, capítulo 7, como un tremendo ejemplo de cómo el Espíritu Santo les dio luz. Los maestros, hoy en día, necesitan el apoyo de una iluminación sobrenatural para poder exponer la palabra a los oyentes.  Muchas veces digo: “Si los escritores dieron la palabra bajo la inspiración del Espíritu, nosotros solamente la entenderemos bajo la inspiración del mismo Espíritu”.

El tercer don del Espíritu es fe. Esta fe es aparte de la fe básica y general que necesitamos para ser salvos, y también es diferente al camino de fe en el que anda cada cristiano. Es un extraordinario don requerido para llevar a cabo una obra específica que Dios ha ordenado. ¿Puede haber un ejemplo mejor que el del ministerio de George Mueller? También pienso de la fe de David Wilkerson, cuando se condujo a la ciudad de New York para formar parte del jurado en un juicio contra una banda de jóvenes por un asesinato (por cierto, oí a Wilkerson decir que experimentó más los dones del Espíritu en la calle, hablando con la gente perdida, que en la iglesia). Piensa en las múltiples veces que, en las Escrituras, Dios dio fe en el momento para necesidades específicas. ¡Cuánta falta nos hace este don entre nosotros hoy!

El ministerio del Señor Jesús fue un ejemplo continuo de los dones de sanidad. Creo que al usar el plural, dones de sanidad, se está refiriendo a las diferentes maneras de sanar o a las diferentes enfermedades que existen. Existe una necesidad de sanar, tanto lo que hay en el interior y en la mente, como las enfermedades físicas. Solamente daré un sencillo ejemplo de lo que pasó cuando mi padre y yo participamos juntos en una convención misionera en el estado de Ohio, USA. Antes de una reunión, el coro estaba ensayando en el sótano y, mientras una señora del coro preparaba un café, tiró el agua hirviendo sobre su mano. Mi padre estaba a su lado e inmediatamente tomó su mano y pidió sanidad al Señor. El resultado fue que no se quemó ni se puso roja su piel. Oh, ¡cuánta falta hace la sanidad de todo tipo en el cuerpo místico de Cristo! … y Dios tiene diversas maneras de administrarla.

Sigue el hacer milagros y, como Pablo lo mencionó aparte de los dones de sanidad, creo que aquí se trata de otros milagros, como los muchos que obró Jesús en los Evangelios: cambiar el agua en vino, andar sobre el agua, hallar una moneda en la boca de un pez… todos ellos demuestran los diferentes y diversos milagros que pueden ocurrir. La protección divina y la provisión financiera pueden ser milagrosas también. Rees Howells fue un intercesor al que el Señor usó en maneras extraordinarias y milagrosas. Después de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill le escribió dándole las gracias por su intercesión durante la última parte de la guerra. Muchos reconocieron que una Mano Invisible protegió a Inglaterra y no permitió que los nazis la invadieran.

De momento, no comentaré nada sobre la profecía, las lenguas ni la interpretación de lenguas, sino que esperaré hasta que lleguemos al capítulo 14. Entonces, solamente tenemos que considerar un don más en esta porción, que será el discernimiento de espíritus. No está escribiendo sobre el discernimiento en general, sino sobre discernimiento de espíritus, específicamente. El don distingue entre lo que es una legítima manifestación espiritual y lo que no lo es. La causa de que haya tanta confusión y error en la iglesia es por la falta de este don. Hay quienes intentan evitar la entrada de cosas diabólicas a la iglesia por medio de normas y restricciones, algo que sería totalmente innecesario si hubiera personas que pudieran discernir la presencia de espíritus malignos. El problema de proteger por medio de normas es que se destruye la libertad que es necesaria para que el Espíritu de Dios obre. También, por medio de este don, el Espíritu puede avisar con precisión de las tácticas y artimañas que el enemigo está usando para atacar a la iglesia.

Debemos tener una expectativa de que Dios se mueva realmente entre nosotros. Cristo es la cabeza de la iglesia y, siendo así, tenemos que darle las riendas para que, por medio del Espíritu, dirija las funciones de la iglesia, en general, y también tome la dirección en cada reunión de los creyentes. Normalmente, debido a un programa bien planeado o a un tradicionalismo practicado sobre los años, no se le da oportunidad para que lo haga. Hemos llegado a  justificar tal ritualismo entre el cuerpo de creyentes que ignoramos lo que es el libre mover de Dios. 
 

El cuerpo de Cristo

11.      Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
12.      Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
13.      Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
14.      Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
15.      Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
16.      Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
17.      Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
18.      Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.
19.      Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20.  Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
21.  Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
22.  Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;
23.  y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
24.  Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba,
25.  para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
26.  De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
27.  Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.
28.  Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
29.  ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?
30.  ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?
31.  Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.

En la iglesia primitiva era normal experimentar lo que Pablo describe en el versículo 11: “Todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”. ¿Estamos acostumbrados a ver en nuestros grupos y en nuestras reuniones que el Espíritu reparte Sus dones entre los miembros? Por mi parte, creo que necesitamos mucho más de la realidad de Dios entre nosotros. Pero, para que las cosas cambien, necesitamos despertar a la verdad sobre nuestra falta y buscar a Dios en la oración. Tenemos que pedir con gran anhelo Su dirección, poniendo a un lado nuestros planes.

Intentaré ser lo más breve posible, para poder terminar este capítulo en un solo artículo. En esta porción, Pablo compara la iglesia al cuerpo humano… un cuerpo con muchos miembros. Cada parte es individual y tiene su papel particular (v:12). Él demuestra dos cosas que debemos tomar en cuenta mientras estudiamos: 1) El cuerpo es diverso, con muchos diferentes miembros y, sin embargo, 2) todos comparten algunas cosas iguales. La iglesia es diversa en cuanto a la raza y al rango social, pero el Espíritu Santo ha bautizado a todos en este cuerpo, y todos toman de un solo Espíritu (v:13). Pablo menciona esta verdad para tratar de nuevo con las divisiones que había en Corinto, dando muchas razones de por qué son dañinas.

Supongo que la gran mayoría, en la iglesia evangélica, piensan en el hecho del versículo 13 como el Bautismo del Espíritu Santo. Yo creo que es un error pensar que se refiere a lo que ocurrió en el día de Pentecostés. Tú mismo verás que, en este versículo, es el Espíritu Santo quien administra este bautismo, pero, en Pentecostés, es Cristo cumpliendo lo que Juan Bautista había profetizado. Fíjate en el elemento en el cual ocurre el bautismo (que es una inmersión), según declaró Juan: “Ése es el que bautiza con (o en) el Espíritu Santo(Jn.1:33), pero aquí enseña Pablo, “por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo. Estos son dos bautismos, no uno solo. En el caso de Juan, el elemento en el que somos bautizados es el Espíritu Santo, y según Pablo, es en un cuerpo. Por el contexto, verás claramente que Pablo está tratando con el cuerpo místico de Jesucristo, que es la iglesia (vs:12-27). Resumiendo: Al creer en Cristo, el Espíritu Santo entra en cada creyente y nace de nuevo. Al mismo tiempo, el Espíritu Santo le bautiza en el elemento del cuerpo de Cristo y, automáticamente, es un miembro de la iglesia.

En el cuerpo humano, vemos una gran diversidad de miembros, y lo mismo debemos ver en la iglesia (vs:14,19,20). Pablo lo ilustra mencionando la mano, la oreja, el ojo y la nariz (vs:15-17), y sabemos que hay muchos más. Si el cuerpo natural requiere tantas funciones, ¿podemos esperar menos de la iglesia? Sin embargo, la iglesia no es natural, de hecho, es de otro mundo y no podemos compararla a ninguna otra cosa sobre la tierra. Es celestial y sobrenatural y, por eso, requiere de dones, dados por el Espíritu Santo, para poder cumplir los propósitos de Dios. Dios ha elegido y colocado los miembros, en el cuerpo de Cristo, como Él quiso (v:18). La iglesia es, totalmente, una obra de Dios. Ninguno que sea realmente un miembro puede ser excluido o despreciado. Todos son necesarios y, de hecho, tenemos que aprender a pensar de esta manera: “Yo necesito a mi hermano o hermana. No puedo funcionar sin él o ella”. Todos han sido elegidos por Dios para Sus propósitos (v:21).

¿Existen miembros en el cuerpo más delicados que los órganos interiores? Pablo habla de los miembros escondidos, débiles, pero más necesarios: “Los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios”. Existen en la iglesia, también, los que no son visibles y necesitan la preocupación y protección de todo el cuerpo. Hay miembros fuertes que no precisan de tanto cuidado, pero pueden invertir sus fuerzas apoyando a los más débiles (v:24). Si Pablo pensaba que los invisibles eran los guerreros de la oración, puedo entender bien la necesidad especial de cuidarles (vs:22-23).

En el avivamiento en Pune, India, había un grupo de 700 personas que pasaban muchas horas al día en oración. La misión a la que pertenecían eximió a los más jóvenes de la obligación escolar, y a los mayores del programa laboral (fue un sacrificio muy grande, ya que la misión no recibía ayudas de afuera, sino que se autofinanciaban), para poder invertir todo su tiempo y energías ante el trono de Dios. Lo más importante es que el cuerpo trabaje en armonía, honrando y ayudándose el uno al otro (v:25).

En el versículo 26, Pablo nos dirige a tener “una mentalidad concentrada en el cuerpo”. Todo el cuerpo reacciona al dolor de un miembro. Aunque el noventa y nueve por ciento del cuerpo funcione bien, si nos duele una muela (por ejemplo), la molestia puede ser tan intolerable que afecte a todo lo que hacemos. Por otro lado, cuando un miembro, en el cuerpo de Cristo, es honrado, ¡que Dios nos dé gracia para no ser envidiosos ni reflejar otras actitudes malas! Danos, Señor, humildad para regocijarnos con ellos. 

Somos miembros individuales de un cuerpo y Dios enfatiza, tanto los esfuerzos unidos, como la importancia del individuo (v:27). Personalmente, yo creo que tenemos que enfatizar, especialmente, la relación personal de cada uno con Dios en estos tiempos. La iglesia no puede ser más fuerte que lo que es el individuo.

En el versículo 28 tenemos un orden divino de los ministerios del Espíritu Santo: En primer lugar, están los apóstoles, porque ellos son los que han estado involucrados en formar la iglesia, inicialmente, dirigidos por el don de la palabra de sabiduría. Los profetas son los que hablan en el nombre del Señor, trayendo Su palabra desde Su trono a la tierra. Después, los maestros establecen la doctrina en la iglesia y en las mentes y corazones de cada creyente. Los siguientes son los que obran milagros, a los cuales la iglesia necesita continuamente ya que, como he enfatizado mucho, es un organismo sobrenatural; y los que sanan… que es la obra de restauración, restitución y reconciliación, que suple también las necesidades emocionales, mentales y físicas de los santos.

Los que ayudan están capacitados con el don de fe, porque las necesidades de la iglesia van más allá de lo que el poder humano puede suplir. La parte gubernamental de la iglesia necesita especialmente el don de discernimiento de espíritus para impedir la entrada de influencias demoniacas. El Reino de Dios es un gobierno, y su representante en la tierra es la iglesia, que administra consolación, edificación y disciplina, unos a los otros, y es una luz ejemplar, para el mundo, de cosas que no son halladas en ninguna otra parte. Finalmente, el ministerio de lenguas, juntamente con el don de interpretación que lo acompaña, son también para la edificación de la iglesia. Comentaremos mucho más sobre ellos en el capítulo 14.

Viendo la lista de los ministerios esenciales de la iglesia, pienso que es obvio que no haya un solo hombre que pueda hacerlo todo. No esperes que, por pagar a un pastor, él puede involucrarse en nueve ministerios diferentes. Obviamente, la respuesta a todas las preguntas de los versículos 29 y 30 es ¡que no! No existe ningún hombre que pueda, sin importar su unción ni su caminar cercano con Dios. Una de las razones por la que tenemos que experimentar un avivamiento en la iglesia, es porque hace falta que los miembros “comunes” sean capacitados con dones espirituales. Necesitamos rellenar todos los huecos que existen porque, prácticamente, nos hemos acostumbrado a que un solo hombre, o pocos más, hagan toda la obra del ministerio. Pero tendrá que ser gente de compasión, con corazones ardientes y llenos del Espíritu Santo.

Tan básico como es el cuerpo de Cristo, así lo son los dones del Espíritu, para que el cuerpo pueda funcionar. El último versículo nos dirige plenamente al siguiente capítulo. ¡Atención! La actitud que tenemos que tener, respeto a los dones del Espíritu, no es de tolerancia ni de permiso, ¡tienen que ser procurados! O mejor aún, como es traducido en la Biblia de las Américas: “¡Desead ardientemente!” Solamente esta actitud es la apropiada, pero para eso tenemos que tener una enseñanza apropiada. ¿Cómo esperaremos que la iglesia desee ardientemente los dones del Espíritu si estamos enseñando al pueblo que los dones cesaron después del tiempo de los apóstoles?

Seguidamente, Pablo nos va a enseñar sobre un camino excelente. Quiero enfatizar ahora, que no hablará de un don más excelente, sino de un camino. Será el camino de Dios, por el cual deben operarse los dones espirituales, ya que el camino es igual de importante que el don.






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