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Lowell Brueckner

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Profecías literalmente cumplidas

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Las ruinas de Babilonia hoy en día        


Capítulo 25

 Veintitrés años avisando

 1.      Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia; 

2.      la cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los moradores de Jerusalén, diciendo: 

3.      Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés años, ha venido a mí palabra de Jehová, y he hablado desde temprano y sin cesar; pero no oísteis. 

4.      Y envió Jehová a vosotros todos sus siervos los profetas, enviándoles desde temprano y sin cesar; pero no oísteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar 

5.      cuando decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y moraréis en la tierra que os dio Jehová a vosotros y a vuestros padres para siempre; 

6.      y no vayáis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y adorándoles, ni me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal. 

7.      Pero no me habéis oído, dice Jehová, para provocarme a ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro. 

8.      Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, 

9.      he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. 

 Un profeta debe hablar solamente cuando recibe la palabra del Señor. Jeremías la recibió y fue para todo el pueblo de Judá, cuando Joacim estaba en el cuarto año de su reinado de once años en total. El pueblo eligió a su hermano, Joacaz, pero el faraón Necao le quitó del trono después de solamente tres meses de reinado, para poner a Joacim en su lugar. Al mismo tiempo, Nabucodonosor fue emperador sobre la poderosa Babilonia.

Jeremías da un breve resumen de su ministerio, que empezó en el año trece del buen rey Josías. Este empezó a reinar al tener solamente ocho años y gobernó durante treinta y un años. Añadimos los tres meses del reinado de Joacaz y, al cumplirse esta profecía, Jeremías había dado al pueblo la palabra de Dios durante veintitrés años (v.3). Al decir: “He hablado desde temprano y sin cesar”, manifiesta su fidelidad y cuidado durante todo su ministerio.

 También hubo otros profetas que hablaron al pueblo en el mismo periodo de tiempo, tan fieles como Jeremías, pero la población de Judá les ignoró a todos; no hubo disposición ni para escuchar (v.4). Como suele suceder siempre, el Señor demanda arrepentimiento individual; que cada uno reconozca que sus propios caminos fueron malignos. Le promete un buen futuro si responde positivamente (v.5), para poder gozarse de Sus buenos propósitos.

Sabemos, por su historia, que Judá y todo Israel siempre tuvieron una fuerte tendencia hacia la idolatría. Se enamoraron de dioses falsos, sirviéndoles y adorándoles. Este pecado, especialmente, se desarrolló a lo largo del tiempo, empezando como un pensamiento en su mente, hasta llegar a formarse ídolos que hicieron con sus manos. Progresivamente, endurecieron sus corazones a Sus avisos, hasta que el Señor se airó por celos. Pero, puedes anotar que, como en el último versículo, aquí también les habla de los beneficios de la obediencia, prometiéndoles… “moraréis en la tierra… para siempre” y “no os haré mal” (v.6). Sus intenciones para ellos siempre eran buenas.  

 Como Dios muestra a Judá, cada pecador necesita saber que solamente se hace daño a sí mismo (v.7). Observa cómo revela este principio a Saulo de Tarso: “Dura cosa te es dar coces contra el aguijón (o aguijada…palo con punta para picar y mover al ganado)(Hch.9:5). Después, Dios explica exactamente la forma en la que se están dañando (v.8). Por sus pecados, Él moverá a Nabucodonosor, quien después les reemplazará como Su siervo, ya que Judá ha rechazado servirle. Aliado con otras naciones del norte, invadirá su tierra y, a la vez, conquistará a los países vecinos de Judá. La invasión hará un efecto devastador, una destrucción asombrosa que causará una desolación duradera. Provocará una expresión de burla, una forma de siseo, típico del Medio Oriente, de los que escuchan las noticias. Recuerda que Él es el Señor de los ejércitos, aun de los ejércitos de la tierra, y actúa conforme a Su voluntad (v.9).

 Matthew Henry observa que “no es tanto que los hombres se desvían del camino de Dios, sino que no vuelven a él al estar avisados.” Rehúsan escuchar Su amonestación, pero, de todos modos, Dios tendrá que ser escuchado. Henry continúa: “Dios mandará a Su siervo, el rey de Babilonia, de quien ellos no se podrán burlar, despreciar o perseguir, como hicieron con Sus siervos los profetas… Dios a la fuerza hará que los hombres reconozcan que Él es el Señor.”

 

Setenta años de cautiverio

 10.  Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara.

11.  Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas

naciones al rey de Babilonia setenta años. 

12.  Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre. 

13.  Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones. 

14.  Porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos. 

 ¿Podemos imaginar una sociedad privada de palabras de gozo, donde no haya conversaciones alegres, y donde no se oigan planes de boda, anunciados por parte de los novios? No habrá lugar para la festividad o razones de alegría en toda la tierra… el sonido agradable de las mujeres moliendo los granos de trigo para hacer pan en la cocina, ni una lámpara iluminando en la sala. Todo es oscuridad y melancolía (v.10).

 Tal ambiente dominará a Israel durante setenta años, proclama el profeta (v.11). Quisiera tomar en cuenta esta profecía y estudiarla. Nos ayudará mientras meditamos acerca de la palabra de Dios y nos conducirá a andar en Sus caminos. Vamos a contemplar cuatro principios espirituales:

     1)      Primeramente hay que entender que lo que viene del trono de Dios será confirmado. En verdad, veremos esta profecía otra vez, para estudiarla de nuevo en 29:10: “Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré”.

2)      Si en un texto de la Biblia no hay una clara indicación de una parábola, ejemplo o tipo, debemos tomar la palabra literalmente. No hay porqué intentar interpretar lo que significan setenta años, en este caso, ni intentar espiritualizarlos, como hace el amilenialista con los mil años del reinado de Cristo en Apocalipsis 20, o como intentan hacer otros con el fuego del infierno. Esta manera de aproximarnos a la Escritura nos conduce a una interpretación privada, por la cual el estudiante puede tomar varias direcciones y terminar errando. Al contrario, podemos hallar numerosas profecías sobre la vida y ministerio futuros del Mesías en el Antiguo Testamento que se han cumplido literalmente en el Nuevo Testamento. Tal tema requiere un estudio serio y extenso que no podemos empezar ahora. Solo diré que los setenta años significan una sola cosa… setenta años y nada más.

3)      La palabra de Dios siempre es desafiada por Sus enemigos. Pocos capítulos adelante veremos una controversia entre Jeremías y un falso profeta. Hananías pretende decir que el Señor dice: “Quebranté el yugo del rey de Babilonia” (28:2). Es fácil ser engañado cuando se rechaza un mensaje fuerte y duro que procede de Dios. Este hombre sigue diciendo que, en dos años, todo lo que Nabucodonosor ha tomado del templo de Jerusalén será restaurado, y que el rey de Judá volverá. Esto suena muy bien, por eso confundirá fácilmente al pueblo… ¡pero es falso! En 28:6, Jeremías expresa que desearía que fuese así, pero después da un poco de historia de las características de la verdadera profecía. Siempre predice consecuencias negativas para el pecado, por eso, reclamar resultados que traigan paz, no deben ser creídos, hasta que su palabra sea probada por el mismo hecho de haber llegado la paz (29:8, 9). Ahora, Dios instruyó a Jeremías (en el capítulo 27) a ponerse un yugo de madera sobre su cuello, simbolizando el cautiverio de Judá en Babilonia, y Hananías rompe el yugo. Entonces, Jeremías le proclama como un falso profeta, y dice que el yugo de madera será reemplazado por uno de hierro… que simboliza setenta años de cautividad y no dos, como Hananías había profetizado. El falso profeta murió el mismo año.

4)      Una gran prueba de la autenticidad de la inspiración divina de la Biblia es el cumplimiento de la profecía. Un poco más adelante, vamos a ver como el mensaje de Jeremías, dado en Jerusalén, llega a ser un mensaje internacional. Cuando, por alguna manera, llega la profecía del cautiverio en Babilonia, Daniel la lee. Trata sobre un periodo de setenta años, tiempo que los judíos pasarán en Babilonia (Dn.9:1-3); él lo acepta totalmente como la palabra de Dios, y empieza a orar conforme a la palabra. Exactamente, en aquel año, Ciro, emperador de Persia, escribió un edicto, autorizando a los judíos a volver a su tierra nativa, “para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías… hasta que los setenta años fueron cumplidos… Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén… Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba” (2 Cr.36:21-23). La profecía de parte del Señor siempre se cumple literalmente.

Babilonia habrá terminado Su propósito, castigando y humillando a los judíos por su idolatría y también por haberles dado refugio en su tierra por setenta años. Después, este malvado imperio será conquistado por los persas y será totalmente destruido (v.12). La situación presente de esta gran ciudad, ahora en ruinas dentro de las fronteras de Iraq, es una historia interesante. Abarqué todo el tema años atrás, cuando hice un estudio expositivo de Isaías. La historia completa se halla en este blog.

 Tanto las profecías de los profetas mayores, Isaías y Ezequiel, como las profecías de Jeremías, son internacionales, involucrando a varias naciones. Así es que la Biblia permanece siendo un mensaje para todo el mundo. Dios informó al apóstol Juan que “es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Ap.10:11). Lo dijo años después de que Juan citara las palabras de los labios del eterno Hijo de Dios en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios el mundo…”, confirmando Su preocupación por todo el planeta. El mismo apóstol termina la Escritura con un ofrecimiento en Apocalipsis 22:17: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” Hay un evangelio a todo el mundo, designado por su Creador, y entregado por Sus siervos, judíos y gentiles (v.13). Las profecías internacionales de Jeremías se encuentran en los capítulos del 46 al 51.

 Dios reunió naciones, principalmente a los medos y a los persas, que anteriormente habían servido a Babilonia, para que conquistaran el imperio babilónico, para después convertirlo en una nación de esclavos. De esta forma, Dios les recompensará por su crueldad contra Israel; sus mismos hechos testificando contra ellos. La justicia será servida al recibir el castigo por sus años de haber reinado con malignidad (v.14). El principio divino se cumplirá: “Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad, si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto” (Rv.13:10).

 

 

La extremidad de la conquista babilónica

 15.  Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío. 

16.  Y beberán, y temblarán y enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas. 

17.  Y tomé la copa de la mano de Jehová, y di de beber a todas las naciones, a las cuales me envió Jehová: 

18.  a Jerusalén, a las ciudades de Judá y a sus reyes, y a sus príncipes, para ponerlos en ruinas, en escarnio y en burla y en maldición, como hasta hoy; 

19.  a Faraón rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo; 

20.  y a toda la mezcla de naciones, a todos los reyes de tierra de Uz, y a todos los reyes de la tierra de Filistea, a Ascalón, a Gaza, a Ecrón y al remanente de Asdod; 

21.  a Edom, a Moab y a los hijos de Amón; 

22.  a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón, a los reyes de las costas que están de ese lado del mar; 

23.  a Dedán, a Tema y a Buz, y a todos los que se rapan las sienes; 

24.  a todos los reyes de Arabia, a todos los reyes de pueblos mezclados que habitan en el desierto; 

25.  a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam, a todos los reyes de Media; 

26.  a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la faz de la tierra; y el rey de Babilonia beberá después de ellos. 

27.  Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levantéis, a causa de la espada que yo envío entre vosotros. 

28.  Y si no quieren tomar la copa de tu mano para beber, les dirás tú: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tenéis que beber. 

29.  Porque he aquí que a la ciudad en la cual es invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal; ¿y vosotros seréis absueltos? No seréis absueltos; porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra, dice Jehová de los ejércitos. 

 El Señor siempre actúa conforme a Su palabra segura, y las naciones a quienes Jeremías habla la palabra, seguramente, participarán de Su ira. Como declara el versículo 15, cuando Jeremías profetiza, Él les está dando a beber, es decir, al proclamar la palabra Él está causando que las naciones experimenten los resultados. Tiene que ver con una “copa de vino”. A veces, una viña puede simbolizar el pueblo de Dios, pero las copas de vino son símbolos bíblicos de la furia de Dios (p.e. Lam.4:21; Is.51:17). La idea de una “copa de ira” es muy gráfica en el libro de Apocalipsis. Observa 14:10: “…él también beberá del vino de la ira de Dios.” Unos versículos después (14:19), una vendimia tiene un resultado diferente al de una siega de granos (14:15); y la vendimia fue lanzada “en el gran lagar de la ira de Dios.” Puedes verlo también en Apocalipsis 16:19 y 18:6.

 La embriaguez simbólica del vino causará, no solamente que tiemble, sino, como algunas drogas, afectará profundamente al cerebro. Su ira causará locura y, literalmente, será llevado a cabo por medio de la espantosa espada babilónica (v.16). Jeremías tomó la palabra junto con la furia del Señor, y profetizó por medio de la unción de Espíritu Santo. Albert Barnes explica: No es que Jeremías, literalmente, ofreciera la copa de vino a las naciones… sino que públicamente proclamó esta profecía en Jerusalén, como el lugar central en el que Dios trata con los hombres, y Jeremías deja la palabra allí, para que halle la manera de llegar a los estados vecinos (v.17).

 El versículo 18 confirma la explicación de Barnes. La palabra hablada, primeramente en Jerusalén, y de allí a otras ciudades de Judá, dada directamente a los líderes, los reyes y los príncipes. Otra vez, leemos la descripción ya dada en este capítulo y otros lugares en Jeremías: “En desolación, horror, burla y maldición (LBLA).” La palabra se extiende al sudoeste hasta Egipto, a Faraón, a la nobleza, a la gente común (v.19), y a una mezcla de razas que existían en esta nación. Sigue la palabra hasta la tierra de Uz, y a los filisteos, nombrando sus principales ciudades, con las que nos familiarizamos si estudiamos la historia y geografía bíblicas (v.20). Después alcanza a los países vecinos, junto a la frontera este de Israel…  Edom, Moab y Amón (v.21).  Corre al norte, a Tiro y Sidón, a las costas e islas del Mediterráneo (v.22). Para no nombrarlas todas, los versículos 23-26 dan una lista extensiva de naciones que el imperio Babilónico conquistará.

 Por la palabra de autoridad del Señor existen mundos, y por Su palabra se cumplirá total y absolutamente Su propósito. Las naciones beberán de la ira de Dios hasta caer en un estupor, administrado, sin fallar, por la espada de Babilonia. Anota la secuencia de una embriaguez total… beber hasta emborracharse, vomitar y caer (v.27). Dios da una palabra de confirmación para los que se resisten (v.28), para que vean que la resistencia también es vana.

La profecía incluye un razonamiento divino y Dios lo presenta en una pregunta: Jerusalén es la ciudad más cercana al corazón de Dios en todo el mundo, pero no por ello la excluirá del castigo venidero. ¿Acaso deben ser excluidas las naciones paganas e idólatras? La palabra de juicio seguramente caerá sobre el mundo conocido. Él habla como el Señor de los ejércitos, no solamente porque las fuerzas angélicas son Suyas, sino porque Él armará y reunirá a todo el poder mundial para Sus propósitos (v.29).

 

La extensión universal de la ira de Dios

 30.  Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde su morada santa dará su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra. 

31.  Llegará el estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene juicio contra las naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos a espada, dice Jehová. 

32.  Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. 

33.  Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra. 

34.  Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso. 

35.  Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño. 

36.  ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! porque Jehová asoló sus pastos. 

37.  Y los pastos delicados serán destruidos por el ardor de la ira de Jehová.

38.  Dejó cual leoncillo su guarida; pues asolada fue la tierra de ellos por la ira del opresor, y por el furor de su saña. 

Su siervo, el profeta, tiene el deber solemne de pregonar el futuro, con su voz y con su pluma. En el versículo 30, Dios manda otra figura sobre la que el lector debe meditar. Desde el cielo de los cielos, desde el lugar santísimo, desde Su trono universal, desde el lugar donde Él pisa el lagar del vino de Su furor, el Señor ruge Su decreto. Más aterrador que los truenos, Él levanta Su voz contra Su rebaño (LBLA), igual que lo hace contra todas las naciones del mundo (v.30).

 El eco del rugido, el cumplimiento de la palabra de Dios alcanzará los fines de la tierra. La última profecía se extenderá más allá de la conquista babilónica hacia cada nación moderna, hasta las Américas, Australia, y las islas del Sur del Pacífico. El Señor tiene una controversia contra todos los habitantes de la tierra. Él levanta Su voz en protesta contra toda la población del mundo. Se han rebelado contra su Creador y son Sus enemigos. El desenvainará Su majestuosa espada y Su juicio justo caerá sobre cada pecador. Ninguno escapará (v.31).

 En este pasaje, Jeremías da un preludio al libro de Apocalipsis, donde podemos estudiar los sellos, las trompetas y el derramamiento de las copas de ira. Detalladamente, podemos saber cómo se desarrollará el desastre, cubriendo toda la tierra. La gran tempestad, tipificando una naturaleza frenética, se levantará en rebeldía contra los habitantes del mundo (v.32). En el día de la ira del Señor no habrá tiempo ni lugar para enterrar a los muertos, porque un gran porcentaje de la población será matado. La muerte por “causas comunes” ya no será común (v.33).

 La costumbre política de no tratar con la raíz de los problemas, sino dejarlos como una deuda para que pague la siguiente generación, al final se enfrenta con el ultimátum… ¡Ahora tiene que ser pagado! Los líderes del mundo aullarán por el fracaso y la derrota; sus pérdidas estarán fuera de control. Los líderes, no pocos, sino muchos, caerán como una obra maestra de alfarería. Las rutas de escape, bien planeadas, serán bloqueadas y el liderazgo mundial tendrá que hacerse cargo del caído, sin que sus recursos les puedan librar, igual que los ciudadanos menos afortunados (v.35). Por todo el mundo, las fuerzas gubernamentales lamentarán su derrota, confesando su vergüenza. Países enteros experimentarán el colapso económico, cesarán sus fuentes de ingresos, y los recursos naturales terminarán. “Jehová asoló sus pastos” (v.36).

 No habrá refugios de paz, no habrá ningún lugar a dónde recurrir para el ocio. Universalmente, todo estará en confusión cuando el Señor ruja con una ira feroz (v.37). El León ha salido de Su guarida. Ha venido desde el cielo para juzgar al mundo y dejarlo desolado. De Él son las copas de ira y Él ya es el Opresor (v.38). Jeremías se une a la compañía de los profetas del último tiempo.

 

  

 

 

 

 


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