Hechos 2:38-47
38.
Pedro les
dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo.
39.
Porque para
vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare.
40.
Y con otras
muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed
salvos de esta perversa generación.
41.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron
aquel día como tres mil personas.
42.
Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en
la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
43.
Y sobrevino
temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran
hechas por los apóstoles.
44.
Todos los
que habían creído estaban juntos, y tenían en común
todas las cosas;
45.
y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la
necesidad de cada uno.
46.
Y
perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el
pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
47. alabando a Dios, y teniendo favor con todo el
pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Creo necesario repetir y enfatizar el hecho de que Pedro declarara la
promesa de Dios sobre el Espíritu Santo universalmente. Lo que dijo en el día
de Pentecostés no fue solamente para los judíos y prosélitos allí presentes de
muchas partes del mundo conocido. Al decir que la
promesa era para sus hijos, tenía que estarse refiriendo a esa juventud que se quedó
en sus casas en las naciones extranjeras y no hizo el viaje a Jerusalén.
La parte
asombrosa que el lector del libro de Hechos debe considerar, es que la última
parte de la frase es la promesa de Dios “para todos los que están lejos”.
Su promesa cruza cada frontera y alcanza todo el planeta, sin excluir ningún
lugar; es una llamada universal. Los primeros apóstoles recibieron una comisión:
ir a todo el mundo y abrir la puerta del evangelio a la población. Fue una
llamada a toda la gente, “para
cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. El apóstol Juan sigue con la
misma llamada entre las últimas palabras del canon del Nuevo Testamento: “El Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye,
diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente” (Ap.22:17).
La promesa es segura para ti
y para mí, sin excepción, si es que hemos escuchado la invitación. La hemos
recibido porque tuvimos sed; anhelando el agua de vida. De donde seas y quien
seas, si el evangelio ha llegado donde tú estás y te has arrepentido, has creído
y has rendido tu vida al Señor, la promesa es para ti. Como Dios sopló vida en
Adán, la primera creación, y como Jesús sopló el Espíritu Santo sobre Sus
discípulos, Él ha soplado nueva vida en ti. Por el Espíritu Santo, estás
bautizado en el cuerpo de Cristo. Ahora es para ti recibir la dimensión de la
promesa que Jesús derramó en el día de Pentecostés (v. 39).
Compartí una carta con los
que se unieron al estudio de 1 Corintios y quisiera compartirla también con los
que se unen en este estudio de los Hechos. La carta fue escrita por una joven
mujer, que pensó que la promesa de Dios no era para ella. Voy a mostrarte cómo
Él se movió a alcanzarla en compasión, y cómo te alcanzará a ti también.
La conocí durante muchos
años, por estar en reuniones en su iglesia y en campamentos de juventud en
Rumanía. Era una cristiana muy amable, con un maravilloso sentido del humor.
Por otro lado, estaba muy delgada y enfermiza, y tenía que prestar mucha
atención a su dieta. También estaba atormentada por muchos temores que oscurecían
su vida y la robaban el gozo de las bendiciones tremendas del evangelio.
Se casó con un joven, también
amigo y hermano de un misionero. Me honraron al pedirme que predicara en su
casamiento pero, para mi vergüenza, se me olvidó llevar mi pasaporte al
aeropuerto, y por eso no pude tomar el avión a Rumanía. Otro tuvo que ocupar mi
lugar en el casamiento. El marido encontró trabajo como ingeniero en Londres, y
en raras ocasiones los vería cuando visitaba Rumanía… tienen dos hijos.
Mientras vivían
en Londres, la mujer se enfermó gravemente y tuvo que ser sometida a una
cirugía. Después de la operación, perdió sus constantes vitales y tuvo que ser reanimada.
Estuvo muy grave en ese tiempo y los doctores dijeron a su marido que no
esperase que viviera mucho tiempo más. Creo que ella no me contradiría si
dijera que, debido a su disposición melancólica, no estaba dispuesta a
enfrentar la muerte, de ninguna manera.
Aclarando estos puntos,
empezaremos a leer su carta; cómo continuó su enfermedad y sus profundas
necesidades espirituales… después veremos cómo el Señor se interpuso y dio un
giro total a su vida. Te comparto esta carta a ti, para que veas el gozo, el
poder y la bendición que hay en la promesa del Padre, claramente otorgada en Su
palabra, y cómo está a la disposición de todos Sus hijos…
¡Hola
Hermano Loel!
 |
Eliza |
¡Wow!, parecen haber pasado siglos desde que hablamos la última
vez, aunque yo te sigo por el blog, y he estado leyendo y releyendo algunos de
tus artículos, especialmente sobre el bautismo en el Espíritu Santo y el
estudio sobre 1 Corintios.
Vivimos en Hong
Kong desde febrero de 2019. Mientras estábamos en Londres, en un momento oscuro
de mi vida, reconocí que, si continuábamos allí, yendo a la misma iglesia, mis
hijos no llegarían a creer, y bien… nunca veríamos el poder de Dios. Pensé que ellos,
posiblemente, obtendrían un entendimiento intelectual, pero no conocerían el
poder de Dios y Su realidad.
Esto fue antes de
descubrir un video con el testimonio de alguien que fue a Hong Kong como
misionera cuando tenía 22 años. Después, algo pasó en mí y tuve un deseo
ardiente de ir a Hong Kong. Mi marido, sin embargo, no fue impresionado, e
incluso se enfadó por insistirle continuamente. Entonces, oré una de las pocas
oraciones que podía orar en ese tiempo (porque no podía orar normalmente). Dije:
“Dios, si es tu voluntad que vayamos a Hong Kong, que destinen a mi marido
allí. En el nombre de Jesús. Amén”.
Después, olvidé
esa oración. Pasé un año y medio bajo una densa oscuridad espiritual en Londres;
viviendo muy superficialmente. A finales de 2018, empecé a leer 1 Corintios. No
sé, y ni sé de qué manera, los capítulos 12 y 14 se abrieron ante mí y se me
hicieron muy claros. Busqué y no vi nada semejante en la iglesia, pero lo
deseaba intensamente. Mi amiga, la esposa del pastor, me dijo que no busque lo
extraordinario.
No tengo que decir
que no supe hasta muy tarde que mi vida espiritual estuvo a punto de morir. ¡¡No reconocí hasta muy tarde que la
iglesia a la que asistimos era hiper calvinista y cesacionista!! Era como estar
en una tormenta y, aunque empecé a leer mi Biblia en ese tiempo, después de un
sermón en la iglesia y una discusión con un pastor visitante… un mensaje también
hiper calvinista, determinista y cesacionista… me fui muy agitada. Fui a casa,
cerré mi Biblia y no volví a leerla durante meses (era porque le vi como un
hombre piadoso… todavía sigo considerándole así… así que no le culpo a él, sino
la enseñanza).
Inmersa en esta
gran tormenta en mi vida, me vino encima una gran depresión al morir mi amiga,
la esposa del pastor. Poco antes, mi marido, vino a casa después del trabajo y
me dijo que su jefe necesitaba alguien para ir a Hong Kong, para iniciar un
nuevo equipo de trabajo allí. Entonces, él pensó en mí y en las discusiones que
habíamos tenido.
Bien,
adelantándome… todo fue más fácil y suave de lo que nosotros esperábamos,
porque el jefe estaba muy feliz de que él quisiera ir y, después de haber
aceptado, recordé la oración que hice y que había olvidado.
Yo sé bien que
Dios nos trajo aquí, y mi anhelo y deseo fue poder ver Su poder. Recibir
finalmente lo que buscaba, no una fe superficial, sino en un Dios que, ¡es el
mismo ayer, hoy y para siempre!
Nos mudamos a Hong
Kong y yo todavía era muy complicada. Estaba en una gran depresión y empecé a
caer en pecados y debilidades de los que había sido liberada en mi conversión.
No lo pasamos muy
bien y olvidé otra vez que Dios nos había traído aquí. Empezamos a asistir a
una iglesia internacional. Allí conocí a una familia india, muy piadosa, que
ahora son amigos. De repente, sentí un dolor constante en mi espalda y abdomen.
Después de investigar, los doctores me dijeron que necesitaba ser operada, y
que sería muy complicado debido a mis muchas cirugías anteriores… (había sido
operada otras veces, incluso en una de las operaciones había sufrido un paro
cardiaco).
Por supuesto,
acepté mi destino, aunque temía la muerte, y lo hablé con algunas mujeres en la
iglesia. Fue un tiempo muy oscuro. La señora india era diferente a las demás.
Inmediatamente, me pidió si podía orar por mí. Después de la reunión, tomó mi
mano y oró para que desapareciera el tumor… pero no mencionó la cirugía. Estuve
un poco molesta con ella, pensando que no entendía que yo necesitaba ser
operada. Después de orar por segunda vez, el dolor se fue, aunque el dolor
mental persistía…
Cada vez que hablaba
de la cirugía a mi amiga, ella dijo que estaban orando para que no fuera
necesaria. Después de ver a cuatro doctores en dos diferentes hospitales sobre
el espacio de tres o cuatro semanas, al final hicieron un escáner y no encontraron
nada. Me mandaron hacer otra prueba, pero, ¡el tumor había desaparecido!
Pregunté al doctor si podía haber desaparecido solo, pero me dijo: “No, era
demasiado grande”. Él no supo qué más decir… y yo tampoco.
Me hizo reconocer
que a Dios le importa lo mío. Algo extraño pasó. Directamente, pregunté a mi
amiga si ella hablaba en lenguas (no sé por qué lo hice, porque no me
interesaban las lenguas, sólo sentía curiosidad). Ella dijo que sí, aunque un
poco asustada por haberla preguntado tan directamente. Ella empezó a compartir
cosas conmigo acerca de los dones del Espíritu; sobre las lenguas, la oración,
la fe, y confesó que no había sentido nada especial al orar por mi salud,
solamente sabía que a Dios le importa sanar (esto era nuevo para mí, porque yo
pensaba que por medio del sufrimiento hacemos Su voluntad, porque Él no quiere
sanar. Así que yo no esperaba tal cosa).
No estuve de
acuerdo con ella en muchas cosas… yo pensaba que el calvinismo era la única
verdadera doctrina, “la carne” y no la leche (yo pensaba que los no-calvinistas
no llevan la verdadera doctrina… que son liberales o del evangelio de la
prosperidad).
No me desafió, sino que, en una manera muy tranquila, me
dijo que ella también fue criada con una mentalidad como la mía, pero que en
Dubai, donde vivían, la iglesia es como en el Nuevo Testamento; ven a Dios
contestar las oraciones y el poder de Dios se manifiesta, no solamente por
sanidades. En los países árabes ellos tienen solamente a Dios para resolver sus
grandes problemas.
Seguí discutiendo con ella, pero no pude negar que ella
era mucho más piadosa que yo, y que tenía fe. Su familia también era muy
piadosa, y también benigna, amorosa, ayudadora y cuidadora de otros. Al pedir
que orara por mí, es lo que ella hizo, y era muy diferente a mí en cumplir con
lo que decía. Yo pensaba que tenía una doctrina “sólida, limpia, verdadera”,
pero no bíblicamente, mientras que ella vivía por la fe y Dios estaba con
ella.
Así quería yo; sentí que mi mundo iba deshaciéndose…
cosas de las que estaba muy segura, que había pensado durante muchos años, no
eran verdaderas. Había pensado, quizás subconscientemente, que Dios quería que
yo fuera miserable, y que tenemos que aceptar todo, porque todo está
predeterminado. En lugar de correr a Dios, estaba huyendo de Él. Como había
aprendido que Dios hace todo (aun las cosas que vienen del maligno), esta nueva
doctrina chocó conmigo. Yo estaba resignada a la suerte, aceptando todo lo que
pasara, sin haber recibido una palabra de Dios, específicamente, de lo que es
Su voluntad, como lo hizo con Pablo (2 Co.12:8-9).
También creí, por muchos años, que los dones y el
bautismo del Espíritu Santo solo eran para los cristianos piadosos, los
misioneros quizás, pero no para mí. Jamás me podría pasar tal cosa. No soy
especial (es cierto que no te creí, ni entendí, cuando tú una vez me dijiste en
Lepsa que debo orar por estas cosas). No tenía fe para que algo así pasara,
porque pensé que no era para mí, porque no soy una cristiana especial, como
quienes yo admiraba.
Mi error fue poner al hombre en alto; si los consideraba
piadosos o con experiencias que yo no tenía, entonces tomaba su palabra como si
fuera bíblica (lo hice sin estar consciente de hacerlo). La historia es muy
extensa de cómo yo luchaba, aceptando todo lo que la gente que yo admiraba
enseñaba, aunque dentro de mí, todo era diferente. Derramé muchas lágrimas y
pasé muchas noches sin dormir.
Aquí entran tus artículos… y empecé a leerlos de nuevo.
Leí también “Lo que palparon nuestras manos”. Vi que tú no enseñaste de
resignarse a la suerte, si no a luchar en la oración, confiando en Dios. No fue
lo que me enseñaron de la manera calvinista. El pastor en Londres me dijo cosas
que me dejaron sin hablar. Leí tu blog, hablé con mi amiga y reconocí que tenía
miedo de pedir de Dios el bautismo, porque pensaba que iba a recibir un
demonio, por algunas demostraciones raras que vi en la televisión. Todo lo que
sabía de hablar en lenguas y los dones era que venían del maligno y, si los
pides, posiblemente recibirás un espíritu malo.
Mi amiga me mostró el versículo que dice: “Tu Padre
celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden”. También leí un
libro de Torrey, el amigo de Moody, que enseñó lo mismo; que Dios no nos va a
dar un demonio si le pedimos otra cosa.
Mi problema era que, por muchos años, no pude orar (sí,
hice algún intento que jamás podría llamar oración, sino soñar sobre mis
rodillas), sintiéndome muy cansada y pensando en otras cosas… no pude arreglar
esta costumbre. Mi oración por mucho tiempo fue: “Dios, ayúdame a orar”.
Pedí a mi amiga que orase por mí para ser llena del
Espíritu Santo. Ella oró y no sentí nada, sino una pequeña tranquilidad en mi
corazón. Había estado muy disgustada con mi marido durante mucho tiempo y no
podía cambiar. Sabía que no estaba bien, pero no podía cambiar de ninguna
manera. Después de que mi amiga orara por mí, sentí algo pequeño, cierta
tranquilidad y nada más, algo que casi no podía percibir…, pero sí, se me fue
el enojo que estaba adentro.
Esperaba otra cosa; pienso que todavía la espero, pero
fui a la casa y, esa tarde, sola en mi cocina, pedí otra vez que el Señor me
ayudara a orar. Leí el versículo de nuevo… que Él daría a los que pidieran, y
me vino la fe. Creí y entendí el versículo, y pedí que me ayudara a orar, y
entonces pronuncié una palabra en otra lengua, y después… como una fuente, fue
una lengua completa que no conocía, y oré asombrada y con lágrimas, y cosas que
yo deseaba decir, ahora pude decirlas.
¡Esto es algo inmensamente grande! Después, la vida de
oración cambió… fue transformada. Puedo orar en lenguas y también en rumano e
inglés, y tengo una confianza que nunca tenía antes. La historia es muy grande,
pero fui dirigida por Dios, pienso, (por el fruto que ha producido en sus
vidas, según ellas me han hablado) a hablar con Smaranda (que te escribió a ti
sobre lo que me pasó. Me acuerdo
que me escribió y tenía algo que ver con los estudios en 1 Corintios, pero
solamente decía que Eliza estaba totalmente cambiada). Jamás pude ayudar
a otros; siempre buscaba su ayuda para que me llevaran adelante.
Ha sido una jornada intensa… todavía lo es. Estuve con tu
estudio expositivo sobre 1 Corintios, pero recibí el don de lenguas antes de
llegar a la parte donde tú hablas sobre ello. Estaba esperando lo que ibas a
comentar, porque todo era nuevo para mí, incluso a veces estaba insegura. Leí
muchas veces el estudio sobre el bautismo del Espíritu Santo, pero no podía
entender muchas cosas, aunque ahora entiendo más. Yo sé que hay mucho más para
saber de Dios.
Bendiciones,
Eliza
Pedro tenía mucho más que decir a esta gente, pero el
texto no nos dice que más dijo, y suponer sus palabras sería pura especulación.
Pero el texto sí nos dice una cosa más, que tenía que ser el punto principal de
sus palabras finales: “Sed salvos de esta perversa
generación”. El creyente ha creído para ser salvo a, y para ser
salvo de. Las cosas a de que ha sido salvo, son las promesas
innumerables y las bendiciones de Dios. También ha sido salvo de esta
perversa generación.
Esta salvación de es dada al converso como un miembro personal
de la iglesia, y el significado de la salvación de se encuentra en la
misma palabra iglesia. El nombre griego es ekklasia: ek-klasia.
Ek quiere decir fuera de entre, y klasia significa
llamado… ¡no te confundas! Para aclararlo diría que Pedro está llamando a esta
nueva congregación fuera de estar entre el mundo y a la iglesia.
Son así bautizados, por el Espíritu Santo, en el cuerpo de Cristo.
Del mundo, en el que habían estado hasta ahora; un mundo que ha perdido la
intención por la cual Dios lo creó y es torcido, rebelde y no dócil (sinónimos
españoles por perverso en el diccionario griego de Strongs). Generación,
normalmente, significa cierto tiempo, pero en este versículo se refiere al
tipo de gente, y la raíz es gene, es decir, sus “genes espirituales” son
perversos. Tienen que arrepentirse de su alianza pasada con el mundo (v. 40).
Esto es lo que pasó en el día de Pentecostés y fue el cumplimiento de
la celebración jubilosa de la cosecha. Lo que esperaban en Lucas 19:11… “ellos pensaban
que el reino de Dios se manifestaría
inmediatamente”, ellos sí lo vivían, pero no
en la manera que pensaban. Recibieron la palabra de Pedro, el evangelio, y fueron
hechos una nueva creación. Tres mil personas, inmediatamente, dieron testimonio
público de la obra interior, siendo bautizados en agua. Ellos fueron
introducidos en el Reino de Dios ese mismo día y el Reino emergió en sus
corazones a través de un nuevo nacimiento. Ya no hay necesidad de celebrar la fiesta del Antiguo Testamento porque llegó a
su cumplimiento cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los cristianos. El
resultado fue una gran cosecha de almas, y no solamente en aquel día, sino en
los siglos que han acontecido hasta el día de hoy (v. 41).
Los versículos finales de
Hechos 2 relatan las actividades de la iglesia primitiva de Jerusalén. Los
apóstoles les enseñaron la doctrina verdadera, que es una práctica vital de la
iglesia. Fue el propósito de Cristo que Sus seguidores más cercanos enseñaran a
las siguientes generaciones: “Yo les he dado tu palabra”, dijo
Jesús al Padre (Jn.17:14), y además oró por quienes creyesen en Él por medio de
su palabra.
La comunión cristiana fue también una práctica vital, incluyendo el
partimiento mutuo del pan. También la iglesia fue hecha una casa de oración.
En un solo versículo vemos todos los ingredientes necesarios para la vida
cristiana. Cristianos han recibido los mismos consejos por todas las épocas: 1)
Estudia la palabra de Dios, la Biblia. 2) Congrégate con otros creyentes. 3) Orad
individualmente y con el cuerpo de Cristo (v.42).
También nos da una idea del ambiente que había
en la iglesia primitiva. Leemos, en primer lugar, en el versículo 43, que el
temor de Dios cayó sobre la iglesia; pero además también cayó sobre personas en
la sociedad que oyeron acerca de lo que estaba aconteciendo entre los
cristianos (Hch.5:11). La iglesia fue un organismo sobrenatural,
incomparable a cualquier entidad que jamás haya aparecido en este planeta. Su
origen y su poder vienen de arriba. Su ciudadanía es la Nueva Jerusalén y todos
sus ingredientes son espirituales; ocurren en el hombre interior y no tienen
base en este mundo. Sus manifestaciones son sobrenaturales y celestiales,
manifestándose y fluyendo a la sociedad a través de maravillas (v. 43).
Había una unidad maravillosa entre los creyentes, cuyo origen estaba en
la relación divina entre el Padre y el Hijo por medio del Espíritu Santo: “Como
tú, oh Padre, en mí, y yo en
ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me
enviaste… Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para
que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado” (Jn.17:21,
23).
Fueron hermanos y hermanas de una gran familia, cuyo amor
se detalla en los versículos 45-47. Tenían todas las cosas en común y el egoísmo
no existía entre ellos. Por causa de Cristo y la iglesia la ambición personal
desapareció. Los creyentes se reunían diariamente en el templo; y en grupos más
pequeños: en casas privadas, alrededor de la mesa. Pensándolo, el lector puede
gozar del ambiente de gozo y sencillez de corazón.
Todos vivían para la gloria
de Dios y, como acabo de citar de Juan 17:21 y 23, esta manera de vivir captó
la atención del mundo que les rodeaba. La vida cristiana, bien vivida,
es extremadamente atractiva, y atrae a los pecadores a Cristo. Diré finalmente
que el ambiente fue “fértil” … llevando fruto diariamente. El Señor estaba
presente obrando y, porque Él es el Salvador, fue una siega continua de almas.
Hay cierto judaísmo muy evidente entre esta primera
generación de cristianos, ya que todos eran judíos o prosélitos. Por eso es
notorio que siguieron en algunas costumbres judaicas. Los observamos juntos en
el templo, y también veremos en otros capítulos qué otras tradiciones continuaron. Pero estas costumbres no continuaron
en las iglesias gentiles.
Tuvo que haber pasado un tiempo considerable para que estos,
de muchas partes del mundo, fueran enseñados y alimentados por los apóstoles.
Pero después, tuvieron que volver a sus casas nativas… y tengo una pregunta…
¿Qué les pasó al vivir otra vez entre las naciones? Piensa también en el eunuco
de Etiopía cuando volvía a África, gozándose. Los apóstoles, Pedro y Juan,
dijeron: “No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”
(Hch.4:20).
¿Pasará lo mismo en todos los que vean y oigan la
realidad del evangelio? Sí, estas personas fueron testigos, dondequiera que
moraban. Probablemente tú igual que yo, hemos observado que personas,
verdaderamente nacidas de nuevo, no pueden ser silenciadas. Sé de dos casos en
Méjico. Uno trata de un hombre con quien compartimos el evangelio una vez, refugiándole
en nuestro coche durante una fuerte tormenta. Después volvió a su casa y
testificó de lo que había pasado en él; habló a
toda su aldea y empezó a tener reuniones allí. Después fue a dos aldeas
cercanas y, de esta manera, fundó tres iglesias. El otro hizo lo mismo después
de creer el mensaje tras haber leído un folleto sobre el evangelio que cayó de
una avioneta.
Pablo da a entender, en una carta a los romanos, que no
los conocía a ellos personalmente, y no hay ninguna prueba de que Pedro hubiera
visitado jamás Roma. Según creo yo, como había judíos romanos escuchando a los
apóstoles, ellos mismos plantaron la iglesia romana, y en todas partes,
dondequiera que vivían, los que experimentaron el Pentecostés formaron iglesias
indígenas. En los propósitos de Dios, esto fue porque el mandamiento dado,
originalmente, fue que cada judío fuera a Jerusalén, observando las fiestas.
Todo tenía el fin de que atestiguaran la muerte y resurrección de Cristo, y el
derramamiento del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.
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