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¿Son estas cosas así?

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¿Son estas cosas así?

“Recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.”                                                                                                        Hechos 17:11

Hace muchos años, en una reunión de jóvenes, observé el siguiente experimento. Varios de ellos se sentaron en una fila. Entonces, al primero, se le dio un párrafo para que leyera silenciosamente en el oído del siguiente. Éste, tenía que susurrárselo al tercero, tal y como lo recordaba y entendía, y así sucesivamente. Finalmente, la última persona se puso en píe para recitar los detalles en voz alta. ¿El resultado? - Un párrafo tremendamente alterado. Esto es lo que sucede cuando una información va pasando de una persona a otra.

Un Dios sabio se comunica por escrito

Después de haber visto este sencillo ejemplo, podemos ver la sabiduría de Dios al darnos Su palabra en forma escrita. Tanto en los asuntos de Dios como en los de los hombres, lo que tiene valor legalmente es lo que está escrito. Un dato escrito supera el error humano, la falta de memoria y la muerte. En el libro de Esdras vemos que a los hombres no les era permitido entrar en el sacerdocio, porque no fue hallado ningún documento escrito de su genealogía. Cuando Cristo fue tentado, el diablo mismo tuvo que sujetarse a la inmutabilidad de la palabra escrita.

En la historia de Ester vemos cómo el rey Asuero pudo refrescar su imperfecta memoria mandando hallar y leer en su presencia unas crónicas escritas. Después de la muerte de Ciro, les fue permitido a los judíos reedificar su templo, ya que Ciro había dejado un decreto escrito que les autorizaba a hacerlo.

Dios, como ningún otro, sabe de la falibilidad de la instrumentación humana. Cuando dejó caer Su palabra desde el cielo, ordenó que fuese escrita en un libro. ¿Podemos confiar en nosotros mismos, en nuestra percepción, nuestros sentimientos, nuestras conclusiones, etc., en relación a las cosas espirituales y eternas? La respuesta tiene que ser enfáticamente: ¡NO! Toda la vida y experiencia cristianas tienen que proceder de la Escritura. Cuando escudriñamos las escrituras para recibir una confirmación después de haber formado nuestras opiniones, o para validar experiencias, estamos abriendo una gran puerta a la apostasía.

Si existe algún tiempo en la historia en el que los cristianos necesitan apoyarse totalmente en la Biblia, hoy es el tiempo. Personalmente, descanso en la Palabra de Dios para recibir respuestas en cuanto a la controversia existente sobre las múltiples manifestaciones físicas que se han extendido de forma tan generalizada. Me parece que la gente sólo acude a las Escrituras para hallar en ellas lo que apoya su punto de vista personal. Mucho más importante que hallar algunas manifestaciones de una u otra forma en la Biblia, debemos determinar, primeramente, si Dios es honrado a través de ello como lo es en la Biblia, y si produce un efecto bíblico en la vida de las personas involucradas. En la Biblia, cuando una persona, santa o pecadora, experimentó un encuentro especial en la presencia del Dios omnipotente, fue sobrecogida de temor. No había bromas ni una actitud frívola. Fue así aún con personas tan amadas de Dios como Daniel y el apóstol Juan.   

La palabra final

Pablo entró en la ciudad de Berea con la misma autoridad y acompañado de las mismas señales sobrenaturales que era común durante todo su ministerio. Los bereos no reaccionaron con hostilidad, como lo hicieron algunas de las personas de las ciudades vecinas, pero tampoco recibieron el mensaje de Pablo sobre la base de su poderosa presentación, tanto en palabra como en hechos. Ellos quisieron determinar si su mensaje era lo que las Escrituras habían predicho. Ellos escudriñaron cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. La Escritura era el árbitro absoluto.
                                   
Como Cristo se presentó


Me complace pensar de la Biblia como un libro orgánico, superando inmensurable-mente cualquier otro libro jamás escrito.

Cuando Cristo se presentó a dos discípulos en el camino a Emaús después de la resurrección, “les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. Quiso que su fe en Él estuviese sólidamente basada en la Biblia. Los evangelistas se cuidaban en hacer lo mismo. Frases tales como “para que se cumpliese la Escritura” o “como está escrito…”, son comunes en todos los Evangelios. Ellos querían estar seguros de que los lectores fuesen a ver a Jesús de Nazaret como el Cristo de la Escritura. De igual manera, en el libro de los Hechos, los apóstoles predicaban a Cristo basándose únicamente en la Escritura inspirada. Nosotros no podemos hacer menos. Falsos Cristos se levantarán… dijo Jesús. Estos pueden ser espíritus que visiten a las personas en sueños o visiones, e incluso a grupos reunidos. No importa qué agradables o qué correctas parezcan ser tales experiencias, cada quien tiene la obligación de someterlas al juicio de la verdad escrita.

No tendrás que hallar pasajes poco claros ni interpretaciones complicadas para predicar al Cristo de la Biblia. Felipe pudo empezar a predicarle a Cristo con la misma escritura que el eunuco estaba contemplando. Podría haber empezado casi dondequiera. Cristo es el tema del Antiguo y Nuevo Testamento. Toda la revelación bíblica apunta hacia su muerte y su resurrección, y nosotros debemos concentramos en este punto principal, que lleva al oyente al perdón del pecado y a la vida eterna.

Un libro orgánico

Juan dijo: “Estas se han ESCRITO para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Me complace pensar de la Biblia como un libro orgánico, superando inmensurablemente cualquier otro libro jamás escrito. No precisa de ningún apoyo ni defensa artificiales. Es algo más que enseñanzas sobre Dios y Cristo meramente, aunque son maravillosas. La palabra es “viva y eficaz”. Tiene vida en sí misma y se reproduce según su género.

La esposa de un comandante de una base militar americana próxima a nuestra casa, llegó a nosotros extremamente angustiada y deprimida. Aún contemplaba el suicidio, pero buscaba socorro. ¿Qué podía hacer yo ante tal complicación interna tan poderosa? Sólo pude señalarla hacia el Evangelio de Juan, que leyó desde el principio hasta el fin cuando volvió a su casa. Inmediatamente después invitó al Cristo de la Biblia a entrar en su vida, e instantáneamente fue infundida con vida y se convirtió en una persona transformada “por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”.

Herman Williams era un indio navajo que encontró a Cristo. Su jefe, que era cristiano, le regaló una bonita Biblia nueva. Desconocía que Herman no sabía leer. Pero ya que había encontrado a su Autor, anhelaba también leer Su libro. Mientras se arrodillaba delante de su Biblia abierta, las lágrimas cayeron sobre una de sus páginas, dejando una arruga permanente en ella. Meses después, Herman estuvo memorizando porciones de la Palabra. Un día, cuando una persona tomó la Biblia de Herman, la abrió por la página dañada. “¡Mira, Herman!”, le dijo. “Aquí, donde la página está arrugada, hay un versículo bueno para memorizar que dice: ‘Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces’”.

Sí, Dios habló a Herman por Su palabra, antes de que él supiera leerla. Con el tiempo aprendió a leer, y después de más de 40 años de celebrar sus promesas, él nos aseguró: “Dios ama a Sus hijos. No quiere engañarles. He visto después de todos estos años que Dios es fiel en guardar la palabra que me ha dado”.

La verdad vital y la vida transformadora saltan de las páginas del libro de Dios para todos los que sinceramente acuden a él. Puedes estar seguro… ¡ESTAS COSAS SON ASÍ!


Noticias y anotaciones

A mi padre, que fue un pastor misionero durante muchos años, muchas veces le oí aconsejar a quienes se gozaban en probar cada novedad. “¡Quédate con la Palabra!”, les decía. Este es el mensaje principal de este artículo.

A continuación doy una lista de los textos bíblicos a los que hacía referencia, por si alguien quiere estudiar más sobre este tema: Hechos 17:11, Esdras 2:62, Ester 2:23; 6:1-2, 2 Crónicas 36:22, Lucas 4:4, Daniel 10:11-12, Apocalipsis 1:17, Mateo 24:24, Hechos 8:35, Juan 20:31, Hebreos 4:12, 1 Pedro 1:23, Jeremías 33:3.



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