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Lowell Brueckner

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Un dilema de los últimos tiempos

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“En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos.” 
               2 Timoteo 3:1, 2


Cuando Adán y Eva pecaron en el Jardín de Edén, la raza humana fue separado de su Creador y como consecuencia murió espiritualmente. Por seis mil años, ha estado pudriendo y una peste que siempre incrementa llena la nariz de Dios.  Aunque la historia de la raza humana ha sido tan maligna, todavía falta su peor momento. Pablo profetizó que vendría una generación en los últimos tiempos que excedería a todos los demás por su maldad interior. Sobre la lista de Pablo de características impiadosos, y probablemente la causa de los que siguen, es el amor propio. 

Cuando Jesús hablaba de los últimos tiempos, primeramente mencionaba el engaño y repetidamente avisaba a Sus discípulos durante Su discurso, que todavía faltaba algo peor. Yo creo, que el padre de mentiras presentó dos factores grandes, concebidos uno tras otro en el siglo XIX, que han contribuido al desarrollo de una mentalidad única. Un factor es la teoría de evolución (Charles Darwin, 1809-1882) y me atrevería decir que el otro es la psicología (Sigmund Freud, 1856-1939). Ahora, estas doctrinas son prominentes y casi universalmente aceptadas como ciencias legítimas.

Dos engaños desastrosos
La evolución enseña que el hombre ha llegado existir por un accidente cósmico, y no debe preocuparse en dar cuentas a nadie. La psicología le dice que debe sentirse bien en esta condición. En el momento peor de la historia, cuando debe estar más consciente que nunca de su  horrible situación, él hombre siente que todo está bien.

Había un tiempo cuando los cristianos debatían las proposiciones del psicólogo, pero con el paso del tiempo, han quedado quietos, y hoy, si uno levanta la voz en contra, es considerado un anticuado en su modo de pensar. Los términos, “auto-estima” y “un buen concepto de sí mismo” son aceptados como si fueran deseadas verdades bíblicas.

Tengo que volver a un artículo escrito en 1982 por Dennis Denk en “His”, una revista de la Intervarsity Fellowship”: “Nuevos estudios revelan que el error más común en el concepto propio que la gente mantiene, no es una baja autoestima, sino una tendencia de servirse exclusivamente a sí mismo. No es un complejo de inferioridad, sino al contrario, una superioridad… es una mentalidad de estar anti-Dios… Hoy en día, no es sorprendente que muchos tomen el mandamiento del Señor de: “ama a tú prójimo como a ti mismo” y lo cambien totalmente, dándole un sentido contrario, enseñando que uno debe amarse más a sí mismo.”

En el libro de Proverbios, hay una lista de cosas que son especialmente odiadas de Dios y destructiva a la personalidad. Sobre la lista son “los ojos altivos”. El enemigo ha sido altamente efectivo en producir esta forma audaz de arrogancia en su más deteriorado nivel. La gente ama a sí mismo y es enseñada que es bueno y normal hacerlo. El superhombre, aparecerá, siguiendo los pasos de Lucifer. Su egoísmo ya está proyectado en la sociedad. De esta forma, protegerá sus derechos sobre los pecadores, guardándoles de un arrepentimiento, y asegurando su condenación. A la vez, guarda mimosos a los cristianos, por no recibir la disciplina.

El dilema del predicador
La enseñanza y su aceptación universal hacen un efecto profundo en la predicación moderna. Cualquier orador tiene que hablar, sobre todo, “políticamente correcto”. Tiene que  tomar precauciones no ofender ni asustar. Su preocupación primordial tiene que ser no lastimar a la auto-estima a sus oidores, para que puedan seguir amándose a si mismos.

Ray Comfort escribió lo que sigue: “Los impíos no le temen (a Dios), porque la Iglesia “ha anulado” la Ley. Predica un mensaje que no muerde. Ha quitado los dientes del mensaje, porque es demasiado cortante para los pecadores. El resultado es que pocos demuestran un interés en alcanzar a los perdidos. Sin embargo, al leer del éxito de la Iglesia Primitiva, vemos una cosa… ¡el evangelio de salvación fue predicado a un mundo destinado para el infierno!”

Como resultado pocas veces vemos un pecador bajo la convicción profunda del pecado, consciente del castigo eterno. Y si alguien tiene suficiente interés en el bienestar de la familia de Dios como para reñirla fuertemente por su pecado y carnalidad, el acusante será removido o los ofendidos elegirán a otra iglesia. Simplemente todos estos resultados han venido tras la enseñanza sobre el desarrollo y protección de la auto-estima. Un obrero, elegido por Dios, está con el dilema de saber como hablar a la gente hoy en día. Pablo dijo a Timoteo: “Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Ti.4:3-4). Pocos hay que cooperan con Dios, aplicando la cruz, provocando el quebrantamiento de espíritu para poder producir la actitud de Job, “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:6). 

Niños consentidos 
En el caso de cristianos que reconocen la necesidad de ser disciplinados, hay los que creen que tienen el derecho de elegir el estilo de disciplina y la manera que sea aplicada. Como consecuencia, no es efectiva y los hijos a menudo son niños mimados… si es que en verdad sean hijos.

  Evitar exponerse a una seria auto-crítica abre la puerta a la hipocresía. Pablo descubrió, en Romanos 2:1-3, los que prohíben cosas, pero a la vez las practican. La mentalidad egocéntrica justifica tal descarada contradicción. ¿Cuántos tienen una consciencia gobernada por el Espíritu?

  Probablemente ni imaginamos hasta que punto somos influenciados por los conceptos falsos de esta siglo y cuanto afecta la manera en que nos miramos. Hace años, después de discutir con un líder, me aseguró, “Loel, quiero que sepas que amo a Jesús con todo el corazón.” Después fue descubierto que este hombre mantuvo una relación ilícita sobre varios años. Yo insisto que el único que ama con todo su corazón es él mismo. Pablo observó la enseñanza y las vidas entre algunos en Corinto y concluyó, “Algunos no conocen a Dios” (1 Co.15:34). ¿Cuánto más cierto sería esta conclusión ahora?


Un evangelio humanitario
  Aún la parte más conservador del cristianismo hoy en día es generalmente humanitaria,   dedicado  al  bien  estar  del hombre, ahora y para siempre, en lugar de, sobre todo, exaltar a Cristo.

  Ofrecemos un “evangelio” degradado y fácil, conseguida por una creencia superficial, acomodada para aliviar la culpabilidad, mientras protegemos al ego. Algunos de los hombres de Dios de la generación pasada cuestionaban si sólo un porcentaje pequeño de los evangélicos realmente habían nacido de nuevo.  Últimamente al escuchar comentarios de lo que significa el cristianismo para muchas personas, me hace pensar que el porcentaje ha disminuido. ¿Cómo puede uno nacer de nuevo y no ver el Reino de Dios (Jn.3:3)? Si es que ha visto el Reino, ¿cómo puede tener tanta confianza en este mundo y conformarse con su sistema, preparación, diversión, seguridad y mentalidad?  Sus hijos, criados consentidos, y “disciplinados según los estándares humanistas, son egocéntricos y andan perdidos  en  el  mundo.   Abraham  vio  el Reino y se hizo un peregrino, aún en la tierra que había heredada, y enseñó a sus descendientes vivir en tiendas. Estoy convencido que muchos involucrados en la obra de Dios, sirviendo a otros y trabajando más allá de lo que les piden, lo hacen por un interés, impulsado de un evangelio de obras. Yo no veo a muchos andando prácticamente por la fe, obedeciendo órdenes directamente dados por el Espíritu Santo.

  Vamos a ser amadores de la verdad, expresada en y por la persona del Jesús de las escrituras, no un cristo que es el producto de una imaginación y experiencia egoístas. Vamos a reconocer nuestra necesidad de Dios para poder hacer Su obra eterna y verdadera, por medio de nosotros y por Su gloria, de la cual el hombre no puede añadir ni quitar.  No cabe duda que tal reconocimiento nos llevaría humildemente y desesperadamente a nuestras rodillas.         




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