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Por Mí Espíritu

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Zacarías, capítulo cuatro, versículos 1 hasta 6. Un estudio expositivo (versículo tras versículo) de la Biblia

Jonathan Goforth 1859-1936
El corazón de cada cristiano debe arder con un anhelo de ver un movimiento puro del Espíritu Santo. Desgraciadamente, a muchos les interesa más lo que el hombre puede hacer. El gran misionero que vio un avivamiento en Mongolia y otras partes de China, Jonathan Goforth, después de estar en una convención mundial de misioneros, comentó en su libro "Por Mi Espíritu" lo siguiente: Jamás he experimentado tanto dolor y desilusión como en ese día. De los muchos que hablaron en esa gran reunión de misioneros, sólo hubo  tres que enfatizaron que el Espíritu Santo es el único factor esencial en la evangelización del mundo. Después de escuchar los mensajes aquel día, una persona sólo podría concluir que dar el evangelio a los seres humanos perdidos sería una cosa de mejor organización, mejor equipaje, y más hombres y mujeres… quitar el ídolo de la auto suficiencia eclesiástica aparentemente era un precio demasiado alto que pagar.

Una visión

El ángel no habla a Zacarías en el sueño; le despierta para hablarle (v.1). No diré que Dios no hable en sueños, ya que la Biblia nos da ejemplos de que sí, pero siempre son casos extraordinarios. En este libro leemos acerca de varias visiones y visitaciones de ángeles, pero recuerda que Dios está dando revelaciones que formarán parte de la Biblia y, en el caso de Zacarías, está profetizando sobre la venida del Mesías y acontecimientos relacionados con el fin de esta época. Es algo que instruirá a millones de personas en todo el mundo por muchos siglos. Más que una palabra extraordinaria, es única y sin error, perfectamente inspirada por el Espíritu Santo.


En el Siglo XXI, si un ángel visita a una persona pues… ¡estaría encantado!, me alegraría con él, pero cuando uno empieza a fascinarse y a preocuparse con los ángeles (he visto a otros fascinarse con los demonios y la liberación), uno sospecha que algo raro está pasando. Una vez leí un libro de un hombre que había sido visitado por ángeles tan a menudo que hasta les había puesto nombre. A decir verdad, yo lo catalogaba como una práctica extra-bíblica.

De igual manera, ver a personas que siempre están preocupadas por sus sueños, me hace pensar que es un interés desviado de una relación normal con el Señor. Me parece que en el tiempo de Jeremías había una fascinación con los sueños (Jer.23:22-32). La manera más segura y normal en la que Dios nos habla es por medio de la Biblia y, normalmente, nos habla cuando estamos despiertos. Vemos que Zacarías, literalmente, tiene oportunidad de participar e involucrarse en todo lo que pasa. Espiritualmente, Dios también quiere tenernos despiertos. Pablo escribió dos “mensajes despertador” a la iglesia: “Conociendo el tiempo, que es ya hora de que seáis levantados del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos” (Ro.13:11) y “Por lo cual dice; Despiértate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo” (Ef.5:14).

El ángel que despierta y habla a Zacarías es el mismo que ha sido su intérprete en los capítulos anteriores, desde 1:9. Esta visión (v.2) concuerda y es simbólica con la que vio Juan y que tiene que ver con los dos testigos de los últimos tiempos (Ap.11:4). Vemos, en la profecía de Zacarías, una relación entre lo que pasó en su tiempo y lo que ocurrirá al final de esta época en la que vivimos nosotros. Todavía no ha acontecido.

Lo que ve Zacarías es un candelabro de oro, un tazón encima, siete lámparas y siete canales fluyendo hacia las lámparas. El candelabro es igual al que existía en el templo y representa al pueblo de Dios (Mt.5:14, Fil.2:15... vemos como cada expresión del Nuevo Testamento tiene su raíz en el Antiguo). En el tiempo de Zacarías, la nación de Israel era una luz para las naciones.  El oro simboliza lo mejor… lo que viene de Dios de forma pura. El aceite es el símbolo de la unción poderosa del Espíritu Santo que hace a las lámparas arder.

El tazón recibe el aceite y lo distribuye por los siete canales, que están conectados a las siete lámparas (¡algunos ven 49 canales, siete a cada lámpara!). Siete es el número perfecto, por eso Dios siempre cuenta con ese número. Están materialmente unidos a un solo candelabro. En la revelación del apóstol Juan, cada lámpara de la iglesia en Apocalipsis está separada materialmente pero, como Jesús está en medio de ellas, están unidas en espíritu (Ap.1:20). 

Hay un olivo a cada lado (v.3). Son dos fuentes vivas, supliendo poder con combustible divino. “Nunca faltaron, ni se derramaban demasiado, sino que siempre ardían claramente. Y el tazón fue suplido constantemente, sin ningún cuidado, ni atendido por algún hombre… nadie tenía que preocuparse para renovar la suministración del aceite  de este candelabro (no esperaba al hombre, ni los hijos de los hombres). La razón es para demostrar que Dios puede, y muchas veces lleva a cabo sus propósitos bondadosos sobre Su pueblo por medio de su propio poder y sabiduría, sin el arte o labor del hombre y, aunque a veces utiliza instrumentos, sin embargo, no los necesita ni está limitado por ellos, sino que puede hacer Su obra sin ellos, y lo hace para que sea llevado a cabo.” M. Henry
“Fue destillado (el aceite) de los olivos, sin ser exprimidos por los hombres, sino que constantemente, abundantemente y libremente fluía de Dios.” J. Wesley.

Ahora, lo que sigue (v.4), es la quinta pregunta de Zacarías, que es contestada por el ángel con otra pregunta: “¿No sabes qué es esto?”. Zacarías, humildemente, respondió: No. (v.5). Esto también tiene un propósito, ya que el instrumento que Dios quiere usar no puede tener las interpretaciones humanas que corrompen las revelaciones de Dios. Además, es sumamente necesario que el hombre vea su insuficiencia en el ministerio al que Dios le ha llamado. Él está para aprender; es un discípulo terrenal que está aprendiendo las cosas celestiales.

La visión demuestra que es totalmente una obra pura del Espíritu Santo. Vamos a ver el por qué en los siguientes puntos: 1) En que el aceite es símbolo del Espíritu. 2) En que el fuego también simboliza el Espíritu Santo. 3) En que no existe un proceso natural, no está limitado por las leyes naturales. Por un poder sobrenatural y misterioso, el aceite fluye directamente desde los árboles hasta las lámparas. Lo vemos cuando Jesús, al empezar Su ministerio con el Espíritu Santo sobre Él, sin necesidad de ningún proceso, cambió el agua en vino. Lo vimos también en la obra del Espíritu en la creación, creando todas las cosas en su plena madurez y completas, sin un proceso de tiempo. La luz de las estrellas, por ejemplo, ya llegaba a la tierra, aunque las estrellas estaban a millones de años luz de distancia. Y así, cada cosa fue creada completa, funcionando por un Dios ilimitado e infinito.

Toda la escena de esta visión llevó un mensaje para Zorobabel en su día, pero es una palabra de parte de Dios entre las más importantes en toda la Biblia: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Señor de ejércitos.” Demuestra una verdad eterna que debería ser adoptada por todo el pueblo de Dios, no sólo como un lema para sus vidas sino como la característica de todas las obras de Dios. Caracteriza todos los avivamientos genuinos que han ocurrido en la historia de la iglesia. Cada uno de ellos puede llamarse ‘un movimiento del Espíritu’.

Esto es anhelado por cada cristiano verdadero, especialmente por la persona que de un modo u otro lo ha vivido. Nadie puede describir ni definir a otros el gozo y asombro que experimenta el pueblo de Dios cuando el Espíritu Santo desciende y el hombre tiene que ponerse a un lado. Son días del cielo en la tierra. El aceite fluye directamente de los olivos a las lámparas, que son encendidas de gloria celestial. El hombre está involucrado, pero él no es la fuente de los planes ni de los atributos manifestados. Cristo toma Su sitio como la Cabeza del cuerpo. La parte del hombre es obedecer y actuar como dicta el Espíritu, pero para eso, Él tiene que capacitarle. Todo pasa en un nivel más alto. Lo que es sobrenatural pasa a ser común y cotidiano. El temor de Dios penetra en el ser, los pecadores tiemblan, se arrepienten y son gloriosamente salvados. Hay poderosos bautismos en el Espíritu Santo con demostraciones de los dones que le acompañan. El amor y el gozo reinan.



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