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Lowell Brueckner

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Yo soy la vid verdadera

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Unos pensamientos claves en este artículo:  El pámpano fructífero tiene que ser podado drásticamente, muy cerca de la vid... Si la iglesia de hoy se sometiera a la poda, el tradicionalismo quedaría erradicado... La poda nos acerca más a Él y las conexiones indirectas son eliminadas... Depender de un programa compite con el hecho de depender de la vid... Tener éxito no es lo mismo que llevar fruto... El material que el Espíritu  utiliza para enseñar a Su pueblo es el material bíblico... Orar sin cesar quiere decir que debemos orar habitualmente como Jesús nos dijo que lo hiciéramos: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto” (Mt. 6:6)... Su amor, en primer lugar, no busca hacer una obra humanitaria. Existe y funciona para dar gloria a Dios... 

De GARDENING KNOW-HOW: Al podar la viña, el error más común es no podar lo suficiente drástico. Podar ligeramente no produce el fruto adecuadamente, mientras podar fuertemente produce la gran calidad de uvas. 

Juan 15:1-11

  Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador”. Si entendemos los principios bíblicos, entonces no será difícil comprender que Jesús está declarándose, como la única y exclusiva vid verdadera y legítima que existe. Lo mejor que pueden hacer las viñas naturales es demostrar las características de esta vid.

  Él es la vid verdadera porque el Padre se ocupa de Él. Todos los propósitos y negocios del Padre se basan y centran en Él. Solamente la obra de Dios es verdadera.


  También la Biblia nos enseña claramente que lo que procede de la eternidad y lo que va hacia ella es lo que es verdadero. Así fue el caso de Jesús, y lo demuestra en Su enseñanza sobre el pan que descendió del cielo. En Juan 6:27 dice: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece. La cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”. Jesús negocia en las cosas eternas y Él ha sido señalado por el Padre para administrárnoslas. En el versículo 32 Jesús invalidó la creencia que Moisés les había dado el pan del cielo. No, “mas mi Padre os da el VERDADERO pan del cielo”. ¿Por qué no fue el maná el verdadero pan? Porque “vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron” (49). Pero si es pan del cielo, “el que de él come, no morirá” (50).

  Desafiando la religión de los judíos, que solamente simbolizaba las cosas verdaderas, el escritor de Hebreos presenta los mismos argumentos que Jesús, y lo hace claramente en los versículos 26 y 27 del capítulo 7: “Los otros sacerdotes… debido a la muerte no podían continuar, mas este (Jesús), por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable”. En el libro de Hebreos Jesús es proclamado como el único verdadero sacerdote, el verdadero tabernáculo, y el verdadero sacrificio para el pecado.

  “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará”. Para que cada pámpano pueda llevar a cabo el propósito del Padre tiene que dar fruto eterno. Si no lo hace, entonces será quemado. Los Evangelios nos enseñan que Dios no tolera lo que es infructuoso: “Córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?” (Lc 13:7) Cada uno, individualmente, tiene que cumplir con la razón por la cual existe.

Podando los pámpanos
Podando una vid

  “Todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. El pámpano fructífero tiene que ser podado drásticamente, muy cerca de la vid. En nuestras vidas, no solamente lo malo, sino también lo bueno, será periódicamente podado. Todo el éxito y buenos logros deberán ser cortados hasta que quede únicamente Cristo. Este es un proceso doloroso que nos dejará sintiéndonos como si lo que éramos antes hubiera muerto. Si la iglesia de hoy se sometiera a tal poda, el tradicionalismo quedaría  erradicado. Sólo lo que es útil, con el tiempo, crecerá de nuevo y llevará más fruto.

  “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. La verdad eterna, que viene por medio de la palabra, es la que nos poda. Jesús podó a sus discípulos por lo menos dos veces. Por ejemplo, todo el conocimiento que Pedro tenía relacionado con la pesca, fue cortado por Su palabra. La palabra infalible de un Carpintero desafió a este pescador veterano, quien en Su palabra echó la red y recogió, de forma sobrenatural, una enorme cantidad de peces.

  Después de esto las tijeras volvieron a ser afiladas para una nueva poda. Pedro, como siempre, se precipitó a hablar asegurando que seguiría a Jesús hasta la muerte, mas la Palabra le dijo: “No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces”. Pedro tenía que envainar su espada y empezar de nuevo, para poder andar con la espada y el poder del Espíritu.

El secreto

  “El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. ¿Qué podemos hacer nosotros, hombres finitos, temporales, débiles y naturales, en relación con lo que es infinito, eterno, sobrenatural y espiritual? El secreto de poder fructificar es permanecer en unión con Cristo, dejando que Su vida fluya por medio de nosotros. La poda nos acerca más a Él y las conexiones indirectas son eliminadas. De esta manera aprendemos a afinar el oído a Su voz y a esperar recibir directamente de Él.

  La función de la vid verdadera nunca es un “programa” que pueda llevarse a cabo con éxito. Depender de un programa compite con el hecho de depender de la vid. Tener éxito no es lo mismo que llevar fruto. Trabajar para Cristo lo mejor que podamos no nos hace fructuosos, ni tampoco que Dios haga su obra soberana mientras nosotros producimos espinos y abrojos. Somos fructuosos cuando cooperamos con Cristo, andando mano a mano con Él, mientras obra en y por medio de nosotros, momento tras momento.

100% resultados

  “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Nuestras oraciones tienen que ser bíblicas y fluir de la relación con Cristo. Necesitamos ser expertos en Su palabra escrita, pero no por aprenderla a través de un sistema educativo, sino a través de maneras espirituales. El material que el Espíritu  utiliza para enseñar a Su pueblo es el material bíblico. Los que son enseñados de esta forma, son los únicos que pueden orar conforme a la voluntad de Dios. Cuando nosotros no oramos nuestras propias oraciones, sino que sencillamente decimos “amén” a las promesas de Dios, entonces podemos esperar el cien por cien de resultados que llevan fruto.

Nuestra vida de oración no podrá desarrollarse a menos que tomemos tiempo a solas con Dios. No basta con estar comunicando con Él mientras hacemos las actividades cotidianas. Estoy convencido que Pablo, al decir “orad sin cesar” a los tesalonicenses, no tenía esta manera de orar en mente. Él estaba enseñando, igual que Jesús instruyó a Sus discípulos, “sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (fíjate en Lc.18:1).   Pablo  usó  el  mismo  término, diciendo que se acordaba sin cesar del trabajo de su amor y que daba gracias a Dios sin cesar por su recepción de la palabra (1:3 y 2:13). Orar sin cesar quiere decir que debemos orar habitualmente como Jesús nos dijo que lo hiciéramos: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto” (Mt. 6:6).

Glorificar a Dios en Cristo

   Únicamente ser podados de manera drástica nos hará depender solamente de Cristo, pensar y andar de acuerdo con Su palabra, y orar. Si es así, entonces cumpliremos el propósito de nuestra existencia, que es exclusivamente glorificar a Dios por medio de nuestras vidas: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. La persona que no ora es engañada por la auto-suficiencia. Oramos porque somos convencidos por el Espíritu de que, sin Jesús, no podemos hacer nada.

   “Permaneceréis en mi amor”. Lo que Cristo desea, es que Su amor fluya a través de nosotros mientras permanecemos en Él. Su amor, en primer lugar, no busca hacer una obra humanitaria. Existe y funciona para dar gloria a Dios, y arde con pasión dentro de nosotros para llegar a este fin. También en Su amor haremos para otros lo que es mejor para su bienestar eterno.

  “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. La motivación de Jesús no consiste en hacernos felices, sino en que permanezcamos en Él, y estemos tan apegados a Él que Su gozo pueda fluir por medio de nosotros. El gozo de Cristo es un gozo perfecto y completo que no necesita de ningún estímulo emocional. Solamente permaneciendo en Él podrán fluir Sus atributos por medio de nosotros, y solamente así podremos llevar un fruto que permanecerá para la eternidad, así dando gloria a Dios.                            ■



1 comentarios:
Unknown dijo...
26 de noviembre de 2014, 2:01  

:)

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