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Lowell Brueckner

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Cuatro preguntas sobre la resurrección

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“Una salvación tan grande”…El escritor de Hebreos hace esta declaración porque la salvación es la obra de un Dios omnipotente y omnisciente. La resurrección de Cristo fue la prueba final de que la obra de salvación hecha en la cruz había concluido, una obra que se originó en Dios y fue llevada a cabo perfectamente por el trino Dios, que es poderosa para salvar del pecado y de la muerte.

Mi padre hablaba de un santo, mayor de edad, que un día preguntó a otro hombre más joven si era convertido. “Ah, sí”- contestó el hombre-, “¡ya tres veces!”. “Dos veces más que lo necesario”- respondió el anciano. La doctrina que enseña que uno puede ganar y perder la salvación repetidas veces, es una doctrina muy extremista. Según esta doctrina, la persona no solamente nace por segunda vez, sino tres y cuatro… Tal mentalidad desbarata una salvación “tan grande” y resulta en fracaso.

Si hoy estamos observando lo que alguien llamó “la gracia grasosa” y otro, “una creencia lite” (y creo que tienen razón), ojalá que no nos olvidemos de que también son días de una inmensa dependencia en las capacidades y posibilidades humanas. El arrogante concepto mundano de super-hombres y potenciales super-humanos ha inundado también la iglesia. Declara: “¡Todo depende de nosotros y todo lo podemos hacer!” La religión se encarga de enseñar lo que el hombre puede lograr para ganar y mantener la salvación. Sin embargo, el verdadero evangelio enseña lo que Dios ha hecho para el hombre, para que la salvación sea una dádiva gratuita, preciosa y poderosa… y yo soy uno que sigue creyéndolo.

Cuatro preguntas sobre la resurrección

"¿Por que buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os hablo... diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer dia. Entonces ellas se acordaron de sus palabras."                                                                 Lucas 24:5-8

En la siguiente lección, pediré que consideres cuatro preguntas sobre la resurrección de Cristo, empezando con la que sigue:

1.  ¿Cuántos de los discípulos creyeron que Jesús se levantaría de los muertos?

Por supuesto, la respuesta es que ni aún uno creyó. En nuestro texto, las mujeres llegaron a un sepulcro vacío, buscando al que vive entre los muertos. No tenían ni idea de lo que les esperaba, y siguieron adelante con sus planes, totalmente ignorantes del único evento que llevó a cabo el plan eterno de Dios, ocurrido esa mañana. Una historia sin comparación había acontecido y no se habían dado cuenta.

Los ángeles les mandaron llevar las alegres noticias a los once y a los otros discípulos que esperaban en Jerusalén, pero "a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían". Jesús se encontró con dos hombres en el camino a Emaús que fueron “tardos de corazón para creer”. Tomás, ausente cuando el Señor se apareció por primera vez a los otros discípulos, respondió a las noticias: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”. Al final, Jesús “les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído”.

2. Entonces ¿Qué es lo que creyeron?

La respuesta se encuentra en Lucas 23:54. Las mujeres “vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo”. Ellos creyeron de acuerdo a sus cinco sentidos y la mente natural. Basado en esa información, actuaron, preparando especias y perfumes para Su cuerpo muerto. El domingo por la mañana, fiel y valientemente, se pusieron de camino hacia el sepulcro vacío. Fue un esfuerzo inútil y vano. Ningún cadáver estaba para recibir el fruto de sus labores.

Fue el Espíritu Santo quien inspiró a Salomón a enseñar en Proverbios 14:12: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. El axioma tiene que ser sumamente importante, porque es repetido exactamente así en Proverbios 16:25. El mejor entendimiento e intenciones humanas no pueden llevar a una persona más allá de la muerte.

No es solamente que el entendimiento humano es insuficiente, sino que también se opone a la obra de Dios. Pablo enseña que la letra mata, a menos que el Espíritu la dé vida (2 Co.3:6). Él sabía esto por experiencia propia. Su preparación a los pies de Gamaliel, un rabí respetado en Jerusalén, y su estudio y memorización cuidadosos de las Sagradas Escrituras sólo le condujo a observar el martirio de Esteban. El Espíritu Santo revela las horribles intenciones de su corazón: “Saulo consentía en su muerte”.

Esto es lo mejor que la mente natural puede hacer. No nos puede llevar más allá del sepulcro y nos conduce a oponernos a los planes eternos de Dios. Solamente la verdad bíblica, respirada por el Espíritu Santo nos guía adelante hacia la resurrección y la vida eterna. ¿Nos dice algo este hecho sobre los esfuerzos cristianos modernos? ¿Nos dice dónde nos conduce el intelecto entrenado y profesional, pero a la vez enteramente ligado a la tierra?

3. ¿Por qué no creyeron lo que Él les había dicho?

Jesús empezó a enseñar a Sus discípulos en Marcos 8:31 “que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Con ésta, fueron cinco las veces que les informó acerca de su resurrección.

La segunda vez ocurrió al descender del Monte de la Transfiguración con Pedro, Santiago y Juan. Una versión declara que “ellos se aferraron a esa declaración” y empezaron a discutir entre ellos lo que podría significar. En la tercera ocasión Él, con un cuidado especial, estando a solas con Sus discípulos, les habló de Su muerte y de Su resurrección. Una vez más, quedaron perplejos sobre el significado de aquellas palabras y Marcos añade que tuvieron temor de pedirle una aclaración. La cuarta vez fue en Marcos 10, cuando iban de camino hacía Jerusalén. Los discípulos estaban asombrados de que Él hubiera tomado esa dirección y tuvieron temor. (Por última vez, la misma noche de su juicio, les habló de lo mismo – Mc.14:27-28).

La primera vez, en Marcos 8:32, dice que Jesús habló claramente. A las multitudes les enseñaba por parábolas, pero a Sus discípulos, que eran Sus amigos, les dijo que “todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn.15:15), literal y claramente. A ellos les explicaba las parábolas. Les aseguró, al hablar del cielo, que “si así no fuera, yo os lo hubiera dicho”. Pablo también dijo: “Os digo un misterio”. Él les reveló el misterio descubriendo las cosas secretas.

Sin embargo, en tres ocasiones, Marcos nos informa que los discípulos tuvieron problemas para entender lo que Jesús decía. Hizo declaraciones sencillas, con muchos detalles, incluso de quienes serían los que le juzgarían y le condenarían (los ancianos, principales sacerdotes y los escribas), y que le entregarían a las autoridades gentiles. Les dijo que sería vituperado, que le escupirían, le azotarían y le matarían. Sospecho que cuando les habló de Su resurrección ya no le estaban escuchando. ¿Cuál de estos detalles era demasiado espiritual y profundo para entender? ¿Cuál de estas palabras era demasiado misteriosa? ¿Sacerdotes? ¿Vituperado? ¿Escupido? ¿Azotado? ¿Matado? ¿Resucitado?

La primera vez que Jesús les habló de estas cosas, Pedro, que no quiso reprenderle en frente de los otros discípulos, le tomó aparte para darle algunos consejos. ¡Imagínate! Pedro, que ya había tenido una revelación de, exactamente, quien era Jesús (8:29), de todos modos, se atrevió a enfrentar al “Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Jesús, sin embargo, se aseguró de que los demás discípulos le escucharan decir a Pedro ¡“Satanás”! Al decirle, “no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”, Jesús contesta a nuestra tercera pregunta. En otras palabras, Pedro tomó el lado del hombre con la mentalidad del hombre, oponiéndose a Dios. Es espantoso, ¿no es así?

Hay una razón de por qué uno es incapaz de aferrarse a la verdad bíblica. El orgullo y la rebeldía crían una indisposición en el hombre que le impide aceptar las enseñanzas sencillas y directas de Jesús. Entonces, lo sustituye por interpretaciones que suenan profundas y espirituales, conforme a su orgullo, pero que dejan confuso a cualquier oyente.

4. Si nadie creía, ¿cómo es que Jesús se levantó de todos modos?

¿No actúa Dios según nuestra fe? Existen algunas doctrinas asombrosamente errantes enseñadas por líderes carismáticos hoy en día, que han exagerado demasiado la responsabilidad humana. Algunos afirman que Dios dio autoridad a Adán, y que sobre este planeta aun Dios mismo se sujeta a las decisiones y la fe de los hombres.

Doy gracias a Dios desde la profundidad de mi corazón de que no sea así. A veces me meto en problemas y siento el peso de mis limitaciones humanas. Mis sentimientos revolotean, y las dudas y confusión aún pueden tomar el control. He hallado estabilidad, consuelo y seguridad en una verdad grande y eterna… ¡Dios es soberano!

Pablo nos dice que hay una manera de medir nuestra relación con Dios que es más segura que juzgar según el estado de nuestro conocimiento personal de Él: “Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios…” (Ga.4:9). Después de hallar esta verdad, también vi que el hecho que condena a los que son rechazados por Dios, no es “nunca me conocisteis”, sino “¡nunca os conocí!”

Yo no puedo confiar en mis emociones, decisiones o conclusiones. Juan nos da una ayuda maravillosa: “Aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas” (1 Jn.3:19,20). No puedo confiar en mi capacidad humana para amar a Dios: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Jn.4:10).

Jesús se levantó de los muertos, a pesar de la incredulidad de Sus discípulos más cercanos. El plan soberano de Dios se realizó, continúa hoy y continuará hasta el fin. ■




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