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Lowell Brueckner

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Santos, gloria, riqueza, esperanza y seguridad

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Toda la gloria del hombre es como la flor de la hierba.
Pablo dio gracias a Dios por la esperanza que estaba reservada en los cielos para los colosenses (1:5). El escritor de Hebreos atribuyó esa esperanza al sacerdocio de Jesucristo. El sacerdote era un intercesor que ofrecía a Dios sacrificios por los pecados del pueblo. La seguridad de tu esperanza depende de tu sacerdote. El escritor argumentó que uno de los problemas que había con el sacerdocio antes de Cristo era que los sacerdotes eran mortales y su intercesión terminaba cuando morían. Sin embargo, el poder del sacerdocio de Cristo es según Su vida inmortal, y Dios proclamó: “Tú eres Sacerdote para siempre. ¡Gracias a Dios porque nuestra esperanza depende de un Sumo Sacerdote cuyo sacerdocio es intransmisible, perpetuo y perfecto!   

Uno de los problemas que tenemos con el asunto de entender la Biblia es la diferencia de vocabulario, específicamente, con las definiciones bíblicas de las palabras. Algunas las entendemos de forma diferente a como se entendieron en el tiempo del Nuevo Testamento, y otras las entendemos por la esfera o el ambiente en el cual las hemos aprendido. La diferencia entre aquellas y la esfera espiritual y bíblica puede ser drástica.

Santos…
Pablo dice en Colosenses 1:27: “(A sus santos) quiso Dios dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria”. Cristo en vosotros, los no-judíos, la esperanza de gloria, es el misterio al que Pablo se refiere. Las Escrituras no se interpretaron de esta forma en los tiempos pasados (v.26) y, por eso, esta verdad estaba totalmente escondida de la mayoría de los cristianos judíos. En los capítulos 10 y 11 de los Hechos, vemos la dificultad que causó este misterio. Dios empezó a manifestar esta teología a los evangelistas y, en Hechos 11:20- 21, algunos empezaron a predicar el evangelio a los gentiles. Pero sea quien sea, el hecho de que un ser humano que vive en esta tierra tenga al Cristo divino morando en su ser, es un misterio asombroso y, para la gente no cristiana, algo totalmente increíble. Para nosotros es la esperanza de la gloria.

Pablo se refiere “a Sus santos” en Colosenses 1:26; a los “llamados a ser santos” en Romanos 1:7 y 1 Corintios 1:2; a “todos los santos” en 2 Corintios 1:1 y Filipenses 1:1; y “a los santos” en Efesios 1:1 y Colosenses 1:2. Este término puede ser un misterio para la gente de hoy, especialmente si tiene un trasfondo católico. Hemos aprendido que un santo es un súper-cristiano, canonizado por el Vaticano, y no un cristiano común y corriente, lavado con la sangre de Cristo, como se entendía en los tiempos bíblicos.

La palabra gentil de este versículo 27, que quiere decir persona no judía, también puede sonar misteriosa para el nuevo creyente. Él debe saber por qué en aquel tiempo era una desventaja ser gentil y, al saberlo, debe estar agradecido a Dios por permitirle entrar en los beneficios que, primeramente, eran sólo para los judíos.

Gloria…
Quizás debería explicar también lo que es la gloria. La gloria se refiere a una calidad de vida, algo que no sólo existe, sino que es una muy alta forma de existencia. Pedro relaciona al hombre y su gloria con la hierba y la flor. La flor es la gloria, superior y más hermosa que la hierba. La gloria también es la fama que se da a lo que es superior.

La gloria puede ser descrita como el brillo que sale de algún cuerpo, como por ejemplo del sol, donde los rayos alcanzan más allá del cuerpo mismo. Esta gloria es un beneficio, como la luz y el calor que vienen del sol, por los cuales el hombre puede vivir y disfrutar de la vida. Espiritualizando estos beneficios, podemos ver la luz de la gloria de Dios como la gloria que ilumina la vida, que nos capacita para poder ver y andar en lo que vale la pena. El calor de la gloria, cuando arde en el alma, trae consuelo, gozo, amor y otras muchas ventajas.

Sin embargo, la gloria a la que Pablo se refiere al decir “la esperanza de la gloria”, es la gloria futura del cielo. Ya, en el versículo 5, la mencionó: “La esperanza que os está reservada en los cielos”. El cielo es llamado la Gloria y todo lo que he escrito para definir esta palabra, se perfecciona en la Gloria. Allí existe una calidad de vida más allá de lo que podemos imaginar. Los rayos de la Gloria nos han alcanzado aún aquí en la tierra; por eso hemos nacido de arriba y somos revestidos con el Espíritu Santo, quien es el poder de lo alto. 

Riqueza…
Ahora, piensa sobre las riquezas de esta gloria… sobre el valor y la abundancia de ella. Su valor no tiene comparación. No hay una gloria terrenal que sea semejante. Es una gloria dada sin medida. No tiene límite; cuando la descubres, siempre hay más. Por eso la Biblia nos habla de ir de gloria en gloria. Entonces, ¿de qué mensaje proceden las riquezas de esta gloria para los gentiles? Pablo nos habla de la vida de Cristo dentro del santo y proclama que es la esperanza de la gloria. Él que tiene al Hijo tiene esta vida gloriosa y eterna (1 Jn.5:12).

Esperanza…
En el versículo citado anteriormente, aprendemos que el que tiene al Hijo tiene esperanza y que Él es la única esperanza de gloria. Según su definición bíblica, con esta palabra, esperanza, podemos tener otro misterio que resolver. Como algunos no lo han resuelto y la definen según ellos han aprendido y usado la palabra, podemos tener una doctrina equivocada entre nosotros. Por esta razón, la mala definición e interpretación de la palabra nos priva de una riquísima y magnífica gloria.

Comúnmente, la palabra esperanza expresa poco más que un deseo o un reto en la vida. El niño espera ser un bombero, un vaquero o un soldado. Nosotros esperamos ir de vacaciones a una hermosa isla o estar en las montañas. En este caso, la esperanza es un deseo o algo con lo que soñamos, pero que no estamos seguros de si acontecerá o no. Algunos alcanzan su esperanza y otros no. Pero la definición bíblica nos garantiza un futuro absolutamente seguro. Fíjate en Hebreos 6:18-20: “Por dos cosas inmutables  (la promesa y el juramento de Dios), en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un poderoso estímulo los que hemos huido en busca de seguridad, para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros; la cual tenemos como firme y segura ancla del alma, que penetra hasta lo que está en el interior del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

Firme y seguro
Seguridad…
Imagina un extremo de la cadena del ancla asido a nuestra alma y el otro extremo fijado firmemente dentro del velo, que es el lugar santísimo (no el símbolo, sino la misma presencia de Dios). Nuestra alma no puede ser movida por las olas que turban la superficie del agua, ni por los vientos que nos quieren llevar hacia un rumbo contrario, porque este ancla nos mantiene firmemente asidos a la presencia de Dios. Jesús nos garantiza nuestro destino allí durante el tiempo que permanezca Su sacerdocio, porque “puede también salvar perpetuamente a los que por medio de Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He.7:25).

La razón de esta seguridad no es solamente porque Cristo está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros, sino también porque Él vive en nosotros y nos guarda: “Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria”, lo que algunos han descrito bien como “la vida de Dios en el alma humana”. Su vida en nosotros garantiza nuestro destino. Toda duda es quitada y todas las preguntas son anuladas cuando Cristo viene a vivir y a reinar en un ser humano. El salmista exclamó: “El Señor es mi Pastor… ciertamente el bien y la misericordia me escoltarán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días” (para siempre).

Ninguna otra cosa puede ser tan gloriosa. Es la cima de lo que un ser humano puede experimentar. Pablo predicó este mensaje entre los gentiles y lo llamó “la inescrutable riqueza de Cristo” (Ef.3:8)… una calidad y cantidad más allá de nuestra comprensión. Esta es la voluntad de Dios, por eso.. ¡entra tú! Y, al hacerlo, no estarás violando una propiedad ajena, sino que estarás allí por una invitación. Hay una mesa preparada para ti. Al responder, solamente estarás ensalzando la benevolencia y generosidad del Señor. 


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