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Lowell Brueckner

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Formando un hogar para la gloria de Dios, tercera parte

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Las prioridades en el hogar

La familia de Raquel y Tom 
Raquel: “Estoy muy agradecida por haber tenido padres que nos enseñaron a temprana edad acerca de Dios… así crecimos en Sus caminos”.

“Los devocionales familiares se llevaban siempre a cabo sin importar los estorbos que hubiera. Me acuerdo cuando Steve tenía que coger el tren temprano cada mañana para ir a trabajar a Múnich. Entonces, teníamos que levantarnos más pronto todavía para hacer el devocional antes de que él saliera. No estaba permitido saltarnos un día. También teníamos devocionales por las tardes. Papá nos compartía las cosas que Dios le estaba enseñando en ese tiempo y nos animaba siempre a conocerle por nosotros mismos y a no depender de sus enseñanzas solamente”.

“Siempre estábamos memorizando nuevos capítulos de la Biblia o repasando el capítulo anterior. Todo ello ha quedado en nosotros”.

“Tenía sólo 6 años cuando me di cuenta de que era una pecadora y que necesitaba un Salvador. Recuerdo que estábamos jugando fuera cuando mi hermano, Esteban, me dijo que si el gran árbol bajo el cual jugábamos caía sobre mí y me mataba, iría al infierno, porque Jesús no me había salvado. Me asusté de tal manera que no quise jugar más. Recorrí el patio pensando en lo que debía hacer, hasta que me decidí a ir a ver a mi madre. Ella me llevó al estudio de mi padre y me explicó que todos éramos pecadores y que, por lo tanto, estábamos perdidos y necesitábamos ser salvados. Cuando me preguntó si quería orar a Jesús para pedirle que me salvara y viviera en mi corazón, me sentí muy entusiasmada. Mi mamá oró conmigo y después estuve muy alegre. Ya no tenía miedo de que un árbol me cayera encima, porque Jesús me había salvado”.


Daniel: “Diariamente, antes de que vinieran para llevarnos a la escuela, teníamos ‘devocionales familiares’. Consistían en memorizar las escrituras, escuchar testimonios grabados, leer juntos toda la Biblia y después orar”.

“No nos dejabais ir a lugares donde otros cristianos permitían a sus hijos ir. Cuando preguntábamos, “¿qué hay de malo en eso?”,  a veces nos contestabais, “¿y qué hay de bueno?” Al ver lo que hacen muchos hoy en día, estoy tan agradecido de que no nos dejaseis ir donde queríamos… Gracias por decir ‘NO”.

“Recuerdo una noche, después de una reunión, haber estado muy preocupado por el estado de mi alma. Un temor se apoderó de mí porque sabía que era un pecador que merecía ir al infierno. Me acuerdo de estar tras el asiento de papá en el coche, haciéndole preguntas. Papá me llevó a una habitación aparte en la casa de los abuelos, me explicó el evangelio, y oró conmigo para que recibiera a Cristo (pienso que tenía como 5 años)”.

…………………….

Instruye al niño en el camino que ha de seguir, aun cuando sea viejo no se apartará de él.                                                                                                                       Proverbios 22:6

No sé mejor manera de empezar este tercer y último artículo sobre el hogar cristiano, sin que antes pongas tus ojos en esta hermosa poesía, escrita por nuestra nuera Karyn:

UN PADRE BUENO Y FIEL

Un niño formidable y maravilloso creado,
Con gentileza has puesto a mi cuidado.

Una herencia preciosa enviada por el Señor,
El fruto del vientre, un galardón del que no soy merecedor.

Oh Señor, ¡qué bendición! ¿Qué muestra de agradecimiento esperas que te presente?
“Que sea  sabio, no un insensato, y ande prudentemente.

Que no sólo le instruyas en el camino en que debe andar,
Sino que de palabra y hecho el camino correcto le has de mostrar.

Toma ahora esta flecha de tu aljaba y apunta,
Dirígela hacia mi vereda apartada, y no te burles de mi nombre nunca.”

“Muéstrale mi ley perfecta, mi testimonio fiel,
Que el temor de Mí es limpio y por siempre permanecerá él.

Ayúdale a amarme y con todo su corazón buscarme,
No seas perezoso, no es demasiado pronto para empezar a enseñarle.

Escribe en los postes de tu casa; asegúrate que soy bien conocido,
Mientras su corazón es como una esponja, satura de mi palabra al niño.

Enséñale fielmente  mis preceptos guardar,
Se diligente con este niño; lo que siembres, vas a cosechar.

Aprovecha bien el tiempo, busca primero mi reino con todo tu ser,
El estará observando donde tu sacias tu sed”.

“No necesitarás decirle que yo soy la autoridad de tu vida,
Porque él se fijará si me das o no la prioridad debida.

Juntos, de rodillas, venid y adorad delante de mi trono,
Hasta que él por su propia cuenta aprenda a venir solo.

No te afanes, ven con él en oración,
Y con acción de gracias compartidme vuestras peticiones con devoción.

Cuando él sea quebrantado y pida salvación,
No desprecies la sencillez e inocencia de su joven corazón.

La obra que empezaré cuando a mí se vaya a entregar,
Seré fiel en terminarla, pero tú a Mí te tienes que sujetar.”

“Lo que requiero es que andes delante de mí con humildad,
Descubre lo que me agrada y no te canses de mis caminos jamás.

Este pequeño tesoro lo he encomendado a ti,
Te nombraré un padre fiel y bueno si tú lo inviertes en mí.

Y no sólo de este niño que tu nombre ha heredado,
Sino que de uno que nace espiritualmente, lo mismo he demandado.

Recuerda, como tú lo trates y atiendas, es como si lo hicieras por Mí,
Y no tendrás gozo más grande que este, saber que él siempre me amó a Mí.”
La familia de Karyn y Steve

No hay manera de malinterpretar lo que la Biblia enseña sobre la responsabilidad de los padres en educar a sus hijos espiritualmente. No puede ser el maestro de la escuela dominical, ni los videos cristianos de historias, ni las canciones para niños los que provean el fundamento para tal tierna vida, sino sólo la mamá y el papá. Ellos tienen que tomar el tiempo de enseñar las grandes historias bíblicas a sus hijos y plantarles en los principios de la Palabra de Dios.

Debe haber un tiempo constante para los devocionales familiares, algo a lo que mis padres llamaron “el altar familiar”. Raquel y Daniel, en sus comentarios anteriores, dijeron lo suficiente sobre el contenido de esos tiempos, así es que sólo reafirmaré que las cosas más importantes son la lectura de la Biblia y la oración. También es un tiempo excelente para memorizar a las Escrituras. Entonces el padre, como el sacerdote del hogar, debe compartir su conocimiento de los caminos de Dios y su relación personal con Él. Recuerdo que a veces daba oportunidad a los hijos más grandes para dar un corto estudio bíblico a sus hermanos (y padres).

He oído a algunos padres decir, tontamente, que no quieren forzar el cristianismo sobre sus hijos. Ellos piensan que el niño tiene que entrar con su corazón por su propia voluntad. Estos, ni siquiera han empezado a entender el papel de un padre cristiano. Karyn lo escribió bien: Juntos, de rodillas, venid y adorad delante de mi trono, hasta que él, por su propia cuenta, aprenda a venir solo. El niño tiene que ser disciplinado en los caminos de Dios hasta que estos caminos sean su deleite. Las cosas de Dios no son opcionales para los niños criados en un hogar cristiano. Tanto en el hogar como en la asamblea de los santos, hay que mostrarle que el camino de Dios es el único camino.

Tengo en la mente cientos de versículos bíblicos que aprendí desde que empecé a hablar. Mis padres me dijeron que a la edad de 18 meses, pude citar 1 Pedro 1:23-25. Alguien podrá decir: “De nada aprovechan estos versículos al niño al tener esa edad”. Correcto, pero ahora es de inmensa utilidad y provecho. También en la iglesia  aprendí cientos de himnos que no entendí en aquel entonces pero que ahora vuelven a mis pensamientos y enriquecen mi alma diariamente. 

Es la responsabilidad de los padres procurar la salvación a sus descendientes. Esta debe ser la gran prioridad que les motive. Claro es que ellos no pueden salvarles, ni decidir por ellos, pero pueden persuadirles con la necesidad de ser salvos. Pueden enseñarles que han nacido como pecadores perdidos y que están en una condición desesperada delante de Dios. Esto lo pueden hacer cuando son muy jóvenes. Si los padres muestran indiferencia sobre este asunto, el hijo o la hija lo notará. Si él o ella no pueden saber que, según sus padres, esta es la cosa más importante en el mundo, ciertamente, pensarán que este es un asunto secundario y que puede esperar. Me acuerdo que mis padres me preguntaban más de una vez, no si me iba a rendir a Cristo, sino cuándo iba a hacerlo.

No se puede esperar que ningún niño o adolescente dé la prioridad a las cosas de Dios, si le es obvio que sus padres ponen en primer lugar otras cosas en sus vidas y en el hogar. En una manera práctica, si su trabajo, sus quehaceres, los deportes, el entretenimiento, o cualquier otra cosa son puestas antes que el Señor, sus hijos lo van a discernir. El cristianismo, tanto para ellos como para sus padres, será un simple pasatiempo, reservado para los domingos y quizás otra tarde o dos en la semana.

Un buen padre cristiano tendrá que decir ‘NO’ mucho más que decir ‘sí’. Existe una fobia a decir que no en los círculos cristianos en estos días, cuando como en ningún tiempo anterior, es necesario que los padres nieguen a sus niños obtener cosas o estar en circunstancias que sean perjudiciales para sus almas. Tienen que decir no en cuanto a la manera de vestir, maquillaje y adornos... Tienen que decir no sobre mucho de lo que hay en la televisión, internet, juegos y entretenimiento en los iPhone, etc. Y, especialmente, tienen que decir no al compañerismo perjudicial.

Por otro lado, un padre no debe ser terco sobre los prejuicios o estándares religiosos que ha aprendido. Hay veces cuando tiene que dar lugar a cosas que claramente no son pecaminosas, sino solamente algo que a él no le gusta o le es incómodo. Para dar ejemplos míos diré que yo cambié mi modo de pensar sobre dos asuntos, a los cuales en el principio dije que no. Uno fue cuando David me pidió permiso para aprender a tocar la batería y, el otro, cuando tres de mis hijos quisieron meterse en un equipo de lucha olímpica. En ambos casos, con el tiempo, vimos que esas actividades además de beneficiosas para sus vidas, fueron una bendición y testimonio a otros.

Uno de los problemas más grandes que veo y que obstruyen la obra de Dios en los jóvenes es el orgullo de los padres en cuanto a la preparación escolar de sus hijos. Es fácil ver que para algunos padres ésta es la prioridad que tienen para sus hijos, mucho más allá de la voluntad de Dios. Tales padres deben preguntarse si son verdaderamente cristianos nacidos de nuevo. A veces les escucho comparando con otros padres las hazañas y logros de sus hijos como estudiantes. Muchas veces ellos ponen demasiada presión sobre sus hijos en cuanto a sus logros académicos. Normalmente lo justifican diciendo que sus hijos pueden servir mejor a Dios si se gradúan y obtienen un título universitario. Esto, desde el punto de vista bíblico, es un argumento altamente cuestionable. Si fueran honestos, en la mayoría de los casos, admitirían que lo que buscan es que sus hijos sean respetados y reconocidos exitosamente en la sociedad, y ésta también es una ambición bastante dudosa.

Terminaré este estudio sobre el hogar refiriéndome brevemente a un ejemplo bíblico hallado en Lucas, capítulo uno… la historia de Zacarías y Elisabet. Por favor, medita sobre este comentario del visitante angelical a Zacarías: “Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, porque será grande delante del Señor… (Lc.1:14,15ª). Sus padres no tuvieron oportunidad de regocijarse sobre los logros de Juan Bautista en las escuelas de los hombres. Él estuvo en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel (v.80). Tampoco pudieron regocijarse sobre su comportamiento sofisticado en la sociedad. Él se vistió de pelo de camello con un cinto de cuero y comió langostas y miel silvestre (Mt.3:4). Jesús preguntó sobre Juan: “¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿A un hombre cubierto de fino ropaje? Mirad, los que llevan ropas finas están en las casas de los reyes” (Mt.11:7-8). Ellos no pudieron regocijarse por su buena reputación entre la gente importante de su día, porque entre ellos pensaban que tenía demonio (v.18).

Lucas nos dio una lista de los hombres más importantes del tiempo de su evangelio en el capítulo 3:1-2: “Del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y siendo su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Alibinia, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás…” Estos eran los hombres más influyentes de la sociedad, sin embargo, no tenían contacto con la Autoridad más alta. Cuando Dios eligió un portavoz, “fue hecho revelación de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”. ¿Qué es lo que tú quieres para tus hijos? No puedes tener lo mejor del mundo y lo mejor del cielo. ¡Tienes que ser sincero y elegir entre uno o el otro!




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