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Lowell Brueckner

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El bosque de corazones estremecidos

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Unos consejos personales

En cada lección he intentado animar al lector a abrir su Biblia para seguir el estudio,  ya que no voy a escribir toda la porción de la Escritura en el artículo. Espero no ser ingenuo al imaginar a alguien sentando en su escritorio o una mesa con la Biblia abierta en Isaías, a la derecha, y artículos como éste, a la izquierda.

Quien me conoce sabe que soy proponente de la lectura de buenos libros cristianos, como un complemento al estudio constante de la Biblia. Lee tanto como te sea posible a autores probados por el tiempo. No conozco un cristiano de buena reputación, ni ahora ni en toda la historia de la iglesia, que te aconsejará de otra manera. Sin embargo, la tendencia de hoy en día, a sentarse en un círculo para estudiar el libro más recientemente publicado, no es recomendable, hablando de forma general. No digo que, en el caso de algunos libros, especialmente los clásicos de la historia cristiana, no sea de provecho, pero casi tiemblo al pensar cuántos cristianos han sido desviados por algo de la literatura más popular de nuestros días. ¡Mucho de lo que hay es plenamente basura!

Los cristianos de hoy necesitan estudiar la Biblia de forma expositiva. Si no estás haciéndolo en ninguna clase bíblica, aquí te tendrás una buena oportunidad para hacerlo. Por la enseñanza expositiva, escuchamos mejor lo que Dios tiene que decirnos, más allá de las opiniones de los hombres, de quien, a menudo, escuchamos sus opiniones, ya que algunos predicadores y maestros tienen ciertos pensamientos que han ido desarrollando por sí mismos y buscan textos bíblicos que les den autoridad. Este método no solamente no es sabio, sino que también es peligroso. Espero que te juntes conmigo para intentar escuchar la voz de Dios por medio del libro de Isaías, mientras estudiamos versículo tras versículo.



 9. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 7

Este capítulo tiene verdades valiosas para la vida de cualquier creyente y además contiene varias profecías mesiánicas. Sin embargo, lo he hallado especialmente edificante para gente que está luchando en severas batallas espirituales. Personalmente, lo he compartido con ese propósito, e incluso, a veces, me han pedido repetir el mensaje para otras personas en circunstancias semejantes. Si todavía no has aprendido esto, te aseguro que la vida cristiana tiene muchos conflictos estremecedores, de vida y muerte, que amenazan la sobrevivencia espiritual. Cuanto más pronto veamos esta verdad, más pronto y mejor la podremos enfrentar.

Al empezar el capítulo, encontramos la siguiente situación. El rey de Judá es Acaz, el peor de los reyes mencionados en el primer versículo del libro, que reinaba durante el ministerio de Isaías. Sin embargo, me admiro de la misericordia y la gracia de Dios que, por medio de Isaías, extiende Su mano para ayudar a este hombre a tener fe.

El reino de Judá está siendo amenazado por el país “hermano” del norte, Israel. Esto tenía que pasar, tarde o temprano. El reino norteño tenía el nombre de Israel y, por esta razón, algunos reyes del sur intentaban mantener relaciones amistosas con él. En el tiempo de Isaías, el Israel idólatra estuvo manifestando su verdadera naturaleza y unió sus fuerzas con el rey, totalmente pagano, de Siria, para guerrear contra Jerusalén, la ciudad que todavía demostraba lealtad al Dios verdadero. Los ataques contra Jerusalén no habían resultado (v.1)

Un temor fuera de control

La Casa de David, mencionada en el versículo 2, es la casa que Dios prometió a David en 2 Samuel 7:8-29. Le aseguró que esta casa sobreviviría en los buenos tiempos y en los malos, que perduraría y estaría establecida para siempre. Su misericordia, que se había apartado de Saúl, no se apartaría de la Casa de David. Por eso, no podemos aplicar las consecuencias de Saúl a David. Dios iba a castigar a los descendientes de David “con varas de hombres y con azotes de hijos de hombre. Pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl” (vs.14-15).

Cuando Acaz, descendiente de David y representante de su casa en Isaías 7, oyó que los sirios, confederados con el reino norteño, estaban en posición para otra confrontación, “el corazón suyo, y el del pueblo, se estremecieron como se estremecen los árboles del bosque con el viento”. Bien, amigo, ¿puedes tú identificarte con esta condición del corazón? El texto habla del corazón, y no importa si la amenaza es física o espiritual, lo que nos importa hoy es la condición de nuestro corazón. Puede que hasta ahora no te hayas enfrentado con un dilema semejante, descrito en estos versículos, o hayas tenido el suficiente valor como para aguantar todo lo que se ha levantado contra ti. Simplemente diré que hay límites a la bravura de todos, y pasando estos límites, los corazones sobrecogidos se estremecen como árboles con el viento. En la Biblia, el viento simboliza fuerzas espirituales, y estos preceden a cualquier tormenta que los ejércitos enemigos puedan traer a Judá. Confesaré que yo sí he estado en el bosque de corazones estremecidos.

Ahora veremos cómo el Señor trata esta situación y aprenderemos cómo podemos enfrentar las situaciones que llegan a nuestras vidas. Hay muy poco o nada que podemos hacer directamente para el corazón estremecido. Es inútil decirle “¡no te estremezcas!”. Sin embargo, hay causas que nos conducen hacía un corazón estremecido. Cuando llegamos a reconocerlas y a saber los principios que las pueden detener, ganamos la victoria, siendo obedientes a las instrucciones del Señor.

Las lecciones “no-temas” que conquistan nuestro corazón estremecido

1.      La lección de los nombres de personas bíblicas

Jerusalén circa 1915 (pulsa para verlo un poco mas grande)
Isaías y su hijo son enviados a una misión para el rey (v.3). Su hijo, llamado Sear-Yasub, significa un remanente volverá, y tiene que acompañar a su padre, Isaías, cuyo nombre quiere decir el Señor es salvación. Estas son las primeras verdades que Acaz tiene que encontrar al reunirse con ellos en el camino del Campo del Lavador. Él necesita saber que el Señor es salvación y por eso la Casa de David no puede ser totalmente destruida. El propósito soberano, lo que Dios ha determinado desde un principio, no puede ser frustrado.

Acaz está contemplando una de dos cosas: O está buscando asegurar una manera en que el agua pueda entrar en Jerusalén durante una crisis futura, o está planeando que los ejércitos invasores no puedan disponer de ella. La fuente del Estanque de Arriba, de unos 100 metros de largo, por 65 de ancho y 6 de profundidad, es Siloé. Ésta, a través de unos conductos, lleva el agua bajo tierra dentro de la ciudad. Después, Ezequías, obstruyó el agua para que el enemigo no tuviera acceso a ella y, al mismo tiempo, la hizo fluir dentro de los muros de Jerusalén para su pueblo (2 Cr.32:4) Las ruinas del estanque todavía existen.

2.      La lección sobre el punto de vista que Dios tiene del enemigo

Acaz está desperdiciando el tiempo y la energía, porque sus pensamientos son vanos. Ha estado preocupado con las amenazas de los enemigos y necesita verlos desde el punto de vista de Dios, porque este es el punto de vista verdadero. Acuérdate que nosotros podemos aplicar los mismos pasos o principios a nuestras vidas para enderezar el corazón. ¿Cómo ve Dios a estos que están causando tanta consternación en Judá y Jerusalén? Él les llama “dos tizones humeantes”, significando que el fuego ya ha sido extinguido y no queda nada, sino una cortina de humo de reyes airados (v.4). Nuestro enemigo es una serpiente engañosa, cuyos dientes venenosos fueron removidos en el Calvario. Él pretende lastimar, levantando su cabeza para morder y escupiendo humo, pero no puede hacer ningún verdadero daño. Para los que tienen su confianza puesta en la cruz y en el que fue colgado en ella… “el que fue engendrado por Dios lo guarda, y el maligno no lo agarra” (1Jn.5:18).

A Acaz le dice que no tema porque no existe una verdadera causa para temer. El Señor revela que Él es el Soberano omnisciente que gobierna sobre los complots humanos. Él dice al rey exactamente lo que ellos están diciendo, y después declara con una autoridad total: “No se cumplirá ni sucederá” (vs.5-7). Lo que temes y contra lo que estás preparando una defensa ¡nunca sucederá! Ésta es la segunda lección, después de aprender de la primera, que tiene que ver con los nombres de un padre y su hijo. ¡Con eso se acaban las mentiras que salen del campamento enemigo!

El Señor eterno declara un elemento de tiempo contra las naciones amenazantes. Serán ahogadas por sus propios límites finitos, es decir, por el tiempo y el alcance de su existencia. Nunca serán más de lo que son ahora, y lo que son ahora no continuará igual. Efraín, otro nombre dado al reino norteño, cuya ciudad capital es Samaria y cuyo rey presente es Pekah, solamente cuenta con 65 años más, antes de ser totalmente aniquilado (v.8). ¿Podrás tú ser destruido por lo que es temporal, si estás apoyado en lo que es eterno? Esta es la lección y… ¡asegurémonos haberla aprendido! Cada vez que seas tentado a creer en el viento de los espíritus que mueve las olas de los mares de los hombres, lee Apocalipsis 20:10: “Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.  En cuanto a Damasco, Siria y su rey, lee el capítulo 17:1-3.

3.      La lección sobre confiar en Dios

Ahora, aprenderemos un principio poderoso que sobrepasa a los demás, que tiene que ver con el pueblo de Dios: “Si no creéis, no subsistiréis” (v.9). Creer es depositar la confianza en Dios; éste es el verdadero significado de la fe. Después, escucha la verdad central de toda la Palabra de Dios: “El justo por la fe vivirá”. Ve el propósito definido en el Evangelio de Juan 20:31: “Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. No hay seguridad para el que no cree, no importa si vive en Samaria o Jerusalén; si existe antes de la primera venida de Cristo o antes de Su segunda venida. Cree en Dios y confía en Su palabra, en este asunto y en todos los demás. La única meta de la fe es creer en Él, cimentando toda la confianza en Él, y entonces ¡seguramente subsistiréis!

Yo encuentro consuelo en la obra que el Señor hace para llevar a Acaz a la fe. Recuerda que él es, en este tiempo, la Casa de David (vs.10-13). “Ésta es la obra de Dios: que creáis en el que Él envió” (Jn.6:29). Acabamos de ver el propósito de Juan en su Evangelio inspirado, y en los Evangelios de Mateo y Marcos, Jesús anima a sus discípulos a tener la fe de Dios (como algunas versiones traducen Marcos11:22). “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad a la puerta y se os abrirá” (Mt.7:7). Entonces, si alguno de ellos siente que es la excepción a las promesas de Dios por alguna razón, Jesús remueve la duda también: “Porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama a la puerta, se le abre” (Mt. 7:8). Después, argumenta el punto poniendo el ejemplo de la relación natural entre un padre y su hijo. El padre humano, nacido con una naturaleza pecaminosa, siempre sabe dar buenas cosas a su hijo.

Refiriéndose otra vez a la Casa de David, Dios promete… “Yo le seré por padre y él me será por hijo. Cuando haga mal lo corregiré…” (2S.7:14). Dios ruega al descendiente de David… “¡Ven Acaz, aprende a tener fe! Pide una señal a Jehová tu Dios; en lo profundo del abismo o en lo alto de los cielos” (v.11). Sin embargo, Acaz pierde la oportunidad con una respuesta santurrona: “¡No pediré ni tentaré a Jehová!” (v.12). ¡Qué espiritual parece ser! Pero la historia le registra como un rey maligno e incrédulo. Dios abrió el cielo para él como una señal de que Él es un Dios que contesta la oración, si solamente, humillándose, pidiera como un niño una señal de su padre. Pero el orgullo de Acaz obstruye su camino a Dios y la maldad de su naturaleza es comprobada por la manifestación de su incredulidad. La incredulidad es pecado, aunque puedas justificarla con tu basura teológica. Acaz añade a su incredulidad la pasividad y la indiferencia, mientras Dios busca una participación apasionada…Él estaba buscando quién se interpusiera.     

4.      Una lección sobre la soberanía de Dios

Tenemos que aprender otra lección y establecernos en ella. No importa la reticencia del hombre caído porque los propósitos de Dios se llevarán a cabo. La doctrina que defiende que Dios está sujeto a la fe del hombre, fácilmente podrá ser refutada por las Escrituras. Después, en su libro, Isaías dice: “Vio que no había nadie, se asombró de que no hubo quien se interpusiera. Por lo que su propio brazo le dio la victoria…” (59:16). Como todos los escritores inspirados de la Escritura, el salmista declara Su soberanía: “Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiere hace” (Sal.115:3). Muchas veces he retado a los oyentes a que nombren a un discípulo que creyera que Jesús se iba a levantar de los muertos, pero…. no hubo quien. Sin embargo…¡Sí, se levantó! 

Tomada del "Belén" en Ripollet
Cuando Acaz pierde la oportunidad de tomar parte en los propósitos eternos de Dios, Dios mismo entra con una señal para todas las edades. ¡Qué grande fue la señal! Él apuntó, no solamente hacia la esperanza de Israel, sino hacia la de todas las naciones. Si Acaz pensó en una señal que sería demasiado grande, Dios tenía en sus pensamientos una más grande todavía: “He aquí, la virgen quedará encinta y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (v.14). El ángel anunció a los pastores de Belén: “Esto os será la señal: Hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc.2:12). Los sencillos pastores creyeron la señal, se apresuraron derechos a Belén, encontraron el cumplimiento de la señal, manifestaron a todos lo que fue dicho del niño, y glorificaron y alabaron a Dios. 

Que nosotros, estando afligidos, aprendamos la lección de Isaías y Sear-Yasub. El Señor nuestro es salvador y aunque seamos severamente probados, no seremos destruidos. Que no seamos estremecidos de corazón por las mentiras del enemigo, sino que aprendamos a verle como Dios le ve. No desperdiciemos nuestras vidas, defendiéndonos contra lo que nunca nos puede tocar. Al rehusar escuchar las amenazas del enemigo, aprendemos a escuchar y a obedecer a Dios. Que seamos sencillos y apasionados en nuestras oraciones, no pasivos, justificando nuestra incredulidad con doctrinas auto-inventadas. Que por recibir las respuestas de parte de Dios, crezcamos en la fe celestial y escuchemos mientras nos revela la esperanza que hallamos solamente en Cristo. Que nos aferremos a Él en fe y vivamos con Él, nuestro Emmanuel. Que estemos seguros de que Él es soberano sobre los poderes espirituales, las potencias terrenales y, sobre todo, sobre nuestras debilidades y fuerzas.

Cristo y Sear-Yasub

La situación en el tiempo de Acaz se conecta vitalmente con la venida del Mesías, como se ha conectado con Él desde el tiempo de Abraham. Dios dio a Abraham y a Sara la capacidad sobrenatural de poder tener un hijo, cuando era humanamente imposible, para que un día una virgen de su descendencia concibiera y diera a luz un Hijo. Por la misma razón, Israel fue librado de la esclavitud de Egipto y llevado a la Tierra Prometida. En esa tierra, Dios fue el comandante del ejército de Israel, porque esta fue Su tierra escogida, en la cual una virgen viajará desde Nazaret a Belén, para dar a luz a un Hijo según las Escrituras. Por esta razón, Dios quitó a Saúl y entronó a David, dándole la promesa sobre su casa. Este es el propósito único de Dios, Su señal para toda la historia. Por eso, Jerusalén fue preservada en el tiempo de Acaz y todos los siglos siguientes, hasta que esa profecía fue cumplida.

Parece que ahora Isaías vuelve de su profecía y apunta hacia su propio hijo, Sear-Yasub. Parece también que él es un infante y Dios le usa para demostrar el principio de la destrucción total de los ejércitos enemigos en pocos años. Por eso, está acompañando a su padre en la misión. Antes de que llegue a una edad responsable, ellos serán destruidos y, Sear-Yasub, un remanente volverá, demuestra que, aunque el pueblo de Dios pasará por severas pruebas, sobrevivirá para cumplir Sus propósitos (vs.15-17).

Después, en estos estudios, aprenderemos de la amenaza del rey poderoso de Asiria, como una de las pruebas severas. Dios silbará a los tábanos y a las abejas desde Egipto hasta Asiria para castigar a la Casa de David con la vara del hombre. Como las abejas y tábanos posarán en los pastos y zarzas, así los extranjeros llenarán la tierra (vs.18-19). Nota ahora, al leer el resto del capítulo, cómo Judá será diezmada. Como una navaja afeita la cabeza y todo el cuerpo (v.20), así las viñas valiosas serán quitadas de la tierra y desplazadas con zarzas y espinos (v.23). Los grandes pastores y ganaderos del mundo, desde el tiempo de Abraham, Isaac y Jacob, serán reducidos a poseer tan sólo una novilla y dos ovejas cada uno, si es que las pueden guardar vivas (v.21). La economía fallará y, en lugar de vender los productos de leche, el productor tendrá que comerlos para poder sobrevivir (v.22). La miel también abundará ya que las abejas mejorarán por las flores silvestres que cubrirán lo que antes eran campos arables. Vacas, ovejas y cabras romperán las vallas buscando comida (v.25). Será necesario cazar animales salvajes para comer carne (v.24). Así será Judá deshecha y humillada, pero no será totalmente destruida. 






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