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Lowell Brueckner

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Una pausa

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Ésta es una breve pausa entre la exposición de los capítulos 1 y 2 de Gálatas, aunque probablemente la debiera usada como una introducción al libro entero. Os pido perdón por improvisar, porque escribo mientras, en mí corazón y mente, voy desarrollando el tema todavía. No es un producto “pulido”. Bien, por el otro lado, este estilo pueda producir un poco más intimidad entre el escritor y los lectores. Espero que sí. Como sea, espero que leas esta selección cuidadosamente, porque pienso que es muy importante para poder aplicar la carta de Pablo a nuestras situaciones en el Siglo XXI.


Una pausa

Necesitamos ver la situación en Galacia desde punto de visto de la iglesia, tal y como la encontramos en el libro de los Hechos. Tenemos que ver tanto las diferencias como las semejanzas, con la iglesia que conocemos hoy. Recuerda que, en la Biblia, la iglesia iba formándose y solamente había una. Quiero decir, que no había nuevos grupos o denominaciones levantándose, ni ministerios especializados para las diferentes necesidades. La diferencia principal entre los miembros en aquellos días tenía que ver con si había un trasfondo en el judaísmo o no.

En nuestros días, parece nos hemos acostumbrado a la división. Nuevas iglesias y grupos aparecen constantemente y nadie hace caso. Pero Judas, por ejemplo, estaba muy preocupado por “la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos” (Jud.3), la que fue predicada por Cristo y seguida en su pureza por Sus discípulos.

A pesar de todas las divisiones anormales a las que estamos forzados a tolerar en nuestros tiempos, tenemos que mantener una visión por la pura iglesia universal de Cristo. Tenemos que reconocer a Su cuerpo universal, considerar a cada cristiano, nacido de nuevo, como un hermano y también reconocer nuestra responsabilidad para su bien estar. Cada líder que Dios ha levantado, y no el hombre, tiene que ser considerado como nuestro líder; alguien que merece nuestro respeto, sin importar si pertenece o no a nuestro partido religioso.

Los asuntos de esta iglesia, universal, también tienen que ver con nosotros. Por eso, cuando se forma un grupo religioso al que le faltan las cualidades doctrinales o morales del evangelio, todos tenemos la responsabilidad de desafiarlo. Por ejemplo, los Testigos de Jehová, los Mormones y los Adventistas del Séptimo Día (fíjate en el artículo, escrito sobre estos grupos, en "Folletos 'Llamada a la Entrega'")…, que han invadido a la iglesia verdadera…, son una amenaza para todos. Cuando un grupo o movimiento se desvía de la verdad o un líder cae en el pecado, nos atañe a todos nosotros, los que pertenecemos a Cristo y… ¡no debemos ignorarlo!

Recuerdo una situación que tomó lugar en una ciudad cerca de donde vivíamos, en los Estados Unidos. El pastor principal de una iglesia muy grande cayó en pecado y los pastores de otras iglesias de la misma ciudad se reunieron para ver qué acciones serían adecuadas para tal situación. Acordaron informar y pedir que viniera a un hombre de Dios, dotado de la autoridad espiritual para tratar el asunto. Él aplicó la Palabra de Dios y recomendó disciplinar al líder caído. Los demás pastores se sintieron obligados a denunciar sus hechos públicamente.

Quizá este ejemplo nos ayude a explicar la manera bíblica de enfrentar los problemas que nos afectan a todos. Si vemos levantarse a un grupo nuevo que manifiesta errores doctrinales o si vemos formarse un liderazgo que no está de acuerdo con la Escritura, tenemos que tratarlo como una invasión al cuerpo de Cristo ¡Sí, nos importa! Tenemos que enfrentarlo de la misma manera que Pablo hizo con la situación en Galacia.

Cualquier grupo que lleva sobre sí mismo el nombre de Cristo, es decir, que se denomina cristiano, está obligado a vivir por la Biblia, el Logos o Palabra de Dios, y no por un método o programa, sin importar lo práctico y útil que sea, si no está específicamente de acuerdo con la Escritura. Cualquier persona que toma sobre sí mismo la responsabilidad del liderazgo, tiene que ser un hombre de oración, con un conocimiento profundo de la Palabra. Su doctrina tiene que ser la que ha sido aceptada históricamente por la iglesia verdadera. Estas cualidades determinarán si ha sido o no verdaderamente llamado por Dios.

Ya mencioné la teología en capítulo 1, pero quiero decir una cosa más sobre el tema. Hace dos semanas, enseñé en una iglesia de nuestro pueblo sobre la segunda mitad del capítulo 20 de Mateo. El último versículo dice: “Jesús, movido a compasión…”. Dije a la congregación: “Estad seguros de estar incluyendo mucha compasión en vuestras creencias doctrinales”. Al hablar a favor de la teología, no estoy hablando de una teología seca, que depende totalmente del intelectualismo, por personas a las que Tozer llamaba ‘intellectual egghead’, ratón de biblioteca o, sencillamente, un intelectual. Estoy hablando de una teología con pasión, que mueve tanto nuestros corazones como los de aquellos a quienes hablamos; que nos conduce fuertemente a la Escritura para poder aprender más sobre el Dios al que amamos. No me interesa mucho la hermenéutica, la teoría bíblica, la homilética, ni la psicología cristiana, etc., que es acercarse a las cosas espirituales con el intelecto humano, me parece a mí. ¡Por favor, no vayas en esta dirección!

Cuando era joven tuve buenos consejeros, bien entrenados en la escuela bíblica y en el seminario, y fui advertido por ellos a no ir en esa dirección. Un buen amigo, muy preparado, con título en teología, me dijo que tenía que desprenderse de mucho de lo que había aprendido, después de ser bautizado en el Espíritu Santo. El camino del Espíritu de Dios es muy diferente a los caminos de los hombres. Jesús dijo en Lucas 8:18: “Tened cuidado de cómo oís…”. Al aproximarse a las Escrituras fuera de la instrucción del Espíritu, la palabra viva pueda ser matada. Los hombres de Dios, para quienes tengo el más alto respeto, como por ejemplo (por nombrar a tres de ellos): C. H. Spurgeon, Dr. Martyn Lloyd-Jones, Dr. A. W. Tozer…, fueron personas enseñadas por Dios y no por los hombres. Posiblemente estos tres son los que representan mejor la descripción que he dado, pero, por supuesto, muchos más pudieran ser mencionados.



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