Introducción al libro: La iglesia Cristo-centrica - J Snyder
La iglesia Cristo-céntrica: Introducción por James L. Snyder
La iglesia de Jesucristo no ha tenido un crítico más fuerte que Aiden Wilson Tozer (1897-1963). Durante su vida, muchos le consideraban un profeta y escuchaban lo que decía, o leían lo que escribía, con cierto grado de anticipación. Algunos no estaban de acuerdo con él en todo, pero reconocieron que su voz fue auténtica y que, contenido en sus palabras, estaba la voz de Dios. Cuando él iba hablar, ellos sabían que escucharían a alguien que había oído de Dios. (Tozer dijo, “Solo escuchan aquellos que han oído de Dios.”)
Dr. Tozer fue neutral sobre pocos asuntos. Nadie pudiera escuchar un mensaje, o leer uno de sus libros y artículos, y estar en duda sobre el significado. Nunca habló o escribió sobre un tema, a menos que tenía una convicción fuerte sobre ello.
La crítica de Tozer sobre la iglesia fluyó de un corazón que, sobre todo, amaba la Cabeza de la iglesia. No fue posible escuchar a Tozer, o leer uno de sus libros, sin estar impresionado de su amor intenso y su aprecio por la segunda persona de la trinidad. Cualquier cosa que en cualquier manera desafiaba la persona o la autoridad de Cristo hizo que Tozer reaccionara. Él midió todo en la iglesia por este criterio: ¿Exalta esta cosa a Jesucristo?
También, es imposible no notar que Dr. Tozer tenía un amor tremendo por el cuerpo de Cristo. Él amaba a cristianos de todos tipos y clases…. En el transcurso de una semana, fue posible oírle predicar en una iglesia Luterana, Bautista, Presbiteriana, Menonita, o Pentecostal. El nombre de una iglesia no tenía mucho significado para él, tan solo buscaba lo que él llamaba, “la comunión de los corazones ardientes”.
A veces su crítica fue algo fuerte. Una vez criticaba una versión de la Biblia diciendo, “Leer esa versión me dio la mismo sensación que recibiría si me afeitara con una banana”. Cuando el traductor oyó ese comentario, jamás en verdad perdonó a Dr. Tozer. A veces, Tozer fue extremo en su crítica, pero no fue por una mala intención o por buscar alguna fama por si mismo. Su preocupación número una fue exaltar a Cristo y dar reverencia a la presencia del Señor entre los creyentes congregados. Como consecuencia, había ocasiones, cuando algunos fueron ofendidos por su crítica fuerte. Yo creo que se puede decir que Tozer tenía muchos seguidores, pero pocos discípulos.
Fue algo implacable en sus denuncias de las fuerzas que él creyere que harían daño a la iglesia y deshonrarían a su Señor. Fue celoso por la gloria de Dios, no importa lo que costara. Él desafiaba sus varias congregaciones “buscar primeramente el Reino de Dios”.
Durante la última década de su ministerio, en manera especial, su carga era una reformación radical dentro de la iglesia evangélica. También refirió a la iglesia evangélica como en la “cautividad babilónica”. En muchas ocasiones, Tozer dijo que sintió que la iglesia estaba rindiéndose a los morales y valores del mundo en su alrededor. “Necesitamos desesperadamente una restauración,” muchas veces dijo.
Le preocupaba que la iglesia, como él la vio en su día, no fue la entidad exaltada - llena del Espíritu Santo, bautizada en fuego, consciente de Dios, humilde, benigna, y amorosa - conocida por los cristianos de una generación anterior.
Cuando hablaba de la cautividad babilónica, siempre enfatizaba dos cosas: Primero, declaraba que “la gloria de Dios ha sido perdido a nosotros hoy en día y nuestro dios es un dios barato que no merece que nos arrodillemos ante él.” Durante todo su ministerio, intentó enfatizar que el verdadero Dios, el Padre de Jesucristo, el Dios de Abraham es “alto y sublime” y sus faldas llenaban el templo (Is.6:1). Vio la necesidad de restaurar otra vez en la iglesia la idea tan elevado de quien era Dios en verdad. Su pasión fue introducir a este generación de cristianos las excelencias de Él que llamamos el Cristo. Cualquier intento de bajar a Dios al nivel humano fue absolutamente anatema en la opinión de Tozer. La iglesia tenía que volver otra vez a la adoración reverente; la adoración de la cual Dios era digno de recibir.
En segundo lugar, la iglesia tenía que ser restaurado al patrón novo-testamentario. A menudo dijo, “Nos hemos rendido a métodos carnales, filosofías carnales, puntos de vista carnales, chismes carnales y nos hemos perdido la gloria de Dios en nuestros medios. Somos una generación depravada que nunca ha visto la gloria de Dios.”
Él quiso ver reuniones donde, una vez más, la presencia de Dios sobrecogiera tanto el ambiente que nadie podría hablar, donde la predicación de Dios fue tan alto y sublime que la gente iría a sus casas en silencio sin poder hablar.
En una ocasión, tuvo la oportunidad de hablar en una reunión de líderes de La Juventud para Cristo que también fue transmitido sobre la radio cadena Moody. Tomó esa oportunidad hablar a la iglesia evangélica en general. En palabras que resonaron las de Martín Lutero, Tozer declaró su intención de “clavar sus 13 tesis sobre la puerta de la iglesia evangélica”. En su sermón, él expuso su corazón referente la reforma necesaria dentro la iglesia evangélica.
Entre los puntos que enfatizó en ese mensaje fue que el camino de la cruz es difícil. Fue algo importante considerar, pensaba, porque sabía que mucha gente intentó de presentar la vida cristiana como una vereda fácil, mientras que las Escrituras, al contrario, nos avisan de la dificultad que hay en seguir a Jesucristo. Un cristianismo sin la cruz, en su mente, fue inconcebible. Demasiados ofrecían una marca fácil de cristianismo que no pondría una carga pesada sobre la gente. Ciertamente, esto no fue el cristianismo de los padres de la iglesia, los reformadores, o los predicadores de los avivamientos antes de nosotros.
También intentó enfatizar la verdad bíblica que no obtendremos un Salvador, si Él no puede señorear. Esta idea contradijo fuertemente la idea que una persona pudiera aceptar a Jesucristo como Salvador, sin aceptarle como el Señor de su vida. Esto, según Tozer, fue una gran falacia dentro de la iglesia evangélica. Enfatizó el hecho que Jesucristo es Señor y Salvador, y no puede ser dividido, y al proclamar un Cristo dividido, como resultado, destruiría el fundamento de la iglesia.
Además, llamó la atención al hecho que los métodos del Espíritu Santo y los de los seres humanos son diametralmente opuestos unos a los otros. Tozer criticaba las iglesias que adoptaron los métodos del mundo para llevar acabo las agendas y metas de Dios. Dio tres ejemplos de estos intentos: los métodos de los grandes comercios; los métodos del mundo del espectáculo; y los métodos de la publicidad. Según su entendimiento de las Escrituras, Tozer creyó que estos tres andaban en dirección contraria con la obra del Espíritu Santo en la iglesia local. Junto con esto, él acusó el espíritu del evangelismo moderno ser ajeno a lo del Nuevo Testamento. Sobre todo, declaró, tenemos que volver a los principios del Nuevo Testamento.
En este libro, Dr. Tozer clama por un examen verdadero de nuestros corazones. Algunas gentes sólo juegan la religión, juegan la iglesia y nunca experimentan lo que Dios tiene para ellos. Dios nos dará lo que ha permitido, pero no nos dará lo que no nos ha prometido. Para eso, es necesario escudriñar a las Escrituras. Entonces, tenemos que entrar a la experiencia de esa promesa en nuestro corazón y nuestra vida, porque la vida cristiana verdadera no resulta automáticamente después de la conversión, sino por la disciplina, negarse a nosotros mismos y el sacrificio.
No siempre vas a estar de acuerdo con Tozer – él no esperaba eso – pero serás desafiado por él. Esperamos que este desafío te impulsara leer la Biblia y entonces caer a tus rodillas.
El mensaje viene claramente y fuertemente. Evita los caminos engañosos del mundo y busca la soledad, el niego de sí mismo, y el servicio de sacrificio. De esta manera, Cristo es honrado y la paloma del Espíritu Santo puede posarse.
James L. Snyder
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