Asuntos que no pueden esperar hasta mañana, última parte
Un ultimátum de entrar en la cosecha
Jesús dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. En ese pasaje está comparando a Dios con un granjero que invierte todo su esfuerzo y actividad para al fin tener una cosecha. Él enseñó a Sus discípulos que la cosecha ya había llegado y les envió a cosechar. Todavía hoy es tiempo de cosechar, y los campos blancos no pueden ser ignorados. Este trabajo no espera hasta mañana. Cada discípulo de Cristo es un segador desde el primer día que entra en las cosas de Dios. Tú y yo tenemos la gran responsabilidad de segar el fruto eterno para Dios. El fruto son las almas de nuestros semejantes seres humanos a los cuales tenemos que dar el mensaje de la salvación y llevarlos personalmente a Jesucristo.
En Efesios 5:14-18, Pablo da varios mandamientos, de los cuales, todos están relacionados con lo que escribió en versículo 18: “Sed llenos del Espíritu”. Ser lleno del Espíritu es un ultimátum. No es una sugerencia ni una opción. En versículo 15, nos dice que tenemos que andar como sabios. Esto es imposible si no somos llenos del Espíritu, porque la sabiduría del hombre es insensatez para con Dios. Tenemos que ser llenos con la sabiduría divina. En versículo 16, nos instruye a aprovechar el tiempo. Podemos luchar toda nuestra vida, intentando hacer la voluntad de Dios y jamás terminar de hacerlo. Sin embargo, el Espíritu Santo puede hacer en cinco minutos lo que no podemos lograr en una vida entera. Nos dice en el versículo 17 que entendamos la voluntad de Dios. No podemos entenderla sin el Espíritu de Dios, porque sólo Él puede revelárnosla.
Hemos sido llamados a la cosecha. Los granos se están cayendo. Pies sin Cristo deambulan cerca de ti hacia una eternidad de lloro y crujir de dientes en un Lago de Fuego sin fondo. Tú eres el único que puede frenar a muchos ¿Podrás detenerles? ¿Tienes con qué hacerlo de forma sobrenatural? “Sed lleno del Espíritu”, es el ultimátum. “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”, clamó el Verbo de Dios. Si hoy oyeres su voz, no endurezcas tu corazón. Ten sed, ven y bebe. Es imperativo que lo hagas sin demorar. ■
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Publicar un comentario