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Lowell Brueckner

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La Segunda Venida de Cristo

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Un estudio expositivo, versículo tras versículo
de Zacarías, capítulo 12:9-14 y capítulo 14:1-5

La Batalla de Armagedón (Ap.16:16)
 
“y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”
(Hebreo: Har significa monte y su nombre en hebreo es Magedón)

Capítulo 12

Dios mismo, creador del hombre, en Su día va a tratar con él (v.1),  juntando a las naciones en el campo de batalla de Armagedón, bajo del Monte Meguido, el valle de Jezreel, 100 km al noroeste de Jerusalén. Este valle tiene una historia de guerra tremenda. Un experto ha declarado que duda de que haya otra parte en el mundo donde hayan acontecido tantas batallas. Aquí apunto los textos en la Biblia donde son mencionadas: Jueces 5:20; capítulo.7; 1 Samuel 31:1-13; 1 Reyes 18:40; 2 Reyes 23:30; 2 Crónicas 35:20.

Esta es la escena de la guerra del “gran día de Dios”. Desde allí la batalla ocupará mucho territorio y llegará hasta la ciudad de Jerusalén. Zacarías está contando la parte principal y más importante… el ataque contra Jerusalén (v.2). Allí, fuera de la ciudad, fluirá sangre como un río (Ap.14:20).  Quizá nos sorprendamos al saber cuantas porciones de la Biblia hablan de este “día del Señor” (Sal.2:1-9; Is.66:15-16; Joel 3:12-21; Mt.24:29-51; Mt.25:31-46. 2 Tes.1:6-9; 2:8; Ap.14:20; 16:12-16; 19:11-21).

El profeta habla de una oposición mundial en la que las naciones de la tierra no aguantarán más a Jerusalén… porque los judíos que han hecho un pacto con el anticristo, ahora rehúsan adorarle. “Yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos” (v.3). Las dificultades que hay dentro esa ciudad y las “ofensas” (como estamos oyendo las noticias en el momento… derechos humanos, crímenes de guerra, etc.) son insoportables para las “naciones unidas”. En esta profecía se juntan por última vez contra Judá y Jerusalén.

De acuerdo al propósito de Dios, las naciones se juntarán para ser destruidas (v.9), y Él vendrá a salvar a Su pueblo que estará en grandes apuros; dos terceras partes morirán (13:8) y una tercera parte será grandemente refinada y probada (13:9). Estos clamarán al nombre del Señor y así reconocerán a su Mesías.


Los judíos claman a Jesús (Zacarías 12:10)

“y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán…”

Al terminar la tribulación (la última parte de la semana 70, profetizada en Daniel 9), cuando todas las naciones vengan contra Jerusalén (v.3 y 14:2, también), los judíos llegarán a creer que Jesús de Nazaret es su Mesías prometido. El mismo ‘Yo’ que habla (v.10), que derrama el Espíritu, es el que dice ‘me mirarán’, probando dos cosas: que el que habla es el Ángel del Señor (desde 1:11), el Verbo de Dios (Jn.1:1), y es divino, porque derrama el Espíritu. El Espíritu Santo será derramado sobre el remanente de Israel con gracia, y este derramamiento producirá súplicas. Solo el Espíritu, testificando de Jesús, puede abrir los ojos para que el pueblo le reconozca y crea. Su primera ayuda es una ayuda interior. Recibiendo la gracia serán fortalecidos (v.8 como 2 Ti.2:1).

Zacarías, que ha estado citando, ahora sigue narrando: “Se afligirán por Él”. Orarán como nunca antes (v.10-14), con un profundo arrepentimiento, mirando a Jesús de Nazaret, y llorarán como Ana oró por un primogénito. Lo que expresa Zacarías (‘como quien llora por causa del unigénito’ o ‘como quien se aflige por el primogénito’) es un proverbio hebraico que tiene que ver con la deshonra y maldición de ser estéril. Pero esta aflicción será aún mayor porque se acordarán de su rechazo… han rechazado a su Unigénito, algo que, al ver la gravedad de este pecado, causaría verdadera desesperación si no fuera por la fe. Pero, como ésta es la obra del Espíritu, Él también comparte fe. El arrepentimiento toma lugar donde siempre, al pie de la cruz, viendo al Cristo traspasado (Sal.22:16 con Jn.19:37, Ap.1:7). Ocurrirá cuando Jerusalén caiga en manos de las naciones. Reconociendo a Jesús por primera vez, alumbrados por el Espíritu, Él vendrá a socorrerlos (14:3-5).

En Meguido (v.11, Armagedón) es donde murió el amado rey, Josías (2 Cron.35:22-27), y el pueblo lo lamentaba. Es el mismo Valle de Jezreel, que también tiene un nombre compuesto de dioses paganos, Hadad-rimón, y como hemos visto, es un campo donde acontecieron muchas batallas. Así que, como en la muerte de Josías, habrá un lamento nacional (v.12-14). Natán es “hijo de David”, raras veces mencionado, pero sí, está en la genealogía de Jesús, por parte de María (Lc.3:31). Es la genealogía más humilde, que no procede del linaje de reyes, la cual enfatiza su humanidad. Esta es descrita por Lucas, el gentil. Mateo nos da el linaje real, escribiendo de Jesús, el Rey de los judíos. Es el linaje de José, el padre legal de Jesús (Mt.1:1-16).

Entonces, de la misma manera, tanto la familia más distinguida, la de los sacerdotes, como la menos distinguida, son mencionadas (v.13). Lo que quiere decir es que, desde los más pequeños hasta los más grandes en Israel, reconocerán el pecado contra su Mesías y se afligirán. Aunque no existen documentos desde que el templo fue destruido en el año 70, Dios no se ha olvidado de quien es quien en Israel, y por los siglos ha protegido los linajes (v.14). Estos linajes son del remanente de Israel, la tercera parte, que han sobrevivido a la persecución del anticristo.  

Cristo liberta a Su pueblo (Zacarías 14:3)

“saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones…”

Capítulo 14

En Apocalipsis 19:17-21, un ángel llama a las aves del cielo a una fiesta (será literalmente una fiesta para los buitres). Joel profetiza de esto (Joel 3:2), y llama al lugar de batalla “el valle de Josafat”. Josafat significa el “juicio de Jehová”, porque ese rey ganó allí una gran batalla contra una confederación de naciones (2 Cr.20:26). Allí mismo tendrá lugar una batalla mucho más importante y tremenda, y todas las naciones de la tierra estarán (v.1-3) allí presentes. Cristo mismo descenderá del cielo para destruir a las naciones dirigidas por la bestia (Ap.19:15,19-21). Jesús habla de Su segunda venida en Lucas 17:22-37 (y es lo que se ve en Ap.19:11-16), diciendo que será como en los días de Noé y Lot, cuando unos serán tomados. Le preguntan: ¿Dónde?, y el contesta: “Dondequiera que esté el cadáver, allí se reunirán los buitres” (v.37).

Para que escapen, el Señor pondrá Sus pies sobre el monte de los Olivos, desde donde ascendió al cielo (v.4, Hch.1:12; Lc.24:50), al lado oriente de Jerusalén; donde también entró sentado sobre un pollino (Lc.19:29,37,41); donde oró en Getsemaní (Lc.22:39); donde tan frecuentemente iba a estar. Este mismo monte se partirá en dos. Una parte quedará al norte, la otra al sur, y un valle se abrirá (como se abrió el mar Rojo) en medio, desde Jerusalén al poniente hasta el oriente y, el remanente de judíos, ya creyentes, huirán. Entonces Jesús regresará desde el  oriente, como Ezequiel lo vio en su día (Ez.43:2-5).

El valle de Cedrón, que está entre Jerusalén y el monte de Olivos, se extenderá atravesando el monte de los Olivos (v.5). Aquí les recuerda cómo escaparon del terremoto en los días de Uzías (Amós 1:1). Es interesante ver que todas estas cosas finales tienen sus precedentes en la historia, como claramente hemos visto en esta lección y puede verse en todo el libro de Zacarías. El Señor viene como lo describe Juan en Apocalipsis 19:14, para acabar con el anticristo y el falso profeta, y tomar el templo en Jerusalén, sentándose sobre el trono.


Desde el versículo 6 en adelante, Zacarías hace una maravillosa descripción del Milenio. En este pequeño artículo no lo estudiaremos, pero si Dios lo permite, lo veremos en el futuro. Ahora concluimos este estudio, notando que Jesús será Rey sobre toda la tierra (v.9) y Jerusalén será la ciudad de paz, capital sobre el reino universal (v.11). Rodeándola estará la nación de Abraham, Isaac, y Jacob, y las demás familias de los gentiles de toda la tierra serán adoradoras y vendrán a celebrar en Jerusalén.  


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